Partida Rol por web

4º día del Doncel. Mes del Doncel. Año 242 D.D. 

Lugar: Despacho.

Lady Morna se encontraba sentada en uno de aquellos divanes con los que gustaba de amueblas las salas en las que más tiempo solía gastar, cuando los guardias anunciaron a Lady Gianna. La señora de Fuerte Floresta no se entretuvo, y la hizo pasar, invitándola a sentarse con un gesto.

Al contrario que en otras ocasiones, su postura no era relajada. Su rostro, claramente demacrado y el luto riguroso de su ropa contrastaban con su aspecto habitualmente fastuoso a la par que sencillo, siendo el único elemento que permanecía junto a su apariencia, su eterna melena de bucles dorados y la copa de vino entre sus dedos. Había una segunda copa, y una botella, sobre una mesa.

- Lady Gianna.-dijo, observando detenidamente a la mujer- Me resulta tan molesto como a vos tener que citaros, después de lo acontecido tras... El ajusticiamiento de Lord Lyonell, pero es absolutamente necesario.-indicó- No creo que aún habiendo dicho lo que habéis dicho ahí fuera hayáis perdido ninguna potestad sobre vuestro hijo, de manera que tendremos que tratar ambas este asunto.-dijo, con absoluta seriedad, y con preocupación evidente.

- Nuestros hijos han sido jóvenes, e idiotas. -apuntó- Y lo que ha dicho vuestro consejero es cierto. Mi hija está embarazada. De vuestro hijo. Y nosotras debemos tomar cartas en ese asunto. -confesó, clavando sus pupilas enrojecidas y cansadas sobre el rostro de Gianna- Podéis decirme que es una excusa que me he buscado para buscarle la ruina a vuestra familia. Pero creedme, nada me gustaría más que equivocarme. -añadió, exhalando, largamente, por la nariz- Bessa no se va a casar con Urthen Haffer. Bessa debe casarse con Guileon.

Que Lady Morna quisiera hablar con ella le revolvía las tripas pero era una invitada en su casa todavía y no pudo negarse. Cuando la vio, tan deshecha, se dio cuenta de que era una mujer rota y aquello le hizo relajarse un poco. No creía que Lady Hawick la fuera a matar ahí mismo.

- A mi tampoco me agrada veros. - dijo dándole la razón en todo lo que había expuesto en primer lugar.

A medida que escuchaba su segundo alegato sintió que el mundo se paraba a su alrededor.

Gianna no pidió permiso, mientras escuchaba hablar a Lady Morna se dirigió a la mesa y vertió parte de la botella en la copa, se la bebió de trago y volvió a llenarla. Esa actitud contrastaba notablemente con la contención con la bebida que Lady Gianna había tenido durante todos esos días. Dio otro sorbo a la copa y se atragantó con la risa que le entró. No podía parar de reir. Miró a Morna y trató de calmarse.

- Os lo dije.- le dijo Gianna buscando con su mirada la suya.- Os dije que nuestros hijos debían casarse. ¿Cómo es posible que yo en dos días, mirando a mi hijo a la cara supiera que él y Bessa se habían estado acostando y vos que lleváis catorce años con él y vuestra hija no lo hayáis sabido ver? ¿O si lo sabíais? - dijo tratando de dejar a un lado que la propia Morna se había metido en la cama con Guileon.

Gianna negó varias veces.

- Ya nada puedo hacer, mi señora. - dijo - ¿Recordáis que habéis dicho delante de todos los invitados que maté a mi hermana? Pues fue una acusación muy interesante para Lady Harriet y en consecuencia he sido castigada. ¿Recordais todas las tonterías que ha dicho mi hijo? Pues una de ellas fue decirle a Ser Clarinthe que amaba a Bessa y que entre los dos podían matar a Urthen. Además de las tonterías que ha dicho en presencia de Lady Harriet. - hizo un gesto con la mano como ennumerando todas y cada una de las tonterías que había dicho su hijo, que pocas no eran.-  Ya no tengo derechos sobre mi hijo y él tampoco los tendrá sobre Nueva Esperanza. No heredará mis tierras.

Llenó de nuevo la copa de vino, tuvo que contenerse para no bebérsela entera.

- Os dije que venía a olvidar el pasado y mirar hacia delante, pero nada me habéis confiado ni contado. Podíamos haber solucionado todo  hace unos días si hubieramos confiado los unos en los otros. Yo lo intenté, pero me encontré sola. Ahora nada puedo hacer. Supongo que dar las gracias por no haber acabado atada a un árbol, pero poco más.

Lady Hawick tuvo que contenerse, para no llamar a sus guardias y hacer que sacasen a Lady Gianna de aquel despacho, aunque fuese a rastras. La risa de la mujer le resultó cuanto menos insultante, su tono desagradable y su paciencia se encontraba contra las cuerdas. Sin embargo aguardó. Y lo que escuchó la dejó congelada. 

Morna escuchó todo aquello, a medida que su rostro iba quedando petrificado, como cubierto de escarcha. La estupefacción se abrió paso a través de sus ojos, y para cuando Gianna terminó de hablar, de explicar lo que había ocurrido durante su ausencia frente al árbol manchado de sangre, ella también pareció entender la profundidad de aquella broma macabra. 

Porque comenzó a reírse. Comenzó a reír, rota y amarga, sardónica, a la par que se le escapaban las lágrimas. Rió, con creciente histeria, hasta que se le quebró la risa, entre toses, y entonces, sólo pudo sollozar, con la mueca aún contraída. Con el rostro desencajado- Es increíble. -dijo, entre lágrimas, ingiriendo lo que quedase en su copa para volver a servirse otra- Cómo algo que debería aportarme tanta satisfacción se vuelve... Tan... Tan hilarante. Tan... Inconveniente.-añadió, llevándose las manos al rostro, quebrada, incontenible- Los Siete nos han castigado. A todos. Me han arrebatado a Esthal... A Lyonell. Me han arrebatado el buen nombre, y ahora... Ahora me dan un bastardo. 

Gianna observó la reacción de Morna y la acompañó en la risa. Podía entender a la Hawick. Seguramente Morna nunca hubiera imaginado que una desgracia tal para Gianna fuera tan perjudicial para ella. Se acercó a ella con la botella de vino y le llenó la copa hasta arriba. Luego se llenó ella la suya de nuevo.

Cuando Morna se llevó las manos al rostro Gianna se sentó a su lado cruzando las piernas.

- Lyonell. - puntualizó y le ofreció más vino.- Es Lyonell el que os ha arrebatado a Esthal. Y es Guileon, mi hijo, el que os va a dar un nieto bastardo -  volvió a puntualizar. No quería hacer mala sangre de las desgracias de Morna pues ya tenía bastante con las suyas pero para Gianna era un consuelo verla así de rota. - ¿Qué dice Bessa de todo esto? Mucho me temo que si Guileon se entera lo tengáis trepando por vuestras murallas cada noche para enseñarle al bastardo todo lo que él ha aprendido.

No pudo evitar reirse al imaginar que el nieto bastardo de Morna sería un gran campeón de copas en la cabeza, rápidamente corrigió la risa parándola en seco y alzó las manos a modo de disculpa, el vino ingerido tan de golpe y no estando Gianna acostumbrada a eso podía estar empezando a hacer cierto efecto. Respiró varias veces, entre la ansiedad por su desgracia y los sentimientos encontrados por la desgracia de Morna, tenía un cóctel de emociones a punto de estallar.

De pronto algo le vino a la cabeza.

- Me dijo que os amaba. ¿Lo sabíais no? - dijo mirando al infinito.- Ayer a la noche Lyonell me confesó que os amaba desde hacía años y que siempre os había amado.

Morna entornó la mirada, entrabriendo levemente los dedos, al oír de nuevo la risa, y la puntualización de Gianna. Sin embargo, no dijo nada. Tan sólo dejó que le llenase la copa, y permitió que se sentase a su lado- Bessa... Bessa estaba muy asustada.-confesó- Pero parecía segura en sus intenciones. No quiere casarse con el hijo de quien asesinó a su padre. Por mucho que se haya pagado la sangre con sangre... Y yo, yo no puedo obligarla. ¿Cómo voy a obligarla o algo así?- dijo, deslizando las manos, descubriendo las mejillas humedecidas, mesándose el cabello- No tenía ni idea de lo que hacían esos dos. Nunca lo supuse. Debí haber prestado mayor atención- admitió, mirando entonces hacia Gianna, abatida- Guileon debe enterarse. Es su hijo. Le he recomendado a Bessa que hable con él. Y si ella no se lo dice, lo haré yo. -dijo, suspirando, tomando la copa y bebiendo un buen trago

- Hay algo que quiero dejarte claro, y en esto no pretendo mentirte. Tu hijo y yo no somos amantes. Él quiere a Bessa. Hizo el estúpido y se envalentonó conmigo sólo una vez, creo que por... Angustia, debido al matrimonio de Bessa. Y ni siquiera llegó a pasar nada importante.-aseguró, enarcando una ceja, al recordar el momento absolutamente vergonzoso que había protagonizado el joven Vance - Aún así, debí haber sido más tajante con él. -admitió- Pero es sólo... Un crío. Igual que mi hija. Una cría. Y yo también lo conozco bien. ¿No creéis que si hubiese estado yaciendo con él de continuo, mi marido se hubiese enterado antes o después y lo hubiese colgado del asta más alta de Fuerte Floresta? No sabe disimular. No sabe callar. No tiene la experiencia. -determinó.

La mención a Lyonell volvía a contraer su rostro, como si escuchar su confesión diferida le produjese un dolor indescriptible, ante el cual guardó silencio, en lo que duraba su asentimiento- Lo sabía. -admitió, apretando los labios, y llevándose el dorso de la mano a la boca, ahogando un lamento- Pero no sabía que... Era capaz de perder la cabeza de esa manera. 

Gianna asintió a las palabras de Morna. Parecía que Bessa era más sensata que ellas dos juntas. Pero enseguida recordó que había estado acostándose con Guileon y se le fue ese pensamiento de la cabeza. La determinación de Morna a que el padre era Guileon y debía saberlo le llevó invitablemente al siguiente pensamiento.. ¿serían abuelas?

- Me parece lógico que no quiera casarse con el hijo del asesino de su padre. Y me parecería lógico que Urthen no quisiera casarse con quien ajustició a su padre. - se encogió de hombros, era todo una encrucijada difícil de resolver. - No tenéis un papel fácil y pensar que todo esto podíamos habernoslo ahorrado.. - bebió de nuevo.- Lo hecho hecho está. Y esta vez no puede repararse. - suspiró.- Hablad con Guileon si lo creéis oportuno, si Bessa quiere tener el bebé.. imagino que es su decisión - se encogió de hombros.- Yo no hablaré con Guileon hasta que no me pida perdón por tooodas las veces que me ha avergonzado y aun así la sentencia de Lady Harriet sobre mi pérdida de derechos sobre él ha sido clara, muy clara. Él y su incapacidad de contenerse han tirado por la borda su posible matrimonio con Ser Clarinthe, ha fastidiado todo. Sí, debistéis estar más atenta a su educación y prestarle más atención- dijo sin poder evitarlo. En el fondo Gianna también culpaba a Morna de las formas del muchacho, pero al escucharla disculparse a su manera su ánimo volvió a aplacarse.

Lady Gianna escuchó las palabras de Morna.. y no pudo evitar sonreir al recordar la conversación con su hijo.

- Guileon me dijo que fuiste tu  la que se metió en su cama. - dijo. No tenía intención de echar leña al fuego pero era evidente que alguno de los dos no estaba siendo fiel a lo que había sucedido. Negó varias veces con la cabeza. Aquello le había dolido en el alma. Cuando escuchó la explicación de Lady Morna se encogió de hombros.- Estuvo yaciendo con vuestra hija y no os enterastéis, me imagino que para lo que quiere si que sabe callar. Bueno. Ni cinco minutos tardó en contármelo a mi. No me dijo que estaba embarazada, de haberlo sabido habría ido a donde vos y creo que habríamos encontrado una solución antes del desastre- dijo recordando la primera conversación con Guileon segun puso un pie en Fuerte Floresta.- En cualquier caso da igual, ya está hecho. No hay forma de reparar el espectáculo.. que hemos dado. Y en mi caso las consecuencias son legales y firmes, determinadas por Lady Harriet. - dijo llevándose las manos a la cara.

Cuando Morna habló de Lyonell, Gianna levantó la mirada para encontrarla con la de ella.

- Parecía muy sincero cuando me lo contó. También me dijo que.. fuera lo que fuera que hubiera entre vosotros, no especificó aunque me lo pude imaginar, se había terminado definitivamente.- le dijo recordando la conversación de la noche anterior.- Me pareció un hombre hundido, imagino que querría.. ocupar el lugar de vuestro esposo, pero me dijo varias veces que se casaría conmigo si mi marido.. falleciera. He de reconocer que me desconcertó en numerosas ocasiones. Como cuando le dijo a Ser Clarinthe que si se casaba con Guileon estaría metiendo la serpiente a su cama pero luego delante de Debian lo propuso como pretendiente - comentó. Gianna estaba hablando en voz alta, reflexionando en voz alta. Todo lo sucedido en aquellos días la tenía totalmente desconcertada.

- Guileon es un hombre. Y ya sabéis cómo son los hombres. Independientemente de que sea vuestro hijo. Diría lo mismo si fuera el mio. A los hombres se les llena la boca en estos asuntos. -indicó, acomodándose en el diván, mientras tomaba de su copa, y guardaba silencio, escuchándola- Creo que entonces no lo sabía. Creo que Bessa no se lo había contado a nadie hasta ahora.- suspiró, entrecortadamente- En cualquier caso, sí. Hemos dado un espectáculo vergonzoso. -admitió- ¿Cuáles son exactamente las consecuencias? ¿Qué es lo que ha determinado Lady Harriet, en concreto y de manera específica?- preguntó, antes de que Gianna volviese a mencionar a Lyonell.

- Eso quería. Sí.- dijo, tragando saliva, frunciendo el ceño, contrayendo el rostro, con rabia, con dolor profundo- ¿Cómo ha podido hacerme esto? - musitó, sollozando, como lo haría un animal herido- Mi marido... Me lo ha arrebatado. Esthal era un buen hombre. Un buen padre. Un marido atento.-dijo, profundamente estremecida, abrazándose a si misma. 

- Si... hombres. - dijo como si eso resumiera todo lo que pensaba. 

Cuando escuchó las preguntas de Morna recordó la conversación con Harriet y suspiró.

- Lo que os he dicho antes es verdad pero no creo que deba desvelar los detalles de una conversación privada con nuestra señora. En cualquier caso, tal vez podáis preguntárselo a ella. Lo que está fuera de toda duda es que es ella la que determinará el matrimonio de Guileon y yo no puedo opinar. Además de que él no heredará Nueva Esperanza. El resto de cuestiones... deben quedar entre ella y yo, salvo que, claro, ella quiera exponerlas.  - dijo sin poder evitar sentir dolor de nuevo.- Tras vuestra acusación de haber matado a mi hermana puedo dar gracias de no haber acabado atada a un árbol. -  concluyó con cierta dureza.- No pretendáis que os de las gracias. 

Cuando Morna comenzó que sollozar no pudo evitar sentirse incómoda. Verla así, destrozada... humana chocaba mucho con el odio que le había generado en las últimas horas. Se debatió unos segundos sobre qué hacer y finalmente estiró una mano para apoyarla en su espalda y darle un par de palmadas, que si bien fueron algo incomodas, tampoco llevaban carga negativa incluida. 

- Sois una mujer fuerte, os repondréis de esto. Si os venís abajo... ¿a quien odiare? 

- No pretendo que me deis las gracias.- indicó, apretando la mandíbula- Quizá... Quizá no sea tarde para intentar arreglarlo. - dijo, tragando saliva, restregándose las mejillas con el dorso de las manos- Lady Harriet, a estas alturas, debe intuir lo que está ocurriendo. Tiene suficientes informadores. - elucubró, ahogando nuevos sollozos en vino- No tiene sentido ocultarle lo que ocurre con mi hija... Si se lo cuento, quizá... No lo sé. -comentó, visiblemente perdida, notando cómo la mano de Gianna acariciaba su espalda. Mientras, Morna se llevaba la mano al hombro. El hombro en el que presentaba una marca, la noche anterior. 

- Os doy pena hasta a vos.-se lamentó- Y yo ni siquiera puedo odiaros, en este momento, por tenerme lástima. 

- Lady Harriet lo sabe todo. Engañarla es de idiotas. Es mejor ir con la verdad por delante y si os pregunta no  os andéis por las ramas. - le dijo asintiendo.- Olvídate, lo mío no tiene remedio, yo también he cometido mis errores y he sido castigada por ellos.. - en ese momento la tuteó.

- Hablad con Lady Harriet, tal vez ella pueda daros una solución a esta tremenda encrucijada en la que os hayáis. Es una mujer justa..- le dijo recordando en parte su conversación con la señora de Aguasdulces. 

Lady Gianna subió su mano hasta rozar la de Morna y tras un breve instante la retiró. Estaba dolida todavía por todo lo sucedido. 

- No os rebocéis en vuestra desgracia. Sois la señora de Fuerte Floresta. Encontrad una solución a vuestros problemas. Yo en cuanto me den permiso... me marcharé a Nueva Esperanza. Tengo que contarle a mi marido... que hemos perdido a nuestro hijo. 

Asintió, ante el comentario de Gianna sobre Lady Harriet. Notó el roce de su mano, y la miró, largamente, mientras retiraba su caricia y hablaba, mencionando cómo tendría que enfrentar a su marido.

- Y tú eres Lady Gianna Vance. -dijo, siendo ella quien la tuteaba esta vez- Un nombre detestable, sí. Pero no un nombre cualquiera. Este no es tu final. Ni tampoco es el mio... Nada volverá a ser igual. Y sin duda éste es un duro revés. Pero volveremos a alzarnos. -aseveró, a pesar de lo exhausto que lucía su rostro. A pesar de la tristeza que ahondaba en sus pupilas, siendo ella quien buscaba ahora su mano, acariciando su dorso, apretándola- No pienso dejar... Que esto acabe conmigo. Y sé que tú tampoco. 

Lady Gianna sentía la mirada de Morna clavarse en ella. En otras circunstancias habría tomado un camino en el que posiblemente habrían acabado la una encima de la otra, de nuevo. Pero no podía quitarse de la cabeza que había yacido con su hijo y que su necedad les había llevado a ese camino sin salida. Si la hubieran escuchado, Guileon y Bessa estarían casándose y se habrían ahorrado todos los problemas. Bueno tal vez todos no, pero si la mayoría. Cuando sintió la mano de Morna se quedó paralizada durante unos segundos sopesando qué hacer, una parte quería dejarla ahí llorando con sus penas pero otra parte de ella sentía pena, al final optó por apretar la mano de Morna durante un par de segundos y luego soltarla para levantarse.. Despues de todo, Gianna se había liberado de sus fantasmas al confesar a Harriet y el castigo había sido justo y en parte un alivio. Se sentía más liviana después de su conversación con Lady Harriet y el odio que sentía hacia Morna había amainado aunque no desaparecido.

Poco más sentía que podría hacer allí con Morna, lo mejor era que la dejara ordenar sus asuntos, que no eran pocos. Sopesó dejar una puerta abierta para ellas en el futuro pero tan pronto como vino el pensamiento se le fue al recordar todo lo sucedido.

Se marchó a buscar a Mawney.

Lady Gianna suspiró y devolvió a Morna la mirada. Intentó esbozar una sonrisa ante sus comentarios pero no pudo. Se limitó a asentir.

- Ya me alcé una vez. - dijo recordando la ruina que había recibido catorce años atrás.- Necesitaré encontrar fuerzas para hacerlo de nuevo, tal vez lo haga, tal vez no. - comentó sin demasiada esperanza en ello. - Tu encontrarás una salida a la encrucijada - dijo convencida de ello.

Al sentir la mano de Morna acariciando la suya tardó unos momentos en reaccionar pero finalmente la apretó un par de segundos. Después la soltó y se levantó. Dio el último sorbo a la copa.

- Es posible que si todavía no me dejan partir a Nueva Esperanza.. vuestra bodega sufra alguna pérdida. Es muy buen vino - dijo y a modo de despedida inclinó la cabeza para marcharse.

Antes de salir se giró para decir algo pero tras pensarlo mejor se retiró del despacho sin pronunciar palabra alguna.