4º día de la Vieja. Mes del Doncel. Año 242 D.D.
Tercera hora de la noche.
Lugar: Pasillo cercano a la entrada.
Cuando Ser Guileon se cruzó con lord Valder, el joven Haffer realizó un gesto de saludo con la cabeza. Tras él había dos guardias que lo seguían a cierta distancia mientras él los ignoraba. El chico pareció pensárselo un momento, pero al final se decidió por acercarse al Vance.
—Creo que aún no hemos tenido la oportunidad de presentarnos en condiciones —saludó—. Si lady Bessa es como vuestra hermana, supongo que yo soy como vuestro cuñado. Además quería felicitaros por vuestro nombramiento, Ser Guileon. Estaba buscando alguien que me ayudase a dar esquinazo a los dos pesados con que me hace cargar mi padre —Hizo un gesto divertido hacia los guardias—. ¿Conocéis algún lugar en este castillo donde estar un rato en paz? Si os gusta el vino podríamos visitar la cocina y compartir una jarra. Al fin y al cabo, tenéis algo que celebrar, ¿no es cierto?
Guileon se dirigía a los jardines, donde últimamente pasaba la mayor parte de su tiempo, rumiando y cavilando para sí. Al ser abordado por lord Valder, el heredero de los Vance se detuvo en el pasillo próximo a la entrada.
—Con padres así, quién necesita pupilos —replico Ser Guileon dirigiendo una rápida mirada a los guardias— A fe mía, lord Valder, habéis caído en buenas manos —dijo retrocediendo sobre sus pasos en dirección a la cocina.
Cuando por fin estuvieron bien abastecidos de vino —Guileon había intentado infructuosamente conseguir alguno del Rejo, pero la cocinera se había mostrado implacable al afirmar que este se reservaba para los banquetes nupciales— el joven se acercó disimuladamente a su acompañante.
—Salid por el ala oeste, seguid en línea recta y doblad a la izquierda. Allí encontraréis un pequeño recinto con varias puertas y unas escaleras que suben y bajan. Subid y llegaréis a lo alto de una torre desolada. El maestre solía tener a sus cuervos allí, pero últimamente prefiere ahorrarse la cansina escalera y ya nadie la visita. Yo me encontraré con vos en un instante.
Se acercó a los guardias con dos botellas de vino en la mano.
—Caballeros. Un presente de la Casa Vance, si os place.
Cuando Ser Guileon entró en la torre donde había citado a lord Valder, encontró al chico observando el exterior por una de las ventanas. En la torre tan sólo quedaban unos pocos muebles olvidados después de que el maestre trasladase a los cuervos: algunas sillas, una mesa y una estantería con pergaminos sin importancia.
Sobre la mesa ya había colocado las dos botellas de vino que llevaba él, pero había esperado hasta que estuviesen los dos antes de abrirlas. Valder contempló al joven que le había ayudado a dar esquinazo a los guardias con una amplia sonrisa y se acercó a recibirlo.
—Por los Siete, ya creía que iba a tener a esos dos husmeándome el trasero toda la noche. Mi padre tiene la sesera tan dura como una piedra y parece que cree que todavía necesito niñeras. —Sirvió el contenido de la botella en dos vasos y alzó uno de ellos para brindar—. Por una incipiente amistad.
Tras beber un buen trago el chico se puso serio por un momento.
—Antes de que nos pongamos tan borrachos como cubas hay una cosa que quiero deciros, aunque ya se la comuniqué a vuestra madre y su consejero —comenzó—. Vuestro maestro de armas salvó la vida de mi hermano y aunque tengo claro que no hay precio alguno para eso, quiero que sepáis que me considero en deuda con vuestra familia. Si en cualquier momento necesitáis un amigo en Puño del Río, sabed que ya tenéis uno delante.
El momento de solemnidad fue seguido por una nueva sonrisa y alzamiento de vaso.
—Y ahora bebamos. Bebamos por vuestro nombramiento y por la memoria de Umber, quien sin duda estaría orgulloso de vuestro desempeño en el día de hoy.
Guileon había subido por la escalera de piedra saltando los escalones de dos en dos. La verdad es que durante sus años de cautiverio apenas había tenido compañía de otros muchachos, o al menos de otros muchachos que no fueran simples pajes o plebeyos ignorantes y sin importancia. Lord Valder Haffer suponía un cambio refrescante y bienvenido.
—Por una incipiente amistad, y una próspera boda para nuestros hermanos —añadió el joven caballero imitando a su acompañante.
Se sentía extraño cada vez que le hablaban de lord Umber. Apenas si había intercambiado unas poca palabras durante la recepción antes de su acto heroico y fatal.
—Lord Umber era un buen espadachín, y un mejor hombre. Os agradezco que hayáis hablado con mi madre. Sé que significaba mucho para ella.
Acompaño aquellas palabras con un nuevo trago. Luego, limpiándose de manera poco decorosa las comisura de los labios, se asomó a un extremo de la torre, mirando hacia abajo.
—Si se puede saber, ¿Por qué os persigue vuestro padre con tanto ahínco? ¿Es a él a quién dirigisteis vuestra... furibunda tonada?
Varios metros por debajo de donde se encontraba asomado el joven, varios de los invitados de la boda caminaban en pequeños grupos o de manera solitaria. Una sonrisa traviesa asomó en los labios de Guileon.
—Observad aquel vejestorio, Lord Valder —dijo al tiempo que sacaba un fino pañuelo de seda de Myr de su bolsillo y con la otra mano señalaba a un señor mayor que acompañaba a una vieja encajada en un vestido verde cotorra.
Se acercó a uno de los extremos de la torre, sobre la cornisa exterior, y estiró el brazo, como buscando algo.
—¿A qué le emboco en medio de la pelada?
En su mano había un poco de excremento viejo de cuervo. El vino ya comenzaba a hacer efecto en el muchacho.
Valder resopló por lo bajo ante la pregunta sobre su padre y puso los ojos en blanco antes de responder.
—Está viejo. Ve enemigos incluso debajo de las piedras y, bueno, no estoy seguro de si los envía para protegerme o para vigilarme. Sin duda no aprobaría que estuviera ahora bebiendo vino con vos.
Se acercó a la ventana para contemplar al hombre que Guileon señalaba y apoyó un codo en la cornisa, valorando la distancia.
—Un venado de plata a que no le dais —aceptó, con una risa—. Está demasiado lejos y dudo que tengáis la puntería de lady Bessa.
Bebió de su vaso, a la espera de que Guileon hiciera el lanzamiento. Pero en cuanto el excremento de cuervo salió volando, el aire se lo llevó sin que llegase ni de cerca a su destino. Valder se encogió de hombros y negó con la cabeza.
—Era un tiro imposible, Ser. Para la próxima deberíamos traer una bolsa de guijarros.
Se fue hacia la mesa para llenar de nuevo ambos vasos y probó el suyo con agrado, bebiendo con la facilidad de quien está acostumbrado a hacerlo a menudo.
No pasó mucho rato antes de que los dos jóvenes vaciaran la primera de las botellas que caerían esa noche. Para ese momento los ojos chispeaban alegres y las risas sonaban en aquella torre por la que no pasaba nadie. Valder había terminado por sentarse en el suelo, con la espalda apoyada en la pared, y en ese momento se encontraba hablando de las mujeres de Puño del Río.
—Y en esa taberna de la que os hablaba, hay una camarera espectacular. Levi, se llama. Está un poco flaca, pero tiene unos labios rojos que podrían volver loco al más sereno. ¿Qué me decís de vos, Ser? ¿Habéis podido conocer mujer en vuestro encierro? Creo que si yo hubiera tenido a Lady Morna cerca, Lord Esthal no podría pasar por debajo de las puertas debido a la cornamenta.
Se rió con aquella idea y llenó de nuevo los vasos, comenzando la segunda botella.
Motivo: Puntería Guileon
Dificultad: 0
Tirada (2): 5, 5
Guardados (2): 5, 5
Total: 10, Éxito increible
Tirada oculta
Motivo: Iniciativa Valder
Dificultad: 0
Tirada (5): 1, 3, 4, 5, 2
Guardados (4): 5, 4, 3, 2
Total: 14, Éxito increible
Tirada oculta
Motivo: Iniciativa Guileon
Dificultad: 0
Tirada (5): 3, 2, 3, 6, 5
Guardados (5): 6, 5, 3, 3, 2
Total: 19, Éxito asombroso
Objetivo de Valder: soltarle la lengua a Guileon sobre Urthen. Técnica: Cautivar. Actitud hacia él: Hostilidad.
Objetivo de Guileon: mejorar relación. Técnica: Cautivar. Actitud hacia él: Cordialidad.
Motivo: Cautivar Guil
Dificultad: 11
Modificador: +1
Tirada (4): 6, 2, 2, 5
Guardados (4): 6, 5, 2, 2
Total: 15+1 =16, Éxito considerable
Motivo: Cautivar Val
Dificultad: 12
Modificador: +3
Tirada (5): 3, 1, 5, 3, 2
Guardados (4): 5, 3, 3, 2
Total: 13+3 =16, Éxito insignificante
Motivo: Cautivar Guil
Dificultad: 11
Modificador: +1
Tirada (4): 2, 1, 6, 4
Guardados (4): 6, 4, 2, 1
Total: 13+1 =14, Éxito insignificante
Motivo: Cautivar Val
Dificultad: 12
Modificador: +3
Tirada (5): 2, 1, 4, 5, 6
Guardados (4): 6, 5, 4, 2
Total: 17+3 =20, Éxito considerable
Turno 1:
Ser Guileon: Cautivar. 2 grados de éxito. FA: 7. Valder pierde 1 de Compostura.
Valder: Cautivar (con Engaño). 1 grado de éxito. FA: 3. Guileon pierde 3 de Compostura.
Turno 2:
Ser Guileon: Cautivar. 1 grado de éxito. FA: 7. Valder no pierde Compostura.
Valder: Cautivar (con Engaño). 2 grados de éxito. FA: 3. Guileon pierde 9 de Compostura.
Valder ha ganado una intriga sobre Guileon, para emborracharle y soltarle la lengua. Así que de aquí en adelante, incorpora a tu narración ambas cosas, Valder irá preguntando para sonsacarle.
Además, si te parece divertido tienes espacio para una escena estando borracho, en la hora siguiente, que la tienes libre.
Era la primera vez en muchos días que el muchacho conseguía olvidar sus penurias, la sombra de Lady Bessa apenas un pálido reflejo sobre su ánimo.
Mientras disfrutaba de los cuentos amorosos y picarescos de lord Valder —asuntos donde le muchacho tenía sorprendentemente poco que aportar— a Guileon se le había dado por recoger guijarros del suelo, disponiéndolos luego sobre los últimos escalones de la escalera de piedra. A continuación se aproximó a la mesa del maestre y comenzó a empujarla para que cayera sobre un lado. Aquel era un asunto peliagudo debido al estado en que se encontraba Guileon, tambaleante y equívoco, y por el propio peso del mueble.
—Lord Valder, no debemos temer a vuestro padre... ni a Lady Morna. Si nos parapetamos en lo alto de esta torre, estaremos libre de todo peligro. Venid, ayudadme a voltear la mesa para tapar la entrada. Y conseguid excremento de cuervo. Si lo untamos en los escalones, ganaremos tiempo para nuestra ofensiva.
Se detuvo al escuchar la interrogante planteada. Algo de lo que había dicho el menor de los Valder resultó comiquísimo para el joven.
—Oh... Lady Morna... palabras mayores, Ser —por alguna razón, alrededor de la quinta o sexta copa de vino lord Valder había sido nombrado caballero— Pero una estrella no puede tapar al sol, y su hija brilla con más brío que todos los soles que se hayan puesto sobre los Siete Reinos —aseveró al tiempo que comenzaba con la delicada tarea de untar los escalones con la mierda de cuervo, olvidándose por completo de la mesa.
—Pero a lo mejor habéis dado en el clavo con Lord Esthal. ¿Habéis visto el humor que le ha dado tras las palabras del bardo? —comenzó a reír entre dientes, mientras mezclaba un poco de vino y excremento, consiguiendo de esta manera un ungüento sorprendentemente resbaladizo. Lord Guildeon y lord Valder enfrentarían un desafío potencialmente mortal cuando decidieran regresar por las escaleras.
Todo bien, pero estoy indignado por el fallo de mi tiro de caca de paloma. ¡Si fueron dos cinco! XD
Valder estaba más sobrio que Guileon por el momento, aunque sus ojos también brillaban y tenía la risa floja. Risa que resonó en aquella torre al ver lo que estaba preparando el joven Ser.
—Lady Bessa es hermosa, sí, pero qué queréis que os diga... Su madre tiene cara de tener mucha más experiencia en el lecho, si entendéis lo que os quiero decir. Una mujer como esa os puede dejar vuelto del revés. No me digáis que nunca se os ha pasado por la cabeza —rió con incredulidad.
Se ladeó un poco para ver lo que estaba haciendo Guileon y al ver la guarrería con que untaba los escalones se rió más fuerte.
—¡No desaprovechéis el vino! ¡NO! El vino, mejor dentro que fuera.
Se levantó haciendo eses para llenar los dos vasos de nuevo y acercarle el suyo al Vance. Se sentó cerca de donde Guileon trabajaba y apuró el contenido de su vaso.
—¿Sabéis? Hay algo que me he estado preguntando, Ser. —dijo, mirando hacia el interior vacío del recipiente—. ¿Qué opináis vos de mi hermano, Urthen? Sé que él había visitado ya alguna vez Fuerte Floresta, ¿habíais hablado con él en esas ocasiones?
Guileon se había aferrado a la botella de vino como si se le fuera la vida en ello. Era imprescindible rociar los restos de excremento con el vino, argumentó, de lo contrario su primer línea de defensa ante la pareja de opresores sería inefectiva.
Al ver que lord Valder no entraba en razones, se dejo caer sobre el suelo, con la espalda apoyada en la pared, aceptando la bebida que le ofrecían, aunque para entonces hipaba tanto que a duras penas podía ingerir pequeños sorbos.
—Lady Morna es un primor, Ser Valder. Pero a fe mía que, una vez conocéis a Lady Bessa, se hace imposible pensar en otra mujer. Ni siquiera en una que esté cubierta de pecas y tenga su sexo del color de las montañas de Dorne.
Cuando lord Valder mencionó a su hermano, Guileon dio un respingo. Intuía difusamente que no debía hablar del tema, no con el hermano menor del lord, pero después de todo, era una conversación entre caballeros, de Ser a Ser. No había nada que temer.
—Ser —apuntó con tono admonitorio— Vuestro hermano es un mocoso imberbe e impertinente, indigno del corazón de mi amada y con una suerte que no consigue comprender. Y os puedo asegurar que jamás he intercambiado palabra alguna con el, que no fueran meras cortesías vacías. Creo que ya habéis bebido demasiado —añadió lanzándose sobre Valder con el fin de quitarle la copa para continuar con el delicado proceso de mezclado de mierda de cuervo.
Valder se rió de nuevo, pero apartó su vaso de las manos ladronas de Guileon.
—No juguéis con mi bebida, Ser, eso sí que me haría perder la compostura. Si queréis humedecer esa guarrada que estáis preparando, ¿por qué no escupís el vino después de tenerlo en la boca? Así al menos podréis saborearlo antes de desperdiciarlo.
Lo cual sonaba mucho más lógico, claro que sí. Al menos para él.
—Así que mi hermano no os agrada, ¿verdad? —comentó, riendo de nuevo—. No me sorprende. Yo le quiero porque es mi hermano, pero es uno más en una laaaarga estirpe de personas aburridas. Y él es el aburrido mayor. ¿Es por eso que no respondisteis a sus cartas, Ser? Nadie podría culparos, pero me consta que os escribió alguna, mandándoos saludos desde Puño del Río.
Guileon no entendía cómo Ser Valder podía ser tan testarudo. Las primeras líneas de defensa debían ser eficaces en desconcertar al enemigo y no había nada más desconcertante para un hombre que pisar sobre excremento resbaloso en lo alto de unas escaleras, la sensación de que la bota siga de largo bajo una sustancia pegajosa y maleable. Incluso si la treta no fuera mortal, el golpe era más moral que físico y forzaría a los guardias a mirar hacia sus pies a efectos de evitar otros obstáculos, lo cual les daría mucho tiempo para un contraataque. Todo esto le explicó a Ser Valder mientras apuraba una nueva copa de vino.
—Vuestro hermano... es bastante insulso, sí. Pero os puedo asegurar que jamás me ha llegado carta alguna escrita por su puño y letra. Aunque no me sorprendería que dijeráis la verdad... los Hawick interceptan toda mi correspondencia —añadió encogiéndose de hombros.
Valder rellenó una vez más el vaso de Guileon y luego el suyo propio. Contempló durante algunos segundos el mejunje asqueroso con el que el joven caballero había impregnado la escalera y se tuvo que reír.
—Es una pena que de niño no tuviese un hermano como vos —dijo—. Todas mis travesuras las tuve que hacer solo, mientras Urthen estudiaba y estudiaba en la torre. Habría sido divertido.
Apuró el contenido de su vaso y se relajó, con la espalda apoyada contra la pared de la torre, mirando hacia el cielo estrellado. Parecía más reflexivo cuando siguió hablando. Más borracho, sí, pero reflexivo también. Parecía estar dándole vueltas a algo.
—¿No habéis pensado en coger a lady Bessa y fugaros antes de la boda? Yo lo haría de estar en vuestro lugar —declaró, con absoluto convencimiento—. ¿O es que ella no os ama como la amáis vos?
La intriga ha terminado, al final Valder también está borrachillo y ya no va a sonsacar más.
Ser Guileon arrugó el entrecejo por unos instantes.
—Al menos vos tuvistéis hermanos, Ser. A mi no me dejaban siquiera salir por las noches.
El tono alarmante que había mantenido hasta entonces cuando explicaba la disposición de las defensas de la torre había cambiado por uno más amargo. La pregunta de Ser Valder había devuelto al muchacho —parcialmente— a la realidad.
—Por supuesto que me ama. Pero las cosas no son tan sencillas, Ser Valder. Digamos que estoy entre la espada y la pared, y ella no hará nada para contrariar los deseos de su madre.
No quería hablar del asunto, que comenzaba a drenar las energías del muchacho, así que intentó concentrarse para poder cambiar de tema rápidamente.
—Me habéis dejado intrigado, Ser. Vuestro hermano... ¿Por qué causa querría escribirle al pupilo de los Hawick?
—Deberíais meteros en el lecho de su madre, en ese caso —aconsejó mirando a Guileon como si aquel fuese un consejo grandioso—. Entre las sábanas sin duda os habría resultado más sencillo convencerla de que no casara a lady Bessa con mi hermano. —Se rió y alzó las cejas, cómplice—. Os aseguro que es increíble lo que se puede conseguir cuando uno es diestro en las artes del placer.
No se había dado cuenta de que Guileon trataba de no profundizar en ese tema y llenó su vaso una vez más. Para ese momento ya solo quedaba una botella.
—Ah... si tuviera que saber yo por qué hace mi hermano todo lo que hace, sería un hombre aburrido como él. Yo que sé. Seguramente querría ser educado con vos como habitante de Fuerte Floresta. También escribía a lady Bessa y seguro que a su madre también. —Se rió entre dientes—. Preguntadle a él mañana y luego me contáis lo que os diga.
Guileon comenzaba a entrar en la última fase de la borrachera, la que suponía un plácido descenso al mundo de los sueños. Ante las sugerencias de Ser Valder de conquistar a la madre para obtener a la hija, el muchacho apenas pudo musitar.
—Lord Esthal... Ser... os olvidáis de Lord Esthal.
La idea de que lady Bessa se hubiera correspondido con lord Urthen antes de la boda pareció molestarle, aunque tan sólo alcanzó a hacer un gesto lánguido con una de sus manos.
—Por supuesto... en la primera oportunidad... le preguntaré a lord cara de galleta.
Apoyándose sobre la pared de piedra de la torre, comenzó a roncar suavemente, entre guijarros, manchas de vino y restos de excremento de cuervo.
Lo último que escuchó Guileon fue una risa de Valder al escuchar el mote que le había puesto a su hermano. Después, el chico se quedó dormido y, al rato, su acompañante terminó por abandonar la torre dando tumbos y resbalando varios escalones al intentar descender con la guarrería que había preparado Guileon.
Aquí se acaban las conversaciones.
Pasamos a: Capítulo 4: Cacería.