Partida Rol por web

- Entendido, vuelvo en un rato entonces, no os vayáis sin mí ¿eh? - digo guiñándole un ojo - sino te importa te dejo mi bolsa aquí ya...

Y dicho y hecho, suelto allí mismo el equipaje de mano y me encamino a la terminal, si iba a ser un vuelo largo no me apetecía pasarlo incómodamente. Echo un vistazo por el lugar de paso, desde luego el tipo tenía pasta y quería que lo supiésemos, bien podía habernos pagado unos billetes de avión, pero no, un puto helicóptero, estaba claro que quería restregarnos lo rico que era.

Cuando acabo regreso con andares tranquilos a ver si alguno de mis futuros compañeros de noche ha llegado ya.

El piloto sonrió y dijo "Por supuesto, señor Jenkins. Las bolsas están seguras aquí y le esperaremos lo que sea necesario. Órdenes directas del señor Dark". En cambio los pensamientos del piloto se centraban en repetir lo capullo que era aquel tipo, tanto que casi daban ganas de estrellar el helicóptero contra la estatua de la libertad, casi.

Caleb se fue hacia la terminal dando grandes pasos de ese formo chulesco que tenía de caminar, poseyendo todo lo que pisaba, tal y como hacía con las diferentes mujeres que pasaban por su vida, o para ser más exactos, por su cama. La terminal era un pequeño edificio sin nada demasiado reseñable. Una oficina donde una mujer madura vendía billetes para el alquiler turístico de helicópteros, 4 hileras largas de bancos vacías a esas horas de la mañana, unas máquinas de vending para comprar café, refrescos o snacks y unos cuartos de baño.

Caleb se la sacó y la admiró, una herramienta perfecta que hacía vibrar a las mujeres como las cuerdas de un stradivarius, en una sinfonía de gemidos que se alargaba hasta bien entrada la noche, mientras pensaba en que le haría aquella zorrita que se había atrevido a enseñarle un dedo. Cuando volviera le daría su merecido.

Regresó junto al piloto sin que nadie hubiese llegado pero viendo como dos limusinas de la empresa del cabrón de Stark. De ellas salió un hombre maduro, con un look de gentleman británico de los años 70, y una bella mujer que recibían las indicaciones de sus respectivos conductores para presentarse ante el piloto.

Prácticamente a la vez llegaron dos limusinas y de ellas bajaron un caballero con aspecto de ser un gentleman inglés de los años 70 y una bella mujer con un hermoso cabello rojizo y unos ojos de mirada penetrante. Al pie del helicóptero el piloto esperaba junto a un hombre que parecía el típico gallito de gimnasio o chulo de discoteca.

Los ojos de Caleb se centraron en la mujer en primer lugar. No la conocía de nada pero no le importaría que eso cambiara esa misma noche, siempre que no hubiera algo mejor en la fiesta de Dark. Según su baremo aquella potra era un 7, revisable a un 8 según se comportará en la cama.

En cuanto a él.. él le sonaba, un tipo famoso de la tele, un actor, un periodista, algo así. No!, el era un escritor, estaba seguro, no leía mucho pero ella si que leía, adoraba leer y él adoraba lo sexy que le quedaba un libro en las manos, su ángel pelirrojo, dulce y picante a la vez, su único amor. Caleb hizo memoria y recordó que había visto esa cara en uno de sus libros, una novela policiaca o de robos, pero no pudo recordar el nombre.

Desciendo de la limusina y le dedico unas palabras a la chófer

Después agarró su maleta y haciendo un discreto gesto de despedida con su inexistente sombrero, se dirigió al helicóptero.

Al avanzar me encueno caminando a la par de una bella mujer pelirroja con cautivadores ojos azules. Aparentemente ambos avanzabamos hacia el helicóptero donde esperaban el piloto y lo que parecía un guardaespaldas contratado a tal efecto, salvo por que no iba vestido en absoluto como un guardaespaldas.

Dedico una sonrisa a la mujer antes de llegar al helicóptero mientras aún caminaban.

¿Usted también ha sido invitada por el señor Dark? - Era una suposición y nada más, pero estaba basada en que ella había descendido de una limusina de aspecto muy similar a la de él. Me detengo y dejo mi equipaje para girarme hacia ella y tenderle la mano - Permítame que me presente: Soy Gustave Cavanough. Creo que seré su compañero en este trayecto final. ¿Me permite que la ayude con el equipaje?

Los ojos de Gustave se centraron en la mujer en primer lugar. Tenía la vaga sensación de conocerla de algo, haberla visto en algún sitio pero no era capaz de situarla. En cambio, el hombre pertenecía a un cliché conocido en una persona desconocida, el tipo chulo de discoteca más pendiente de las mujeres y la magnitud del peso que podía elevar con sus bíceps que de la cultura en general.

Luca guió amablemente a su clienta hasta el piloto mientras veía aparecer una limusina de la que bajaba un chico bastante joven que despedía a su conductor mientras se acercaba al piloto y se identificaba como Dylan O'Brien.

El piloto miró en su tablilla y tachó dos nombres, Stinson y O'Brien. Tras eso les sonrió y se presentó

"Buenos días señores, seré su piloto en este vuelo a Dark Island. El trayecto aproximado es de dos horas y como sabrán" dijo repitiendo una broma muy manida entre pilotos de helicóptero "nuestro pájaro no tiene baño por lo que si lo necesitan les recomiendo que vayan a la terminal. Allí podrán encontrar máquinas de vending por si tienen hambre o sed. Tenemos que esperar a alguien más pero no se vayan muy lejos porque tengo orden de despegar enseguida que el tercer pasajero llegue"

Nadia miró extrañada al joven. Pensaba que era un viaje de trabajo. ¿Había invitado a más gente?

Le tendió la mano al joven de forma desenfada y tranquila - Soy Nadia. ¿Eres familia del señor Dark, Dylan? - miró hacía la terminal - Te importaría acompañarme?. Necesito ir al baño antes de subir - rió con suavidad mientras posaba una mano en su abultada tripa. - Así puedes contarme algo de ti. ¿Cómo es el señor Dark? - dijo mientras echaba a andar

El ruido de las aspas me impidió mirar centrado y poder enfocar a la mujer, hasta que el piloto nos habló a ambos, no había reparado en ella.

Centré mi mirada en su signo inequívoco de preñadez y abrí los ojos pensando en que pintaba una muchacha así en un campamento rehabilitador. Lo mismo era una de las terapeutas.

Al centrarse ella en mí dije. Sin tender mi mano.- Dylan... Y no tengo ni la más mínima idea de quien es el Señor Dark. - Me indicó que la acompañará al baño con lo que le miré al piloto y dije.- Volveremos rápido, no se olvide de nosotros.

Con la mochila en los hombros y tirando de la maleta seguí a la mujer y dije.- ¿A usted también le han recomendado hacer terapia o es una de las psicólogas?. Porque si es así, lo siento, pero el truco del profe molón ya esta pasado. He venido porque mis padres piensan que lo necesito, yo pienso que lo mejor sería que sufrieran ellos las terapias y admitieran que ellos son el problema.

Mientras Nadia y Dylan iban camino de la terminal una limusina aparcó cerca del helipuerto y de ella bajó un hombre maduro, en sus 40 aproximadamente pero que aparentaba algunos más, que se fue directo hacia el helicóptero como si fuera el dueño de él mientras el piloto hacia aspavientos dirigiéndose a él

Dificultad de la tirada 8 para Nate y 9 para Nadia

Felicity bajó del coche todavía algo aturdida por lo que estaba pasando y preguntándose hasta donde podría llegar la broma, preguntándose cuando saldrían las cámaras haciendo mofa de ella como esos programas cutres que se cebaban con los famosos, algo que hacía tiempo que ya no era, con las bromas más crueles posibles para retener a la morbosa audiencia televisiva.

Contó hasta diez, pero allí no había nada más que un helicóptero negro y un piloto con mirada aburrida sujetando una tablilla. Felicity se acercó a él y se identificó como Felicity Kramer. El poloto consultó su tablilla y sonrió asintiendo satisfecho

"Buenos días señora Kramer, soy el comandante Smith y seré su piloto durante el día de hoy. El trayecto a Dark Island es de unas dos horas y como puede observar" dijo señalando hacia el aparato y repitiendo una manida broma entre pilotos de helicóptero turísticos "No contamos con baño dentro. Si necesita ir al servicio hay unos baños en la terminal, así como varias máquinas de vending donde puede encontrar algo de comer o beber mientras espera. No se vaya demasiado lejos, en cuanto lleguen los dos pasajeros que falta despegaremos. Órdenes del señor Dark"

Iba con aquella mujer de camino a los servicios cuando un tipo, parecía llegar al igual que nosotros al helicoptero. Sin dejar de mirar dije a la mujer.- Parece que ya estamos todos.

¿Pero...? ¿Qué coño pasa...?.- Dije mirando los movimientos del piloto.

Mira al hombre que se baja casi a la vez que ella y que en pocos pasos se pone a su lado,haciendo una pregunta a la que ella asiente con una sonrisa algo tímida

-"Pues sí,aunque no esperaba que hubiese más gente,la verdad"-le mira estudiando su rostro y su porte-"Vanessa Townsend"-responde tendiéndole la mano.Mira su pequeño bolso de viaje y niega-"Oh,no se moleste,no pesa,gracias"-le dice con educación

Nadia miró al hombre más maduro y una sensación de dejavu la invadió, tan molesta e insistente como falta de consistencia para poder localizar esa cara en la bruma de sus recuerdos. Por otro lado, estaba totalmente segura que el joven era un completo desconocido.

Para Vanessa el joven gallito de gimnasio era eso y lo contrarió supondría una gran sorpresa. En cuanto al hombre lo conocía de vista, como no conocerlo, era el famoso Sir Gustave Cavanough , novelista mucho más exitoso que ella cuya obra había sido más bien mediocre hasta que sacó su obra maestra, una novela policiaca que narraba el robo de unas joyas de forma magistral, y desde entonces ha vivido de rentas y de obras menores, esperando a que la inspiración le volviera a golpear con tanta fuerza.

Encantado, señorita Townsend. - Reanuda la marcha - ¿Es usted... actriz de teatro quizás? - Dado lo directo de la pregunta Gustave puso gesto de disculpa y aclaró el motivo de la misma.

¡Pero disculpeme! ¿Dónde dejaste los modales, Gustave? Siento la indiscreción, es que tengo la vaga sensación de haberla visto antes. No en persona, claro, sino estoy seguro de que la recordaría.

Entre que charlaban llegaron al helicóptero donde el aguerrido joven estaba de pie y el piloto en cabina esperando.

Buenas tardes, caballeros. Soy Gustave Cavanough - Les dijo tendiendo la mano a Caleb - ¿Trabajan ustedes para el señor Dark? - Estaba bastante convencido por su aspecto de que el muchacho no trabajaría para Dark, pero tampoco tenía muy claro qué hacía allí y esa fue una fórmula discreta para preguntarlo.