Atravesando los campos de cultivo con sumo cuidado, el viejo ciego Ernestus y su lazarillo Wyric, de apenas diez años, llegan a la casa de Evese Platernish, a quien conocen de anteriores visitas a por suministros para llenar su pequeña despensa allá en Pinepass Forest.
El anciano da tres sutiles golpes de bastón en la puerta.
-Buenos días Evese...¿está usted en casa?
-Ohh...lo lamento señor, no era nuestra intención molestarles, pero nuestra pequeña despensa hace unos días que se agotó, y hemos venido aver si tenían algún alimento que vender a bajo precio...ya que apenas tenemos feudados.
El anciano hace sonar un pequeño pañuelo en el que llevan guardados sus pocos feudados. Mientras tanto, el pequeño Wyric mira al hombre que les abrió la puerta con cara de lástima.
-Está bien buen hombre, llénenos una bolsa de mandarinas.
El anciano entrega el pañuelo con las monedas al pequeño Wyric, quien le entrega dos feudados al señor que permanece ante ellos en la puerta.
-Lo ves Wyric, algo es algo, al menos tendremos unas cuantas mandarinas para acallar el hambre.
Ya me he descontado un par de feudados de mi lista de equipo, en cuanto nos entregues la bolsa de mandarinas apúntatelos.
-Ohh, descuide buen hombre, el próximo día que bajemos al pueblo le traeremos la bolsa.
El viejo entrega la bolsa de mandarinas al pequeño Wyric, quien se la echa a la espalda para sobrellevar bien el peso.
-Muchas gracias amigo, hasta pronto.
El anciano y el pequeño abandonan los campos de los Platernish en dirección a la taberna de Agnies.
//Ernestus y Wyric salen de escena