Partida Rol por web

Martha escucha atentamente a una palabra detrás suya: "Rookidee". Entonces se gira para mirar a los chicos que estaban ahí presentes y comprobar quién estaban. Había un recién llegado. Uno que coincidía con la descripción del profesor a la perfección. Mira al ordenador con nerviosismo y vuelve hasta el grupo, con algo de inseguridad. 

- Pe... perdona ¿Dices que eres Wilhem? Te estaba buscando junto con Selena - alzo la mano para hacerme oír entre la multitud, aunque Martha sabía que las manos alzadas no eran gran cosa para ayudar a la voz. 

La pobre Ariadne se quedó con cara de tonta. Desde luego trasnochar tanto le había sentado mal para sus procesos mentales, que ese día parecían estar tremendamente oxidados y olvidadizos. En líneas generales la modernización del mercado no le agradaba, pero al menos agradecía el no tener que atender a clientes de forma presencial al ayudar a sus padres con el negocio.

Ni trató de discutir con el guardia, cuando se les denegó el paso la joven se alejó de inmediato entre pequeños "perdón, perdón" casi imperceptibles.

—M-Me olvidé de que n-no p-podemos pasar s-solos... l-lo siento... —le explicó a su compañero. Necesitarían de uno de sus padres para acceder, lo cual derrotaba el propósito.

El caso es que la zona parecía transitada, y aunque ya se había hecho —un poco— a la bulliciosa presencia de Wilhelm, tanto desconocido se estaba cebando con su nerviosismo. Un muchacho de pelo blanco le hizo una pregunta, pero Ariadne se quedó paralizada con una sonrisa incómoda, buscando las palabras con las que responderle, a lo que él pareció perder interés y marcharse.

Cuando Wilhelm se tomó la libertad de presentarla a los demás, ella, que andaba a apenas un metro de la espalda del chico, alzó la diestra abierta en gesto de saludo.

—H-Hola... —musitó.

Sebastián llegó con paso tranquilo, las manos a la espalda y mirando por los distintos edificios hasta que vio el mercado y se acercó a la cola. A pesar de que el movil-dex, le podía indicar el camino más rápido, Sebastián prefería depender de su propia orientación y aprenderse la ciudad.

Una vez en la cola escuchó en silencio la conversación de los jovenes.

Yo soy Sebastián- Se presentó. - Si me permitís - El hombre se acercó a la interfaz y tecleó sus necesidades

Un antiparalizador, dos antídotos, dos cura total, tres leches Mumu y una pokeball.

Volvió la vista hacia los muchachos cuando se le tramitó la petición.

Estoy un poco sordo, pero me ha parecido oiros decir que para ganar dinero hay que trabajar. ¿Sabéis de algún sitio donde hacerlo?

Wilhelm escuchó las disculpas de Ariadne y con un gesto de la mano le quito importancia al asunto. Cosas que ocurrían. Así era la vida.

El chico se sorprendió de que alguien más lo conociera ¿En qué momento se había vuelto tan popular? Pero después entendió que la chica se refería a la persona a la que buscaban

—¡Qué casualidad! Nosotros también la... Sí, soy yo ¿Sabes por qué razón me busca? —le dio vergüenza admitir que estaba buscando a una persona que no conocía sin saber siquiera el motivo por el que lo buscaba a él. Visto en perspectiva resultaba bastante tonto. Sobre todo para las horas que se habían echado caminando. Así que pensó en disculparse con Ariadne por arrastrarla en esa locura cuando consiguieran su objetivo.

—¡Hay mucha gente necesitando encargos! —respondió al hombre que preguntaba sobre los trabajos. Le parecía extraño que una persona en apariencia mayor que él hiciera esa clase de preguntas. ¿Acaso en otras regiones te daban dinero sin trabajar? —siempre puedes acercarte a algún lugar y preguntar si necesitan una mano.

Muy bien, gracias por la información- Y sin más, se dio la vuelta y con paso tranquilo se dirigió hacia la zona safari.

Miaka vio como entraba gente y comenzaba a hablar mientras miraba los precios. Todo es muy caro, iba susurrando mientras se acercaba a la gente.

Sonrió a la chica de pelo blanco, vengo de allá, solo hay trabajos que necesitan muchos pokemon y yo no tengo tantos. Iba diciendo mientras juntaba los dedos. Así que alomejor contra entrenadores puedo ganar algo. Además, no puedo perder mucho. Volvía a susurrar mientras el resto de la gente se presentaba.

Algunos parecían conocerse, lo que Le recordó que estaba con Nate hacia un momento. Eh, ¿dónde has ido?, comentaba mientras recordaba hacía un momento que quería ir a la torre.

Un placer chicos! Espero veros pronto yo soy Miaka. Iba gritando mientras se iba corriendo cuando se dio cuenta que se le había caído el gorro. 

Miaka tienes que dejar de perder cosas. Es lo último que dijo antes de salir del mercado. 

Martha vio en la pantalla de la máquina el coste de todo aquello, pero no tenía dinero suficiente para pagarlo todo:

Ariadne se despidió de todos. Voy a ayudar a mis padres. Le dijo al guardia y a ella sí que le terminaron dejando pasar. Será mejor que no me esperes, parece que tienen mucho lío y puede que tarde un rato.

Martha, al ver que no tiene suficiente, quita un antídoto y un antiparalizador. Así Tendría más que suficiente, aunque se quedase un poco pelada de dinero.

Wilhelm se despide de Ariadne con la mano. Había sido divertido.

—¿Tienes idea de donde pueda estar esa chica, Selena o sabes para qué me necesita?

A Wilhelm le habían entrado ganas ahora de ver que había en el misterioso tercer piso de la torre de Shakonya, pero quería terminar primero de resolver ese asunto. Pensó que quizá después de almorzar podría ir.

Martha quitó alguno de los productos dejando lo siguiente:

Ahora ya sí que podía pagarlo. Tan solo tendría que dar al "OK" para recibir todos los productos solicitados.

Wilhelm continuaba esperando a que Martha se decidiese. Estaba aún "peléandose" con la máquina viendo qué productos podía o no podía comprar.

Martha asiente ante el ordenador y sonríe, medio orgullosa de su compra, y procede a pulsar el botón, recibiendo su compra. Cuando la mete en su bolsa, ve que Wilhelm pregunta por Selena. Se gira para contestarle, aún algo tímida. aún había demasiada gente, pero bueno, ahora se habían quedado menos.

- Es... esto... Nos había dicho el profesor que le llamases. Se le ha olvidado darte un cinturón magnético... Para tus pokeballs, supongo - le dice Martha, señalándole a la cintura - Dijo que lo llamases, supongo que para quedar con él... Y eso... - esa era la vez que Martha había hablado más con un chico en toda su vida. Se pone muy roja y baja la mirada al suelo, sonriente por haber podido realizar la tarea.

Wilhelm se había resignado a que no quedaban más cinturones magnéticos en la zona. Y a pesar de llevar una sola pokeball, le parecía incómodo tener que meterlas todas en la mochila, por lo que la noticia le alegró bastante.

—¡En serio? ¡Muchas gracias! Iré a verlo enseguida... ¿O debería llamarlo? Quizá deba hacer ambas cosas ¡Nos vemos!  —se despide de Martha mientras saca su movil-dex de la mochila y busca el numero del profesor. Ariadne le había enseñado a enviar mensajes pero no sabía hacer llamadas. Eventualmente lo descubriría, así que terminó por guardar el movil-dex y comenzar a trotar rumbo al laboratorio.  

Después de buscar el cinturón tenía planeado ir a la torre y quizá volvería a ver a todos los chicos que estaban comprando. Quería ver que ocurría en ese lugar.

Martha asiente mientras sonríe ante el muchacho, y lo ve marcharse. Parecía buena persona. Esperaba que no le pasase nada. Ahora solo quedaba reunirse con Selena e informarle de la situación.

Y a lo mejor... Podríamos iniciar un viaje juntas ¡A lo mejor podría ser mi pipa! Yo a mis pipas siempre los trato bien. Y si gano suficiente dinero, les pago bastante... No sé... En fin... Al hotel que voy.

Guarda todo el equipo que ha comprado en su mochila, se la coloca a la espalda y sale del mercado. Saca el plano de la ciudad y mira dónde queda el hotel, al cual marcha después.

En una ciudad como era Shakonya era literalmente imposible que una sola tienda abarcase la multitud de objetos que se podían vender. Afortunadamente, en la entrada de la plaza del mercado había una pequeña máquina con un buscador.

Cualquier persona podía buscar en él, introducir los nombres de los objetos que andaba buscando y esperar a que el programa dijese el precio. Una vez se seleccionaba el objeto, se indicaban los datos de la Movi-Dex y se introducía la cantidad necesaria, tan solo quedaba esperar a recibir el paquete. Mientras tanto y gracias a la App del Movi-Dex, no hacía falta estar allí, las personas encargadas de todo aquello buscarían al comprador por todo Shakonya para hacerle entrega de su paquete.

El servicio era muy rápido aunque algo frío. Desde luego que era preferible el servicio personalizado pero hoy en día ya todo estaba informatizado y en el fondo aquello era más eficaz y suponía una pérdida menor de tiempo.

<< INTRODUZCA AQUÍ LOS OBJETOS QUE ESTÁ USTED BUSCANDO >>

[BUSCAR]

<< MUCHAS GRACIAS >>

Vanessa llegó muy entusiasmada al mercado, observó con asombro el enorme edificio, lleno de tiendas, pero al descubrir la eficiente máquina de pedidos, se sintió un poco desilusionada, los bellos recuerdos de pasear con su abuela entre los puestos mientras platicaban y también regateaban los precios ahora solo eran eso, un distante recuerdo que ya no se repetiría.

Al encontrar en la lista leche Mu-mu pensó en que podrían hacer una deliciosa sopa de baya latano y pinia, quisa podría usar soda en lugar de miel y leche para reducir costos, pero como no vio ninguna baya en la lista volteo a ver a sus compañeros, vaya perdimos a Lay, bueno seguro ya nos alcanzara. Parece que la mejor opción para comer será comprar una galleta lava o una malasada, luego soltó un suspiro, yo que quería hacer una deliciosa sopa con una hierba amarga como toque especial, algunos podrían pensar que era una buena idea, pero había en el grupo al menos una persona que sabía lo que significaba que la sonriente pelirosa tomase, literalmente, la sartén por el mango.

Al llegar al mercado vieron un enorme edificio con muchas tiendas, pero lo más sorprendente del lugar era que todo estaba automatizado, aunque es una genial idea la chica del collar de luna extraña esa sensación de caminar con su hermana mayor mientras miran los aparadores.

La menor de las hermanas estaba viendo la lista cuando escucho los comentarios de Vanesa yo pensaba que podríamos hacer una sopa de setas aroma, la chica de las mechas azules se sobre salto cuando la otra pelirosa menciono que quería cocinar definitivamente no, tú no vas a experimentar con tus cosas raras en la cocina y menos si mañana tenemos un concierto, sería muy vergonzoso tener que cancelar por culpa de unos fuertes cólicos

Kal torció un poco el gesto ante las palabras de su nueva acompañantes, pues a pesar de ello se preocupó un poco de que Lay se perdiese.

-Si no aparece pronto tendré que ir a buscarla.- Dijo algo preocupado.

Llevaban tiempo juntos, y ahora la consideraba como una hermana pequeña, quizás fuese un poco protector, pero no se fiaba un pelo de que se perdiese por ahí.
Entonces el chico se distrajo un poco por el comentario sobre cocina de Vanessa.

-Vaya, ¿te gusta cocinar?- Preguntó sorprendido y recuperando la sonrisa.- A mi no se me da mal del todo, lo hacía a menudo en el negocio de mis padres.- Dijo el chico recordando él tiempo que trabajó en la cafetería.

Entonces escuchó a Selena comentar sobre la cocina de su hermana lo que le hizo quedarse algo cortado y sonreír de forma nerviosa sin saber que más aportar a aquello. Pues se sentía un poco fuera de lugar. 

-En fin, tienes razón, aquí hay muchas cosas, pero no tanta comida.- Dijo intentando volver al tema.- Aparte de algún dulce, galletas y refrescos no veo mucho más que la malasada, creo que será la mejor opción por ahora. Luego deberíamos buscar algunas bayas y setas por ahí, es posible que se puedan obtener en algún lado de forma gratuita.- Dijo Kal con amabilidad, suponía que se podrían buscar en algún bosque o cerca de algún lago, seguro que había árboles cargados de ellas.

Kal echó un vistazo al monedero, iba justo, pero para la malasada le llegaba de sobra, así que se permitió una sonrisa.

-Entonces ¿malasadas?- Preguntó a sus acompañantes con una sonrisa mientras se acercaba a un puesto.- Hace mucho que no como una, y tengo demasiada hambre como para comerme solo una galleta.- Bromeó el chico.

Kano había vuelto al mercado que ya conocía y, esta vez, no se andó con circunloquios a la hora de revolotear por la zona. Se acercó a la maquina buscadora e introdujo lo que estaba buscando. En este caso compraría una pokeball, un agua fresca y una cuerda huida para emergencias, quedando sus ahorros a prácticamente nada.

Tras introducir los objetos que quería, debía esperar a que se los entregaran pero, debido al servicio de entrega personal, decidió aprovechar lo que quedaba de día acabando de explorar algunas zonas de la ciudad que siempre le habían llamado la atención.

Pese a que quería ir al río para ver qué podía ofrecer, cambió de idea repentinamente hacia el astillero, el cual desde pequeño siempre había admirado por la inestimable labor que prestaban a la ciudad, deseando conocer de primera mano lo que estaban haciendo en aquel momento.