Partida Rol por web

Me levanté tan pronto como aquel nuevo invitado atravesaba el umbral de la puerta de aquella acogedora estancia donde me encontraba. Su llegada no era ninguna sorpresa dada su anterior llamada, no obstante no me encontraba completamente relajado, quizá fuera la emoción o la simple curiosidad la que revolvía mi estómago en esos momentos.

-Michael Hall, encantado. – Le tendí la mano a modo de bienvenida y presentación.

-El señor Welles ha sugerido que podíamos estar tras unas sospechas similares. –Eran evidentes mis ansias de avanzar en ese tema, no ocultaba mi interés en ningún momento a pesar de que tratar con difuntos siempre era un tema especialmente delicado.

Konrad le tiende la mano al extraño sin mucho entusiasmo. Apenas termina de fumar el cigarro que tiene en la boca, enciende  otro y sigue fumando.

- Konrad Summers. Así que andamos detrás de lo mismo, ¿no, señor Hall? Conozco mis razones; ¿cuales son las suyas?

Se sentó en el sillón más cercano y esperó la respuesta

Su respuesta me pillaba completamente por sorpresa, nunca hubiera imaginado, y menos aún deseado, empezar con mal pie con un tipo como él, de hecho era lo más parecido a un modelo a seguir que podía encontrar en aquella ciudad. Mis nervios bien podían ahora dar muestra de ello.

-El deber y la responsabilidad, claro... - Titubee por unos segundos y finalmente decidí confiar en que fuera una broma o simplemente estuviese poniéndome a prueba como experimentado detective que era.

-Trabajo para la agencia Pinkerton. – Aclaré mientras rebuscaba mi identificación con ánimo de poder así mostrársela.

Konrad sonrió, irónico

- Si, todos empezamos en esto por esas razones, pero al final terminamos haciéndolo por lo mismo: la pasta. Aunque en mi caso he de decir que ahora mismo le estoy haciendo un favor a un amigo. 

Da una calada y luego mira a su alrededor, buscando algo de licor. Había dado por supuesto que Harper habría sacado algo para aclarar la garganta.

- Tengo entendido que me lleva algo de ventaja, señor Hall. Si el ama de llaves del desafortunado señor Baxter me ha informado bien, ya ha conversado con el doctor que atendió su cadáver.

-Está en lo cierto... – El tono sin embargo no fue tan rotundo ni esperanzador como cabría esperar, más bien resultaba algo apesadumbrado, sin duda a causa de los resultados obtenidos.

-Pero no me ha servido de mucho. – Al recordarlo me lamentaba nuevamente de haber encontrado tanto secretismo y tan poca colaboración por parte de los ciudadanos.

-Al igual que el resto de las entrevistas que he podido realizar, exceptuando a Harper, sólo me ha aportado más cuestiones sin resolver. Por propia experiencia tengo motivos suficientes para sospechar. – Quería darle a entender que apenas había tenido oportunidad de intercambiar unas pocas palabras carentes de importancia. La propia policía parecía querer mantenerlo en secreto y la gente tenía demasiados perjuicios hacia alguien como yo como para estar dispuestos a hacer una excepción.

-Que el señor Baxter haya muerto como reza el informe es inviable. – deduje lacónico y completamente convencido, no obstante sin mayor prueba que mis propias conclusiones.

-Demostrar que estoy en lo cierto es un motivo que también podemos añadir a mi lista de razones. – Como compañero sabría lo importante que resultaban ese tipo de cuestiones a nivel personal y lo gratificante que resultaba saber que se está en lo cierto pese a todas las dificultades.  

- ¿Que le ha llevado a esa conclusión? -preguntó con curiosidad

-Los entrevistados se contradicen a pesar de que la mayoría eran gente muy cercana al difunto. El propio secretismo que me he encontrado ya es suficientemente inusual… – El joven detective volvía a guardar su identificación en alguno de los bolsillos interiores de su americana, lo hacía con mimo, como lo haría alguien que lo considerara importante, no había sido fácil para él llegar hasta su puesto.

-La agencia tiene por costumbre investigar todas las muertes no esperadas en la ciudad, yo mismo he llevado a cabo más de una decena en los últimos meses. –Ojeó a Harper, implorando perdón, pues sabía que todo aquello podía resultar repetitivo para él. – Estoy seguro de que si todo estuviese en orden ya habría cerrado también éste caso. – Nuevamente hablaba desde la seguridad aportada por su experiencia o incluso basándose en la propia estadística, no obstante intentaba no parecer soberbio.

-Pero la policía se ha encargado de que la información no salga de su círculo. ¿Qué tienen que ocultar? – ¿Protegían a alguien o era el típico procedimiento realizado para evitar que cundiera el pánico? En todo caso había razones para alarmarse.

-Si Philip Baxter no sufría del corazón, ¿qué posibilidades hay de que muriera de un infarto natural? – y a eso se refería con la versión oficial, si verdaderamente había muerto de un ataque cardiaco, éste bien podía haber sido inducido de alguna forma.

-Mi sospecha no se contradice con la experiencia del señor Welles... – Mi mirada se dirigió nuevamente al anfitrión, esperaba que supiera a qué me refería exactamente pues dada su anterior exposición no sería yo quien pretendiera compartirlo con nadie más sin su propio consentimiento. Esperaba, no obstante, que como amigo suyo, el detective Summers ya estuviera al tanto de todo, de lo contrario quizá había metido la pata.

Pese a lo extraño que resultase para una mente asentada, no descartaba que el cuerpo se encontrara decapitado... Entendía que descubrirlo era prioritario en la investigación, pero dada la situación, las posibilidades eran escasas.

- Si, conozco las... extrañas circunstancias que rodean la muerte del señor Baxter. Por eso quería hablar con el médico; quería saber si efectivamente murió de un ataque al corazón o hubo algo más.

Hace una pausa para echar un trago de su petaca

- Mi teoría es que el señor Baxter fue asesinado. No quiero aventurarme en los campos del esoterismo y la superstición, pero suponiendo que tal cosa fuese posible, y recalco el "suponiendo", diría que el señor Baxter tenía la capacidad de "desdoblar" su espíritu de su cuerpo. Quizás se había hecho enemigos con... conocimientos similares, y utilizó sus capacidades para aparecerse ante el señor Welles y pedir ayuda, o tal vez para advertirle de algo, pero justo en ese instante fue asesinado; decapitado, según la descripción del señor Welles. Destruido su... "espíritu", el cuerpo no pudo continuar viviendo y murió. Sé que parece una locura, pero conozco desde hace tiempo al señor Welles; es un hombre lógico y cabal, con una reputación que mantener, y no se inventaría nada que pudiese tacharlo de loco o supersticioso, así que creo que lo que vio fue auténtico.

Terminó su tesis mirando a Harper y sonriendo

Tras mi prolongado y bien estudiado silencio procedo a llenar el vaso de agua del señor Hall y posteriormente vierto en el vaso de Konrad un buen chorro de zumo de malta escocés; una buena botella que me ha dado muchas alegrías, tantas que me lleno el mío también  con tan distinguido líquido.

Dejo resbalar el whisky lentamente por mi garganta mientras la conversación de los dos investigadores va llegando a su fin y se impone mi intervención.

- Señores, es evidente que hemos llegado a la misma conclusión por distintas vías. Hay algo oscuro y oculto en la muerte del profesor. Yo, como antiguo alumno y amigo personal suyo que soy, estoy en la obligación moral de desentrañar su muerte y dejar que la verdad sea liberada...

Hago una pausa mientras bebo otro sorbo de whisky.

- Sea sueño o visión, mi experiencia concuerda con el misterio al que nos enfrentamos. Es por ello que les pido que aunemos esfuerzos en pro de llegar a la verdad. No sé qué vías nos quedan por explorar. Por mi parte solo tengo esta:

Muestro la tarjeta que me entregó el hijo de Baxter en el entierro.

- Konrad ya la ha visto, y bien, ¿qué me dicen?

La tarjeta reza lo siguiente:

12 AM

-Parece que somos los únicos que estamos dispuestos a descubrir la verdad y, ya que todos estamos decididos a continuar, no veo por qué no trabajar de forma unida. – Aunque nuestras razones podían ser muy diferentes, el objetivo era el mismo. Tres mentes avanzarían más rápido que una.

-Acepto la oferta. – Respondí con cierto humor, un humor que no tardaría en volver a verse sustituido por la seriedad requerida.

Ojeé con curiosidad la nota que me mostraba sin perder de vista un detalle peculiar aunque quizá irrelevante para el asunto que nos ocupaba. ¿Quién era Edward O’donnell y por qué su nombre estaba tachado en la tarjeta?

Por otra parte, la exposición de Summers me sonaba a chino, todo eso era demasiado desconocido y complejo para mí, no obstante lo respetaba. Pero aun así, seguía necesitando pruebas, estaba decidido a llegar al final fuese lo que fuese.

-¿En ese caso el ama de llaves miente? – Expuso tras pensarlo unos segundos, había caído en la cuenta de algo que podía habérseles escapado y que de alguna forma desbarataba sus teorías, incluida la suya. –Quiero decir, ella fue quien encontró el cuerpo en su propia casa... – Algo no encajaba en ese supuesto, no creía que la señora Ángela hubiera encontrado el cuerpo decapitado pues entre otras cosas hubiera sido algo muy difícil de ocultar...

-De hecho tengo una entrevista pendiente con ella... Aunque tal vez esté más dispuesta a colaborar con un antiguo alumno y amigo del difunto... – En realidad pretendía que me sacaran de dudas: ¿habían visitado ya a la mujer o al igual que a mí no les había atendido? En ese caso tal vez pudiéramos empezar por ahí.

-Esa casa también es el escenario de la muerte. Puede revelarnos muchas cosas... – Aunque la actuación de la policía podía haber manipulado demasiado el escenario, merecía la pena comprobar si no se les había pasado algo por alto.

Incorporándome por completo me dirigí hasta la ventana más cercana como si disimuladamente  intentase alejarme de aquel tentador aroma a alcohol.

-Tampoco tenéis por qué renunciar a vuestra charla con el doctor Walters... – Intenté animarle a hacerlo, pues como ya había dicho, me había encontrado con muchas dificultades y tal vez él tuviera más suerte. Después de todo estaba seguro de que sabía mucho más de lo que estaba dispuesto a admitir.  

Eché un vistazo a las cercanas calles de aquel vecindario, distraído por unos segundos, un leve respiro antes de continuar.

Necesitaba hacer una reconstrucción clara y organizada de los hechos, hasta ahora no había pensado que el caso lo requiriera, pero a estas alturas era indiscutible. – Tenemos que empezar a cuadrar el horario de los sucesos ocurridos y ver qué lagunas encontramos... – matizó con un cierto aire profesional, no en vano había destacado de entre sus compañeros por ser metódico y organizado. –Señor Harper, ¿sabría decirme a qué hora tuvo esa visión?

Agito mi vaso y hago tintinear el hielo contra el cristal mientras preparo mi respuesta.

- Respecto a la ama de llaves, Angela, es una persona muy querida para mí, no sé si sabrá algo o no. Yo le pregunté un par de veces cuando fui a dar el pésame y se me vino abajo, no pienso volver a hacerle pasar por ese trago.

Apuro el poco whisky que ya queda y sigo con las preguntas.

- Era la medianoche cuando tuve la visión del profesor, justo a la hora de su muerte real. Pasaban dos minutos cuando... acabó todo.

Konrad asientió y dio una calada; lo mismo que Harper ya le había contado antes. Cuanto más pensaba en ello, más creía que todo aquello tenía poco o ningún sentido. Pero Harper no era una persona propensa a imaginar tonterías, así que algo de verdad tenía que haber en todo aquello.

Tras una larga pausa, me decido a comentar a mi recién conocido invitado:

- Señor Hall, no se en qué punto se hallarán sus investigaciones, yo por mi parte tengo mañana una cita para la lectura del testamento del viejo profesor en la oficina del juez Braddock. Sólo yo puedo estar presente durante el acto en sí, pero Konrad me acompañará al lugar.

Dejo definitivamente el vaso sobre la mesa, las cartas están boca arriba. Ahora somos tres en esto.

Las palabras del antropólogo llegaron a mis oídos para proporcionarme una leve sensación de alivio, después de todo, aquella información podía dar forma a una nueva vía de investigación apartándonos un poco del estancamiento en el que parecía que nos encontrábamos. También era una muestra de confianza hacia mi persona y eso era algo de agradecer.

-Bien... Quizá ese evento pueda aclarar algunas cosas... – Contesté con esperanza sincera.

-¿Qué os parece si volvemos a reunirnos tras esa lectura? – La propuesta era evidente y dado que ya gozaría de la compañía de Konrad no veía necesaria la mía. Pensé que mientras llegaba ese momento yo también podría intentar avanzar en mis pesquisas para luego ponernos todos al corriente. El tiempo siempre corre en nuestra contra, enmascarando a los responsables de tal acto atroz.

No parecían muy dispuestos a entrevistarse con el ama de llaves, a pesar de mis peticiones, asique tendría que hacerlo yo. Evidentemente no podíamos permitirnos el lujo de renunciar a cualquier pista y tenía la seguridad de que el escenario de su muerte albergaría gran cantidad de ellas.

Los dos hombres dieron su conformidad a la reunión propuesta por el Señor Hall, y el grupo se separó hasta el día siguiente...