El gimnasio fuego estaba ubicado en un edificio de estética industrial, parecía una antigua fabrica de metal.
Nada más entrar por la puerta el olor a metal fundido del lugar te inundaba las fosas nasales, a pesar de llevar muchos años sin realizarse allí actividad industrial. Una gran sala oscura y diáfana recibía al aspirante, a la izquierda, una hilera de doce yunques milimétricamente colocados delante de sus doce hornos de forja correspondiente, dejaban patente la clase de trabajo que se realizaban allí en la antigüedad.
Todos los hornos estaban encendidos y ese fuego era lo que proporcionaba una tenue iluminación al lugar y lo que permitía ver las fotos que minuciosamente había colocadas en cada yunque. Eran fotos de cada combate del líder de gimnasio en su último reto, le recordaban todo lo que había aprendido.
Cuando el aspirante avanzó hacia el centro de la sala, de repente cuatro pebeteros gigantes se prendieron de fuego y el lugar se iluminó por completo. Los pebeteros estaban sitiados en cada esquina del campo de batalla, que ahora podía distinguirse en el lugar. El líder de tipo fuego estaba al otro lado del terreno de lucha esperando con una gran sonrisa en su cara y un enorme Garchomp a su lado. Bienvenido al gimnasio de tipo fuego. Mi nombre es Tarako y soy su líder.