Eylo había tenido muchas conversaciones complejas desde que había llegado al Domo, pero la que tenía que abordar ahora superaba con creces las demás. La rémora de lo que pasó el día que se destapó todo seguía pesando sobre él, sentía culpabilidad, mucha, a pesar de creer que ocultar lo sucedido solo beneficiaría al agresor. Estaba nervioso, y se le notaba porque no paraba de mover las manos y mojarse los labios, pero dispuesto a no actuar sin el consentimiento de Lizza y que fuera ella la dueña de su vida, Eylo la abordó cuando la encontró sola en la biblioteca.
—Ey, Lizza.. ¿Qué tal? ¿Puedo sentarme? —con el permiso se sentaría, sin él seguiría de pie —. Perdona que no me haya acercado mucho estos días.. me sentía avergonzado. Intenté hacer las cosas lo mejor posible, y ni siquiera eso pude hacer. Lo siento —respiró hondo, el corazón le empezó a golpear el pecho con rabia.
—Estoy preocupado por ti —admitió sin tapujos —. Y.. puedo entender porqué, o creo entenderlo. No es justo, y.. es una mierda. Puede que muchos lo obvien.. o lo olviden.. pero yo no lo hago. Ni lo haré. Te creí, y sigo creyéndote —apretó los labios, consciente de la frustración y la rabia que podía sentir Lizza, quizá ni siquiera podía alcanzar a comprenderla del todo —. Hablé con el teniente Townhall. Es consciente de la clase de persona que es —no mencionó a Kurik, no quería ni nombrarlo —, y sé que si de él dependiera, lo sacaría del Domo. Pero no quiero hablarte de él, sino de ti.. creo que quien mejor podría dirigir todo esto, eres tú —admitió, reconociendo que aunque él tenía buena voluntad, Lizza tenía una naturalidad superior a la de él para unir a los demás —. Y no es justo lo que ha pasado, te veo languidecer, apagarte y.. no puedo cruzarme de brazos y dejar que te marchites, joder. El teniente me ha propuesto algunas opciones, para ayudarte, pero ni quiero ni debo decidir por ti. Me ha propuesto que te cambie de Domo.. la ayuda de la psicóloga del PEC.. joder.. —bufó negándose a aceptar esa posibilidad, pero la dijo aun así —.. o la posibilidad de que vuelvas a casa si tú lo quieres así.
Dejó un silencio entre ambos, consciente que estaba en terreno sembrado de minas, pero siguió avanzando con cautela intentando no verse atrapado por aquel dicho que dicta que el camino al infierno esta lleno de buenas razones.
—Como si quieres que te deje en paz —añadió finalmente, mirándola con firmeza, eliminando cualquier sombra de lástima que pudiera asomar en ella. No quería que ella viera que le tenía lástima, sino simples y sólidas intenciones de ayudarla —. Yo te apoyaré. Decidas lo que decidas, Lizza. Te apoyaré sin titubear.
Lizza estaba en la biblioteca. La muchacha pasaba buena parte de su tiempo allí, sobre todo cuando había alguien más dentro de la estancia. Desde lo de Kurik, no solía quedarse sola, marchándose cuando los demás lo hicieran. En aquella ocasión, Jacobs estaba sentada en una de las mesas esquinadas y mirando hacia la puerta de acceso, en otra ubicación estaba Benedict Dickens revisando unos manuales de cartografía, completamente inmerso en su trabajo, aunque parecía haber acabado con ello, por lo que el tecnólogo cerró el libro y se dispuso a salir.
Lizza cuando vio las acciones de Dickens iba a imitarle, pero al ver llegar a Eylo dirigiéndose hacia su persona se relajó, y evitó marcharse de la estancia. Lo importante era no estar sola.
- Eylo.... Sí, siéntate... - Le ofreció ella, apartando el libro que tenía en la mesa hacia un lado, era un manual de estrategia militar, escrito por el Coronel de Estado Mayor Beltran Hickman.
La muchacha escuchó la disculpa de su compañero y suspiró, como si no tuviese que añadir palabra alguna sobre que se sintiera avergonzado, siguió escuchándole antes de decidir romper su silencio.
- No hace falta que lo sientas. A casi nadie en el Domo le importa lo que ha pasado... - Daba aquello por hecho y se escuchaba cierta ira contenida en su voz - Pero esto reventará de un momento a otro, y cuando lo haga veremos cómo aprendéis a vivir con vuestra conciencia...
Lizza parecía mucho más fría de lo habitual, ciertamente no era la joven encantadora y agradable de los primeros días. Ahora se mostraba cortante, fría y aunque apreciaba a Yimaz, cuando trataban ese tema acababa generalizando su problema como si fuera culpa de todos los demás. Las conversaciones con Vera no habían aportado más que veneno a las opiniones de la joven Jacobs, una mujer que debía ser una líder natural y que ahora actuaba como si nada de lo que le rodease le importara.
- El teniente Townhall pasa de todo, no es un hombre demasiado capaz, de lo contrario habría puesto remedio. Pero no, es mejor dejar a la manzana podrida dentro del cesto - Indicó ella, muy crítica en sus comentarios - Veamos, Eylo... Vengo a la Space Force, un tipo me intenta violar y como consecuencia de ello yo tengo tres opciones, una me cambio de Domo, como si tuviera la culpa de haber sido manoseada. Dos, voy a la psicóloga porque yo soy la loca, Kurik no, por supuesto... O tres, me voy a mi puta casa y que me den por culo mientras él permanece... No me jodas, te has lucido dándome posibilidades...
La joven quedó en silencio un rato, ambos lo estuvieron hasta que finalmente dijo cual era su decisión final.
- Hay otra cuarta posibilidad Eylo, e incluso una quinta opción... Pero, ¿sabes qué? Aún estoy barajando cual de ellas me haría ser feliz de verdad. La sabréis en su momento. Ahora, gracias por apoyarme sin titubear, veremos a la larga si eso es verdad... - Comentó sin explicar en qué consistían esas opciones, para ella esta conversación había acabado.
Eylo estaba listo para el chaparrón que, previsiblemente, iba a caer. Permaneció indolente, pero receptivo a la reacción de Lizza e, incluso, llegó a maldecir la actitud tóxica de Vera que había sumido a Lizza en ese estado. Pero, a la vez, ¿cómo culparla? Tenía razón, toda la jodida razón, el Domo actuaba como si allí no hubiera pasado nada y aun algunos le reían las gracias a Kurik. Sí, Lizza tenía todo el derecho a estar más furiosa que dolida, y si eso se zanjaba a sangre y fuego, Eylo hasta estaría tentado de dar un paso al lado para verlo todo arder por el trato injusto que estaba recibiendo su compañera. Pero, a la par, sentía que aquel juicio visceral e injusto de Lizza recaía sobre él. Bueno.. él había preguntado, a él le tocaba recibir por multiplicado todo.. él había preguntado.
—No vengo a defender la supuesta acción o inacción de Townhall, Lizza —aclaró, quizá inútilmente, la situación —, pero.. ¿has llegado a hablar con él? ¿Le has contado a alguien lo que ha pasado? Y no hablo de ninguno de nosotros, sino a un mando. Porque créeme, Townhall lo hubiera largado ya de no tener presiones por encima de él, pero tampoco sé si tiene ha escuchado tu testimonio —probablemente a Lizza aquello le sonara a excusa de mierda, pero no era menos cierto —. Mira, yo no te doy opciones, ni ultimatums.. intento ayudarte, ofrecerte ayuda, apoyo.. y sé que quizá es una ayuda de mierda, pero ni así pienso hacer algo sin consultartelo antes ni hacerlo a tus espaldas. Porque tampoco sé, realmente, lo que necesitas. Por eso estoy aquí —en este punto fue algo más contundente. Entendía la rabia e impotencia de Lizza, pero tampoco iba a bajar la cabeza entonando un mea culpa que no era el suyo. Se había esforzado en apoyarla, en escucharla, en defenderla, y así lo seguiría haciendo. Él no iba a olvidar la clase de monstruo sociópata que era Kurik —. Y no, a pesar de que no me creas, no lo hago por mala conciencia. De lo único que me puedo arrepentir es de haber acudido a Townhall sin habértelo dicho antes, o puede de cómo terminó la pobre Sarah, pero de nada más. Siempre te he creído y siempre he intentado ayudarte. Y si ahora he de comerme la mierda, por extendido, de todo el puto Domo porque estás cabreada, y tienes toda la puta razón del mundo de estarlo, me la comeré. Pero y una mierda que creas que yo creo que estás loca.
Respiró hondo, un poco alterado, pero no menos convencido de lo que decía.
—Mira. No te voy a pedir que me cuentes nada de lo que pretendes —dijo más relajado, pero aun tenso —. Cree lo que quieras de mi. Pero yo no soy tu enemigo, nunca lo he sido. ¿Quieres cabrearte conmigo? Adelante, cabréate. Méteme en el saco de los demás. Pero yo no voy a mirar hacia otro lado.
No intentó detenerla, las cosas estaban dichas, y si Lizza tenía algo en la cabeza estaba claro que si ella no se lo quería contar, no lo haría y, ni mucho menos, persuadirla de hacer una locura. ¿Cómo culparla? A Eylo solo le quedaría esperar, observar.. y esperar que las cosas no se fueran a la mierda y, encima, quien saliera beneficiado de todo eso fuera Kurik.
Lizza miraba a Eylo con gravedad. No es que le culpase a él de todo lo que había pasado, pero la ira que últimamente sentía era muy desbordante y de alguna manera, la volcaba sobre el compañero que irónicamente, se había acercado a ella para preguntarle por su estado, obviamente porque le importaba.
- ¿Hablar con Townhall? ¿Para qué? ¿Crees realmente que le interesa saber cómo me encuentro y lo que ha pasado? Para nada, es fácil, Kurik tiene un padre militar y yo no tengo a nadie. Si lo tuviera el que se marcharía del Domo sería él, y no me vendría la propuesta para mí - Miró a Yimaz con cierta pena en el rostro - Tú no me traes opciones válidas ni útiles, eres un simple mensajero del teniente. Sinceramente te agradezco que te hayas molestado en hablar conmigo pero esto no tiene solución, ni yo misma sé lo que necesito. Solo sé que no estoy bien ni a gusto, y que probablemente haga algo que pocos se hayan atrevido a pensar, el darme de baja de toda esta mierda y gritar al mundo lo que realmente es la Space Force, pero claro, si hago esto, él gana.
La muchacha suspiró quedamente antes de mirar de nuevo a Eylo, tan seria como desde que se inició la conversación - No te culpo a ti, pero las opciones que planteas no me valen y no las quiero. Al psicólogo debe ir Kurik, del Domo se debería ir él e incluso estar fuera de esta institución. Es un loco, un sádico, un pervertido, la peor escoria de la humanidad y al final, tendré que ser yo la que me encargue de esto a su debido tiempo, porque no pienso dejarlo correr.
Y dicho esto suspiró. No había más que añadir.
Si quieres tienes derecho a responder, tras eso cierro la escena de Lizza mosqueada, ¿el consuelo? No es contigo, es con el mundo...^^
Eylo decidió no rebatir más a Lizza, puede que no la conociera mucho, pero lo suficiente como para saber que hacerle cambiar de opinión, cosa que tampoco pretendía, era una tarea casi imposible. Además de que, en realidad, estaba absolutamente de acuerdo con lo que decía la mujer, quien realmente necesitaba un psicólogo, o más bien un psiquiatra, era Kurik. Al menos sintió alivio al verla tan resolutiva, aun podía apreciar el fuego y la determinación en la mujer.
—Si llega el momento y puedo ayudarte. Dímelo —dijo resuelto, poniéndose en pie, entendiendo que la conversación había terminado —. Tú eres mi compañera, Kurik no. Y perdoname, nunca pretendí arrebatarte opciones —sonrió al fin, algo luminoso tras tanta tormenta, aunque febril, añadiendo con humildad y admiración por su determinación —. He seguir aprendiendo de gente como tú. Gracias.
C'est fini, o como se diga xD