Partida Rol por web

La residencia Grimaldi es una casa de dos plantas de nueva construcción. Su diseño es más acogedor que vanguardista. Desde el exterior puede verse el contraste entre el ladrillo y la pared de tono claro. A través de la valla también puede apreciarse un jardín lateral con arboles. No parece una casa de gente humilde ni tampoco adinerada, pero no todo el mundo podría permitírsela sin endeudarse con una importante suma. Ese es el caso de la familia Grimaldi que ha invertido todo lo que tenía en esta hermosa casa.  

El interior de la casa debe ser bastante luminoso gracias a los amplios ventanales que hay en toda la planta baja. En la entrada puede verse una caseta de madera en la que medra un viejo Grandbull que ha vivido tiempos mejores. Tiempos en los que la madre de Olivia trabajaba en Akala, la isla noreste de Alola, donde vivían hasta hace apenas unos meses.

El sol apenas había despuntado en el horizonte de Shakonya cuando Olivia se despertó. Le gustaba madrugar para salir a correr por las mañanas, pero aquel día era distinto. Después de vestirse y desayunar algo rápido, se despidió de sus padres y puso rumbo al Laboratorio Pokémon.

No sabía muy bien si estaba preparada para tener un Pokémon a su cargo. Había tenido varios en la familia durante su infancia, pero nunca se había considerado a si misma una entrenadora hasta ese día.

Estaba bastante nerviosa, pero no olvidó ponerse sus pendientes de la buena suerte. No eran nada especial más allá que cualquier otra prenda. Pero resulta que Olivia, cuando había tenido uno de esos días donde realmente se sentía feliz, intentaba atesorar alguna prenda como recuerdo. Podía ser un día mágico en un parque de atracciones con su familia o una noche de verano, de esas con fuegos artificiales.

Abrió el zapatero que había en la entrada de la casa y desechando las familiares y cómodas zapatillas deportivas, optó por unas sandalias más acordes a su indumentaria.

- ¡Adiós mamá! ¡Me voy al Laboratorio Pokémon! ¡Deséame suerte! - se despidió de su madre.

- Hasta luego Grandbull. Volveré pronto con un amiguito. - se despidió también del Pokémon que apenas le hizo caso, respondiendo con un gruñido de indiferencia. Ya estaba muy mayor y sólo quería pasarse todo el día comiendo y durmiendo en su caseta.

Entonces, con únicamente un puñado de monedas y la Pokedex en su bolso, Olivia salió animada y nerviosa a las calles de Shakonya...

La residencia Grimaldi es una casa de dos plantas de nueva construcción. Su diseño es más acogedor que vanguardista. Desde el exterior puede verse el contraste entre el ladrillo y la pared de tono claro. A través de la valla también puede apreciarse un jardín lateral con arboles. No parece una casa de gente humilde ni tampoco adinerada, pero no todo el mundo podría permitírsela sin endeudarse con una importante suma. Ese es el caso de la familia Grimaldi que ha invertido todo lo que tenía en esta hermosa casa.  

El interior de la casa debe ser bastante luminoso gracias a los amplios ventanales que hay en toda la planta baja. En la entrada puede verse una caseta de madera en la que medra un viejo Grandbull que ha vivido tiempos mejores. Tiempos en los que la madre de Olivia trabajaba en Akala, la isla noreste de Alola, donde vivían hasta hace apenas unos meses.

La joven iba de camino a la comisaría cuando miró la hora en su reloj de pulsera. En ese momento recordó dos cosas. La primera era que su madre no habría llegado todavía a las oficinas de la policía y la segunda que debía comprobar si el Movil-Dex estaba en hora. Olivia era muy meticulosa en este tipo de cosas y una vez se aseguró que estaba sincronizado, se lo quitó de la muñeca y lo guardó en el bolso. 

Al dejar el reloj de pulsera recordó que ahí dentro había guardado la pokéball que contenía a Fennekin. Sacó la pequeña esfera del bolso. Media apenas 5 centímetros, estaba dividida en dos mitades, una era roja y la otra era blanca, separadas por una franja negra y un botón en el centro. Se la quedó mirándola pensativa, mientras paseaba de nuevo hacia su nueva casa, pues el camino desde la comisaría era de los pocos que sabía de memoria, sin necesidad de preguntar a nadie o consultar algún plano. 

- Tengo entendido que puedes oír lo que pasa en el exterior. - dijo hablándole a la bola. - ¿Serás chico o chica? - pensó en voz alta - ¿Quieres que nos conozcamos? - le preguntó de nuevo a la esfera llegando ya a su casa. 

- Ya estamos aquí Granbull. - saludó al vigilante de la casa. Sacó las llaves y abrió la verja que separaba el jardín de la calle.

El viejo Granbull la ignoró, aunque hizo ademán de oler aquello que llevaba en la mano, pronto desistió y volvió a dormir. - Sí, aquí traigo a nuestro nuevo amiguito. Mmmm... ¿tendría que ponerle nombre? - le preguntó a Granbull, más hablándose a si misma que otra cosa. - Bueno, ya pensaré en uno cuando te vea... 

- ¿Quieres salir a saludarnos pequeño Fennekin? - y con esa pregunta activó la pokéball que adquirió el tamaño de una naranja en la palma de su mano. - Vamos, sal para que pueda conocerte.

Fennekin salió de la pokéball después de que Olivia le sacase. En seguida se acercó a los pies de su nueva entrenadora y ella pudo sentir como sus piernas se calentaban rápidamente. El pokémon de tipo fuego parecía tener una temperatura corporal muy alta, algo muy típico de los de su clase.

En cuanto oyó la voz de Olivia, la agente Mara se acercó hasta ella. Buenos días, hija. Esta mañana te fuiste demasiado rápido, sin que fuera capaz de desearte suerte. Veo que te has hecho con una Fennekin. ¡Que alegría! Decía mientras se agachaba para acariciar al nuevo pokémon. ¿Te acuerdas de Growlithe? Luego evolucionó a Arcanine, pero tú eras muy pequeña. Fennekin me recuerda mucho a él. ¡Seguro que vais a ser inseparables! ¿Y ahora, qué tienes pensado hacer?

Olivia vio como de esa esfera rojiblanca salía una hermosa criatura, mucho más adorable que vista desde la pantalla del laboratorio.

La joven se puso de cuclillas, tomó un trocito de pienso del bol de Granbull y estirando el brazo, con la palma de la mano abierta, se lo ofreció en señal de confianza.

El Pokémon ahora que se fijaba bien era una hembra. Se acercó, olisqueó aquello un poco y emitió un gracioso estornudo. 

- ¡He he! Veo que el pienso no es tu plato favorito ¿verdad señorita? - preguntó sonriendo, expectante. La pequeña Fennekin se acercó un poco más y Olivia la acarició. 

El pelaje era suave y sedoso a la vez que desprendía un calor que de haber sido invierno hubiera sido reconfortante. Entonces llegó su madre para saludarla, traerle recuerdos de infancia y desearle lo mejor.

- Había pensado presentarme a las pruebas de cadete de la policía, mamá. Sí, ya se lo que me vas a decir. Que no te gusta mucho la idea y que la de policía es una carrera de riesgo. Pero es lo que quiero. Quiero que te sientas orgullosa de mí. - término diciendo con el corazón en un puño y tomando en brazos a su Fennekin, como para reunir el valor de decir lo que sentía y darle fuerzas.

La madre de Olivia vio como su hija sacaba al pokémon que acababa de adquirir. Veo que te has hecho con un Fennekin bastante bonito y fuerte. ¡Seguro que sabes entrenarlo estupendamente! Luego escuchó su comentario sobre convertirse en cadete y Mara negó con la cabeza. Creo que primero deberías ocuparte de tu aventura pokémon, conocer un poco más a fondo la ciudad y a los pokémon, hacerte una gran entrenadora, y luego, si sigues con ganas, prepararte para ser cadete. Dijo firmemente sin dar opción a réplica.

- Sí, es una chica, creo que la llamaré Otoño. - le respondió a su madre. - Estoy segura que seremos las mejores compañeras ¿verdad que sí pequeña? - le preguntó mientras la tomaba en brazos desde el suelo y se levantaba, poniéndose frente a su madre que ahora se ponía más seria.

Olivia sabía que su madre no lo aceptaría tan fácilmente. Pero aún así la respuesta le sentó como un jarro de agua fría. - Pero mamá ya tengo edad para presentarme a las pruebas. Y si ahora no me dejas hacerlas en dos años cumpliré 18 y entonces... - tragó saliva mientras dijo mentalmente lo que no se atrevía a decirle a la cara - "...lo haré de todas formas." 

Pero la expresión severa de su madre no dejaba lugar a replica y mucho menos a socavar su autoridad plantando cara. No, Olivia no se sentía con fuerzas como para enfrentarse así a su madre. Quizá algún reuniría el valor y la fuerza para hacerlo, pensó. Y entonces abrazó más fuerte a Otoño, como si esta pudiera contagiarla parte de su valentía pokémon.

- Muy bien. Te demostraré que puedo presentarme a las pruebas de cadete antes de que sea mayor de edad. - Y en ese momento se prometió a si misma que haría lo posible para demostrar su determinación de luchar contra el crimen, aunque fuese por su cuenta y contando con la única ayuda de su nueva compañera.

- Ya verás mamá... te lo demostraré - pensó de nuevo para sus adentros. Entonces tomó el Movíl-Dex y escribió un mensaje a Kano Amedi.

Soy Olivia, la chica que coincidió contigo antes en el laboratorio. Quiero tener ese enfrentamiento pokémon que me propusiste. ¿Dónde nos vemos?