Partida Rol por web

Al llegar a su apartamento, ni su padre ni su madre parecían estar en casa en aquél momento. Sin embargo quien si estaba era la criada de aquél lugar, realizando las tareas pertinentes. Nichole podía hablar con ella de cualquier asunto si así lo deseaba, aunque no tardó demasiado en sonar el timbre.

Rosita abrió sin dilación la puerta y a los pocos minutos allí estaba Benajmin Bloomer. - Señor. - dijo con una leve reverencia, invitándole a pasar.

Muchas gracias Rosita. - respondió, sin devolverle el gesto, pero con un tono amable, adentrándose en aquél hogar. - ¿Cómo está mi sobrina favorita? - le dijo con una desgastada sonrisa a Nichole, apoyándose en la encimera de la cocina, exhausto y con un sonoro suspiro.

He estado a punto de no venir... ¿Te puedes creer que el cabrón de Jack ha tirado un helado encima del cadáver de su tía y lo ha intentado retirar con sus manos desnudas? - se echó las manos a las sienes y se las empezó a manosear, intentando calmarse. - Ese chico es pura maldad y los policías que le han permitido entrar con un helado, unos inútiles o peor... Unos corrputos.

Miró a Rosita, después la encimera donde estaba apoyado. - ¿Qué hay de cena? - intentó cambiar de tema, por no agobiar a los presentes con sus temas legales... Además de que se moría de hambre.

Nichole había regresado pronto a casa y se había encontrado un paquete esperándola. Al ver la nota, firmada sólo con una S, su primer pensamiento fue para Scott y rasgó rápidamente el envoltorio, encontrándose con el último modelo de iphone en color rosa. Se sentó sobre la cama, con el paquete sobre el regazo y la nota en la mano. Aquello no podía ser de Scott, él no podía permitirse un regalo así de caro, pero entonces...

— Steve... — 

Claro, eso era cosa de su ex, era su forma desesperada de decirle que todavía estaba allí. Se echó hacia atrás y cubrió sus ojos con el dorso de la mano. 

En ningún momento se le pasó por la cabeza la idea de rechazar el regalo. Un regalo era un regalo y además, aquel teléfono era tan cuqui... Nada más verlo había sabido que lo deseaba, a pesar de quién provenía, aunque se volvió a decir que tenía que hablar con él, tenía que hacerle entender que lo suyo había terminado.

El resto de la tarde se la pasó configurando su nuevo juguete y chateando con Mindy y finalmente se dio un baño. Cuando su tío llegó a casa, Nichole le recibió con un efusivo abrazo. La joven estaba preciosa, se había arreglado para la cena y su posterior salida al parque.

Al ver la sonrisa cansada de su tío, le cogió con suavidad del brazo y tiró de él, sacándolo de la cocina. Su rostro había palidecido al escuchar lo que había hecho Jack en el tanatorio, era horrible, menos mal que al final ella no lo había acompañado...

— La cena no tardará, ¿verdad, Rosita? — Preguntó, lanzándole una mirada significativa a la sirvienta. — Esperemos en la salita y me pones al día... — No quería hablar delante del servicio, así que acompañó a su tío a la sala y se volvió hacia el mueble bar. — ¿Te preparo algo mientras esperamos? — Le pregunto, sacando un par de vasos y buscando entre las botellas de su padre. Preparó un par de martinis y se sentó junto a su tío, ofreciéndole uno de ellos. Ella todavía no tenía edad para beber, pero tenía la confianza con Benja como para hacerlo, siempre que no se pasara. 

Llevó el vaso a sus labios y le dio un trago a la bebida, antes de retomar la conversación que había empezado su tío en la cocina. Le miró a los ojos, preocupada, y una suave mueca se formó en sus labios. 

— Ahora que estamos solos, cuéntame. ¿Qué pasó con Jack? ¿Por qué está bajo sospecha? Es un gilipollas, lo sé. Pero también es un imbécil, ¿crees que tiene algo que ver con la muerte de su familia? No parece capaz de orquestar algo tan complejo. Todo lo quiere arreglar con dinero y lo único que le importa son las apariencias... Dime qué tengo que encontrar porque no voy a soportarlo mucho más... Hoy le ha dado por ofrecer dinero, mucho dinero, a quiénes le tiraran bebidas a una compañera de clase y según él lo hacía porque ella me había insultado... — Le confesó y volvió a darle un nuevo trago al martini, llenando con ese trago el agujero, frío, que había sentido en su pecho al hablar de Jack Anderson.

En el momento en el que despegaba sus labios del vaso, sintió como su nuevo móvil vibraba. Lo cogió, convencida de que sería la pesada de Mindy, pero para su sorpresa se trataba de Jack.

— Vaya, hablando del rey de Roma... — Comentó, con un tono de voz irónico y un suspiro salió de sus labios. Levantó nuevamente la mirada, cruzándola con la de su tío. — Veamos qué me dice... — Volvió a mirar el teléfono y empezó a escribir un mensaje de respuesta a su novio. — De verdad, es super flipante lo del helado... — Murmuró mientras borraba las dos frases que había empezado a escribir. Respiró profundamente, buscando alguna especie de inspiración en su interior, para ser capaz de poner las palabras correctas. 

«Cielito...» Tenía que poner cielito, eso era muy cool y ñoño, ¿verdad?

Rosita simplemente agachó la mirada, sometiéndose a la voluntad de Nichole y dirigiéndose a cocinar. Benjamin acompañó a Nichole y se sentó de forma bastante acomodada en el sofá, asintió ante el ofrecimiento del martini y sin dudar, le dio un buen y largo sorbo, acompañado de un sonoro. - _Ah. - indicando no solo que estaba bien preparado, si no que le hacía bastante falta.

Será cerdo. - sentenció al escuchar la historia de Nichole sobre lanzar bebidas a sus compañeras a cambio de dinero. - Lo que comentas es cierto en parte querida mía. - admitió. - ¿Es imbécil? ¿O se hace el imbécil? Porque el tirar un helado encima de su recién asesinada tía me ha parecido una genialidad para ocultar pruebas.

Si "se le cae" el helado y lo intenta retirar con la mano, no sería raro que si luego encuentren huellas de Jack en el cuerpo, usen este incidente para justificarlo ¿verdad? - dio otro sorbo más, de hecho casi se termina la copa. - Con su familia también pasó algo parecido... Todos se fueron de viaje familiar, pero casualmente cuando ocurrieron los asesinatos, también hay videos de Jack en otro lugar.

Negó con la cabeza. - Tiene que haber sido él, pues fue quien se marchó junto con su familia a aquél lugar, pero untando a la gente, algo de lo que no tengo pruebas pero tampoco dudas, logró que dejaran la investigación de lado y se quedaran con la prueba irrefutable de que él estaba en otro lugar en ese momento, algo que tampoco he conseguido rebatir, pues la persona que aparece en el vídeo viste igual, se peina igual, también llevaba gafas de Sol... - se echó una mano a la frente, intentando pensar algo con lo que rebatirlo. - Pero ¿Cómo es posible?

Respecto a lo que tienes que buscar cariño... Si lo supiera, te lo diría, de hecho, lo buscaría yo mismo. - admitió. - Pero no siempre puede resolver todo ni encubrir todo, en algún momento su codicia le llevara a cometer otro asesinato en el que casualmente él sea el beneficiario. Puede que ya hayan pistas de los casos anteriores, pistas que no vemos. Lo importante es que tiene que haber alguna forma de pillarlo.

Pero antes de continuar, Rosita entró con un par de filetes muy bien cocinados, con un acompañamiento igual de apetitoso y vistoso, por lo que Benjamin, decidió zanjar temporalmente el tema. - Pero bueno, ahora es momento de disfrutar de la deliciosa comida que tenemos delante y desconectar un poco. ¿Qué tal tus clases cielo?

Nichole se estremeció al imaginarse a Jack derramando, a propósito, el helado sobre el cuerpo muerto de su tía-abuela. ¿Lo habría hecho adrede, tal y como insinuaba su tío Benja? No le había preguntado cómo había muerto la vieja, pero por sus palabras se enteró que había sido asesinada.

— La verdad es que es demasiado sospechoso que toda su familia haya muerto en extrañas circunstancias... — Murmuró y volvió a llevarse la copa a los labios, dándole un nuevo trago al martini. 

— Esta noche le veré, hemos quedado para ir a ver un evento aquí al lado, en Central Park. — Sus labios formaron una suave mueca. — Si puedo enterarme de algo te mantendré informado... — Le dijo, aunque no estaba muy convencida de que pudiera descubrir alguna cosa. Jack era tan hermético y superficial que era imposible acceder a su yo interno, y eso que ella parecía ser la persona más cercana a él. Sintió de nuevo la vibración de su móvil y en ese momento entró la sirvienta con la cena. 

— ¡Oh, perfecto! Ya no me vas a acusar de matarte de hambre. — Le dijo a su tío y una sonrisa bailó en sus labios. Mientras se levantaba para dirigirse a la mesa, miró el teléfono y leyó el mensaje de Jack. Al principio no lo entendió, ¿qué quería decir con lo de que su reloj pasaba de las 12 a la 1? Se detuvo, mirando la pantalla unos segundos. Releyó su anterior mensaje y entonces lo comprendió. — Será idiota... — Murmuró para sí misma y respondió el mensaje.

Se sentó junto a su tío y probó el filete. Como siempre, estaba delicioso. Su madre siempre había cuidado de tener a lo mejor de lo mejor en cuestión del servicio. Levantó la mirada, entrelazándola con la de su tío y sonrió. Le encantaban aquellas veladas en familia, a veces sentía que tenía mucha más conexión con Benja que con sus propios padres. Sabía que podía contarle cualquier cosa, que él nunca le juzgaría, y si lo hacía, vigilaría de decirle lo que pensaba con tacto, procurando que no se sintiera mal. 

— En general me van bien, aunque historia del arte es un tostón. Además, la profe es muy joven y lo único que hace es lamentarse de sí misma. No entiendo cómo puede estar allí, la verdad. Para el curso que viene miraré otra asignatura para conseguir los créditos... Esta es la asignatura comodín, Creo que casi todos nos apuntamos a ella por lo mismo, aunque no tenga nada que ver con nuestras carreras. Además, vienen alumnos de todos los cursos. ¿Sabes quién está también...? — Guardó unos segundos de silencio, generando un poco de intriga y finalmente retomó la palabra. — Emily Richards. Es su último año y viene a la clase. ¿Tú te crees? Todavía no me ha perdonado que el año pasado me coronaran a mi reina del baile. El curso pasado éramos super amigas, recuerdo cuando entré en las cheesleaders, ella me enseñó todo lo que sé, pero ahora ni me dirige la palabra. Pero no me importa, ya va siendo hora de que deje su trono... —

Sin apenas darse cuenta, el tiempo iba pasando y se iba acercando la hora de ir al parque. Nichole apenas comió, siempre cuidaba su línea y si podía ni cenaba, pero aquella noche había quedado con su tito y había hecho el esfuerzo de sentarse junto a él y picotear un poco del delicioso filete que le habían servido.

Benjamin se quedó un poco estupefacto al escuchar lo que susurraba su sobrina al mirar al teléfono. No tardó en entender que hablaba con aquél chico a quien consideraba un genio haciéndose el imbécil. Negó con la cabeza, de forma bastante brusca, pues se negaba a sí mismo volver a sacar a Jack como tema de conversación y hacer que le explotara uno de los vasos sanguíneos de su cerebro.

Probó el filete, pues el Martini ya había llegado a su fin y tampoco quería recargarlo para ir ebrio completamente. Su cara por fin se alegró bastante. - ¡Mmm! - gesticuló, de forma sonora. - ¡Muy buen trabajo Rosita! - dijo aclamando las manos en la cocina del servicio.

Mientras devoraba con gusto aquella elaboración, escuchó atento a su sobrina. Una pequeña sonrisa junto con una ceja arqueada, aparecieron en la cara de Benjamin. - Ay... Los líos de la universidad. Quien volviera a tenerlos querida. - le puso una mano en el hombro. - Puede que ahora se te hagan muy pesados o injustos incluso, pero créeme que en cuanto pasen unos años los vas a echar de menos. - terminó su plato, echó la cabeza hacia atrás cerrando los ojos y poniendo sus manos sobre el estómago. - También te recomiendo pasar de los imbéciles, a no ser que tengas la obligación de estar con ellos y sobre todo, disfrutar de los pequeños momentos, como haber degustado esta comida o charlar con tu tío favorito. - rio levemente.

Con algo de esfuerzo, se levantó de aquél sofá. - Bueno pequeña, voy a tener que ir marchándome. ¿Vas a salir esta noche? Te puedo acercar a algún lugar, aunque de la vuelta te encargas tú.

Nichole era consciente de que estaba en la mejor etapa de su vida, la universidad era lo que siempre había deseado. Desde que era una niña y sufría el bulling de sus compañeros de clase, llamándola robocop por el corsé de hierro que llevaba por la espalda y los brackets en los dientes, había soñado con hacerse mayor e ir a la universidad. Una de sus pelis favoritas siempre había sido "Una rubia muy legal", con Reese Whiterspoon, la cual hacía un papel maravilloso. Por eso, cuando su tío hizo el comentario sobre los líos en la universidad, La joven hizo un gesto con la mano, quitándole importancia.

— No me quejo, tito, si me encanta la uni... — Le dijo, levantándose también y se colgó de sus hombros para darle un beso en la mejilla. 

— No te preocupes, me vienen a recoger... De todas formas vamos aquí cerquita, iremos dando un paseo. Tú vete y descansa. — Al haberse acercado tanto, sintió el olor de la colonia que últimamente utilizaba su tío y arrugó ligeramente la nariz. — ¿Has cambiado de colonia? Me gustaba más la que te regalé, esta no te pega, tito, es demasiado... Vulgar... — Le dijo, a pesar de que seguro que aquella se la había regalado Alice, su novia. Hacía tiempo que Nichole no la veía, aunque la verdad, tampoco la echaba mucho de menos. Era una mujer demasiado lista, que estaba con su tito por saber qué motivo. Siempre que habían coincidido en alguna reunión familiar, Alice intentaba acercarse a la joven y hacerse su "amiga", seguramente lo hiciera por querer formar parte del vínculo que tenían tío y sobrina, pero Nichole la veía como una intrusa y no le había dado la oportunidad de hacerse conocer, juzgándola tras una primera impresión. Era una vulgar aprovechada...

Le acompañó a la puerta y le despidió con un nuevo abrazo. — Te quiero... —

Una vez se hubo ido, se dirigió a su baño para lavarse los dientes y ponerse un poco de brillo en los labios. Apenas se maquillaba, tenía la piel muy tersa y suave y no quería que se estropeara con productos químicos. Como mucho se ponía un poco de rimel y algo de brillo en los labios. Cogió la botella de chanel que tenía en su cuarto y se puso unas gotas en los huecos que quedaban entre el cuello y los omoplatos y en la parte anterior de las muñecas y se sentó sobre la cama para esperar a que Jack la recogiera, mientras jugaba y chateaba un poco con su móvil nuevo.

No pasó mucho tiempo desde que se fueron las visitas y entró Nichole al baño que empezó a sonar el timbre de forma estruendosa.

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Finalmente Rosita descolgó el telefonillo. - ¡Ay ya basta! ¿Quién chingados es? - comentó muy malhumorada, hasta que se percató de que era ni más ni menos que Jack Anderson. - Señor Anderson, la señorita se está terminando de arreglar, enseguida va para allá. - y con un suspiro colgó, esperando que Nichole no le exigiera abrirle la puerta para subir.

El timbre empezó a sonar insistentemente en el momento en el que Nichole estaba enviándole el mensaje de agradecimiento a Steve. Terminó de escribirlo corriendo y lo envió, sin darse cuenta que lo estaba llamando bebé, apelativo cariñoso que había utilizado muchas veces con él.

Nichole estaba estirada boca abajo sobre la cama, apoyándose sobre los codos y alzando los pies, mientras terminaba de configurar cosas en su móvil nuevo y enviaba algún que otro mensaje cuando de repente, el timbre empezó a sonar de forma insistente. Dirigió la mirada hacia la puerta de su dormitorio, arrugando ligeramente el ceño. Seguro que era Jack, que tenía que estar llamando la atención fuera donde fuera. 

Se levantó de la cama y se asomó, descalza.

— ¡Rosita, dile que suba...! — Le pidió, alzando la voz y haciéndose escuchar por encima del gruñido de la sirvienta.  Prefería ver cómo se encontraba en la intimidad de su dormitorio y no en medio de la calle. 

Tras escuchar como la sirvienta acataba su orden y esperar a que colgara el telefonillo, le dio una nueva orden antes de cerrar la puerta.

— Cuando suba, le dices que le espero en mi cuarto... — Y se metió de nuevo en el dormitorio, se sentó sobre la cama y se puso el calzado, mientras esperaba a que llegara Jack.

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¡Señora! - comentó ante el incesante dindineo. - Yo le dije, pero él no sube. Creo que espera que baje mi señora. - su tono era claramente molesto, por el incesante ruido que estaba acumulándose en su cerebro.

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Al ver que el timbre no cesaba, Nichole se asomó nuevamente por la puerta de su dormitorio, con la intención de decirle a Rosita que le dijera de una vez a Jack que subiera. Pero al escuchar a la sirvienta ahogó un gemido y se dirigió hacia la puerta del domicilio. Cogió el teléfono, colocándoselo en el oído.

— ¿Jack? Ya bajo, pero deja de tocar el timbre, porfi... — Le pidió y colgó nuevamente el telefonillo en su sitio. 

Cuando finalmente llegó abajo, su ceño estaba ligeramente fruncido. Pasó junto al conserje sin apenas mirarle, dedicándole un escueto — Buenas noches. — Y salió a la calle, encontrándose con Jack.

— ¿Por qué no has subido? — Le preguntó nada más verle, formando un pequeño mohín con los labios. 

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Para cuando Nichole Bloomer salió, este se encontró con Jack Anderson aún pulsando el telefonillo como si fuera un loco desquiciado, pero lo más revelador que había ahí era el hecho de que este parecía llevar unos air-pods en los oídos con música a todo volumen.

-¿Eh?. -Preguntó confundido al ver a Nichole ahí abajo- ¿YA ESTÁS LISTA CARIÑIN?. -Gritaba.- ESTOY INTENTANDO ABRIR LAS PUERTAS PERO CUANDO PULSO EL BOTÓN LAS PUERTAS NO SE ABREN AUTOMATICAMENTE. CREO QUE HAY UN PROBLEMA CON EL PORTERO AUTOMÁTICO. 

Quizás fuera el hecho de que no era un portal automático o que apenas oía nada a causa de los air-pods, pero se veía genuinamente feliz de ver a Nichole ahí mismo.

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Los ojos de Nichole se abrieron alarmados por los gritos que estaba metiendo Jack. Enseguida se dio cuenta de los air-pods que llevaba puestos y suspiró, con una sonrisa en los labios. 

— Shhhh... No grites, cielito... — Le dijo, acompañando sus palabras con un suave gesto de las manos para que bajara la voz. Su primer impulso habría sido el de quitarle ella misma los air-pods de las orejas, pero se detuvo antes de hacerlo, consciente de que como acercara las manos a su cabello volvería a montar un espectáculo. En lugar de eso, las llevó a sus propios oídos e hizo el gesto de quitarse algo de ellos, mirándole fijamente para que se diera cuenta de por qué lo hacía. 

— Quítate eso, cielito... —

-¿¡QUE!?- Gritó el hombre no entendiendo lo que su novia le decía- TE HAS TOCADO LOS OÍDOS, ¿¡ESO QUIERE DECIR QUE NO ME ESCUCHAS!?. ¡¡¡ENTONCES TENDRÉ QUE GRITAR MÁS FUERTE!!!. ¡¡¡¡¡AMOOOOR, TU PUERTAAA ESTÁAA ROTAAAA!!!!. ¡¡¡¡¡NOOOO SEEEEE AAAAAAABREEEEEE!!!!!.

En efecto, no habia comprendido absolutamente nada de lo que le había dicho aquella mujer, al contrario, por algún motivo ahora no solo estaba gritando teníendole a ella delante, sino que además tampoco paraba de tocar al timbre del piso... la pobre sirvienta iba a tener un día duro.