Esta gran casa de estilo gótico parece un tanto fuera de lugar junto al resto de la arquitectura sencilla y humilde de Shakonya. La casa tiene un aspecto siniestro, pero los ciudadanos están de acuerdo en que hace mucho bien.
Kano quería interactuar con los niños del orfanato, enseñándoles su pokemon y, aunque no creía que dejaran entrar en aquel recinto a alguien como él, no dudó en acercarse a la puerta y golpearla a la espera de que alguien le abriese la puerta y pedirle amablemente poder pasar tiempo con los que allí vivían.
En su mente era como aquellos niños, por lo que quería mostrarse como un apoyo para ellos haciendo de hermano mayor con la esperanza de que no cometieran sus mismos errores.
Todavía era demasiado temprano y al llamar a la puerta nadie abrió. El portero no empezaba su jornada de trabajo hasta dentro de unas horas, así que el orfanato todavía estaba cerrado.
Kano se sintió avergonzado de ir allí tan temprano sin saber que estaría cerrado, aunque era presumible, pues él había madrugado sobremanera para recoger a su pokémon. Después de dar vueltas un rato por la zona, decidió dirigirse a la granja con la esperanza de encontrar algo en lo que gastar su tiempo hasta que la vida de la ciudad iniciase.
Voy a la granja (35)