Partida Rol por web

- Conozco un restaurante en la avenida Elmwood; no es gran cosa pero hacen unas costillas de cerdo muy buenas

Konrad pone el coche en marcha

- ¿Quizás un ex-socio del negocio? Tal vez tuviesen ya impresas las tarjetas, y Emmott decidiese tachar el nombre en vez de imprimir nuevas

Arrancáis el coche y os ponéis en marcha, dejando atrás el cementerio y algunos de los presentes que aún no se habían ido, además estaba aquel tipo, el de los aires detectivescos que cuando arrancáis habla con el Juez Braddock.

Mientras hablas con el Juez Braddock, ves por el rabillo del ojo como el hombre gordo y el otro tipo que parecía policía (los que estaban tan cerca tuyo y de los que se despidieron la mujer y el hijo de Baxter) se meten en un coche y abandonan el lugar. Si no recuerdas mal, el gordo se llamaba Harper Welles y el otro Konrad Summers.

Hice acopio de toda mi paciencia y profesionalidad ante sus evidentes muestras de desprecio hacia mi o mi trabajo, si lo que intentaba era poner a prueba a mi autoestima no lo conseguiría.

Me olvidé de él tan pronto como se alejaba de mí, pero antes de que se fueran intenté obtener algo más de información respecto a sus acompañantes, o por lo menos con el tipo de nombre familiar.

-¿Profesor Wilson? – me cuestionaba a mi mismo sobre su identidad, intenté enmarcar aquel rostro en algún lugar conocido, ¿de qué me sonaba exactamente?

-¿Se marcha usted de viaje? – Empezaba a darme mala espina que todo el mundo tuviera tanta prisa por marcharse, era un tanto sospechoso que a demás ninguno de ellos mostrara interés en mi investigación.

Se da la vuelta al escuchar su nombre

- En efecto me voy de viaje y voy a perder el tren - pregunta mientras la lluvia golpeaba con fuerza su paraguas negro, llovia con más fuerza por momentos, el suelo empezaba a resbalar bastante, esto incomodaba bastante a Wilson que sólo deseaba irse cuanto antes - ¿nos conocemos? creo que no le he visto nunca - preguntó con cierto toque de desconfianza - ¿Es usted policía o algo parecido?

-Bueno no exactamente... – Me hice algo el remolón intentando no tener que dar demasiadas explicaciones para contentar su curiosidad, hasta ahora no me había servido de mucho decir abiertamente lo que pretendía sino más bien de todo lo contrario y tal vez fuera preciso un cambio ligero en la estrategia.

-No pretendo interrumpir sus obligaciones... – añadí poniendo la falta de tiempo como la excusa oportuna a mis rodeos y haciéndole ver que podría responderle de forma más precisa y detallada en un futuro.

-Pero si que me encantaría tener la posibilidad de hablar con los amigos del profesor Baxter... – Eso le incluía indudablemente a él, expresaba así mi deseo de volver a vernos cuando y dónde precisara. Desconocía el destino de su tren y la naturaleza de su viaje, pero tal vez sonsacara algo de información... ¿acaso huía de la ciudad para que no le vincularan directamente con aquella muerte? Si, por mi profesión me había vuelto excesivamente paranoico e incluso creativo, era un trámite, meras hipótesis sin relevancia notoria...

- Philip y yo éramos colegas en la Universidad de Brown aunque yo me dedico más al campo de la Ética como ya habrá investigado - el hombre había deducido que eras policía o detective -pero ahora mismo me es imposible hablar con usted, tengo un simposio en Boston y llego tarde a la estación. Si le parece en cuanto vuelva a la ciudad me pongo en contacto con usted y hablamos largo y tendido sobre Philip -menciona el nombre de Philip con tristeza- déjeme una tarjeta -dice apresuradamente viendo que sus dos compañeros se impacientan.

-Perfecto. –Contesté algo sorprendido ante la inesperada colaboración del profesor mientras le tendía un pequeño papel con mi teléfono de contacto.

Que hubiera compartido sus obligaciones era algo que supe agradecer. Según sus palabras, a demás, regresaría nuevamente a la ciudad tras verlas cumplidas y eso descartaba cualquier posible sospecha de huida.

-Que tenga un buen viaje. – No le retuve por más tiempo, sobretodo por temor a estropear lo que había conseguido que, si bien no fue demasiado, ya era más de lo que había avanzado con la mayoría de los otros asistentes...

Avancé ligero hacia el sacerdote y su acompañante, nunca antes le había visto en anteriores entierros de la ciudad y su identidad me resultaba por ello curiosa.

-Hola padre, soy el detective Michael Hall ¿tendría un momento?

Cuando llegaste a la altura del sacerdote, su chófer abría la puerta del coche y estaba apunto de tomar en brazos al sacerdote y meterlo en el coche

- Es mal momento caballero. Soy hermano del difunto, estoy afectado, llueve a cántaros y estoy calado hasta los huesos - dice escuetamente y hace un gesto al chófer que sin decir palabra abre del todo la puerta del acompañante y toma en brazos al sacerdote introduciéndolo en el coche y tras hacerte un gesto con la cabeza(el chófer)  se pone al volante y arranca el coche, ves como se aleja por el caminillo que desciende hasta la verja de entrada del cementerio.

¿Uno de sus hermanos? Aquello si que fue como una brisa helada en un día caluroso de verano. No podía culparle por su reacción sino más bien lamentar mi desafortunada actuación.

Me arrepentía de no haber podido afrontarlo de otro modo, sin duda hubiera sido una entrevista importante para el buen progreso de mi investigación, ahora ya era tarde.

La marcha del hermano estrechaba el círculo de mis posibilidades y no me sentía angustiado por ello ya que, pese a lo que pudiera parecer, no sentía especial deseo de prolongar mi presencia en aquel lúgubre lugar por tanto tiempo.

Busqué al hombre robusto y canoso con la mirada, intentando discernir mis posibilidades de interceptarle y hablar con él antes de que fuera demasiado tarde.

El hombre aguarda totalmente solo junto al ferétro, mira fijamente la caja como si se estuviera despidiendo del difunto. Al ver cómo te acercas te saluda con la cabeza

- Buenos días... por decir algo.

-Hola... – Contesté con cierto pesar impropio, contagiado por su actitud me vi obligado a solidarizarme con su pérdida.

-Lamento lo ocurrido. - El hombre parecía no haberse inmutado ante nada diferente a mi acercamiento, pues al contrario que el resto de los anteriores entrevistados, él permanecía fiel a su velatorio personal.

-¿Era usted uno de sus amigos? - Pensé que tal vez se tratara de alguien que había tenido una relación muy estrecha con el difunto y que por ello sus sentimientos se encontraban mucho más impregnados por el dolor. Su soledad también podía dar muestra de ello, aunque en cualquier caso, cada persona era un mundo... Querer comprender la mejor manera de afrontar una perdida importante era una tarea espinosa.

El hombre asiente con la cabeza y echa una rápida mirada de reojo al féretro mientras contesta

- En efecto lo soy - como si no hubiera digerido aún la muerte de su amigo - soy Antropólogo, Philip y yo fuimos compañeros en Brown durante... más de veinte o treinta años, ya ni me acuerdo. Me retiré hace un par de años -  tiende la mano al detective - mi nombre es Sillas Paterson. ¿Y usted es?

-Detective Michael Hall. – Me compuse rápidamente para aceptar el gesto de su mano con mi diestra para luego moverla de forma breve y ligera.

-He acudido para hablar con algún familiar pero lamentablemente no he tenido ese privilegio... – Lamenté abiertamente (pasando por alto que al menos conocía de la asistencia de uno de sus hijos) pues tenía curiosidad por ver hasta que punto estaba dispuesto a ayudarme en esa u otra posible búsqueda. -Tal vez usted pueda ayudarme.

-Tengo entendido que el difunto llevaba ya bastante tiempo arrastrando problemas de corazón... – Nuevamente la afirmación no era necesariamente exacta pero nunca me gustaba desvelar la información con la que contaba hasta que ello no fuera estrictamente necesario. Sabía de buena mano que las mentiras podían sacar a la luz muchas más verdades y de forma más concluyente, algo que en mi trabajo era de gran estima. – ¿Era evidente esa carencia de vitalidad cuando se veían habitualmente?

Aprovechando la proximidad para observar por primera vez el féretro de Philip, en un gesto análogo al de mi acompañante, esperé su respuesta aparentando una ligera ingenuidad propia de los niños o los adultos más despreocupados.

Visiblemente molesto no deja de mirar el suelo y sus zapatos empapados.

- Esto... detective... creo que no es el mejor lugar para hablar de esto. Vivo cerca de aquí, si le parece le invito a tomar el té - hace una pausa- y charlamos tranquilamente y calentitos. Nunca terminaré de acostumbrarme a este clima tan húmedo- bromea

-Eh... De acuerdo. - Me cogía un poco desprevenido, no era fácil esperar tanta amabilidad después de lo ocurrido, ¿había encontrado por fin a alguien carente de perjuicios entre todos los asistentes? No tenía razones para rechazar su invitación.

-¿Acaso no es de por aquí? – Pregunté interesado a colación de aquel comentario a cerca del clima de Providence.

Señala una colina cercana

- Mi casa está justo ahí arriba, ¿ve el conjunto de casitas grises? pues la mía es la segunda empezando por la derecha. Venga, sígame y vayamos dando un paseo mientras disfrutamos del agradabilísimo clima de Nueva Inglaterra - bromeó de nuevo mientras te hacía un gesto para que le siguieras sendero abajo hacia la salida del cementerio, al percatarse de que mirabas de reojo tu coche comentó - no hace falta que coja el coche para ir hasta allí, tardaremos menos de cinco minutos andando. El cementerio no cierra, así que puede venir usted a por él más tarde-y sin más, le seguiste hasta su casa.