Coge el rosario... este es el que robaste de la iglesia ¿verdad? porque si no lo es, no lo quiero, quiero aquel que sustrajiste de la iglesia mira al otro tipo al que le ha salvado de las fiebres shhhhhhhhhhhhhhhhh... a ti que te importa que quiera yo hacer si estás vivo, recuerda que igual eres para mi vivo que muerto... y agudiza la locura en su rostro.
Helmich, buenos presagios tengo para ti, pero antes debes hablar con tu amigo sobre tu nueva vida.... suspira mientras seca una baba que empezaba a caerse de su boca...cuando lo hayáis hablado volveré... podéis quedaros aquí, la sangré bañará frog trees en breve... y desaparece al traspasar una de las sombras.
- Gracias anciana, y sí es el que me llevé de la iglesia.
Mirando a Leffard, suspira y asiente:
- Sí, creo que ha llegado el momento de que hablemos sobre ello. Sobre el baño de sangre, quizás Porcco que staba encerrado se haya escapado o le hayan liberado. Los soldados vendrán a por él, quedemonos aquí.
- ¿Leffard?.
Heimlich vuelve a repetir su llamada todo lo alto que se atreve, el bosque parece amenazante, y más ahora que la bruja les ha dicho lo que va a ocurrir. Amedrentado, decide descansar por una vez en lo que parece un lugar seguro, y recogiendo algunas ramas secas rapidamente, entra de nuevo en la cueva a dejar pasar la noche con una hoguera que le caliente. Busca un buen lugar desde el que el fuego no se vea desde fuera.
Desde la posición en la que estás, aunque no ves a los soldados, oyes sus numerosos pasos, aún están lejos del sitio donde están los hombres de Porcco, deben estar reagrupándose.
Heimlich arroja arena sobre la hoguera, y comienza a adentrarse cueva adentro.
Aferrando su arma, el sudor con el que el fuego había bañado su piel se enfriaba rápìdamente según se internaba en la cueva.
En el sigueinte recodo, el temor se acrecento pues la luz del exterior no iluminaba ya el túnel. Heimlich necesitó de todo su valor, su mente puesta en una nueva vida sin esto. En quizás una familia, y un pequeño al que enseñar lo que puede conseguir un hombre si se lo propone.
Por fin, palpando su camino, retirando la mano rápidamente al notar alguna extraña textura, quizás movimiento, pero aún así avanzando, Heimlich se adentra en la cueva.
Tras no mucho de andar llega a aquella sala donde ya estuvo una vez... ahí hay de todo, la mujer no está.
Heimlich se sienta al lado de los restos de la hoguera, y arrebujándose en un rincón de la sala, se sienta a esperar aferrado a su scramax.
Aparezco entre los matorrales haciendo el mas leve ruido posible y cuando estoy cerca de mi amigo digo con voz baja, tranquilo amigo soy yo, saliendo de entre las protectoras sombras que se ciernen sobre mi, miro a mi alrededor para ver que veo y espero paciente a que Helmich me diga algo.
Ya me he encontrado, jejejeje por cierto ahora estoy en un ciber pero creo que esta tarde ya vuelvo a tener internet.
- Esperemos hasta que los soldados se marchen del bosque. Es peligroso andar ahora por ahí.
Cuando escucho a mi amigo asiento con la cabeza callado y espero.
Se oyen entrar al bosque caballos, varios caballos... pronto es posible que se oigan los gritos de la batalla.
- ...los soldados...tengamos cuidado...si nos encuentran nos colgarán, puedes estar seguro, ya huí una vez de álgo así...-susurra Heimlich.
Bien amigo es el mejor momento para escondernos lo mas alejado de la batalla, digo en susurros contestando a Helmich