Partida Rol por web

Si Lisette había sentido ansiedad ante la incertidumbre que se abría por el nuevo rumbo que su vida en matrimonio parecía que tomaría, ahora el miedo de lo que estaba por venir comenzó a inundarla. Mientras estuvo en brazos de Valder, escondidos del mundo, la burbuja fue siempre perfecta, pero en el instante que tuvieron que volver a la carpa, y actuar una vez más como dos desconocidos, la doncella comenzó a sentir que se ahogaba. Apenas si probó bocado durante el almuerzo, y aún cuando mostraba una sonrisa tímida, su mirada no dejaba de ir ante los distintos protagonistas dentro de su historia. Urthen, Guileon, Tessa, Valder...

¿Cual sería el final? ¿Estaba ante una tragedia o un final feliz? ¿Ganaría el amor, el deber, el honor?

¿Qué serás cuando todo acabe, Lisette? ¿Una esposa amada, una hermana negra, una buena amiga, una sirviente leal, un cadáver sin nombre...?

Al paso a lomos de su bayo ya ahíto de emociones, Mawney reflexionaba mientras regresaban al Castillo. Cerca unos y otros charlaban o reían, pero él seguía silencioso, demasiado tenso como para divertirse.

La revelación de Ser Clarinthe abría una nueva vía de poder para los Vance, algo que ninguno de ellos, ni él ni Gianna, habían siquiera contemplado. Una alianza Tully-Vance era una posibilidad que no podía dejarse pasar, les situaba en todo este entramado de poder en una situación inmejorable. Pero para ello Guileon debía colaborar. Madurar, sacrificarse, crecer. 

Iba a ser difícil.

Y había más. No podía quedar la cosa ahí, los tres debían tomar decisiones para con la alianza Haffer-Hawick, que estaba claro que si no se impedía, seguiría adelante arrolladora. Tenía que hablar con Gianna, a ver qué clase de acuerdos se habían desvelado durante las negociaciones. En su fuero interno Mawney no confiaba ni un pelo en nadie, y por tanto, no confiaba que las negociaciones hubieran aportado nada bueno a los Vance. 

Si Lord Lyonell había sido sincero, había una posibilidad de que la alianza viniera con su boda si Gianna enviudaba. Pero, sabiendo que el noble había encargado la muerte de Lord Hawick, y que había sido el amante de Morna, ¿podía creer en que esas eran realmente sus intenciones? No, no estaba nada claro. De hecho, era mucho más probable que esperara casarse con la viuda Hawick, esa era la realidad.

Mawney estaba harto de tanta política, de tanta estrategia. Pensó en Areesa, y en el episodio de Guileon y la otra barda, cuando él creyó que se trataba de su hermana de daga. Hubiera tenido que tomar cartas en el asunto, si hubiera sido así, pero afortunadamente, no. Areesa era mucho más expeditiva, y, de hecho, así había sido él mismo, si no hubiera regresado a Nueva Esperanza, y hubiera aprendido las maneras y costumbres de los nobles. Había cambiado, pero...

...no tanto. En su cinto el acero de su cuchillo ardía, reclamaba sangre, y no de jabalí o de venado, precisamente. 

También Mawney reclamaba sangre. Venganza. Pero debía ser astuto. Y cauto. Letal, eso ya lo era...