Partida Rol por web

La mujer asintió divertida ante los comentarios mientras descorchaba la botella de tinto de Borgoña con la habilidad de quien lo ha hecho cientos de veces. La etiqueta rezaba que era un Romanee-Conti, un caldo que en su peor añada se había vendido por más de 15000 dolares la botella, por lo que denotaba que no solo conocía bien lo que le estaba ofreciendo sino que no le importaba mucho el verse descubierta consumiendo una botella que probablemente no estuviera destinada para su uso personal

"Boggoña, una sabia elección. Fuegte y con cuegpo, vagoníl pego a la vez ligegó como las manos de un hombgre cuando.... " sonrió con coquetería mientas escanciaba una copa generosa y la olía mientras giraba su contenido lentamente, con la dedicación de una madre antes de asentir y musitar para ella misma "c'est excelent". Antes de servirle al escritor le dio un largo trago apreciativo para comprobar el estado del vino mientras la fugaz punta de una lengua pequeña y rosada aparecía entre los labios para limpiarlos.

"Está buenó monsieur y pagecé que no está envenenadó. Puede utilizag mi copa si lo prefiege o servirse en una copa limpia. Ahoga mismo y hasta que no se aclage todo esto pagece más un campo de minás que una cuisine. En cuanto al Bugdeos estoy totalmente de acuegdo, demasiada fama para la calidad del vino. Mucho magketing. Así que la fidelidad es impogtante monsieur Cavanaugh? Si fuega pog fidelidad le tendgría que habeg segvido Lambgruscó aunque le he de admitig que la fidelidad es impogtante siempgre que no sea abuggida"

Finalmente rompe en una carcajada divertida de niña pequeña mientras coge un saco de patatas y una puntilla, un pequeño cuchillo de hoja corta y afilado que se utiliza para cortar patatas, y se acerca por detrás a Sir Gustave mientras le pone el cuchillo en una mano y una patata en la otra. Divertida coge las manos del escritor mientras le explica la técnica para cortar patatas

"Un escritog como usted no necesita musas monsieur, pego puede que una cocinega le inspige.. Cuidado con la puntilla, está muy afilada y gecuerde se mueve solo la mano del cuchillo cuando la patata no se mueve sino tendgremos que buscag tigitas por la casa. Es muy fácil....y ahoga sea un escritog bueno y yo segé una cocinega buena, d'acord?"

Sir Gustave pudo notar la suavidad de sus manos y el contacto de su cálido cuerpo contra su espalda mientras le daba su explicación, el ligero aroma a algo fresco y floral que no había olido nunca y la intención de la voz que prometía placeres ocultos sin prometerlos.

Tal como había llegado se retiró y empezó a cortar trozos de papel de aluminio con los que envolvería su salmón. Estaba tan preciosa cuando se concentraba en preparar su comida que casi cortaba la respiración. Cuando se agachó a meter el pescado en el horno le dio otro trago a la copa y le dijo

"Ggreg es atgractivo pog fuega...pego dentgro esta vacío. Usted.....bueno....cgreo que es el balance pegfectó entgre cuegpo y alma....y...."

Y entró el mayordomo que se los quedó mirando a los dos con una expresión extraña en el rostro. Sin medias palabra se retiró de la cocina pero lo que no decían las palabras lo decían sus ojos, odio, rencor y algo más.

Mientras el mayordomo salía de la cocina la voz conocida del señor Dark se colaba entre los conductor de ventilación para realizar otro macabro anuncio. Alguien más había muerto y ya solo quedaban 13 de ellos, o 12, 12 si uno de ellos era un asesino.

https://drive.google.com/open?id=11lS-lKaEZf1aDmRLe9eb8lH1t59esTYq

La tenebrosa voz de la grabación (si es que era una grabación) interrumpió la respuesto del caballero inglés antes incluso de que llegara.

Por poco sedauncorte en un dedo con el afilado pelapatatas. Cuando por fin retoma el aliento, en su voz hay premura.

Cherie, mucho me temo que debemos entrar en aquella habitación si queremos salir de aquí con vida. Y no tengo intención de despedirme de la vida pelando patatas. Piensa, es muy importante. ¿Dónde podría esconder el señor Dark la contraseña de acceso a su habitación o quién puede conocerla?

Un ligero temblor recorrió el cuerpo de Catherine cuando escuchó aquella voz saliendo de los conductos de ventilación, rebotando y propagándose, dando la impresión de que Dark estaba en todas partes y en ninguna a la vez, como un fantasma que solo se materializaba para atacar.

Con gesto rápido cogió la pequeña puntilla y las patatas y empezó a cortar a toda velocidad mientras una expresión de ligero enfado fruncía su ceño y arrebolaba sus mejillas

"Ya entiendó, el señog dectetivé ha venido a integgogagme... C'est bien, c'est bien. Yo no conozcó al señog Dagk y no sé quien puede teneg la contgraseña pego si confía en alguien es en madame Hemméns, en su habitación hay un getgrató del señog Dark y es una pegsona mayog, puede que haya apuntado algo en sus papeles. Y ahoga, si me pegmite, tengo que haceg mi tgrabajó sinó 12 pegsonas me matagán a mi pog no teneg que comeg... Vayasé a jugag a los detectivés"

Por lo que parecía el flirte se había acabado. La certeza de otra muerte o la escasa colaboración, era difícil de decir, pero aquella mujer se concentró en la comida como si fuera la última que fuera a servir, como si fuera la última vez que disfrutaba de su pasión, la cocina.

Discúlpeme, Cherie. Nada me gustaría que disponer de toda mi vida para verla crear. Lo que me preocupa es que precisamente eso se vuelva mucho más fugaz de lo que quisiera. No solo la necesito con vida sino que la quiero con vida. Por favor, Cherie, venga conmigo. Resolvamos esto juntos y le prometo que cuando hayamos salido de aquí dedicaré no solo horas, sino días, semanas y meses enteros a verla crear arte.

La mujer estalló y rompió a llorar mientras miraba a Gustave con una amalgama de sentimientos dibujada en sus ojos. Rabia, determinación, dolor, sorpresa y atracción, ella se sentía atraída pero no conseguiría moverla de esa cocina utilizando solo su palique. Elevando la voz le dijo

"BASTA YA MONSIEUR. QUIEGUE VEGME CREAG? PUES GESUELVALO! ENCUENTGRE A ESE CABGRÓN, ESE ES SU TGRABAJÓ, EL MIO ES DAG DE COMEG A TODOS EN UNA HOGÁ, NO LO ENTIENDÉ?? PUEDE SEG LA ÚLTIMA CENA DE ALGUNO DE NOSOTGROS, ESTAMOS TODOS CONDENADOS. AGGEGLELÓ, AGGEGLELÓ Y LO ENCADENAGUÉ A MI CAMA UNA SEMANA."

Con un suspiro y limpiándose una lágrima se acercó a Sir Gustave, se puso de puntillas y rozó sus labios con los suyos mientras volvía a sus fogones.

"Ve, Gustave, encuentgraló..."

No dijo nada más, ni siquiera con sus gestos. Simplemente se giró y salió de la cocina con intención de resolver aquello como ella le había pedido. Pero no iba a ser fácil. Se encamino en dirección al cuarto de la arpía. Su objetivo era el cuadro del señor Dark.

Cuando Wallace entró en la cocina se encontró algo desconcertante. No estaba la señora Hemmens y la cocinera estaba llorando mientras troceaba unas judías y unas zanahorias a velocidad pasmosa. El golpear del cuchillo contra la tabla apenas tapaba sus sollozos mientras balbuceaba cosas en francés, ininteligibles todas ellas menos unas que se repetían como un mantra

"Je ne veux pas mourir.......Je ne veux pas mourir......Je ne veux pas mourir....."

Los fogones de la cocina estaban parados pero de los hornos surgía el delicado aroma del pescado. Junto a la cocinera había una botella de vino tinto a medias con una etiqueta borrosa por el paso de los años que, a juzgar, por las dos copas que descansaban en la encimera había sido compartida no hacía demasiado tiempo.

Los gritos de la señora Hemmens se podían oír en el ascensor, gritos de un dolor intenso que hacía que se retorcieran las tripas, unos gritos que cada vez eran más lastimeros y menos estridentes hasta que finalmente desaparecieron por completo.

Catherine se santiguó y siguió cocinando mientras un temblor recorría su cuerpo. Parecía que nada la apartaría de su misión como si preparar la cena la fuera a salvar de un terrible final.

Se alegró al saber que Stinson estaba a salvo, suponiendo que se habían adelantado para inspeccionar la habitación de Hemmens cuando ella no estuviera presente. Simplemente les sonrió sin saber si habían captado su presencia, alzando una mano a modo de saludo antes de seguir su camino, ya que parecían ocupados no quería molestar en sobremanera.

Al llegar a la cocina oteó la habitación buscando a los integrantes del ascensor, preguntándose si la maquinaria que alzaba el cubículo tardaba tanto. Sin embargo encontró a la cocinera llorando, una situación que prefería no vivir al no saber cómo controlar las emociones femeninas. Por favor, no son alienígenas.

- Di-disculpe, ¿se encuentra bien? – Se acercó lo suficiente para ver que estaba cuchillo en mano troceando comida. Por un lado admiró la entereza de poder cortar tan rápido sin amputarse un dedo, pero por otro temía que las lágrimas nublaran sus ojos y tuviera un descuido.- Por favor, pare.- Estaba nervioso, mirando fijamente el cuchillo. Con cuidado le colocó una mano en el hombro, esperando tranquilizarla.- Todo irá bien, no se preocupe, pero por favor, pare antes de que se lastime.- Si veía que la mujer se relajaba, colocaría una mano en la que sostenía el cuchillo, instándole a frenar.

Sin embargo el intento de consolarla no duró demasiado, lo suficiente para escuchar unos desgarradores gritos procedentes del ascensor. El mismo por el que se habían metido Hemmens, O’Brien y Hallard.

Alarmado por los últimos acontecimientos, miró primero a la cocinera y luego a la dirección que conducía al ascensor. Algo ha pasado. Lo sabía, el maldito ascensor tenía trampa.

- Quédese aquí, no se mueva.- Corriendo, fue directo hacia el ascensor para pegar un par de golpes a las metálicas puertas.- ¿Hemmens? ¿Hallard? ¿O’Brien? ¿Qué ha pasado, estáis bien? – Gritó mientras pulsaba los botones, esperando que llegara y rezando, internamente, por el bienestar de los ocupantes.

La cocinera miró a Wallace con los ojos llorosos mientras cabeceaba afirmativamente muy despacio y decía un "Oui" que se parecía más a un suspiro que a una respuesta. La mujer bajó la vista al cuchillo y se volvió a encontrar con los ojos de Wallace antes de decirle con una débil sonrisa "No se pgreocupé señog Bullócks, podgría hacegló con los ojós ceggrados, no suelo cogtagme pego son gafés del ofició. Mige, ya pago..." dijo soltando el cuchillo. Cuando parecía que todo había acabado ahí  los gritos de Hemmens, desesperados y agonizantes, se convirtieron en un augurio de lo que sucedería.

Con gran velocidad Wallace salió de la cocina camino del vestíbulo, tal vez llamando al ascensor podría parar lo que estuviera sucediendo.

Las sangre de Nate goteaba inexorablemente hacia el suelo dejando un reguero a su paso, como las migas de pan del cuento de Hansel y Gretel, dejando un claro indicador de la presencia de un herido en la casa y de la dirección que había tomado. Nate parecía ajeno a todo aquello mientras miraba con aire desconcertado hacia la primera planta, esperando ver algo que solo el sabía, mientras que Wallace paciente le animaba a ir a la cocina para intentar poner algún remedio al desastre que tenía en la mano. Solo le había quedado un dedo sano, el meñique, mientras que el resto de dedos habían sido cercenados y se podía ver a través de su palma por un agujero y Wallace iba a tener trabajo, eso siempre que Nate dejara de comportarse como un loco.

Llegaron a la cocina y el olor a salmón les saludó. La cocinera no estaba allí y nadie había limpiado los utensilios utilizados para la cena, por lo demás la cocina parecía estar como siempre salvo la falta de cuchillos de los cuchillos más grandes del cuchillero. Muchos habían cogido alguno para sentirse más seguros, casi todos ya estaban muertos.

Nate no estaba seguro de haberlo visto o no pero le pareció ver movimiento en la despensa al fondo de la cocina, aunque, teniendo en cuenta de que escuchaba el reloj del vestíbulo, percepción que su mente racional aullaba diciéndole que no podía ser cierta. Sus sentidos le estaban engañando? Se estaba volviendo loco?

Era una continua guerra entre el morbo y la sensatez. Tener una herida abierta tan profundo cerca la daba curiosidad, quería ver el grado sin llegar a imaginarse el dolor que pudiera sentir Nate, pero sabía que, posiblemente, si la miraba más de 2 segundos acabaría desmayado por la impresión. Por ello instigaba a andar más rápido al herido, cruzando primero la puerta de la cocina y oliendo el salmón que sería la cena, apartándolo del fuego al ver que no había nadie.

- Debo avisarle que no sé nada de medicina, sólo lo que enseñan por la televisión.- Que prácticamente, era cero. Buscó entre los cajones pañuelos, todos los que pudiera, para envolver su mano e intentar que la sangre no siguiera brotando. Remedio casero fruto de la desesperación, pero poco más se le ocurría.- ¿Quiere que vaya a buscar a alguien? Seguro que tienen algún botiquín escondido por ahí.

Wallace empezó a trastear en los cajones de la cocina y no tardó en encontrar lo que buscaba. Una docena de trapos de cocina impolutos junto a los fogones con los que intentar taponar la herida de Nate, si es que conseguía que tomara consciencia de la gravedad de su situación.

Según iba abriendo cajones fue encontrando distinto equipo que podría llegar a servirle en caso de querer jugar a los médicos como una hacha de cocina, un soplete para flambear, hilo y cuerda de los empleados para rellenar aves y alcohol suficiente para anestesiar un caballo, aunque por los largos nombres afrancesados de las botellas de vino debía ser un auténtico pecado usarlo para anestesiar a Nate o limpiar sus heridas pero no había nada más adecuado.

Según revolvía los cajones Wallace creyó captar movimiento en la pequeña ventana que daba acceso a la despensa. No pudo concretar quien era pero por la longitud del pelo debía ser una mujer y si tuviera que apostar por alguien diría que Catherine se había atrincherado en la despensa.

Wallace empezó a sacar todo lo que veía en los cajones, amontonándolos en la encima, uno encima de otro, y procurando que no se cayeran al hacer una pirámides de objetos digna de un buen escultor barroco. Al no haber nada más que coger se detuvo unos minutos mirando el montón, ¿qué podría hacer con todo eso? McGiver sólo con dos de estos objetos creaba una sala de operaciones y una bomba casera.- Cogiendo una a una cada cosa, y dándole la vuelta por si detrás había un manual de instrucciones, se quitó la chaqueta sintiendo el calor de la cocina y dejándola sobre una mesa vacía. No sabía por qué lo hizo, pero necesitaba ganar tiempo.

El movimiento en una ventana de la despensa hizo que alzara el rostro y achinara los ojos, fijándose en el cabello.- ¿Catherine? – Preguntó con un hilo de esperanza en la voz, esperando realmente que fuera ella y no Dark con peluca de Amazon.- Soy Wallace, Bullock. Por favor, tiene que ayudarme, Nate está herido.- Aunque se acercó unos pasos por si quería asomarse y comprobar si realmente era él no se adentró en la despensa, temiendo que lo tomara como una violación a su intimidad al estar asustada por lo sucedido.

- El baño... - dijo Nate - Vayamos al baño... seguro que allí debe haber un botiquín... - dijo Nate apretándose con un trapo su recién estrenado muñón, a la vez que su búsqueda se centraba en algún tipo de botella con alcohol (y no sanitario, precisamente) - ¿Donde estaba el jodido baño...? No quiero subir a mi habitación... - Miró hacia el techo como si pudiera sentirse observado por una cámara. Como si ese fuera el motivo de que Oscuro supiera cada uno de sus pasos - DARKKKKK ¿vas a venir lo que has dejado a medias?... jajajaja... DARRRRKKKK ... no seas cobarde... todavia me queda la otra mano para darte de hostias hasta en el cielo del paladar... enfrentate a los problemas como un hombre... demuestrame que has dejado ese trauma infantil atrás... 

Las palabras de Nate, desde fuera parecían  las de un tipo, totalmente enloquecido.