4º día del Doncel. Mes del Doncel. Año 242 D.D.
Lugar: Sala pequeña.
Ser Guileon encontró a la maestre Hazzea en una sala pequeña donde los nobles que se habían acercado a ver la ejecución al patio habían dejado a los más pequeños, considerados tal vez demasiado jóvenes para asistir. Soldados Tully custodiaban el lugar, a ambos lados de la puerta.
La maestre estaba en ese momento junto a una mesa, en la que había mosto, agua y leche, además de pastelitos. A su lado estaba una niña de unos doce años, vestida de oscuro, pero con una banda con los colores de los Mallister.
Al ver entrar a Ser Guileon le sacó la lengua con descaro desde donde estaba.
—Esta es la prueba de que es un demonio. Lo invocamos diciendo su nombre y aparece.
Ser Guileon arrugo el ceñó al volver a encontrarse con aquella mocosa insolente.
—¡Ah, pero si es la pequeña Mallister de Varamar! «Por encima del resto» —recitó recordando las palabras de aquella casa1— Soberbio. Impertinente —apuntó, mirándose las uñas— ¿Ya saben tus padres con la clase de personas que te reúnes? ¿La clase de canciones que cantas?
Luego tomó una silla, la ubicó justo delante de la anciana maestre y se dejó caer con indolencia, el cuerpo inclinado sobre el rostro de Hazzea. Guileon estudió a la anciana como si se tratase de una exótica lagartija de las islas del verano.
—Os ofrezco mis condolencias —añadió sin tutear a la maestre, con el semblante serio— No tenía razones para odiar a Lord Lyonell, pero en honor a la verdad estaba obligado a declarar los rumores que habían llegado a mis oídos.
Se miró los pies antes de continuar.
—Las cosas tampoco han resultado bien para mí, ¿sabes?. Acabo de ser desheredado, y si antes dos grandes casas peleaban por mi custodia, ahora parece que ambas pelean por enviarme lo más lejos posible.
1Asumo que esto es factible considerando la ficha de Guileon y lo popular de la casa.
La maestre iba a responder a la pequeña, una suerte no haber cuidado a una cría como aquella, soberbia y engreída, o habría acabado francamente mal por deslenguarla con sus propias manos. ¿Cómo podía alguien ser tan odioso?... Irónico que fuera ella misma quien se lo preguntara.
- Algo de eso estaba comentando la joven Althea, un incidente sucedido en la cacería... Algo relacionado con mucha sangre, a decir verdad... - dijo la anciana mirando con seriedad a Guileon, sobre todo porque la miraba como ella solía mirar a los Vance en su conjunto, perversamente extraños y más, tras escuchar las palabras del joven rehén.
- No me ofendáis dándome las condolencias cuando ha sido vuestra palabra la que ha llevado a Lord Lyonell a la muerte..., quizás os sintáis satisfecho.... - estaba claro que los Siete no iban a velar por el señor Haffer, y que la puntería de Lady Bessa se había impuesto.
- ¿Desheredado?... ¿Qué habéis hecho para conseguir tal honor?... Y lo más importante, ¿queréis un pastelito de limón?.... - tras chuparse los dedos cogió uno de los dulces y se lo tendió -...En realidad quería saber el porqué me contáis esto... No lo haríais si no esperaseis que os ayude de alguna manera... Os escucho.... Y por lo visto la joven Althea también.... - mirada de soslayo, no era el sitio más seguro del castillo para andarse con secretos o tratos.
Los ojos de la chiquilla se entrecerraron al mirar a Ser Guileon cuando este se dirigió a ella. Aunque no le contestó de inmediato, quizá porque quería pensar su respuesta. De modo que cogió un pastel de limón y se lo llevó a la boca, usándolo de excusa para no hablar todavía. Finalmente dejó que la maestre respondiera, y cuando ella termino la chica sonrió.
—Vaya, pero si Ser Cantamañanas ni siquiera sabe lo que significa el lema de mi Casa —dijo, formando poco a poco una sonrisa de la que intentaba hacer cómplice a Hazzea—. Pero yo sí sé lo que significa el lema de la suya: «la fuerza está en las raíces» —enunció, aunque no se molestó en explicar el significado que decía saber, pues la ofensa iba en otro sentido—. Porque está claro que esa es su Casa, ¿no? Por eso lo habrán desheredado. Parece que después de todo no era un Vance —dijo separándose un paso de Ser Guileon y de la maestre—, sólo un cantamañanas.
Y con esas palabras echó a correr hacia el otro extremo de la sala, como si temiese ser perseguida por la ira de Ser Guileon. Al hacerlo se mezcló con otros niños más pequeños que ella y finalmente se quedó separada de los dos adultos, echándoles una mirada de vez en cuando y haciendo el gesto de silbar. Ninguno de los dos necesitaba oír el sonido que salía de sus labios para adivinar de qué tonada se trataba.
El muchacho arqueó las cejas levemente al contemplar como la pequeña Mallister se perdía entre la muchedumbre.
—Los septones afirman que el Padre protege a los hijos, pero algo me dice que la niña necesitará más que eso antes que el Desconocido se la lleve —dijo con un semblante reflexivo.
El rostro del caballero tampoco se inmutó ante la acusación de la maestre.
—Os digo la verdad. No guardaba ni guardo inquina alguna contra Lord Lyonell. Dejé en claro que se trataban de rumores, pero debéis concederme que su culpabilidad resultó evidente para la mayoría. Ni siquiera sus propios hijos acudieron en su ayuda.
Aceptó el pastelito de limón de la maestre, pero se lo quedo mirando, con un gesto extrañado. Luego clavó uno de sus dedos y comenzó a dibujar la forma de una almeja en el relleno. Cuando finalizó introdujo su dedo medio en el centro de la figura y comenzó a moverlo, en círculos acompasados, de una manera obscena.
—La mocosa tiene razón. Al menos, eso es lo que cree mi madre en su rencor hacia Lady Morna. Pero ha sido sólo de palabra. Como sabréis bien, maestre, el proceso para cambiar de heredero debe estar sancionado por el Rey. Para entonces habré recobrado mis buenas relaciones con Lady Gianna —en el rostro del muchacho no había asomo de duda— Pero he escuchado que no soy el único al que han apartado de sus funciones recientemente —añadió acercando su rostro al de la maestre, recorriendo con los ojos sus arrugas, apoyando una de sus manos sobre la huesuda rodilla de la mujer, apretándola suavemente— Cuando sea Lord de Nueva Esperanza, necesitaré de una maestre. A fe mía, ya necesito de una para avanzar en mis educación. Y en el juego del sitrang, las alianzas más impredecibles son las que tienden a prosperar. Como acto de buena fe, comienzo por preguntaros, ¿por qué le dijisteis a lady Bessa que mi Casa estaba en contra de lady Thaena?
La maestre observó como la pequeña niña, la que intentaba hacerse pasar por mujer, se metía de nuevo con Ser Guileon, mostrando que finalmente, no dejaba de ser más que una mocosa malcriada que intentaba sacar de sus casillas al joven rehén, el cual no parecía dejarse llevar por sus emociones.
- Lord Lyonell ha muerto y mejor no hablar de los difuntos, vayan a removerse dentro de sus tumbas... Y más, sabiendo cuántos de los que le trataron en los últimos días le traicionaron... Mi señor no supo escuchar los consejos de su vieja Maestre, y así ha terminado sucediendo todo... Si me hubiera tenido presente, quizás estuviera vivo... - mantuvo con firmeza la mujer, la cual había sido la única finalmente que intentó parar la muerte de su señor, a pesar incluso de las desavenencias.
Hazzea miró cómo Guileon desvirgaba al pastelito de limón, girando la cabeza un poco para observar mejor el proceso -... ¿Le da cierto grado de satisfacción hacer eso con el dulce?.... ¿O es que está tan acostumbrado a mover así el dedo que no puede evitar controlar sus impulsos?.... - sonrió, aquel gesto obsceno le divertía.
- Desheredado pero deseáis volver a tener vuestra posición como cabeza de los Vance.... Y creéis que vuestra madre volverá a confiar en vos con el tiempo... Interesante.... - dijo la anciana escuchando la propuesta y sonriendo ampliamente tras la pregunta de Guileon -...Vais demasiado rápido... Quizás mejor que comencéis a decir vos, pero con sinceridad, si realmente queréis a Lady Bessa o simplemente es un peón más de vuestro juego... Como acto de buena fe, por supuesto.... - le dice la anciana como contra respuesta
Al pastelito ya le quedaba poco relleno. Guileon se llevó los dedos a la boca y comenzó a lamer los restos del dulce, acompañando cada delicada lamida por un murmullo voluptuoso.
—Así son mas ricos. Se disfrutan más —replicó con una media sonrisa— ¿Cómo os gustan a vos, maestre?
Encogiéndose de hombros, contestó la pregunta de la mujer.
—Cuando lady Bessa roza mi mano, temo que me resulta imposible caminar y pensar al mismo tiempo —clavó los ojos en la maestre— Ninguna otra mujer me interesa. Ella no es un peón, maestre. Ella es la Reina, y es todo lo que me importa.
Quitó las manos de la rodillas de la mujer para apoyarlas sobre su propio regazo.
—Pero ahora es vuestro turno. Debemos cimentar una relación de confianza, así que a mi anterior pregunta añado una nueva: ¿es en verdad lord Urthen vuestro niñito mimado, o tan sólo otro peón en vuestro tablero?
- ¿Cómo me gustan los pastelitos?.... Así... - cogió uno y sin ceremonias se lo llevó a la boca, masticándolo con deletite y mostrando los restos del alimento al sonreír, estaba claro que la anciana no tenía los modales más refinados del castillo y que tampoco se preocupaba mucho por pulirlos
- Que estáis enamorado de lady Bessa no es novedad, lo extraño sería que algún muchacho en su sano juicio no lo estuviera, de ella o de Ser Clarinthe, son damas notables, guerreras, preciosas ambas... Pero vos declaráis que ella es la Reina, y me alegra saber de que por amor, la dejaréis hacer su camino que es casarse.... - dijo la anciana observando al joven -...¿no es así?.... ¿no es vuestro mayor deseo e intención verla feliz?... ¿O es que acaso lady Bessa no lo es?.... - preguntó la mujer mirando a Guileon, determinando que le tocaba responder su pregunta.
- Para responder vuestra pregunta os diré, los maestres no tenemos tableros ni jugamos..., en mi caso mi mayor afición es la curación, no por nada soy una de las mejores en mi campo de conocimiento, quizás porque me dedico menos a la política que al bello arte de combinar hierbas curativas para ayudar a quien mi señor lo necesita.... - miró con seriedad al joven -...He criado a Lord Urthen desde que era pequeño y nunca le he deseado mal alguno a nadie de su familia, he criado de él como si fuera mi hijo, y he intentado apoyarle hasta saliendo a defender a su padre cuando estaba a punto de morir, todo por lealtad, a pesar de que haber sido expulsada de la casa Haffer.... Cada uno de mis movimientos es para que la Casa que amo se vea protegida... Pero esta situación puede llegar a su fin porque los maestres debemos lealtad a quien servimos... Los maestres no somos peones ni reyes, nos asemejamos a torres vigías para custodiar a nuestros señores y prever las desgracias que puedan cernirse sobre su feudo... Espero que mi respuesta os sea satisfactoria, Ser Guileon....
Guileon se encogió de hombros antes de contestar.
—Sé con certeza que los dos novios son infelices con esta unión —apuntó mientras contemplaba serenamente los restos de comida en la sonrisa de la anciana— Vuestro chiquillo y lady Bessa. Aunque a nadie parece importarle esta circunstancia, ni siquiera a quien afirma considerar a uno de ellos como su propio hijo.
Comenzó a jugar con su barbilla mientras contemplaba con desinterés a los nobles allí reunidos.
—Ese es el cuento eterno de los maestres, lo que nos quieren hacer creer, pero la historia demuestra que no están excentos de las ansias de poder. Más de un líder de casa se ha visto manipulado desde las sombras por su maestre.
Incorporándose con una sonrisa pesarosa, añadió:
—Si hay algo que deba saber, podéis buscarme luego, maestre Hazzea, mi oferta sigue en pie. De lo contrario me temo que tengo otros asuntos que atender. Os reitero mis condolencias, en nombre de la casa Vance.
Se inclinó sobre la maestre como si fuera a darle un beso, pero en cambio aprovechó el movimiento para incrustar su dedo en el pastelito de la mujer y llevárselo a la boca.
—No están tan mal, estos pastelitos —dijo mientras comenzaba a retroceder sobre sus pasos.
Motivo: Percep + Emp
Dificultad: 12
Tirada (4): 2, 6, 5, 4
Guardados (3): 6, 5, 4
Total: 15, Éxito insignificante
La anciana escuchaba al heredero desheredado con interés asintiendo con la cabeza -... Los novios son un Lord y una Lady, y ambos deben hacer lo mejor que venga para sus casas, al igual que vos lo hacéis para la vuestra.... Pero yo no soy cabeza de familia, solo la maestre y emoito opinión que, como bien sabéis, muchas veces no se ha tenido en cuenta la mía... Ahora bien, si queréis una vivencia real, Lord Lyonell se casó con su esposa de igual manera que las nupcias entre Lady Bessa y Lord Urthen han sido tratadas, y el señor amó a su mujer hasta el límite, además de beneficiar a su Casa... Realmente a veces es mejor un matrimonio de estabilidad que la locura del amorío, siempre incontinente y fugaz.... - dijo apreciando su experiencia en vida.
- ¿Cuentos de maestres?... ¿o quizás cree el ladrón que todos son de su condición y hay jóvenes señores que tienen ansias de poder?... - sonrisa divertida -...Mi pasión, joven Vance es ayudar a que la Casa a la que sirvo se mantenga con un buen estatus, ayudar a cada uno de sus miembros y pensar lo mejores beneficios... Además de ello adoro curar, escribir canciones y poesías....Y tomar una copita de vino antes de dormir, eso sí es uno de mis secretos.... ¿Qué ansias de poder puede tener un maestre que lo tiene todo?... Se sufre más de lo que se gana, os lo aseguro, pero amo lo que soy y lo que hago, no me veréis agachar la cabeza avergonzada.... - y cierto era, parecía no tener vergüenza.
- Estudiaré vuestra oferta señor mío.... Si la acepto, todas vuestras preguntas serán desveladas, pero teniendo en cuenta que no tengo la verdad absoluta, tan solo soy una humana más... Alguien que puede errar y guiaros por un camino distinto al deseado u esperado.... - hizo una inclinación de cabeza en agradecimiento por las condolencias
El gesto del Ser hacia la maestre que aparentaba ser un intento de beso pareció divertir a la mujer, así como que volviera a meter el dedo en el pastelito, aunque fuera el suyo. La mujer se llevó el dulce a la boca e hizo un movimiento obsceno con la lengua dentro de este. Y es que si se ponían, guarros, en esa lid no tenía parangón la anciana maestre.
- Cuidad vuestro escroto, joven Vance... De tanto rozarlo puede coger sarpullidos y enfermedades... - dijo a modo de despedida.