Partida Rol por web

Había muy pocos lugares donde capturar pokémon de tipo agua en Shakonya, pero su río era el lugar perfecto para intentarlo. Muchos de ellos estaban por la orilla correteando y saltando. Otros tanto nadaban en el interior del mismo que parecía ser ancho y profundo como para albergar a un Gyarados. Aunque la realidad es que todos ellos se encontraban en su estado menos evolucionado.

Ambas orillas del río se encontraban repletas de árboles cubiertos de bayas. Tan solo habría que agitarlos si se deseaba que cayeran algunas, pero un montón de carteles colocado por toda la zona indicaban:

¡CUIDADO CON LOS ÁRBOLES!

¡ESTÁN REPLETOS DE POKÉMON AGRESIVOS!

Por lo que decía el cartel, parecía peligroso encontrar alimento en ellos.

Además, ya había anochecido, y los pokémon que podían encontrarse por el río tan solo eran aquellos de tipo agua-fantasma o agua-siniestro. Se había hecho tarde para capturar nuevos compañeros. 

Kal caminaba algo asustado, no le gustaba caminar a aquellas horas, no por la hora o la oscuridad en si, sino por el hecho de que podrían encontrarse pokémon fantasmas...

-Igual deberíamos haber esperado a que fuese de día para investigar...- Dijo algo temeroso.- Pero no se, me gustaría encontrar un Squirtle o un Froakie, este último evoluciona en un pokémon siniestro... igual así es más fácil encontrarlo a estas horas.- Dijo intentando darse ánimos a si mismo, aunque no dejaba de ser una malísima idea.

Kal se fijó en aquel cartel justo después de haber visto aquella cantidad de bayas. Una vez más no sonaba a la mejor de las ideas, habría sido mejor  hacer aquella excursión por la mañana, pero necesitaban comida, sobre todo Lay, por lo que le dedicó una mirada de preocupación.

-Podemos intentar conseguir unas cuantas...- Dijo señalando al árbol de bayas más cercano.- No puede ser taaaan peligroso ¿no?

Mientras hablaba Kal oteaba el horizonte a ver si encontraba a algún Froakie salvaje por allí.

Era inevitable que a la chica no se le fuera la vista para los arbustos, en busca de algunas bayas para saciar. Lo cierto era ue el río, por la noche, le parecía un poco tenebroso así como estaba. Sin embargo, la muchacha no sentía excesivo miedo porque Ygnis iba con ella, alumbrando su camino, y el de su amigo. Se sentía verdaderamente hambrienta, y empezaba a temer no poder comer nada hasta el día siguiente, cuando intuía que era que podría probar suerte en algún combate pokémon. - Tranquilo, Kal, seguro que ahora también conocemos compañeros maravillosos que quieran acompañarnos en nuestro viaje. - le respondió a su amigo, tras escuchar el tipo de pokemon que este estaba buscando. - Pues la verdad que yo, empiezo a sentirme muy a gusto con los pokémon fantasma. Me parecen súper monos, y me encantaría encontrar un Frillish. - añadió a la explicación de su amigo. - Sería genial que fuera macho, porque cuando evolucionan a Jellicent les sale una especie de bigote muy bonito. - dijo, olvidándose por un momento del hambre que tenía, e imaginándose lo divertido y fabuloso que sería tener un Jellicent de compañero de aventuras.

Miró hacia el cartel cuando su amigo le propuso buscar alimento de los árboles, y la verdad que le subió un pequeño escalofrío por la columna vertebral. - No sé, Kal... Lo último que me gustaría es molestar a algún pokémon que esté descansando. Deberíamos tener mucho cuidado. - le respondió a su amigo. - También puedo esperarme a ganar un combate, de verdad. No tengo tanta hambre. - añadió, sabiendo que los seres humanos aguantan hasta tres días sin comer.

Era demasiado tarde ya para encontrar Froakies o Squirtles por el río de Shakonya. Esos pokémon estaban ya dormidos y para localizarnos habría que esperar al día siguiente. Pero lo que sí que pudo ver Lay fue un Jellicent macho acompañado de uno hembra que unidos de sus apéndices delanteros flotaban por el río de un lugar a otro dando un paseo. 

Podían encontrar bayas en los árboles del río, pero para tomar alguna tendrían que sacudirlo bien y a juzgar por el cartel, podría no resultar una buena idea. Aunque quizá exagerasen...

A Kal no le hizo demasiada gracia el comentario sobre los pokémon fantasmas, aun así no dijo nada, y es que no quería parecer un blando delante de su compañera. Y entonces los vio, no había encontrado ningún Froakie o Squirtle, pero si que vio un par de Frillish, lo que hizo que Kal se olvidase de todo y simplemente diese un paso atrás temeroso. No, no deberían haber venido aquí, tenían que haber ido directamente a dormir...

-¿E-eso es lo qué b-buscabas?- Preguntó tartamudeando un poco.

Observó a ambos pokémon de arriba a abajo mientras intentaba con dificultad tragar saliva. Ambos pasear como si nada, ni si quiera parecían hostiles, pero no por ello había que fiarse. ¿Y si de repente decidían venir a arrancarles sus almas? ¿Se perderían para siempre en el río? No salió corriendo, pero ganas no le faltaban.

Lay se emocionó cuando vio que, efectivamente, era la hora perfecta para capturar un Frillish. Asintió a su amigo, haciéndole una señal a su amigo para que bajase la voz, y poder contemplar lo maravillosos que eran yendo juntos en pareja. Por un momento, su ceño se frunció y se ensombreció una pizca. - Kal, no está bien que capture uno solo y los obligue a separarse. - murmuró, mirando a su amigo, y sintiéndose mal ya no solo por el hambre que tenía, sino porque aunque quisiera un Jellicent, no quería que eso significara tener que separarlos. En el momento siguiente al que salieron sus palabras, una idea cruzó su cabeza, y una sonrisa se dibujó de nuevo en su rostro.

La muchacha emprendió el paso hacia los frillish, pero sin querer llamar demasiado la atención ni hacer muchos gestos para no asustarlos. Cuando estuvo a una distancia media como para solo tener que alzar la una media, hizo un saludo con la mano a los pokémon. -¡Hola Frillish! Jo, sois monísimos. -  dijo Lay, mientras se sostenía el estómago cuando este le proporcionaba algún que otro retortijón del hambre. - Perdonad que no tenga bayas para daros, pero que ría haceros una propuesta de viaje. - siguió la muchacha, escondiendo su vergüenza en una sonrisa nerviosa. - Estoy viajando por Shakonya, y conociendo nuevos amigos y compañeros de aventuras. Mirad este es Ygnis. - les presentó a su Litwick, que salió de la pokéball y se medio escondió tras la niña, pero asomando con una mueca graciosa. - Nos encantaría que fuerais compañeros nuestros en esta aventura, ¿os apetece? - Luego se sumaba el problema de solo tener una pokéball, pero eso ya lo solucionarían más adelante. - Oh, por su puesto, ese de ahí es Kalel. Tendreis que tener un poco de paciencia con él, porque no es muy fan de los fantasmas, pero es un amigo fantástico, y nos ayudamos siempre que lo necesitamos. -terminó, presentando a su amigo peliazul con cierto orgullo en su voz.

Los frillish se quedaron mirando a Lay y la escucharon con atención. Ambos asintieron como si comprendieran sus palabras y rápidamente contestaron. Lliiisss. La hembra comunicó algo que nadie logró entender, pero a juzgar por su aspecto y su rostro, no parecían tener ningún problema en unirse a ellos, siempre y cuando fuesen capaces de derrotarlos en un combate. Ningún frillish se uniría a una entrenadora que no fuera suficientemente fuerte. 

Kal había retrocedido un poco alejándose de los pokémon como quien no quería la cosa, y es que no le daban para nada buena espina. Por mucho que dijese su amiga eso podía acabar bien. Y de no ser por que nunca la abandonaría habría echado a correr.

-Si eeehhhh... lo mejor será dejarlos y no molestarlos...- Dijo temeroso.

Lay intentó hablar con ellos y no le gustó para nada como marchaba la conversación, ¿estaba insinuando lo que él creía? Ya le estaba costando mantenerse allí, pero atrapar a uno de esos pokémons... no, ni hablar... nunca...

-E-eeeh Lay... es muy tarde y bueno... nosotros deberíamos ir a dormir...- Dijo mirando al suelo, aunque enseguida recordó que había pokémons fantasma cerca, por lo que volvió a alzar la mirada para no perderlos de vista.

Kal dio otro paso atrás temeroso, esperando que su amiga recapacitara y abandonara la idea de hacerse con ese pokémon, o por lo menos que eliminase por completo la posibilidad de que él se hiciese con uno de ellos.

La pareja de pokémon volvió a introducirse en el río del que había salido para volver a nadar plácidamente sin que ningún entrenador le capturase. Si Lay había tenido intención de capturarlo ya era demasiado tarde porque los pokémon había terminado huyendo. 

Ahora ya era momento de irse a dormir, se había hecho demasiado tarde y la ciudad había dejado de estar tan transitada para convertirse en una mucho más solitaria y oscura. 

-Vaya...- Se limitó a susurrar triste Kal al ver como los pokémons huían de allí.

Aunque toda la tristeza era por que su amiga se hubiese quedado sin capturarlos, de hecho incluso se le notaba el alivio en la cara. Uno que enseguida se le fue al ver la situación en la que se encontraban, ¿quien sabía que horrores les podía albergar la noche? él ya había tenido fantasmas para un mes.

-Siento que no hayas podido capturarlos Lay...- Se disculpó el chico, aunque enseguida le tiró un poco de la ropa.- Pero ya es tarde, así que deberíamos ir al camping a ver si podemos dormir.

La verdad es que no se habían informado, y como les cobraran a saber donde tendrían que acabar durmiendo...

-Vamos, antes de que aparezcan más fantasmas...- Apresuró el chico, aunque no estaba nada seguro de que aquello a Lay le pareciese algo malo.