Partida Rol por web

16:55 , 2 de Mayo de 1927

Michael detiene el coche en la verja metálica de color oscuro de la Universidad, allí el vigilante interroga al investigador sobre el motivo de su visita, al ver la placa de Pinkerton, el hombre sonríe y deja pasar el vehículo tras dar un par de indicaciones sobre el enclave del despacho del Rector.

Más que un despacho se trata de una casita de dos alturas, en el piso inferior hay una sala de espera con varios sofás y una mesita baja, el escritorio de la secretaria del rector y varias estanterías a rebosar de libros.

La secretaria se muestra amable y cuando le explicas el motivo de tu visita y a la vista de que se trata de algo importante, avisa al Rector, el Señor Foster , para que te reciba.

Agradeces a la señorita su diligencia y rapidez y subes unas escaleritas hasta llegar a un despacho ENORME, que es tan grande como un apartamento.

Dispone el despacho de una biblioteca privada, tres alfombras de formas simétricas y de aspecto bastante lujoso, otra parte está dedicada a reuniones y consta de de dos sofás de capitoné y una mesa baja de madera maciza que debe costar una fortuna.

Al fondo está el despacho propiamente dicho, un escritorio de madera de cerezo también macizo, de grandes dimensiones , pulcramente ordenado , sin ningún papel sobre él - lo que dice bastante de Simon Foster - un gran sillón de cuero negro y dos sillas de conferencias al estilo Luis XVI.

Un hombre calvo con bigote, de mediana edad , de un porte imponente y sin duda muy distinguido, espera junto al escritorio cuando asciendes las escaleras, al ver tu cara de admiración comenta - ¿Un despacho impresionante no cree? el mobiliario que ve tiene casi cien años. Todos los que me precedieron en el cargo ostentaban un gusto exquisito si se me permite decirlo. La señorita Swachtenger me ha explicado que es usted detective, ¿en qué puedo ayudarle detective?

Cada paso hacía resonar la madera que se resguardaba bajo las opulentas alfombras y me acercaba a un conjunto que me obligaba a recapacitar sobre la diferencia existente entre su despacho y el agujero del que acababa de salir.

Tampoco llegaba a despreciar mi posición, pero el lugar de trabajo de aquel hombre era más confortable y amplio que mi propio apartamento. No podía evitar sentirme sorprendido, se trataba simplemente de la posibilidad de soñar, algo que también tenía derecho a hacer pese a haber perdido la costumbre...

-Buenas tardes... Sin duda impresiona. – Le tendía la mano, afable, mientras hacía alusión a su primer comentario.

-Estoy investigando la muerte de Philip Alexander Baxter. – Observé su reacción al pronunciar el nombre de uno de los profesores que había trabajado en aquel lugar y que sin duda alguna conocería, los rostros podían evidenciar mucho más que las palabras y con el paso de los años aprendía a valorar los cambios más sutiles en ellos.

-Me encantaría conocer algo más sobre él y su historia. –Era simple rutina, información que la mayoría de las veces, por no decir siempre, terminaba resultando irrelevante y perdiéndose en el olvido. Puede que me llamaran enterrador, pero con la tontería, conocía la historia de la mayoría de los recientes difuntos y eso, en un lugar de las características de Providence, me hacía conocer muchos detalles de la gran mayoría de los residentes.

-No pretendo robarle demasiado tiempo, pero cualquier detalle, por mínimo que parezca, puede resultar útil... – Entendería que si realmente le preocupaba algo la muerte de su conocido, o si no deseaba dar muestras de lo contrario, debería de colaborar abiertamente con la investigación.

El cuaderno de notas ya estaba listo para recibir las anotaciones pero, ¿obtendría algo interesante de todo aquello?

Ensombrecido por la referencia

- ¡Ah! el profesor Baxter.... lo he leído esta mañana en el periódico. Una tragedia, un hombre no tan mayor y una muerte así de repente... un infarto fulminante. Aunque es cierto que padecía de problemas cardíacos, él siempre lo decía pero rebosaba salud eso sí se lo digo yo. Ya se sabe que los médicos exageran siempre, ¿no le parece? siempre que va uno a una revisión terminan sacándole algo, yo no creo que fuese una persona enferma en confianza, pero así es la madre naturaleza. Pero bueno - al darse cuenta de que se está yendo por la tangente - sobre lo que me ha preguntado, el Profesor Baxter era uno de los mejores profesores que he conocido, amaba la docencia y se explicaba a la perfección, daba Psicología en esta Universidad. Era todo un portento en ese campo, estaba reconocido a nivel nacional y participaba a menudo en simposios y convenciones por todo el país. Nos era muy querido en esta Universidad y como comprenderá, toda nuestra comunidad estudiantil se encuentra muy afectada.

-Lo comprendo, realmente es una tragedia... - De las palabras del rector pude suponer que Baxter había sido un hombre afortunado, o al menos yo lo sería después de haber triunfado en mi profesión y de ser reconocido y querido por ello, pero todo eso sumado a la corta edad del difunto, hacían de la muerte algo más extraño.

-¿Sabe si tenía algún tipo de enemigo o competidor intelectual? – Las envidias siempre eran posibles y, de existir, nunca eran fuente de buenos propósitos.

Aun así, la mayoría de veces no se muestran abiertamente a las miradas ajenas y pasan inadvertidas hasta que ya es demasiado tarde para intervenir, tal vez no hubiera rastro de él y necesitara recurrir a algo más palpable, como lo eran sus últimos estudios.

-¿Se encontraba actualmente inmerso en algún tipo de proyecto? – Apreciaría cualquier información adicional, como si había más personas colaborando con él estrechamente o la propia naturaleza del estudio...

Negando con la cabeza

- No, no tenía ningún competidor que yo sepa. De hecho es el único o era, profesor que impartía Psicología en esta Universidad. Ahora no nos quedará más remedio que contratar algún profesor de fuera. Que yo sepa no tenía ningún competidor, aunque quizás sus hijos sepan más. O quizás entre sus escritos encuentre algo... es difícil saberlo. Desde luego llevaba tiempo sin escribir y que yo sepa se dedicaba en exclusiva  a sus clases, al menos que yo sepa. Puede que sus hijos sepan más. Debería usted acercarse a su funeral,los que mejor le conocen estarán allí.

-Muy bien, pues esto será suficiente... – Al menos por el momento y si no surgía ningún otro imprevisto no había razón alguna para continuar con algo innecesario y doloroso como lo era el recuerdo de una persona recién perdida.

-Ha sido usted muy amable. – Expuse a la par que desplazaba el asiento para poder levantarme sin mayor impedimento.

-Gracias por su colaboración, ha sido un placer... – Le dediqué una sonrisa cordial y sincera a modo de despido.

Supuse que ahora debía esperar al funeral para encontrarme con los familiares y poder resolver cualquier duda de misterio en su muerte, sin embargo aún era temprano y no tardaría demasiado en echar un vistazo en la hemeroteca.

Aunque solo fuera por curiosidad o por descubrir cualquier posible engaño que el futuro pudiera depararme, estaba interesado en ver la esquela de su mujer.

- Buenas tardes ya- dice de broma- ha sido un placer conocerle detective, espero tenga suerte - y sin más te acompaña a las escaleras que descienden hasta la salida y te tiende la mano.

Tras despedirte de la secretaria de Foster tomas tu coche y conduces de vuelta al pueblo, rumbo a la biblioteca de Providence.