La tienda es apenas una cuadrícula de veinte metros cuadrados con estanterías de madera desde el suelo hasta el techo y una mini mesa de madera con una caja registradora y un hombre delgadísimo, calvo, gafas y bigote que os mira con curiosidad.
Os sorprende la cantidad de cosas que vende aquel hombre. El espacio está aprovechado al máximo: hay comida enlatada, pertrechos de acampada, artículos básicos de higiene, comestibles frescos e incluso un estante con armas sorprendentemente nuevas.
Supongo que serán ustedes los americanos que acaban de llegar. ¿Puedo venderles algo? -dice con un evidente acento británico.
- En efecto. - Respondo aclarando que sí somos los americanos. Me apoyo en el mostrador y echo un vistazo con curiosidad, centrando mi mirada en las armas. La verdad es que parece que este tipo mantiene su tienda al día.
- ¿Puede enseñarme las armas? - Pregunto mirando sin pudor alguno todo el estante. - ¿Qué tiene y qué me recomienda para un paseo por la jungla? - Siempre he pensado que mejor ir armado de más, que de menos.
Después de todo, tres revólveres y dos escopetas quizá no sean suficientes si hay salvajes sueltos.
- Fuego, mucho fuego -comentó Konrad ante la pregunta de Dillinger, mientras echaba un vistazo a la comida en busca de alguna botella o un paquete de tabaco- ¿Tiene algo de alcohol? ¿Ron, whisky o al menos cerveza?
¡Parecía mentira!
Allí mismo junto a él, a uno de los lados del escritorio había una vitrina en el suelo ¿y a qué no adivináis? un ejemplar maravilloso, reluciente y nuevo de una thompson 1921. Ambos entendíais de armas lo suficiente como para saber que aquella ametralladora ¡portátil! era una verdadera maravilla.
Adivinando vuestros pensamientos el hombre sonrió -Digamos que el ejército británico tenía algunas de sobra...
Y luego dijo a Konrad -respecto del alcohol sí, tengo algunas botellas en el almacén. ¿qué quieren?
Por cierto que aquella preciosidad tenía colgando una etiqueta en la que se leía claramente una cifra: 300$
Miro a Konrad y luego a esa preciosidad... Me parece increíble que dispongan de algo así... ¡aquí! En este lugar lejos de toda civilización.
- ¿Tiene...? ¿Tiene munición para esa maravilla? - Pregunto sin esconder mi sorpresa por encontrar algo así aquí. No pienso negociar con el precio... Trescientos me parece bastante justo y quizá en otras circunstancias me habría puesto a negociar. Pero no ahora.
- Y respecto a alcohol... whisky. Del bueno que tenemos que celebrar. - Digo sin apartar mis ojos del arma.
Konrad miró la ametralladora. Podía permitirse el comprarla, y pensó que un arma así haría maravillas con cualquier cosa horrible que encontrasen en la jungla, pero nunca había usado una.
- Me temo que yo con ese trasto sería más un peligro para mi mismo y para usted que otra cosa. Y dudo que nuestros dos amigos sepan usarla, aunque confieso que sería cómico ver a Harper disparándola.
- No es tan fácil de usar como un fusil. Tiene mucho retroceso y hay que tener unn brazo fuerto pero les aseguro que es devastadora -dice con una sonrisa -tienen que pensar si les compensa el gasto claro. Si la quieren la munición corre de mi cuenta. Y el alcohol les puedo vender un par de botellas de un escocés buenísimo po 5 $ americanos.
Examino con calma el arma, con evidentes muestras de admiración en mi rostro. La verdad es que, sea fácil o no de usar, puede suponer toda una ventaja cuando regrese a casa. Con esto podría mantener a raya a la policía, o eliminar bandas rivales en tiempo récord.
Vuelvo a elevar la mirada hacia el británico. No parece que Konrad esté muy interesado en el arma… Pero, aunque sea como trofeo u objeto de coleccionismo, yo me la llevo.
- ¡Me la llevo! – Digo tras unos segundos de indecisión. – Esta preciosidad no se puede quedar aquí muerta de risa… - Muestro una amplia sonrisa. – Y el escocés corre de mi cuenta también, Konrad. Hoy estoy contento. –
Saco la cartera y me dispongo a desprenderme de un buen fajo de billetes. Creo que va a ser una gran inversión.
¿Me resto 305$?
Konrad sonrió ante el entusiasmo de Dillinger. No pensaba estar cerca de él cuando pensase utilizar ese trasto, pero si esperaba ver que efecto tenía en lo que fuera que se encontraran en la selva.
- Ponga también unas latas de carne en conserva y de salsa de tomate. Estoy harto de comer raciones secas y pescado. Ah, y si vamos a ir de excursión, quizás necesitemos algunos pertrechos.