Partida Rol por web

El anciano duda por unos instantes, pero luego agradece a Will su amable proceder.

-Muchísimas gracias Will, como bien dice Wyric te lo pagaremos en cuanto podamos...por ahora toma estas tres monedas, las dos restantes ya te las daremos cuando nos sea posible...

El anciano entrega sus tres últimos feudados al jóven encargado de la taberna, tendiendo la mano en la nada para que él la coja...

Tras ello se encamina hacia la salida ayudado por Wyric.

-Pues si hijo mío...es un milagro que aún quede gente de bien en estos tiempos que corren...será mejor que volvamos a casa antes de que anochezca.

Abro la puerta de golpe, con una sonrisa de oreja a oreja, y las mejillas coloreadas por la caminata pero, antes de tener tiempo a saludar a Will con el entusiasmo que se merece después de haberle dejado solo tanto rato, la visión de varios caballeros sentados en la taberna me deja con el gesto congelado, la boca abierta y los ojos como platos.

Vaya, vaya... digo recobrando poco a poco la compostura la pobre Agnies se va a cumplir con sus deberes con el señor feudal y, mientras, el avispado de Will monta una fiesta a sus espaldas.

Camino entre los hombres sonriéndoles amablemente hasta llegar a la barra, donde encuentro a William con cara de agotamiento.

Si es que no se te puede dejar solo doy unas palmaditas en la espalda del chico o no pensabas presentarme a tus apuestos amigos? Jejejeje...

Empujando suavemente al chico con una mano apoyada en su espalda, le llevo una zona de la cocina donde, sin perder de vista a la clientela, podemos hablar por lo bajo sin ser oídos.

Pobrecito, que día más desafortunado para quedarte solo

Doy un beso en la mejilla del chico y, quitándome el chal, lo poso sobre uno de los bancos que rodean el hogar.

Ha pasado algo que deba saber? Espero que no te hayan dado demasiado trabajo. Agnies ya está de vuelta, así que no te preocupes.

Acomodo mis ropas con gesto decidido antes de volver tras la barra para atender a los presentes.

- Hoy no ha parado de entrar gente. Y esos caballeros hospitalarios ya han pedido varias rondas. Hoy haremos un buen bote.

- ¡Chico! ¡¡¡ Tráiganos otra jarra de vino caliente!!! se oye la voz desde la mesa de los caballeros.

Buenas tardes!!!! Hola Agnies, qué tal el día? Mi sonrisa y mi cara iluminada delantan mi felicidad y mi alegría.

Hoy he venido antes por si puedo ayudarte y para charlar un poco que nunca nos da tiempo de decir ni tres palabras seguidas.

Miro a mi alrededor, vaya esto parece hoy muy concurrido.

Tras una amigable charla con Agnies y una sublime actuación al público de la taberna, me despido para ir a mi casa a ver a la cortesana y a Matt.

Me despierto con el pelo alborotado arremolinándose alrededor de mi congestionada cara. Dios bendito, que tormenta ha caído esta noche. Creía que no podría descansar ni una hora, pienso mientras saco de mis oídos dos trozos de tela que utilice como improvisados tapones ayer noche cuando la tormenta empezaba a amenazar con no terminar. Suerte que tengo el sueño pesado…

Que pasa que no cantas esta mañana, Ignatius, te ha cogido el agua?

Cuando miro por la ventana, la expresión de alegría mañanera se congela en mi rostro. El pueblo está anegado de agua y, aunque desde mi habitación veo poco más que el patio del vecino, no parece que haya un alma en la calle. Está claro que Ignatius no cantará esta mañana. Salto de la cama, abriendo la puerta de mi habitación de golpe.

William!!!?? Will?!

Me detengo un instante al comprobar con consternación que el agua ha inundado toda la planta baja de mi taberna. Las mesas y sillas flotan como cadáveres, chocando entre ellas de vez en cuando. Descalza junto a la escalera, el agua me llega un poco más abajo del tobillo, mojando mi larga camisa de dormir. Parece que me ha salvado estar en la segunda planta.

William?! Digo con voz temblorosa, acercándome a la habitación del chico. Golpeo un par de veces la puerta con los nudillos y abro sin esperar respuesta.

Will se encuentra en la cama, abrazado a la sábana con los ojos anegados en lágrimas.

- Agnies... pensaba que iba a morir... dice sin dejar de sollozar.

Madre mía, madre mía. Digo corriendo a abrazar al niño. Mira que eres tonto, como no fuiste a mi habitación a avisarme? Sentada en la cama, apoyo su cabeza en mi hombro, meciéndolo alante y atrás. No ves que la vieja Agnies es como un lirón? Y yo pensando que era una tormenta un poco escandalosa.

Después de estar un rato con William, pasando la mano por su cabello esperando a que se tranquilice, le miro secándole las lagrimas.

Bueno, bueno, ya está. Estamos los dos bien, y eso es lo más importante, no? Venga, vístete, por poco que nos apetezca, no queda otra que intentar salir de aquí a ver como anda la cosa en el pueblo.

Me levanto y vuelvo a mi habitación a ponerme algo presentable para intentar salir de casa.

Me visto a toda prisa, preocupándome de no salir en paños menores y poco más. Antes de volver a la escalera, compruebo que el dinero que tengo guardado en mi cuarto sigue donde estaba. Un poco húmedo, pero sigue ahí. Después de cavilar un momento con la caja en la mano, le encuentro un nuevo escondite, más alejado del agua.

Will! Estas listo?

Salgo de mi habitación y empiezo a bajar las escaleras con cuidado. Cuando mis pies tocan el suelo de la planta baja, el agua me llega un poco más arriba de la cintura. Las faldas flotan a mi alrededor, convirtiéndome en una especie de nenúfar desgarbado.

Hijo, corre e intenta salvar todo lo que puedas de la cocina. Vete subiéndolo arriba y déjalo donde puedas para que se seque. Da igual que no podamos poner un pie en las habitaciones, la cuestión es no quedarnos sin víveres, entendido?

Miro al chico para asegurarme de que me ha entendido y, antes de darme la vuelta de nuevo, le digo con una sonrisa tranquilizadora:

Y ten cuidado no te tropieces, el agua está muy alta. Luego miraremos que hacer para sacarla de aquí.

Camino hacia la puerta no sin esfuerzo, mis pesadas ropas enredándose entre mis piernas. Agarrándome a donde puedo para no perder el equilibrio, llego hasta la puerta y asomo la cabeza al exterior, intentando ver si hay alguien más rondando la plaza.

Will intenta moverse lo más rápido que puede hacia la cocina mientras el agua le cubre casi hasta su pecho.

La plaza se encuentra cubierta de agua, escombros y maderos. El carro de los actores a desaparecido y algunas personas comienzan a reunirse como pueden alrededor de la fuente.
Algunos cadáveres flotan entre las ruinas.

Entro en la taberna, colorada por el enfado y sudorosa por el esfuerzo de caminar con el agua por la cintura. Subo las escaleras y me dejo caer pesadamente en el ultimo escalón.

Te puedes creer que la gente está dejando el pueblo a toda prisa? Parece que ni les importa quien esta vivo y quien muerto. Resoplo molesta, pasando una mano por mi desordenado cabello.Que tal está la alacena, has podido rescatar algo? La verdad es que no tengo ni idea de que podemos hacer, pero no pienso salir de aquí con el rabo entre las piernas sin asegurarme de que nuestra taberna no tiene salvación posible.

Will aparece con varias piezas de fruta y algunas verduras en las manos. Están cubiertas de barro, pero parece que no están dañadas.

- Sólo he encontrado esto. En la alacena hay un agujero y la corriente se lo ha llevado casi todo.

dice con sus ojos llorosos.

- Quiza deberíamos irnos con ellos, ¿no?

Miro al chico con el ceño fruncido, pero al ver sus ojos anegados de lagrimas, mi expresión se suaviza.

Ven aquí digo haciendo que se siente junto a mi No hay nada de que lamentarse, y menos por unas verduras embarradas, me oyes? Estamos enteros y tenemos algunos ahorros, así que vamos a estar perfectamente. Además, ya sabes que Agnies sabe como arreglárselas.

Alboroto el pelo del chico antes de ponerme de pie y dirigirme a mi habitación.

Ala, iremos al castillo, pero solo a ver que se cuece. Pienso volver a esta taberna aunque solo pueda usarla de bañera. Me carcajeo de mi propia ocurrencia mientras entro en el cuarto. Coge cualquier cosa que no quieras que te roben, pequeño. En el estado en el que ha quedado todo, los ladrones no tardarán demasiado en aprovechar, y tampoco es que podamos cerrar la puerta.

Mientras hablo, cojo un pañuelo de los que a veces uso para cubrirme el pelo, y envuelvo en el la caja con el dinero, mi cepillo, el rosario, y algunas cosas más que guardo en mi cuarto. Haciendo con el una especie de fardo, me lo ato cruzado al torso, con las cosas en la parte de adelante, seguras contra mi pecho. Salgo del cuarto y, sin asomarme a la habitación de Will para darle un poco de intimidad, digo:

Puedes dejar tu muda y cosas parecidas, luego vendremos a por ellas.

William coge lo poco que le queda de sus pertenencias que tuviera en su cuarto, hace un hatillo y se lo lleva hacia fuera.

Etoy preparado Agnies.

Bueno, vamos allá. Digo mientras bajo las escaleras. Dame la mano anda, que el agua está muy alta. A ver por donde demonios se supone que vamos a pasar al castillo.

Todavía con gesto poco convencido, salgo de la taberna con Will.