Partida Rol por web

Sonrio al ver salir al barquero de entre unos matorrales ajustáandose los pantalones y acomodándose en la barca.

No se preocupe amigo, todos tenemos necesidades de esas. ¡Y suelen requerir nuestra atención de forma más urgente que cualquier otra cas en esta vida!

Me giro buscando a Eve.

Y, sí. Vamos al castillo, pero tenemos que esperar a mi hermana, que venía detrás mia.

¿Dónde se habrá metido esta chiquilla ahora?

Quedo en posición de jarra mirando hacia el pueblo hasta que llegue Eve.

Ya voy ya voy... llego corriendo y sin aliento... hermano que prisas hoy!!

Buenas señor... gracias por esperarme...

subimos a la barca en rumbo al castillo como todas las mañanas...

El buen barquero me ha traido gratis por cantarle una canción durante la travesía, se lo agradezco y me voy rumbo al pueblo.

Llegamos al embarcadero y bajo la compra de la barca para después volverme y despedir y pagar al barquero.

Bueno amigo, ¡ya estamos aquí!. Muchas gracias por el agradale paseo. Aquí tiene lo suyo. Nos vemos mañana. ¡Qué tenga una buena noche y qué descanse!, ¡que se lo merece!.

Me alejo hacia Vineloot agitando la mano en alto.

Salimos de la nueva ubicación de nuestro carro. Voy ayudando a Eve a caminar debido a que se encutnra herida.

el embarcadero ya no existe, ni maderas, ni barcas ni barqueros reposan sobre el agua hoy.

Matt! Más despacio! no puedo... sus rodilla fallan y pierde la postura erguida.

Sus ojos se quedan abiertos y muestran su miedo e impotencia al ver lo que queda del embarcadero.

Matt!!! qué vamos a hacer ahora???

Miro a Eve con algo de preocupación en mis ojos, pero trato de ocultarla para no preocuparla.

De momento llegar al pueblo para que te curen... después... ya veremos...

Seguimos camino al pueblo a paso tranquilo.

Llego cansado de "arrastar" el cuerpo sin vida del ebanista. Al llegar cerca del carro lo suelto, apoyándolo cerca de un árbol.

Lo siento amigo, pero lo primero es lo primero... y creo que ati ya no te importa esperar...

Me acerco al carro y observo la situación.

A ver que puedo salvar de aquí.

Al llegar, antes de apoyar al hombre, el carro lo ves ya despedazado, parece que el agua esta vez no le ha perdonado. Por el suelo puedes ver trozos de madera rotos, incluso un velo de tu hermana hecho trizas colgado de la rama más cercana al suelo de un árbol. No ha quedado nada recuperable, pues la mayoría de cosas estarán ya en el fondo del lago.

La desesperación se apodera mi al ver el estado en el que ha quedado nuestra "casa". Por un momenot quedo inmovil, con la mirada perdida en la nada. Tanto que el cadaver del ebanista se resbala entre mis manos... lo cual me hace reaccionar a tiempo para agarrarlo y evitar que se golpee contra el suelo.

Tras dejar al hombre me acerco con actitud algo desesperada a los restos del carruaje.

Busco entre las maderas y en la zona en la que está la parte más grande del carro, tratando de encontrar algo que pueda recuperar, aunque en el fondo sé que lo hemos perdido prácticamente todo.

Quizás los utensilios de cocina, al ser metálicos, hayan aguantado mejor... al menos servirán para algo.

MIentras rebusco entre los restos voy apartando jirones de tela que una vez fueron nuestras pocas vestiduras para teatros. Trozos de la caja pintada en la que hacía las funciones de títeres para los niños... Unas lágrimas comienzan a caer por mis mejillas.

Puede que encuentre algunas pinturas que aún sirvan... ¡Vamos!, algún vestido de Eve habrá quedado medianamente útil... ¡alguna moneda habrá!

Conforme rastreaba el terreno palmo a palmo, me acerqué a la orilla a ver si se diviaba algo flotando en el rio y en el fondo de éste que no fuese muy dificil de alcanzar.

Vamos, vamos, ¡devuélveme algo!.... No me importa mojarme, pero NECESITO encontrar... algo...

Me quedo un buen rato dando vueltas por el lugar buscando, incluso, mirando varias veces en los sitios más probables.

Haciendo un buen esfuerzo, el joven Matthias metió incluso hasta medio cuerpo en ese fría agua que le entumecía poco a poco el cuerpo, rápido tratando de localizar algo, encontró dos pequeños saquitos que para cogerlos tuvo que zambullirse. Finalmente ya saliendo encontró uno de sus trajes de juglar, mojado y flotando en el agua llevado lentamente por la tranquila corriente. Desde aquí podía ver como aquel lago había crecido tras la lluvia expandiéndose hacia la tierra.

Salgo tiritando del agua helada del lago. Mis pasos son lentos y torpes debido a que aún tengo entumecidos los miembros. Pero el sol de mediodía ayuda bastante a recuperarme.

Al poco rato recupero una temperatura aceptable, aunque aún tengo la ropa mojada.

Estoy empapado pero, al menos, ¡he conseguido recuperar algo!

Me quito las prendas superiores y las coloco en una roca cercana extendidas para que se suequen al sol. Aprovecho para sentarme un momento y ponera buen recaudo en mi cinturón lo que he conseguido rescatar y descansar un poco.

Desde mi asiento obsrvo el cuerpo son vida del ebanista, inerte, apoyado en un árbol al otro lado del claro.

Bueno amigo... creo que es tu turno... siento no poder darte nada mejor.

Me levanto con cansancio y busco entre los restos del carro algún trozo de madero o metal adecuados para hacer un pequeño agujero en la tierra. Me adentro una veintena de metros entre los árboles de la ribera y comienzo a cabar.

Al cabo de algunas horas tengo un hueco del tamaño de un hombre estirado y de unos 5 metros de profundidad. Dejo dentro el cadaver del ebanista y lo comienzo a cubrir con la tierra húmeda que había sacado anteriormente.

Cuando termino, me hago una cruz improvisada son algunos restos del carro y la clavo cerca de donde ha quedado la cabeza del difunto. Recojo algunas flores silvestres de los alrededores del rio y las coloco sobre el humilde sepulcro a modo de ornamento. Por último me arrodillo ante la tumba y rezo una oración por el alma del pobre hombre.

No te preocupes por tu hija amigo. Cudaremos bien de ella.

Me santiguo y me levanto. Cojo mir ropas ya secas y ligeramente calentadas por el sol y la roca, lo que me hace sentir una agradable sensación al ponérmelas de nuevo. Cojo lo que había recuperado, echo un último vistazo al lugar para asegurarme de que no me quedo nada de valor y comienzo el camino de vuelta al pueblo.

Hago una última y breve parada para vislumbrar entre las ramas de los árboles la tumba del ebanista y continúo mi camino.

Eve debe estar preocupada ya.

Acabas de enterrar al tipo, ahora tus ropas mojadas han cogido la coloración marrón de la tierra. Clavas aquella improvisada cruz y revisas bien que tus hallazgos en el río no hayan caído del cinto, no, todavía siguen allí. Tras esto emprendes tu regreso hacia la casa donde está Evese con la niña.