- Si; tal vez Harper sepa como verlas o conozca a alguien que pueda dejarnos un proyector -respondió Konrad mientras cogía las películas y las apilaba para llevárselas al coche
Aparte de las películas, no había nada más de interés ni en la trastienda ni en la tienda en sí. De modo que los dos "sabuesos" volvieron sobre sus pasos y condujeron de vuelta a la estación. Hubieron de esperar casi dos horas hasta que vino el tren de Jacksonville con Harper y George en él.
Cuando el tren de Jacksonville se detuvo en San Agustín, Harper y Bangs vieron por la ventanilla el coche y a Dillinger y Summers junto a él. Los dos estaban fumando de pie a ambos lados y sonrieron a los dos hombres al verles aperse del tren.
Sin decir nada - tan sólo una inclinación de cabeza por parte de todos - se metieron en el coche y condujeron de vuelta al hotel. Hora de cenar y de trazar planes...
Cambiamos de escena.