Mes 2. Día 4. Mañana . Barracones
El nuevo día había amanecido, llevaban ya unas horas en pie y Eylo no había descansado una mierda en toda la noche. Estaba tenso, preocupado, pero esas sensaciones iban remitiendo poco a poco a medida que había cierta calma en el ambiente. Calma que aprovechó para abordar a Einar, lo hizo saliendo de los barracones, en un hueco entre formaciones y entrenamientos.
—¿Einar? —le reclamó con suavidad, y una vez con su atención le hizo una pregunta que tenía una respuesta obvia, pero era de rigor hacerla —. ¿Cómo estás?
No estaba bien, saltaba a la vista, él estaría igual. No esperaba grandes avances, pero no iba a dejar a Einar autoflagelándose por una culpa inevitable, pero que no era suya. Mantuvo la distancia, respetándola, pero proyectando cercanía.
—Si quieres hablar, desahogarte.. Sé que puede no servir de mucho, y no mentiré diciendo que sé por lo que estás pasando, porque no lo sé —admitió respirando hondo —. Pero se me da bien escuchar, y quiero que sepas que no estás solo en esto, que puedes contar conmigo.
Einar seguía extraño, si bien eso era lo más normal del mundo dadas las circunstancias.
Su comportamiento era más seco y ausente de lo normal, y aquello ya era mucho decir. Si bien estaba tratando de lidiar con ello a su manera, era consciente de que aquella herida suya dificilmente sanaría nunca, por lo que su empeño estaba más en aprender a vivir con ello que en superar lo insuperable.
La voz de Eylo le sacó de su ensimismamiento como había sido la tónica desde que ocurrió todo. Parecía ausente todo el rato pero volvía en sí cuando alguien se dirigía a él y solía responder con diligencia y falta de emoción.
-Mal-respondió con absoluta franquza, sin titubear un momento. El Gunpeiano podría ser muchas cosas, pero mentiroso no era una de ellas.
-Pero supongo que es lo que cabría esperar-se encogió de hombros, para luego sacar su pad personal de datos.
-lo cierto es que sí que quería hablar contigo-empezó a manipular el dispositivo, llegando hata un formulario el cual reenvió al dispositivo del lider del Domo.
-Es una solicitud de asistencia psicológica. Los manuales de la Space Force indican que eso me podría ayudar- se limitó a añadir, con una mirada carente de sentimiento, si bien pareció borbotear por un momento en cuanto sacó un nuevo tema de conversación.
—Supongo que sí —respondió con calma. Eylo valoraba la persona que era Einar, quizá no comulgaba del todo en cuanto a su rigidez, pero las semanas conviviendo habían hecho que el eridiano considerara al piloto alguien muy importante para el Domo. Quizá por eso le costaba encontrar las palabras adecuadas, no conocía a Einar como persona, y no era de recibo recorrer todo ese camino en apenas una conversación.
—Sí, la verdad es que todos lo necesitamos —miró la solicitud, asintió a Einar. Todos los miembros del Domo 12 iban a pasar la revisión psicológica, tal como había ordenado, pero estaba claro que algunos la necesitaban más que otros. Que Einar tuviera esa iniciativa, que admitiera estar mal, era un paso importante y Eylo lo valoraba.
—Si te sirve de algo, yo no te culpo de su muerte, Einar. Ni creo que nadie lo haga —era mucho suponer, pensar en la opinión de todos los del Domo, pero Eylo lo creía, y para él era suficiente refuerzo como para decirlo tal como lo sentía.
Estaba claro que eso de desahogarse con él no iba a pasar, lo entendí, no había esa confianza. Quizá había pasado por lo de Einar, pero.. pero podía aventurar cómo podría llegar a sentirlo. Recordó a Carter el día que..
—¿Te he hablado del tiempo que pasé en la Rust? —arrancó buscando, al menos, distraerlo —. Seguro que sí, siempre estoy dando la brasa con eso —bromeó con una sonrisa leve —. Allí logré ser el primer oficial de la nave, una nave pequeña, de salvamento, nada importante. Era mi segunda misión al cargo del equipo, y teníamos que remolcar unos restos. Todo iba bien, incluso nos permitíamos bromear, pero entonces.. una lluvia de micrometeoritos apareció de golpe. Los sensores los detectaron demasiado tarde, y yo era quien me encargaba de los sensores.. —arrugó la frente recordándose de aquel episodio, la culpa hacia tiempo que había sido superada, pero es algo que jamás se marcha del todo —. Mi compañero perdió la pierna ese día. Pudo haber muerto.. y yo me sentía responsable. Eran mi responsabilidad, yo era el encargado de los sensores.. y aunque era cierto, no había forma de anticiparse, la culpa.. la culpa no desaparecía —puso una mueca, se cruzó de brazos apoyándose en la pared.
—Tuve una reacción muy madura —comentó con ironía, permitiéndose el lujo de bromear consigo mismo pasado ese episodio —. Me encerré en mi camarote, me flagelaba, me sentía responsable.. hasta que el capitán.. —al mencionarlo se notaba un profundo respeto y cariño por esta figura —. Entro en mi camarote y me echó la bronca. Me dijo que.. si creía que podía hacerlo mejor, que lo hiciera, que aprendiera. Que todos nos equivocamos y todos tenemos accidentes que no podemos controlar, que podemos aprender de ellos.
Eylo respiró hondo, había interiorizado mucho esas palabras y, por la forma en cómo lo decía, las tenía en muy alta estima.
—Tú estás reaccionando mucho mejor de lo que yo reaccioné, Einar —le admitió mirándole —. Pero tú has tenido el coraje, el valor, de admitir que necesitas ayuda. Eso es infinitamente más valiente que creerse que uno puede con todo solo.