El cementerio es un lugar lleno de tumbas y rodeado de altos árboles, muy cerca de una de las torres de la ciudad. Está dividido en dos zonas: Una de ellas reservada para tumbas, panteones y nichos, donde se entierra a los habitantes de Shakonya. Muchos de los lugareños reservan panteones para enterrarse a ellos junto a sus familiares y pokémons.
No lejos de allí hay otra zona donde se entierran a los pokémon que también han fallecido y cuyos entrenadores aún no lo han hecho.
En esta zona también es habitual encontrar pokémon de tipo siniestro y fantasma salvajes y pueden ser capturados, pero no aparecen hasta que cae el sol, es decir, a partir de las 18.00 de la tarde.
Kano llegó al cementerio local y se alegró de que no hubiese nadie ni nada allí, pues el día había empezado demasiado cuesta arriba y necesitaba volver a sentirse cómodo para poder interactuar con su pokémon. Quería buscar un lugar amplio y deshabitado para abrir su pokeball y conocer a su nuevo compañero y así lo hizo, dejando ver a un pequeño Larvitar que se había convertido en su primer pokémon.
- Hola pequeño, yo soy Kano, y vamos a estar juntos desde ahora, así que llevemonos bien. - Le habló al pokémon sabiendo que tenían la suficiente inteligencia para entender el lenguaje humano.
Después sacó su Móvil-Dex y escaneó al pokemon que pese a ser muy pequeño, pesaba más de lo que cualquiera pudiera creer. Mientras leía la información que le daba el aparato, dejó que su compañero investigará curioso el área, pareciendo que nunca había estado allí o que llevaba mucho tiempo encerrado en su pokeball.
El artilugio le informó que su nuevo pokémon era hembra, y aunque Kano se sintió un poco avergonzado al principio por haberse dirigido a él en masculino, intentó enmendar su error en su siguiente charla.
- Bueno, te voy a llamar Aegis, un nombre que creo se adecua a tu género y características, espero que te guste. - Intentó sonreír mientras hablaba, pero pese a que en su interior Kano sentía una inmensa emoción, le costaba exteriorizarla. - Me gustaría saber de lo que eres capaz, para que podamos actuar como un equipo lo más pronto posible.
Dicho y hecho, el pokemon hizo gala de sus ataques que Kano pudo comprender en gran parte gracias a su móvil-Dex, que también le explicaba datos anecdóticos sobre su compañera. Cuando hubieron terminado las exhibiciones, Kano instó a su compañera a alimentarse de la tierra del cementerio.
- Come hasta saciarte, que nos espera un largo día por delante y ambos tenemos que estar con la energía a tope para lo que nos venga encima. - Le dijo mientras el propio Kano hacia lo mismo con lo la comida que había cogido de su casa.
Finalmente, con las pilas cargadas y la moral renovada, volvió a meter a Aegis en su pokeball y puso rumbo a su siguiente destino, aún emocionado por todo lo que le podría ocurrir.
Voy al Orfanato (41)
He actualizado el género y el apodo en la ficha de mi pokemon.