Klaudia tras haber visto su corazón roto por Sydney, decidió abandonar la ciudad y buscar una vida más tranquila, alejada de todo el peligro que suponía Ghostface y de la preocupación de tener que estar en casa sin saber si la persona que amaba iba a volver con vida.
Cuando pensaba que había logrado alcanzar la paz nuevamente, una visita inesperada le dio un vuelco al corazón y es que el mismísimo Denver Doyle la encontró y le entregó personalmente la noticia sobre la muerte de Sydney. Ambos lloraron, ambos de abrazaron, ambos consiguieron en aquél dolor, alguien que les comprendiera.
Denver, tal y como comentó en el museo, dejó la carrera militar, lo cual hizo que tuviera problemas en casa ya que es lo único que conocían, que él mismo conocía, por lo que fue la propia Klaudia quien lo acogió bajo su tutela y quien le mostró la belleza de las pequeñas cosas de la vida, empezando este a apreciar hechos tan sencillos como estudiar una carrera, salir con los compañeros, trabajar en un sitio donde tu vida no corría peligro para ganarse el pan... Y en especial dormir tranquilo por la noche, sin un ojo abierto para vigilar que nadie fuera a por ti.
Denver encontró la hermana que necesitaba en Klaudia y Klaudia encontró en Denver la relación de confianza que buscaba con Sydney, aunque esta ahora no llegara a un nivel romántico ni sexual.