17:55 PM
Es casi la hora de cenar, Michael Hall se entretuvo más de la cuenta en el gabinete del Doctor y en localizar la Residencia Baxter, tuvo que preguntar a varios vecinos para dar con la calle Down y con la callecita donde está ubicada la residencia.
La casa es de estilo victoriano, de tres alturas y muy probablemente un sótano, llama la atención la verja de color blanco recién pintada, un blanco reluciente que contrasta con la vegetación del jardín.
La típica casa en la que cualquiera querría poseer. Tras introducirse y en el jardín y llamar a la puerta, la mujer que viera Michael abrió la puerta, era Angela Vincenzo, el ama de llaves de los Baxter.
La mujer tiene los ojos enrojecidos de tanto llorar, al verte sacude la cabeza
- No viene usted en un buen momento. Sea quien sea...- estaba apunto de volver a llorar.
-Lo lamento señora... – Inclinando la cabeza a modo de disculpa intenté mostrar mis respetos y compartir su evidente dolor ante la muerte de Philip.
-No pretendo molestar, pero es importante. – Intenté convencerla de la relevancia de su colaboración y de que si no fuese de esa forma nunca intentaría molestarla en una situación como la que ahora padecía.
-Soy el detective Michael Hall. Se me ha encargado la investigación de la repentina muerte del señor Baxter y me gustaría hablar con usted. – Tras las anteriores entrevistas no me quedaba mucho más por hacer. Éste, el hogar del difunto, podía ser el más importante y cuanto más tiempo dejara pasar más difícil sería encontrar algo de mi interés.
-Es necesario comprobar que la muerte no esconde ninguna irregularidad. – Suponía que a pesar de su dolor quisiera eliminar cualquier sombra de duda en lo referente a la causa de la muerte, por su propia tranquilidad y la del resto de la familia del difunto. Al menos yo así lo querría si se diera el caso con alguno de mis seres queridos... Tampoco tenía mucho más con lo que negociar...
- Entiendo que esté trabajando -dice en tono conciliador- pero no me malinterprete, no estamos ahora mismo para hablar con detectives, entiéndalo... yo acabo de perder a lo más parecido a un padre que he tenido y el hijo del señor Baxter está aún más afectado... vuelva en un par de días y le doy mi palabra que le prepararé unas galletas y unos dulces acompañados con una buena taza de café y le contaré todo lo que sé, incluso el señorito le recibirá se lo prometo.
Su negativa no era tan desesperanzadora como podía parecer. Tratándose solamente de un par de días era un retraso perfectamente asumible, a demás, había algo que hacía que confiara en su palabra, no creía que me estuviese dando largas sin más.
-Vale, le tomo la palabra. –Añadí con tono cómico de agradecimiento insinuando que volvería a visitarla en dos días.
-Un placer conocerla, que descanse... – Me despedí con un ligero ademán.
Se había hecho tarde, sería mejor que fuera directo a casa.
-Hasta más ver Señor Hall- y cerró la puerta.
Escena cerrada.