Mira a Konrad con cara de pocos amigos, daba por hecho que iba a ser ayudado y ahora se encontraba con que podía quedarse sin ir a la Guarida, pues como buen científico que era, no dejaba pasar una buena oportunidad de descubrir algo, aunque nada tuviera que ver con el campo de la Astronomía que era el suyo.
Después miró interrogante a Harper para ver qué decidia el grueso héroe.
Permanezco en silencio un tiempo demasiado largo, pensando, meditando, no sé muy bien qué hacer. La muerte de mi profesor fue lo que me trajo hasta aquí, no obstante, no me siento capaz de desatender la muerte del señor Hall. Finalmente tomo una determinación.
- Está bien, nos quedaremos aquí hasta dar cristiana sepultura al señor Hall y lo mínimo imprescindible para hacer una visita a los humanoides. No quiero quedarme con el resquemor de que quizá tengan algo que ver con estas muertes, aunque lo dudo... hago una pausa y me dirijo al profesor Passelov... lo siento, no puedo ofrecerle una investigación en profundidad, a no ser que los humanoides nos aclaren alguna muerte.
- ¡Qué le vamos a hacer! al menos es usted un hombre de bien que no nos va a dejar en la estacada -le falta decir "y no como otros" mirando a Konrad.
- Adelante pues señores.
El grupo fuertemente armado fue directamente hasta el Rancho Englund, allí dejaron a Silvia para después ir a la Torre de Incendios, llegando al lugar casi a mediodía.
Sorprendentemente, no había ni rastro de la criatura. Sólo quedaban trazos de una pasta verdosa que cubría el suelo y parte del maltrecho cuerpo de Michael, el cual estaba hecho un acordeón con todos los huesos destrozados.
La visión de Michael os afectó poco, empezábais a acostumbraros a ver cosas desagradables y os limitásteis a pedir a los dos pueblerinos que cargasen con el cuerpo de vuelta a Garrison, llegando a primera hora de la tarde y enterrando a Michael inmediatamente en el pequeñísimo cementerio local en una ceremonia "exprés".
Luego volvísteis al Rancho Englund para recoger a Silvia. Llegando por la tarde.
- ¿Por qué no han venido antes? ¡ Es tardísimo! Se nos va a hacer de noche en un par de horas a lo sumo. No nos da tiempo a llegar y verlo todo.
- Tiene usted razón. Hemos ido a enterrar a un caballero, llevamos todo el día de aquí para allá... podemos dormir al raso cerca del lugar y mañana a primera hora registrar el lugar a fondo.
- Antes de llegar a la cañada en las que están las cuevas conozco un sitio llano ideal, además cerca corre un riachuelo y con un poco de suerte mis amigos nos visitarán por la noche.
- A mí me parece bien, hace una eternidad que no duermo fuera del Observatorio. Me place la idea de dormir sin un techo sobre mi cabeza -dice con una sonrisa.
- Cuanto antes mejor. Sentencié parco en palabras.
No me sentía demasiado bien desde la muerte del señor Hall, me iba a costar un tiempo readaptarme a la investigación. No había querido ver los peligros latentes de nuestra misión y ahora era consciente de que todos corríamos peligro mortal, desde el profesor ruso hasta mi antiguo amigo Konrad, era algo difícil de asumir. Por ello preparé el petate en silencio y me dispuse a pasar la noche al raso.
- Bien, pues manos a la obra. Por cierto, cuando terminemos quiero mandar un telegrama a Providence para informar a la agencia del señor Hall. Creanme, es mejor que lo sepan ahora a que se pongan a investigar por su cuenta
Y es que él, como detective privado por cuenta propia, sabía bien hasta donde podían llegar los detectives privados, incluídos los que trabajaban para una agencia como Pinkerton.
- Adelante entonces. Creo recordar que tengo mantas e incluso una tienda en alguna parte. Déjenme que eche un vistazo a ver...
Media hora después apareció Silvia con unos cuantos pertrechos para dormir al raso, casi suficientes para todo el grupo, así que en marcha os pusísteis.
Escena Cerrada.