13/04/2022, 12:42
Estaba fuera. No sólo fuera de la misión sino fuera de la Space Force. Para siempre.
Acaté la decisión y escuché con cierta incredulidad el discurso que me soltó el teniente. No dije nada, no porque no tuviera ganas sino para evitar males mayores. Aquel sujeto era capaz de encerrarme en una celda y tirar la llave. Ya eran agua pasada todos los méritos que hubiera hecho en las diferentes misiones de supervivencia. Aquí también había que vivir al día, el pasado, incluso lo que hubiera pasado ayer, no importaba.
Me tomé su decisión con resignación. Eran así, cuadriculados, cerrados de mente y no veían más allá. Lo había comprobado durante todos aquellos meses; no que todos fueran así, pero cuando topabas con uno de esos, no había nada que hacer.
Vale que tanto en el pasillo como en el ascensor, yendo al lado de Malbone me surgieron dudas ¿Y si...? Pero aunque me hubiera comportado de manera distinta, procurando seguir el protocolo, tarde o temprano había desembocado en lo mismo. Reconozcámoslo, yo era así; fiel a mis ideas. Mi comportamiento siempre había sido ese, a veces barnizado de manera forzosa para pasar por el aro de la SF, pero toda la instrucción me la había pasado como si hubiera estado en un campamento juvenil o en un programa de esos de supervivencia en una isla. Salvo por las muertes, aquello tenía más de reallity show que de Space Force. No pegaba ni con cola y ya suficiente había hecho para aguantar tanto tiempo dentro, y salvando la vida. Un auténtico milagro.
Normal que cuando llegué al mostrador y me devolvieron la ropa, mi ropa, no mostrase desagrado alguno depositando el uniforme en aquella caja. Recuperaba mis cosas y volvía a ser plenamente libre. Salí por la puerta sin mirar atrás. Malbone no se había dignado a hablarme en todo el recorrido y respeté su decisión, además seguro que cualquier cosa que le hubiera dicho le habría cabreado. Y es que para nada estaba abatida.
Feliz y contenta como el primer día. Más, por supuesto que más. Tenía una experiencia que no habría disfrutado en ningún programa de tv y además había conocido gente que sin la SF nunca habría sido capaz de descubrir. Me sentía afortunada. Y estaba viva!
Esperé a que llegase la nave civil y me subí en ella. Indiqué una dirección y en ese momento fue que miré el edificio que quedaba atrás, como un elemento del pasado. Aunque supuse que no tardaría en volver a regresar por allí, aunque fuera sólo hasta el hall.
Tenía tantas cosas por hacer... Y ahora tenía tiempo. Nada de intromisiones en mi agenda con misiones, viajes, instrucción militar y demás politiqueo burocrático. Ahora era yo quien administraba mi tiempo.
Por supuesto, entre mis prioridades estaba comunicarle a Vera todo lo que había ocurrido. Sabía que no se lo iba a tomar nada bien, aunque también albergaba la esperanza de que captara que, estando fuera de la SF había muchísimas más formas de ser feliz – para mí – y sin tantos riesgos, ni exposiciones a sufrir atentados, violencia o acciones de guerra. Pero también quería plantearle un tema que había salido a la luz cuando estábamos en Acme y que ahora, se presentaba muy oportunamente como el momento para llevarlo a cabo: La boda.
Sí, sí, habría que esperar a que ella se recuperase. No tenía pensado llevarla hasta el altar en una silla de ruedas y utilizando una ambulancia en vez de un carruaje – esta vez sí uno de época y no uno reconvertido a base de radial y soldador – pero supuse que le haría ilusión. Al fin y al cabo, nos habíamos comprometido.
De todas formas, sabía que las primeras palabras sobre lo acontecido en aquella con el Teniente West no le agradaría en absoluto. Pero también lo tenía que entender, tarde o temprano lo sucedido allí de no haberse producido ese resultado, surgiría una situación en que volvería a repetirse y otra vez igual. Casi mejor que se hubiera producido ya, sobretodo en un momento en que nos cogía a ella y a mí, vivas. Que nunca se sabe si hoy estás o mañana quién sabe. Había que vivir el momento y el momento era "ahora".
Además, tenía mi idea de que, la expulsión, también podría entenderse como algo positivo pues, seguro que en su visión sobreprotectora tendría más alicientes el mantenerme alejada de los peligros que comportaba ser recluta en la SF que concursante en un reallity show, comentarista de noticias de actualidad, gamer de Mechs, piloto de carreras o quien sabe, igual saltaba a la política presentando mi candidatura a la Canadá rural o creaba un negocio. Todo podía ocurrir, ideas no me faltaban.
Pero centrémonos en la boda, ahora tenía tiempo para prepararla y organizarla bien. Además el tiempo era importante tanto para la recuperación de Vera como la mejora de Naomi, que pretendía fuera mi madrina y Becky por supuesto. Y los demás supervivientes del domo 12, tanto los que se hubieran ido a su casa como los que hubieran continuado con misiones. Igual al teniente West no le llegaba una invitación, o igual sí, dependía de cómo estuviera de ánimo. Igual para hacer las paces se las mandaba a todos, tampoco tenían obligación de asistir – mi boda no tendría carácter prescriptivo como muchas misiones de la SF.
Tenía pensado también entre medias poder comunicar con las familias y allegados de quienes habían sido mis compañeros y por las circunstancias que fueran, habían fallecido. Eran bastantes si mi memoria no me fallaba pues no sólo estaban René y Noor, sino que el natgrewiano había prometido comunicarse con unos amigos de Sarah que estaban en otro domo y claro, al fallecer éste, pues me veía en la obligación de comunicar con ellos. Pero también estaba el asunto de Michail Kurik, Yum y todos los demás que, por el motivo que fuera, no hubieran logrado sobrevivir (exceptuando los asterianos, claro). Tenía pensado mandarles un ramo de flores con unas palabras, así como convocarlos para una ceremonia espiritual de despedida, pues la SF me habían parecido demasiado fríos, aparte que estaban super atareados con todo el rollo de los conflictos interespaciales. Nunca tenían tiempo, aparte de que las formas no las manejaban bien. Y qué decir del componente creativo, siempre eran bastante oblicuos, les faltaba chispa, alegría, positividad.
Así que, lejos de tomarme unas vacaciones se me presentaba una agenda bastante completa. Nada que envidiar a las misiones de la SF.
También procuré comunicarme con mis hermanos, para informarles de que estaba viva. También sorprenderles confirmándoles que había estado en la SF pero que mi camino era otro y que los quería ver en la boda. Creo que la celebración podía ser un momento bonito para el reencuentro y no sólo con la familia sino también con esa otra gente con la que llegué a tener ciertos vínculos y un mismo uniforme. Sería bonito tener encuentros de los supervivientes del Domo 12 periódicamente, algo entrañable.
...
Hice muchas llamadas comunicando mi situación – libre y sin cargas sforcianas – y ciertamente, me llovieron todo tipo de propuestas y contratos. Procuré en la medida de lo posible que no afectasen a una relación estable con Vera, no quería que mi trabajo se inmiscuyera en su proyección militar y tampoco que la perjudicase si tomaba una dimensión pública. Es más, vi bien generar cierta publicidad positiva en beneficio de la SF, sobretodo comunicando a la población civil el derecho y la obligación que se tenía, estando en guerra, a la autodefensa, a recibir formación militar y saber utilizar armas y herramientas para una posible situación de riesgo. Con eso pretendía no tanto la autosuficiencia pero sí una instrucción de supervivencia que podía venir bien a todo habitante del planeta. Además, no me olvidé de Acme y publicité aquel pueblo y sus habitantes para ver si así lo incluían en una ruta turística, también para que las autoridades construyeran algún mecanismo defensivo en arras de evitar y proteger a la población de incursiones extraterrestres.
Pero sobretodo lo que más atrajo la atención de las cadenas de tv fue mi paso por la SF, el hecho de poder acudir a un plató de televisión y poder contar mi experiencia. Por supuesto, endulzando y barnizando benévolamente las actitudes de aquellos mandos que me caían bien y convenía hablar bien de ellos para gloria y mérito de Vera. En general, creo que fueron positivas mis intervenciones televisivas, le daba a la SF un rostro más humano y no tan enclaustrado y beligerante.
No era rencorosa, así que, tampoco mostré dientes largos ni realicé muchas críticas sobre comportamientos y escenarios que no me parecieron positivos. Obvié secretos y misiones, así como identidades para mantener a salvo reputaciones y también me mordí la lengua cuando tuve que hablar de los superiores. Lo principal era presentar a mis ex-compañeros como personas capaces, trabajadoras, disciplinadas y que la población colaborase con ellos activamente, procurando ayudarlos en todo momento y no siendo un obstáculo.
En cuanto a las preguntas personales que me situaban en el mundo de la farándula, comentando cuestiones de actualidad o situándome al frente de programas de tv o participando en programas como una concursante más o miembro de un jurado no negué las ofertas pero tendría que valorarlas, tampoco me quería esclavizar ahora que había recuperado la libertad. Sí que tenía la pretensión de participar como conductora en batallas de Mech, de hecho me habían enviado una jugosa oferta para participar en el campeonato intergaláctico MechWarrior y ciertamente lo veía muy interesante. Además entre combate y combate tenía un montón de tiempo libre que podría dedicar para mis compromisos particulares (crear un fondo para las víctimas de la SF, una asociación de afectados por la guerra, favorecer políticas de inclusividad en la SF, un orfanato para niños de la guerra y de la SF y dar publicidad a multitud de causas benéficas por toda la galaxia)
Sonado fue el día que me llamaron para ofrecerme un cargo político – ¿Embajadora de la paz en la galaxia? Vaya, no sé si tendría las cualidades – partiendo de la base de que participaba en un campeonato de Mechwarrior, pero tal y como estaba diseñado parecía que únicamente tenía que participar en convites y celebraciones, ponencias y conferencias, vamos que, era estar de mujer florero allí. No lo acabé de verlo porque parecía aburrido pero a mí lo de viajar como siempre me gustó pues lo tendría que consensuar con Vera.
En mi imaginario, había pensado 2 post: éste que veis es el primero, el segundo desarrollaría la boda en sí, porque no sabía cuánto tiempo pasaría entre que me echaron y volvisteis. Tampoco sabía cuántos volverían (supervivientes). Entonces como ha llegado el verano pues no nos vamos a alargar. Lo dejamos en este post... es abierto.
¿La partida? Me gustó mucho. Una pena mis fallos, pero también sabiendo que Eylo ha muerto (no porque me alegre sino porque si ha muerto él que era muy competente, imaginaros lo poco que habría durado Jim si se hubiera ido a la misión. Hay que ser realistas). Tampoco es que haya buscado que la expulsen, sucedió así.
¿El futuro? Pues dejadla descansar, menudo mérito tiene la directora. Que descanse, que se relaje, que disfrute la vida. Mi personaje, muy mal tendrían que ponerse las cosas para que la dejaran regresar (o que Vera hubiera ascendido). Si hay continuación, me gustaría que contases conmigo, aunque tuviera que cambiar de personaje (mejor, así consigo que Jim viva).
Un placer haber participado, me ha encantado la partida, me han encantado los jugadores. Menudo nivel de narrativa que tenéis, he flipado, en colores. Y a la directora lo mismo, un nivel increíble, también en la cuestión humana.
Así que, felicidades a todos!
Y he posteado el post por si acaso quedaba fuera, como os estábais despidiendo ya...
William se encontraba en una esquina de la nave durante el viaje, no podía quitarse de la cabeza lo ocurrido en los últimos días. Se había hecho con una gorra y la había colocado a un par de metros mientras se dedicaba a lanzar cartas a su interior tratando de tener su cuerpo ocupado. Su mente ya lo estaba. Hacía días que no paraba de darle vueltas a todo. A veces le costaba encontrar un sentido a todo. Había hecho lo mejor que había sabido y no se sentía como si hubiera conseguido ningún cambio significativo. Cuando llegaron a la prisión consiguieron escapar gracias a la poca información que tenían los asterianos acerca de un simple recluta como él. Estaban preparados para contener a Grey, pues sabían de lo que era capaz. La fuga fue sólo el principio. Descubrió que se había equivocado con Seok. No era un leal miembro de la Space Force, era uno de los asterianos rebeldes que formaban parte de lo que se estaba organizando en Natgrew. Alguien capaz de engañar, manipular y ocasionar gran cantidad de muertes para conseguir sus objetivos. Y le había engañado. Aunque a estas alturas ya nada le sorprendía, se sentía perdido, desorientado y confundido. Llevaba ya más de dos días sin dormir y eso se notaba en su rostro, en su mirada y en su manera de actuar, aunque casi lo prefería así. Una neblina de confusión copaba su mente, algo que casi conseguía que todo fuera más fácil.
Había descubierto que Althais había sido manipulada y utilizaron a su hermana para tenerla controlada. Era cierto que no sabían mucho sobre los asterianos, pero le costaba entender lo que veía como una sociedad tan polarizada. Por un lado, el gobierno legal había decidido no actuar por venganza sobre lo que hicieran los humanos a la princesa, pero al mismo tiempo un grupo de militares actuaban de manera despiadada buscando la aniquilación de la humanidad. Estos pensamientos y el cansancio acumulado provocaron que fallara un par de lanzamientos lo que le llevó a observarse las manos. Pensaba en Astor, el joven que habían encontrado en la prisión. Entregado a la "causa" por imposición paterna. Dispuesto a traicionar a "los suyos". ¿Qué decía eso del movimiento asteriano?. Parecía un buen chico, suponía que el tipo de asteriano que aún no habían conocido serían más como él. Dedicados a saciar su curiosidad, sus ganas de saber. Pero este otro grupo había sido capaz de encerrar a una niña, Nyria, sólo por no querer usar sus capacidades en la guerra. Había asterianos con habilidades mentales que todavía no podían entender ni comprender, ella era capaz de proyectar imágenes formando una especie de ilusiones.
Aunque a trompicones, consiguieron escapar de la prisión, con Tessa libre, Astor y Nyria. En un principio, Thompson se opuso a que la pequeña fuera con ellos. A fin de cuentas conocía lo suficiente a los humanos como para saber que tenían su propio grupo de implacables. Personas que verían la oportunidad que suponía alguien con las capacidades de Nyria y desearían investigar con ella. Era algo que le revolvía las tripas. Pareciera que no eran tan diferentes entre si, aunque los asterianos habían mostrado principalmente su peor cara en este conflicto. Pero quedaba un rescoldo de esperanza con lo que habían podido averiguar sobre quienes decidieron practicar el perdón por delante de la venganza.
Se armaron como pudieron, y se apresuraron a escapar. Billy le había cogido mucho cariño a la pequeña. ¿Acaso no era esa la única razón válida para librar una guerra? ¿Qué los inocentes no tengan que sufrir?. Habían acordado ocultar su verdadera naturaleza, sin embargo al poco de recibir la nave que pilotaba Einar, comprobó que era una mentira condenada a fracasar. Se notaba que era muy diferente y además habló alguna vez en el idioma de los asterianos. Por lo tanto optó por contarle a West, cuando le presentó el informe de su misión de la verdad sobre ella. Le había preguntado a Grey y su respuesta le incitó a sincerarse con el teniente. Esperaba que fuera el hombre que esperaba que fuese. Al menos por ahora parece haber acertado en eso. Ve a Astor y a Nyria simplemente como un adolescente en una mala situación y una niña inocente que mantiene bondad a pesar de las situaciones. Por desgracia en la nave que vino a por ellos había asterianos infiltrados. William reconoció a la mujer de la conversación que estaba teniendo con Astor por videoconferencia cuando le asaltaron en la prisión.
Se propuso pedirle a la pequeña que usara su capacidad para detectar posibles asterianos en la nave, algo que sólo trajo otro duro golpe para la realidad de Thompson. Cuando él aprovechó para despedirse de ella haciéndole un pequeño juego con su pelo ella le susurro al oído. Le contó que era su amigo, que guardaría su secreto. No entendía a que se refería hasta que unas imágenes, no sabía si producidas por ella o traídas del mar de dolor de los recuerdos inundaron su mente. Estaba allí, como poco más que un bebe llorando y su madre, a la que había perdido hace tanto tiempo le tranquilizaba pidiéndole silencio... en asteriano. Él mismo era asteriano. Y su mundo implosionó. Estaban a punto de tender una trampa, acababan de encontrar a los infiltrados en la nave y él sólo podía pensar en lo que acababa de descubrir. Todo era una locura, nada tenía sentido. ¿Su padre lo sería también? ¿Cuánto tiempo llevaban infiltrados entre los humanos?. Recordó que alguien había dicho hace tiempo que lo de la princesa había ocurrido hace mucho tiempo. Quizás incluso más de un siglo. Si era así el problema podía ser más grave de lo que imaginaban. Y ahí estaba él. En un universo infinito que parecía que había dejado de tener un lugar para él. ¿Quién era?. En su momento había optado por no variar, no podía pensarlo demasiado. Ahora, tenía la maldición del tiempo acongojándole. Tiempo para pensar, tiempo para dudar, tiempo para darle vueltas a todo demasiado. Tiempo para todo menos para descansar, no podía.
La emboscada funcionó a la perfección, capturaron a Kepborn, aka "Osiris", y a parte de su grupo. Sin embargo ya eran demasiados prisioneros los que tenían como para arriesgarse a lanzar un ataque, estando tan mermados y sin saber de quien se podían fiar y de quien no. Optaron por regresar a comandancia para reagruparse, completar un equipo e ir a rescatar a Eris y a Daya. William pensaba en su hermano que había sido atrapado por Seok posiblemente. ¿Su hermano sabría la verdad?. Pensaba que su hermano no lo sabría, él desde luego no encajaría entre el carácter que habían mostrado los asterianos infiltrados por norma general. También las reacciones de Swallow hacían pensar a Thompson. ¿Y si ella era como él? podía ser hija de asterianos sin saberlo. Por eso tenía tantas dudas al respecto de ella. No obstante era un riesgo demasiado grande, por la situación que estaban viviendo.
Al fin, llegaron a la comandancia, un lugar de lujo y comodidad donde Billy se sentía encerrado. No sabía que hacer ni como actuar. Había pensado en este momento durante mucho tiempo, había deseado llegar, buscar a Milena y pasar el tiempo con ella. Sin embargo ahora no tenía ganas de nada. No podía hacerle eso y menos después de lo que había pasado durante su tiempo infiltrado en el Domo. Lo que pasó allí era algo que le había disgustado y que esperaba que pudiera comprender, pero los últimos descubrimientos desde luego eran algo que con lo que no podía hacerle cargar. Hubiera sido mejor para ella que no se reencontraran o que él no se hubiese acercado a ella, que siguiera molesta con él por lo anterior y que siguiera adelante. Pero como siempre la estupidez dominaba la mayoría de sus acciones.
Les reunieron al poco de llegar, William estaba cansado hasta límites que no creía posibles. Siempre había sentido que le costaba encajar por completo en ningún lado, pero esto lo llevaba a otro nivel. Una sonrisa surgió en su rostro cuando comprobó que Daya estaba en la sala. Al menos estaba a salvo. La sonrisa se apagó rápidamente, pues se daba cuenta que su futuro era cuanto menos incierto. Había llegado a apreciar a aquellos con los que había compartido experiencias en el Domo. Sabía que no podría hacerle daño jamás a ninguno de ellos, pero no dejaba de ser asteriano así que su situación era cuanto menos endeble. Finalmente llegó la decisión. Solicitó una reunión con West y Grey al día siguiente. Acudió con ropa de descanso aunque llevaba su arma. Una vez reunidos les pediría que se sentaran en frente de él. Sacó su arma y la colocó encima de la mesa con el mango en dirección a ellos. No sabría quien era, no sabría cual era su lugar en el mundo, pero había una cosa que había decidido. Lo que si sabía es quién no era. - Soy asteriano - Lo dijo, rápido sin tapujos. Como si estuviera quitando una tirita de golpe. - Lo descubrí cuando le pedimos a Nyria que buscase la forma de desarrollar pensamientos de los asterianos en la nave - Recordaba a su madre, esas imágenes tan vívidas que habían acudido a su mente y una pequeña lagrima asomaba a su ojo derecho - No lo he sabido hasta entonces... aún así para mi no cambia nada... Soy quién soy y no dejaré de serlo por esto... sin embargo. No deberían dar por hecho que alguien es asteriano sólo por que sus padres sean conocidos. Puede que incluso Swallow esté en mi situación por su reacción - Era algo que había pensado mucho. Su reacción le hacía pensar que podría perfectamente estar en su misma situación y le parecía justo decirlo - No sé que protocolos habrá en este momento, pero me pongo a su disposición - sentenció poniendo las manos hacia delante con las muñecas juntas y los puños hacía arriba - Aunque me gustaría intentar rescatar a Eris y... buscar a mi hermano... y hablar con el comandante Thompson - Algo de mucho peso. Pues en cuanto desarrollaran la idea, se percatarían de lo grave que era. Si el padre de Billy era asteriano, era imposible saber hasta donde se habían infiltrado.
-Airfreedom 3.4.1 pidiendo permiso de aterrizaje. Les envío carta de vuelo e instrucciones de tripulación. Quedamos a la espera de sus indicaciones.
Había dejado de soñar hacia mucho tiempo con volver a ver aquel planeta, con poder pilotar de nuevo una nave. Así que, en aquel momento, en suspensión gravitatoria antes de invadir el espacio restringido aéreo de la Comandancia de la Space Force en el planeta Tierra, Daya se sintió parte de un sueño. Se frotó la cara intentando despertarse o cerciorarse de que, efectivamente, estaba allí, pero la imagen azul y verde del planeta que estaba a sus pies no dejaba ninguna duda de cual era. Era la tercera vez que lo veía desde las alturas pero en aquella ocasión le pareció más bonito que nunca.
Abrió el comunicador y avisó al resto de sus compañeros que descansaban en aquel momento después de la larga travesía poniendo una suave música ambiental que dejó sonar varios minutos, los suficientes para sacarlos de brazos de Morfeo, antes de hablar con voz cansada para quien le conociera desde hacía tiempo-Hemos llegado, esperando permiso para descender. Tienen tiempo de sobra para una ducha.
Miró por enésima vez el panel de comunicaciones. Solo con pulsar aquella opción de la holopantalla podría llamar a Innum, a casa. Era tan sencillo que dolía. Pero aquello sería romper la confianza que el alférez había depositado en ella días antes, cuando le indicó abiertamente que estaba bajo su custodia y que no tenía permiso para comunicarse con nadie fuera de aquella nave sin permiso, permiso que le había sido denegado de partida y por defecto al pedirlo conforme puso un pie en la nave y supo que sería la piloto. Era evidente que esa iba a ser la respuesta recibida, aún quedaba mucho camino por delante como para que la dejaran establecer contacto con sus familiares. Pero, aún así, él la dejaba sola cuando iba a descansar o a comer. Confiaba en ella y ella no iba a romper esa confianza. Todos podrían vivir unos días más sin saber unos de otros. Lo importante era que ahora se veía un final a toda aquella pesadilla y, algo que había aprendido durante aquellas semanas era a ser paciente, a no apresurarse, a no dar un paso en falso.
Recibió la confirmación de recepción a la información enviada desde Comandancia, ahora solo quedaba que aceptaran el descenso y les dieran número de pista. No era la primera vez que pedía permiso de descenso a Comandancia. La primera vez pilotaba una nave hospital magnífica, de millones de numerarios, nueva, recién construida y dotada con los últimos avances tecnológicos más el equipo tecnológico que ella misma había pedido para completar el material necesario para su misión. Esa nave había desaparecido en la inmensidad del Universo, robada de sus propias manos con total frialdad y asepsia. Y ahora tendría que dar cuenta de esa pérdida allí abajo, de esa y de otras más, más personales, más íntimas, más dolorosas. Siete miembros de la Space Force habían compuesto aquella tripulación inicial, solo ella volvía. Sin nave, sin haber cumplido la misión que les encomendaron, sola. No pensaba que estuviera preparada para encarar ese momento, pero todo se desarrollaba a su alrededor demasiado rápido y demasiado lento a la vez sin que ella tuviera posibilidad de acompasar el tiempo a su propio ritmo. De nuevo, elegían otros por ella y solo quedaba dejarse llevar y adaptarse.
Sus pensamientos volaron a aquellos días durante los cuales había conseguido conocer a su tripulación. A unos más que a otros, cierto, pero formaron una pequeña familia durante más de dos semanas en la nave. El capitán Frank Kepborn, la cabo Eugene Brezos, el mecánico Matthew Lomber y los reclutas Alvin Zemit, Donner Trump, Eylo Yilmaz y ella. ¿Dónde estarían ahora los que quedaban vivos?. ¿Por qué estarían pasando?. ¿Alguno más habría encontrado ya la muerte?. Pensamientos oscuros que perseguían a Daya desde hacia semanas y la seguirían persiguiendo hasta que pusiera fin a la incertidumbre.
Sorprendentemente para ella, que a los mandos de la nave hospital U.S.F. Florence Nightingale había esperado casi un día para recibir permiso de aterrizaje en Comandancia, ahora recibió ese permiso en cuestión de minutos sacándola de sus cavilaciones en las que caía cada vez que se encontraba desocupada.
-Recibido, comienzo descenso siguiendo coordenadas proporcionadas. Gracias, control-respondió y avisó a su tripulación-Nos han dado pista, comienzo aproximación.
El día era perfecto en aquella parte del planeta. Soleado y despejado, un lujo para realizar un aterrizaje perfecto y observar que un grupo de soldados los esperaban a pie de pista. Se volvió para darle algunas indicaciones a su compañera que se había acomodado también en cabina para el descenso y para observar el planeta Tierra desde las alturas-Diana, no sé qué pasará ahora pero posiblemente nos separen y más gente quiera que le contemos lo que ha pasado, pero conforme pueda me reuniré contigo-miró al alférez Murray dispuesto ya a preparar la salida de la nave-Si es posible, ¿podría hacer que no nos perdiéramos la pista?. No tenemos forma de estar en contacto-no tenían comunicadores, no tenían medio de permanecer en contacto ni encontrarse en Comandancia ya que, estaba casi segura, a Diana, como buena civil, no se le permitiría estar en ciertas partes del complejo militar de la Space Force en tierra. Durante el trayecto, Daya le había explicado a Diana como localizarla en último recurso usando a su familia en Innum pero, aun así, no quería perder el rastro de la muchacha de forma inminente porque entonces solamente dependería de que ella consiguiera localizar a su familia y su familia a ella para poder reencontrarse. Y teniendo en cuenta que Daya aun no había podido hablar con su familia, ¿cuando podría hacerlo con su amiga?.
Cuando descendieron de la nave, los soldados los escoltaron dentro del edificio principal de la Comandancia y, efectivamente, las separaron, conduciéndola a ella a un amplio y lujoso dormitorio del que no se le permitió salir sin la autorización expresa de la comandante Thyndall. Conocer aquel cambio de rango la avisó de que muchas cosas habían sucedido en su ausencia. Había sido demasiado tiempo el que había pasado fuera y era evidente que las cosas habrían cambiado.
La puerta se cerró tras ella y permaneció unos largos minutos sin moverse del sitio, mirando la habitación sin saber qué hacer y reconociendo las sensaciones que aquella estancia vacía y silenciosa le producía. No tenía derecho de estar en ese sitio tan lujoso perdiendo el tiempo, tenía que hablar con la comandante lo más rápidamente posible. Lo había comunicado al mando que la había entrevistado en aquel puesto de la Space Force en Natgrew, lo había hablado con el alférez, era cuestión de días, de horas, no podían perder el tiempo. Ahora lo valioso a sus ojos era justo eso. El tiempo. Pero allí estaba, encerrada de nuevo entre cuatro paredes, ahora por la propia Space Force, a la espera de poder hablar con las únicas personas que podían ayudarla a ella y a los que había dejado atrás con la promesa de volver. Sus mandos, la comandante. Cogió aire y lo soltó lentamente.
Tranquila. Sabias que sucedería así, que esto llevará su tiempo y su protocolo. Sabes que ahora hay que ser paciente y perseverante, sabes por lo que tienes que luchar... hazlo bien, muchos dependen de ti.
Se adentró en la habitación y se quitó el uniforme, no podía con él. Le apretaba, le oprimía, no se sentía cómoda después de tanto tiempo usando otras prendas de ropa, o no usándolas más bien, y aquel uniforme era nuevo y aún tenía la rigidez de la prenda sin uso, le parecía áspero y rudo, incómodo. Se sentó en la cama en ropa interior y se tumbó mirando al techo de inmediato. Se durmió sin apenas darse cuenta, dejándose vencer por el cansancio del largo viaje realizado en el que no había tenido relevo en la cabina de pilotaje. Se despertó horas después en medio de un sudor helado, hecha un ovillo sobre el magnífico colchón, enredada en las sábanas. El recuerdo de aquella mala bestia rubia y arrogante, de sus ojos azules tan intensos, fríos y crueles, fijos en ella, ordenándole, observándola, haciéndola pasar de nuevo por una de aquellas sesiones que solo tenían un fin, enseñarla a ser quien él quería que fuera y robarle el alma en el camino, había vuelto a pasar. Había vuelto a soñar con él. Y en aquel sueño no había estado solo, sino acompañado de varios de sus hombres a uno de los cuales había puesto cara, amenazando entre sus manos a Diana a quien prometía matar si ella no obedecía a lo que se le ordenaba hacer. Escondió su rostro en la almohada, aun temblando, pero reconociendo donde estaba y que lo que acababa de vivir era solo una nueva pesadilla. Una de tantas, sabía que no sería la última. Pero ahora estaba a salvo, ya no podrían hacerle nada a Diana ni a ella.
Su abuela siempre decía que si antes de dormir mirabas a las estrellas, cerrabas los ojos y pensabas intensamente en algo, esa noche soñabas con eso y podías dirigir tus sueños a tu antojo. Ella nunca lo había conseguido y su abuela le decía una y otra vez que lo deseara más fuerte, que no lo deseaba lo suficiente o, quizás, no estaba mirando a la estrella adecuada. Ahora tenía claro que el problema era que no miraba a la estrella adecuada porque no encontraba otra razón para que a sus sueños no acudiera la única persona a la que dedicaba todas las noches su último pensamiento. El capitán Frank Kepborn nunca aparecía en sus sueños. Nunca. Su mente se empeñaba una y otra vez en visualizar al tratante de esclavos bajo cuyo yugo había estado todas aquellas semanas. Y, una y otra noche, se maldecía por no haberle pedido a aquella asteriana con poderes que le aplastara la cabecera sin más. Hubiera salvado vidas si en aquel momento hubiera sido consciente de que podía habérselo pedido, no hubiera perdido nada por hacerlo. Pero lo mataría, tarde o temprano libraría al universo de esa carroña. Lo había prometido y se lo prometería mil y una veces más si era necesario.
Miró el reloj y descubrió que había estado durmiendo medio día y hubiera podido segur durmiendo una eternidad de haberla dejado su mente y sus recuerdos. En la habitación resonó entonces el aviso de que la comandante la esperaba por lo que se volvió a vestir de forma impecable antes de salir al pasillo y seguir las indicaciones dadas aunque no había pérdida, aquel dormitorio estaba muy cerca de la sala de reuniones en donde la habían citado. No veía el momento de hablar con ella, cada segundo contaba.
El pasillo estaba concurrido pero no había dado más de dos pasos cuando escuchó su nombre. Se volvió. ¿Quién podía conocerla allí?. Sus ojos se encontraron con los de Einar y se reconocieron mutuamente. El corrió hacia ella y la abrazó con fuerza antes de que ella pudiera ni tan siquiera reaccionar. Solo lo hizo instantes después, respondiendo al abrazo con la misma intensidad después de un ligero titubeo por su parte, quizás incrédula de recibir tanta muestra de afecto inesperado después de todo lo pasado-¡Einar!. ¡Que alegría verte!. Que... ¿qué haces aquí?-le preguntó titubeante por la sorpresa de verlo allí cuando lo esperaba aún quizás de misión. ¿También había cambiado aquello?. ¿Ya había obtenido Duncan resultados?-No esperaba encontrar aquí rostros conocidos hoy... Me alegra ver que estás bien. Es una sorpresa verte aquí... tenemos mucho de qué hablar. ¿Cómo os fue la misión?, ¿averiguó Duncan como diferenciar a los asterianos de los humanos?, lo consiguió, ¿verdad?, ¿está aquí contigo?-miles de preguntas le surgían en aquel momento pero ambos sabían que ahora no era el momento de responder a unas inquietudes y otras, la comandante Thyndall les esperaba. Pero la emoción de Einar al verla la había impregnado de ese cariño que él desprendía y Daya se sabía sensible, demasiado ante ciertas cosas-Sinceramente, yo también he pensado más de una vez que no volvería a verte, a ninguno de hecho... Pero Thyndall nos espera. Vamos, luego hablaremos con tranquilidad. ¿Está la sargento Grey también aquí?.¿Y Duncan?-¿Cuantas cosas más abrían pasado durante todo aquel tiempo?. Se sintió desubicada y temió que Einar le contestara lo que no quería escuchar, que no estaba solo, que la sargento Grey también estaba en Comandancia. No estaba preparada para verla, no, aún no. Si se fijaba, Einar podría ver que Daya parecía estar físicamente bien, salvo por algunos arañazos prácticamente curados en sus manos, cuello y rostro, aquellas zonas que el uniforme dejaba al descubierto. Pero no eran las únicas, ni solo heridas físicas las que portaba la innumita. Una de ellas se abrió en aquel momento sabiendo que había posibilidades de que la sargento estuviera allí aquel día.
Caminaron juntos hasta la sala de reuniones. Cuando las puertas se abrieron se encontró con una estancia llena de gente, muchas miradas se desviaron hacia ellos al entrar. Daya caminó lentamente, siguiendo a Einar casi de forma automática hasta dos sillones libres y sintiendo que se le caía el alma a los pies al reconocer a varios de los presentes entre las caras desconocidas. Su mirada se cruzó con la de la sargento Grey la primera. No estaba preparada para lo que tenía que decirle pero, preparada o no, tendría que hacerlo. La saludó con un gesto de su cabeza, era su mando y las formalidades debían estar presentes aún a pesar de todo, haciéndole un pequeño gesto con su mano indicándole que quería hablar con ella después de la reunión. Y no pudo evitar abrir los ojos por la sorpresa cuando descubrió otro rostro conocido. Becky. ¿Qué hacia Becky allí?. Se la quedó mirando unos instantes, sin ser capaz de reaccionar por lo imprevisto del encuentro. Sintió que los ojos se le humedecían y solo acertó a formular un hola guapa con sus labios y sonreírle con el mayor cariño del mundo. Le hizo el mismo gesto que a la sargento. Gracias al universo solo debería pasar por aquel trago una sola vez. Hablaría con las dos a la vez. No debían haber estado allí, ella no quería enfrentarse a ambas tan pronto, necesitaba recomponerse ella misma pero así era el destino. Cruel hasta para los reencuentros.
Tomó asiento junto a Einar mientras seguía mirando los rostros presentes, desconocidos la mayoría, ¿quienes eran?, ¿qué hacia ella allí?. Había pensado que venía a una reunión privada con la comandante pero allí había mucha gente. Había algo que durante las semanas pasadas había aprendido muy bien y era a tener paciencia, a no querer que las cosas sucedieran antes de tiempo. Así que solamente tenia que sentarse y esperar a que dijeran por qué estaban todas aquellas personas y ella allí si no era para dar ella parte de lo ocurrido y poder pedir lo que necesitaba y deseaba que le concedieran.
La puerta se abrió en ese momento dejando paso a alguien conocido. Duncan. Daya cogió aire y lo buscó con la mirada hasta que él reparó en ella. Notó perfectamente el cambio en su expresión cuando sus miradas se encontraron, su impulso por levantarse detenido por la formalidad de saberse delante de su más alto mando. Ella le sonrió en reconocimiento y le asintió, le alegraba igualmente verlo, hablarían también después de la reunión. La puerta volvió a abrirse y dejó pasar a otra sorpresa llamada Billy. Su seriedad le impactó y, aunque cuando la vio se esforzó en sonreír Daya notó que era forzado y que algo ocurría dentro de él. Sintió ganas de abrazarlo y sacarlo de allí, intuyó que tenía las mismas ganas que ella que estar en aquella reunión masiva pero, en aquel momento, Thyndall comenzó a hablar dirigiéndose a todos los presentes.
Las primeras palabras de su comandante sorprendieron a la innumita. ¿A quien habían ascendido a soldado espacial?. Paseó su mirada por lo presentes. Había rostros orgullosos que delataban a sus propietarios, pero otros simplemente era fácil averiguarlos, ya que los únicos que no disponían de graduación eran sus compañeros.
¿De verdad?. ¿Los han nombrado soldados?. ¿A todos?. Se sintió orgullosa al saberlo. No entendía por qué ni cómo, algo había tenido que suceder para provocar aquello porque no era el procedimiento ni los tiempos habituales para hacerlo.
Pero si aquello le había sorprendido, más lo hicieron las siguientes palabras de Thyndall a quien miró incrédula. Había esperado justo lo contrario. Había supuesto que perder una valiosísima nave y a sus compañeros mínimo le traería abandonar la Space Force, aunque hubiera esperado cualquier otra cosa peor y le hubiera sonado normal... salvo que la nombraran soldado a ella misma. Sintió sobre ella muchas miradas que ignoró estoicamente sin perder de vista a la comandante que seguía informándoles de las novedades. Las principales que sí que se había logrado saber como diferenciar a humanos y asterianos y que el PEC 12 seguía vivo y contaba plenamente con ellos. Ambas cosas tenían amplias repercusiones para Daya.
El primero que tomó la palabra en contestación a la propuesta de Thyndall fue Duncan. Sus primeras palabras dejaron sin aliento a la innumita pero no hizo un solo gesto para detener la exposición del médico, tenía que escuchar primero todo lo que tenía que decir. Fue entonces cuando se dio cuenta de un pequeño pero gran detalle. Duncan estaba hablando sin usar comunicador. Aquello sí hizo que parpadeara, sorprendida, intentando disipar las lágrimas que se habían formado sin querer. Solo aquel pequeño detalle implicaba todo el tiempo que habían pasado separados y todos los cambios que habían tenido lugar, ambas cosas se hacían muy patentes para ella, eran hilos de consciencia dolorosa que se intensificaban por momentos, uno de los cuales dolió peligrosamente avivado por las siguientes palabras del doctor. Miró a todos los presentes con discreción, quería ver cómo habían reaccionado a aquel último comentario e intuía que aún no era su momento para intervenir, necesitaba escuchar al resto, pero tomó nota mental de lo que tenía que contestar a Duncan y, sobre todo, comenzó a pensar como exponerlo. No había venido aquel día a hablar de ciertos temas delante de tanta gente, pero así era la realidad de aquel momento, o no, la comandante había dejado abierta la opción de una entrevista personal. Miró a su alrededor con discreción, demasiados rostros desconocidos. Hablaría en privado con Thyndall.
Einar tomó la palabra tras Duncan. Más noticias, más revelaciones. ¿Interrogatorios?, ¿tenían a asterianos retenidos en algún lugar?. Anotó mentalmente todo aquello. ¿Habían conseguido adelantar en su investigación gracias a aquello?. ¿Quizás los antiguos miembros del domo 12?. Daya miró a sus tres compañeros lentamente y supo que era su momento.
-Con su permiso, comandante. Las mías las tengo claras. Volver al PEC 12 destruido, había supervivientes a los que no tuvimos oportunidad de sacar de allí y necesitan que volvamos a por ellos a no ser que un experto en la materia certifique que es imposible que a día de hoy, después de tanto tiempo desde el ataque y con los sistemas de supervivencia de la nave, sigan vivos. La segunda, volver a Coltanium a por el resto de mi tripulación y la tripulación de la Rush Walker, la nave que nos dio apoyo recuperando la caja negra del PEC 12 y que corrió la misma suerte que nosotros en manos de los piratas espaciales. Personalmente, otro recluta y yo nos prometimos que, el primero que quedara libre volvería a sacar de allí al otro. El no está aquí, así que debo volver a por él-miró con intensidad ahora a Becky, poco más era necesario decir para que su compañera comprendiese quien era la persona con quien había sellado esa promesa-y a por el resto. Eliminar la lacra de los tratantes de esclavos, es algo que no debería existir, que no debería permitir la Space Force, no solo los skulls matan personas, debemos mirar dentro de nuestra propia sociedad e intentar erradicar las malas hierbas...-Pensativa, hizo una pausa, sopesando algo interiormente-Establecer contacto con el Imperio Asteriano, forjar alianzas, estrechar lazos, buscar ayuda para combatir a la Rebelión en esta parte del universo, en ese punto estoy de acuerdo con mi compañero Andersen y sé que ellos, los asterianos que no forman parte de la Rebelión, querrán conocernos.
Miró con intensidad a su nueva comandante antes de continuar-Y, por último, me gustaría recuperar a la Florence Nightingale. Considérelo algo personal. Realmente lo es. A estas alturas ya estará tuneada para que no sea reconocida exteriormente, la baliza habrá sido cambiada, pero sé el nombre que lleva ahora. Permítame que se pase el nombre y las indicaciones de quien la tripula ahora a todos nuestros efectivos para que sí, en algún momento alguna de nuestras naves o alguna patrulla en algún planeta la aviste, de el aviso y podamos recuperarla. Es buscar una aguja en un pajar pero, créame, las casualidades suceden y conociendo quien la dirige y por donde se mueven, podemos intentarlo. Es cuestión de tiempo que aparezca. La Space Force no debe ser robada así como así y dejar que los ladrones salgan impunes.
Suspiró largamente, tenía que insistir en lo que quería, en lo que sí o sí tenía que hacer-Creo que estas cosas dan para más de una vida. No tengo que ir personalmente a todas, solo me gustaría saber que se están llevando a cabo. Pero sí necesito volver a Coltanium a por los que dejé allí, de forma urgente, les va la vida mi comandante. Di mi palabra, no la romperé. Se lo que es ese mundo y cada segundo es la diferencia entre la vida y la desesperación más absoluta. No los abandonaré allí, no se merecen eso, ni ellos ni nadie. Por lo demás, quedo a su disposición, a disposición de la Space Force, para la misión que crean conveniente asignarme, pero le agradecería ir personalmente a Coltanium. Creo que eso es todo por mi parte. Tengo otro tema personal del que me gustaría hablar con usted, si me permite diez minutos en privado después de esta reunión, se lo agradecería.
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Esperó pacientemente su turno para reunirse personalmente y en privado con la comandante Thyndall.
-No esperaba que me considerasen para ser ascendida a soldado, comandante. Ha sido toda una sorpresa, esperaba justo lo contrario. Se lo agradezco... aunque no entiendo realmente las razones. No quiero que lo hagan por no hacer diferencias con mis compañeros, entiendo que ellos han debido tener éxito en su misión, no he tenido aún oportunidad de hablar con ellos y que me cuenten lo sucedido pero, en mi caso...-la miró intensamente, para ella había sido una completa sorpresa aquella noticia por todo lo que implicaba. Eso significaba que ya podía dar cierta seguridad económica a su familia y poder empezar a hablar de los planes de mejora del negocio familiar que llevaba tanto tiempo planeando. Su familia celebraría su incorporación tan rápida, ¡que ganas tenía de hablar con ellos y poder decirles que estaba bien!. Pero no se sentía realmente merecedora de aquella incorporación a la Space Force. A sus ojos, no le correspondía aún y así se lo hizo saber a la comandante, aunque eso supusiera que no pudiera seguir trabajando y conviviendo con sus compañeros de promoción y, aunque algo en el fondo de su ser le decía que si así se había decidido era por algo y que a nadie le regalaban aquellas cosas, lo vivido era algo que ella veía como algo natural. Las decisiones que tomó en la lanzadera quedándose a esperar a sus compañeros, las decisiones que tomó para mantenerse con vida, todas fluyeron naturalmente, no fueron fruto de buscar aquel ascenso y, la información que había traído sobre los asterianos, cualquiera que la hubiera tenido a mano hubiera hecho lo mismo, entregarla para intentar cortar las alas de la Rebelión lo máximo que se pudiera-...no creo que corresponda, ni siquiera terminé la misión encomendada y perdí a mis compañeros y a la nave. No me importa incorporarme a otro domo y terminar la formación antes de volver de nuevo al doce, entiendo que ahora no se puede seguir la formación en el doce, no hay reclutas...-terminó con un gesto, evidenciando la situación-No tengo problema en que se cambie de opinión respecto a mi incorporación a la Space Force en este momento, solo... solo quería que lo supiera.
Ahora tenía delante de ella a una de las personas que podían ayudarla en su nueva vida, en su futuro por construir. Su comandante. Y confiaba plenamente en ella, sabía que no era asteriana.
-Con su permiso, comandante, creo que puedo dar explicación a varias de las cuestiones que mis compañeros han planteado en la reunión de antes. Disculpe si no hablé públicamente, pero desconozco a muchas de las personas que estaban presentes en esa sala y no tengo la seguridad de que existan asterianos entre ellos. Prefiero hablar en confianza. Lo mismo que le voy a decir a usted se lo comentaré después a mis compañeros de domo para que ellos también lo sepan, confío en ellos, a no ser que usted no me lo permita por seguridad y desee que espere al resultados de la analítica.
-Hace mucho tiempo, los asterianos quisieron tomar contacto con los humanos con la idea de hacer comercio, de conocernos. Enviaron a una comitiva, entre ellos la princesa imperial que conocemos gracias a los comentarios de Buck el día del ataque al PEC 12. Cuando llegaron a la Tierra, el ejército humano retuvo a la comitiva y, en lugar de escucharles y establecer relaciones, los retuvieron contra su voluntad y experimentaron con ellos. Uno de ellos consiguió escapar. Estaba enamorado de la princesa y juró venganza, juró destruir a la humanidad por lo que le habían hecho a su amada. El fue el fundador de la Rebelión asteriana. Los miembros de la Rebelión son quienes nos atacan, los skullreps son una de sus herramientas, como pueden ser las propias armas, y la historia de la princesa es solo la excusa para reclutar nuevos adeptos. Realmente pocos asterianos conocen ya esa historia en detalle, ocurrió hace demasiado tiempo como para ser ya realmente importante, y el objetivo final de la Rebelión no es tanto eliminarnos para cumplir el juramento de su fundador como para ocupar los planetas humanos. El resto de la sociedad asteriana es pacifica, no quieren hacernos daño, es más, son curiosos, sociables, y no les importaría establecer relaciones con la humanidad, tal y como nos indicó Buck, cuando habló de esa parte de su propia sociedad con desprecio.
Hizo una pausa larga, sabía que aquello era complicado de aceptar después de todo lo ocurrido, pero ella lo entendía y esperaba que los demás también-Se que es complicado de asimilar después de lo que pasó en el PEC 12, después de todos los ataques de skulls que ha sufrido la humanidad... Durante estas semanas he conocido a humanos a los que me niego de considerar como tales. No tienen alma, ni ningún tipo de límite moral. He visto matar de la forma más fría posible, he visto obligar a hacer cosas deleznables y que van dirigidas a denigrar de la forma más vil que se pueda imaginar, a romper el alma sin piedad. No los puedo llamar humanos, me niego, pero existen, son de mi misma naturaleza. Son piratas espaciales, son tratantes de personas-conforme hablaba se había ido helando su voz, quizás anestesiada para no dejar traslucir su verdadera experiencia, su verdadero dolor. Hablaba en tercera persona por no hablar en primera, poniendo una distancia de seguridad entre lo vivido y el ahora-No me gustaría que ninguna otra sociedad me considerase igual que ellos solo porque a ellos los conocieran primero que al resto, a aquellos que tienen valores y principios. No podemos juzgar a toda una sociedad por solo unos pocos individuos. La Rebelión es el problema de la sociedad asteriana tal y como los piratas espaciales y los tratantes de esclavos son problema de nuestra sociedad humana. Son problemas que existen, se conocen, pero son complicados de erradicar. Hay asterianos, la mayoría, que quieren la paz, os lo aseguro -miró a Adara con intensidad y hablando con contundencia, sabiendo la historia de la princesa y el origen de la Rebelión, podía hacer perfectamente autocrítica del grupo de humanos que habían provocado la realidad a la que ahora se enfrentaban. Al final, algunos humanos no eran tan diferentes a los asterianos.
Asintió lentamente pero con seguridad-Lo hablé con el teniente en la cabaña, también estaba usted presente comandante Thyndall, creo que sería interesante establecer contacto con ellos porque, uniendo fuerzas, quizás podamos empezar a luchar contra los miembros de la Rebelión de forma efectiva, creo que para ellos también puede ser interesante erradicar ese problema, a ellos también les afecta y no tienen capacidad suficiente para acabar con ellos de raíz. Sería interesante para todos, todos ganaríamos. Pero hay dos problemas. La Rebelión no lo pondrá fácil, intentará evitarlo de hecho y ¿donde encontrarlos exactamente?. Buck nos dijo que los encontraríamos en la órbita de Tarvos. De ese lugar solamente le puedo decir que puede ser una ratonera para nosotros en estos momentos, es un lugar demasiado transitado por naves de la Rebelión. Espero que Einar y el resto tengan más información para encontrar un sitio seguro en el que localizarlos, yo no tengo coordenadas exactas, solo un punto ambiguo pero quizás, dedicando tiempo y estudiando cartas de navegación de una zona concreta o hablando con los asterianos que, he entendido, tienen retenidos, podamos obtener un objetivo de búsqueda concreto y seguro.
-Siento si me he alargado, pero creo que era un buen momento para hablar de este tema ya que Duncan y Einar pusieron antes sobre la mesa cuestiones a las que yo creo tener respuesta-se miró las manos un instante, se sentía extraña pero sentía que estaba en el lugar correcto en aquel momento-Respecto a la analítica para descubrir a los asterianos... si acepta una sugerencia, aparte de hacerla a todos los miembros del doce, en paralelo yo empezaría a hacerla también a los altos mandos de todos los PECs. Creo que es importante que todos los PECs estén dirigidos por gente de confianza-lo dejó ahí, sin señalar a nadie en concreto, pero era de vital importancia que nadie con poder en la Space Force fuera asteriano. La analítica expondría resultados y se iban a llevar una buena sorpresa con ellos.
-Aparte de eso, también tengo un tema personal que quería que supiera. Voy a presentar la documentación necesaria para poder empezar a gestionar los papeles para la tutela y posterior adopción, si es posible, de Maia Townhall. Como mi comandante que es, creo que debe saberlo y, en parte, pueda tener algo que decir al respecto, quizás me espere mucho tiempo fuera del PEC y no pueda hacerme cargo de la pequeña todo el tiempo que me gustaría, pero quiero que ella sepa que estaré con ella y que la cuidaré, que siempre podrá volver a mi pase lo que pase. Sé que aún no se sabe nada de su madre y que tiene dos hermanas, sé que será difícil y quizás imposible que me acepten la tutela, quizás más gente del PEC quiera responsabilizarse de ella y tengan prioridad, pero quiero que sepa que si aceptan mi petición no significará que deje a un lado mi formación ni mi responsabilidad como soldado. Será justo lo contrario. Tendré a alguien más que depende de mi-estaba segura de que la comandante había leído su expediente y no le eran desconocidas las razones por la que ella había ingresado en la Space Force-y eso me empujará a esforzarme más aún. Gracias por su tiempo, comandante Thyndall. Enhorabuena por el ascenso-le dijo con una sonrisa sincera, la primera que la superior le habría visto desde que se encontraron por primera vez allí en Comandancia.
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Después de su reunión con la comandante, acudió a donde había citado a Becky y Dunne. Un lugar en el que poder hablar con tranquilidad y donde podrían aflorar los sentimientos lejos de ojos ajenos.
Daya relataría la historia de la tripulación de la Florence Nightingale poniendo a la sargento al día de lo que le sucedió a Eylo en manos de los tratantes de esclavos, dándole el nombre de aquel que había apretado el gatillo y había condenado a la desaparición el cuerpo de Eylo y, a Becky, de donde posiblemente estaba Alvin y de la promesa que ahora lo unía a él. Se habían prometido mutuamente volver a por el otro en el caso de encontrar la libertad. Ahora le tocaba a ella cumplir aquella parte. Les ahorró los detalles personales de su estancia con los tratantes, les habló solo en general para que fueran conscientes de donde estaba Alvin en aquel momento. Quizás siendo objeto de abusos o luchando por su vida en una especie de coliseo donde otros se divertían viendo luchar a los esclavos. Les habló de las horas de charla con Alvin dándose apoyo, haciendo planes de futuro y, aunque se sintió tentada de compartir los detalles de lo que ella había vivido durante aquellas semanas, aún no estaba preparada para contar en profundidad lo vivido con terceras personas.
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Posteriormente acudiría a donde estaba Einar y el resto, donde él les puso al día de lo ocurrido a Yum. Daya sintió como otra parte de ella se rompía. Su Yum, su querida Yum. Intuyó que algo raro pasaba con ella cuando se separaron, pero nunca imaginó que no terminaría viva su misión. Abrazó fuerte a Einar cuando todos se fueron de la sala-Lo siento, sé que la querías... sí, no me mires así, se te notaba cuando la mirabas en aquellos paseos por el bosque que rodeaba la cabaña. Hubiera sido feliz a tu lado.
Había sido un gran golpe para Daya, otro demasiado grande que hizo que la ceremonia de despedida de su amiga le pesara más que nada en el universo. Su mente se negaba a aceptar su pérdida, siempre la llevaría en el corazón, como llevaba a Eylo, como no quería llevar a nadie más. Porque, ¿cuanto peso podría cargar sobre su espalda?. Se sentía responsable de la muerte de Eylo porque no vio venir el disparo, la reacción del tratante, se sentía culpable ahora por Yum aunque no sabía cómo haber evitado su muerte. Sabía que no podía evitar que las cosas pasaran, no tenía ese poder, pero ¿por qué ellos?
Descubrir la historia de Yum hizo que temblara y, durante un largo rato, mirase lejos por la ventana que daba al exterior del cuartel de la Comandancia, sin mirar a nada en concreto. Solo esperaba quedarse a solas con Einar-¿Te dijo nombres?, Yum, ¿te dijo quien la vendió, quien la metió en ese mundo o en manos de quien estuvo?. Espero que esté todo en el dossier. Conozco ese mundo, Einar... Hay que recuperar a esa niña sea como sea y no permitir que esas cosas sigan pasando. Avísame cuando vayas a partir, si puedo ir contigo, lo haré.
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La ceremonia que los convertiría en soldados espaciales tuvo lugar en el patio de la Comandancia. Daya había esperado durante toda la mañana que la informaran del cambio de opinión de su comandante, pero aquella visita nunca se produjo. Mientras que uno a uno juraban bandera y pasaban a ser miembros de derecho de la Space Force, Daya se sintió sola. Le faltaban a su lado amigos a los que había querido y que ahora no estaban a su lado.
Se despidió de sus dos amigos caídos antes de tiempo: Eylo y Yum.
Eylo, sé lo que luchaste por estar aquí hoy. Por todo lo que compartimos, por la confianza que se estableció entre nosotros durante todos estos meses, gracias. No pude devolver el colgante a Grey, falté a mi deseo de entregárselo pero, de no haberlo alejado de mi, hoy Diana y yo no estaríamos vivas. Diana está a salvo, intentaré que el resto de tu antigua tripulación tenga una oportunidad o, por lo menos, intentaré que tu asesino no siga disfrutando de su lujosa vida a costa del dolor ajeno. Tu deberías haber estado aquí hoy, te lo merecías. Descansa en paz, amigo.
Yum, elegiste bien al confiar en Einar. El nos ha contado, nos ha hablado de tu hija. Ella estará aquí en la Space Force, a salvo, se que Einar cumplirá su palabra. Yo le ayudaré en lo que pueda, prometido queda, amiga mía.
Y deseó volver a ver a los vivos, reunirse con ellos, cada uno por una razón diferente e igual a la vez. No quería dejarse a nadie atrás en aquel momento tan importante, porque todos eran parte de ella ahora, incluidos Eugene, Lomber y toda la tripulación de la Rust. Pero a dos en especial los quería, cada uno a su forma, pero los quería, tanto que dolía. Y deseó que, de alguna forma, sus pensamientos los rozaran en la lejanía.
Alvin... aguanta un poco más, por favor. Ya queda menos para que te saque de donde estés. Confía en mi, cumpliré mi palabra. He hablado con Becky, está aquí conmigo y está bien, también he hablado con la comandante, ya está todo dicho, espero que acepten mi petición en breve para ir en tu busca... Si estás con Eugene cuida de ella, ya sabes como es y te necesita para templar su carácter.
Frank...no sé donde estás ahora pero me gustaría que hubieras estado aquí conmigo hoy. Has sido parte de mi desde que estoy en la Space Force. Te jugaste una vez la vida por mi y ahora te la estás jugando de nuevo una segunda vez. ¡Te echo tanto de menos!. Todo saldrá bien, conseguiremos ser felices, sin temor a nada ni a nadie. Me mantendré a salvo, haz tu lo mismo hasta que volvamos a vernos, hasta que puedas volver a mi como me has prometido. Espero que no pase mucho tiempo para eso... ya te hecho de menos. Gracias por todo, Frank. Il ma cor... il ma cor...
La salva anunció que la ceremonia había terminado. Daya Banerjee era Soldado Espacial.
Abuelos, papá, mamá, tribu al completo... ¡soy Soldado Espacial!
Sus lágrimas enturbiaron la bandera de la Space Force que ondeaba presidiendo la ceremonia. Todo un nuevo universo de posibilidades se abría ahora para ella.