Partida Rol por web

Mille entra en la casa y comprueba aliviada que Odolf ha vuelto.

- ¡Pero Odolf!... ¿Dónde has pasado la noche?... Me tenías muy preocupada, he ido a buscarte a la carnicería, pero Bruno tampoco sabía dónde podías estar... - tanto tiempo sin hablar con nadie hacía que su lengua se disparara, así que sin darle tiempo a responder, prosigue - Espero que no hayas olvidado que hoy nos corresponde pagar el tributo... ¿tenemos suficiente dinero?... ¿cómo fue todo ayer en el mercado?

- Tras comprarle a Symon unos sacos de tomates y lechugas, a mí me quedan 25 feudados. Veo que Bruno te ha vendido buenas piezas de carne... Cuando te hayas cambiado, te acompañaré a venderlas al mercado y aprovecharé para comprar alguna otra cosa que necesitemos, si es que sobra algo después de pagar el tributo.

Mille entrega a Odolf sus 25 feudados, para que los guarde en la bolsa junto con el resto, y ambos salen de la casa.

No será difícil vender al menos una pieza de carne para tener suficiente dinero para el tributo... piensa mientras cierra la puerta.

- Da gusto entrar en casa tras un día tan largo... estoy muy cansada, pero verás como este jabalí tan rico que voy a preparar nos va a sentar muy bien, Odolf... - dice Mille mientras comienza a trajinar en la cocina.

Wernerus sigue gritando desde la entrada de la casa:
-¿Hay alguien ahí?

Pasas un rato, pero no encuentras a nadie, sigues oyendo los gritos eso si, parece que vienen ¿de abajo?, te pones a buscar frenéticamente entre el caos de maderas, y utensilios desperdigaos, oyes como la lluvia amaina. Al rato encuentras lo que parece una entrada a un sótano, totalmente tapiada por maderas, poco a poco y con buena letra lo destapas, abajo están la otra parte de la familia de Otto, junto con la señora Coinless. El sótano está cubierto de agua, y quizá llegando un poco más tare hubieran quedado todos ahogados, no fue la mejor decisión esconderse ahí, sin lugar a dudas.

Como la lluvia parece haber amainado, Wernerus se desata la cuerda. Mientras arranca los últimos trozos de madera que tapian el camino hacia el sótano, el carpintero grita con su grave voz, llamando a Otto.

-¡Otto!¡Están aquí tus crios! Aguante, Señora Coinless, ya casi estoy... ¿Qué ha sido de su marido?- pregunta Wernerus para darles charla y calmarlos.

La Sra. Coinless sale la última del sitio oohhhh gracias adiós Wernerus que nos has oído y sido valiente para rescatarnos... mi marido no se donde está, pero no dejo de pensar en lo peor... ¿Estás tu solo? ¿hay más gente fuera?

Las cuatro personas parecen bien, están caladas, mojadas y con algunos rasguños, pero nada más grave que eso.

El empapado Wernerus se rasca pensativo la cabeza.
-No hay nada que agradecer, mi señora. Pueden pasar todos a mi casa, donde Otto y mi hermano ya se guarecen. Les aviso de que andan en paños menores, espero que eso no les incomode. Pero estaba pensando en dónde puede encontarse su marido ahora mismo. ¿Suele salir de noche a hacer negocios?

Mientras hablan, Wernerus se vuelva a atar la cuerda y va haciendo viajes mientras transporta a la gente.