Partida Rol por web

Después de dejar a Jack Anderson el primero (como no podía ser de otra forma), dejaron a Thomas Ellis, quien estaba medio desmayado ya del dolor, en su casa, para finalmente llegar al apartamento donde vivían Renata y su hermano. - ¿Por qué todo el mundo estaba tan triste? ¿Por qué la policía nos ha detenido? ¿La fiesta fue mal? ¿Hicimos algo mal en la fiesta?

Juan parecía bastante ajeno a lo que había pasado en verdad. - No me acercaré más al de la tele, lo prometo hermana, pero no quiero volver a estar con la policía, dan miedo. - su voz estaba levemente quebrada, realmente se notaba que ahora había pasado auténtico miedo.

Se fue de la comisaria con un regusto amargo en la boca. Demasiadas cosas habían pasado aquel día y el mensaje de aquel asesino había sido la guinda junto a las declaraciones del padre de Steve en la prensa. Nada más cruzar la puerta se recogió el pelo en una coleta alta mientras indicaba a Juancho que se sentara.

- La policia no nos ha detenido, cariño. Nos ha salvado del hombre malo del video - dijo mientras se encaminaba a la nevera para sacar la cena y calentarla en la cocina de butano - En la fiesta ha habido gente que se ha hecho mucho daño, por eso nos hemos tenido que ir - sacó los botecitos de las medicinas y se acercó con ellos en la mano para colocarlos sobre la mesa junto a un vaso de agua

- ¿Porque te dan miedo? - preguntó extrañada por aquello. Acarició el antebrazo de su hermano para intentar infundirle confianza. Todavía le sorprendía lo diferente que veía la vida al resto del mundo

Al sentir la mano de su hermana, se giró y la abrazó con demasiada fuerza. Por suerte no tenía mucha y Renata lo pudo soportar. - Me dan miedo porque no nos dejaban ir a casa y tenían armas. - se separó de Renata. Miró las pastillas y el agua. - Tampoco me daban caramelos y me miraban mal, estaban muy serios daban mucho miedo.

Dio un trago al vaso y esperó que Renata le abriera los botes de la pastillas, pues él tenía aprendido que no debía tocar esas cosas. - Yo solo quería volver aquí y ver vídeos de drones, me gustan mucho son muy bonitos cuando brillan.

Dejó que su hermano la abrazara, porque le encantaba. Olía genial. A dulzura e inocencia. A real felicidad. 

- Cuando sea famosa y gane pasta te voy a comprar todos los drones que quieras. Y aprenderas a manejarlos. Ya verás - mientras hablaba fue abriendo los botes y sacando las diversas pastillas. Tras asegurarse que las habia tomado, le besó la frente y le dejó viendo la tele mientras ella se iba a controlar el fuego.

Mientras hacia eso escribió desde el móvil.

Juan se sintió reconfortado por su hermana. - Gracias Manita, por estar siempre aquí. - dijo con una gran sonrisa que iluminaba su rostro. Su inocencia hacía que aquella fuera de las más puras y sinceras que había visto Renata nunca.

Aplaudió un par de veces, contento ante la idea de tener un montón de drones y finalmente se puso a ver la tele, un poco somnoliento.

Estaba ya apartando el cazo del fuego cuando sonó su móvil. Era Valentina. Ojalá que la dejaran volver pronto. Tenía que estar asustada, pero era una mujer valiente y lo disimulaba muy bien.

Repasó su mensaje a Lilliana para ver si al menos lo había leído. Le preocupaba que no le respondiera. Dudó si llamarla pero tampoco quería molestarla. Lanzó un suspiro al aire mientras ponía la cena en la mesa y se sentaba a comer con Juancho.

Muchos pensamientos pasaban por su cabeza y aquello la frustraba. 

La noche parecía muy tranquila, hasta que algunos ruidos se oyeron en el piso de arriba, parecía que alguien rondaba la puerta del apartamento de Scott y Renata bien sabía que no era el propio Scott debido al mensaje que acababa de recibir de su mentora.

Otro día cualquiera, escuchar ruido en el piso de arriba no la hubiera inquietado. No mucho al menos, después de todo, su barrio era el que era.

Comprobó que su hermano seguía viendo la tele para levantarse con gente normal, como si estuviera recogiendo la mesa. Se acercó a la puerta con sigilo y comprobó que estaba echada la cadenita. Se paró a escuchar que sonidos podían venir del otro lado de la puerta. Luego miró por la mirilla.

Scott no estaba y poco podían robarle, pero quería ver quien era. Bajar tenia que bajar. Tarde o temprano.

Renata pudo ver subir a Scott por las escaleras, sin embargo no pareció que hubiera ningún ruido extraño arriba, por lo que quizá Scott si estuviera esperando visita. Pasaron pocos minutos y llegó también Valentina, quien se dirigió al apartamento de Renata.

Una vez estuvo en la puerta, Valentina llamó un par de veces. - ¿Están durmiendo ya muchachos? Quería darle un beso de buenas noches a Juancho antes de irme.

Ver subir a Scott la tranquilizó, pero pronto le saltaron las alarmas. Aquellas re cetas que encontró la hicieron sospechar que estaba trapicheando, pero por respeto a la intimidad de su amigo no le había dicho nada.

Ahora bien, si se le había ocurrido hacer esos trapicheos allí, con Juancho tan cerca... Ahí sí que tenía que intervenir. Aunque antes tenía que asegurarse.

Estaba pensando cómo hacer cuando Valentina llegó caída del cielo. Abrió la puerta y tiró de su profesora para meterla dentro

- Quédate un momentito con Juancho, porfavor. Voy arriba un segundo - le dió un fugaz beso en la mejilla como si aquello fuera. Pago suficiente y subió despacito los escalones, siempre buscando la cobertura y esperando oír algo de la conversación.

Si ya no estuvieran en el rellano, llamaría a su puerta

Renata pudo escuchar solo una fracción de lo que decía Scott, aunque era más que suficiente para saber de que iba el asunto.

¿Pero qué ven mis ojos? ¡Ha venido el repartidor de Amazon y me ha dejado la muñeca hinchable sin el envoltorio! ¡Voy a reclamar!

Un leve gemido femenino profirió de aquella zona.

¿Incluye eso cosas guarras? Hagamos guarradas, como... como...

Renata se quedó paralizada en la puerta. No entendía nada. Nichole estaba en la comisaría cuando había oído el ruido arriba. Era otra chica?

Se le hizo un nudo en la garganta que le costó digerir mientras volvía de nuevo abajo. Cada paso era como si llevara cemento en los zapatos pero finalmente logró llegar a casa.

- Gracias por haberte quedado - le dijo a Valentina con voz apagada. Su rostro estaba como ausente mientras seguía hablando - Yo... Pensé que... Pensé que había alguien en el piso de Scott pero es una chica... - su voz se apagó mientras se pasaba los dedos por la frente

- Sabía que estaba con Nichole, pero no que hubiera más..- dejó caer su cuerpo sobre el asiento mientras el comentario de su amigo se repetía en su cabeza. Así hablaba a las chicas? Una muñeca hinchable decía? Sintió un escalofrío. No parecían palabras típicas de él pero tampoco a la vez, era posible.

¿Pero qué le pasó? Pareció que vio un fantasma y no una chica. - preguntó preocupada al ver los extraños movimientos de Renata. - Ay Nichole... Es normal que se busque otras. - admitió. - Imagínese tener como amorío a la más creída del grupo, además de que esté saliendo públicamente con otro chico.

Le dio un par de palmadas amistosas. - Debería centrarse más en quienes realmente le necesitan. - comentó, señalando a Juancho. - Y no en los líos amorosos de su amigo y vecino.

La joven reaccionó por fin - No me importan los amorios de Scott - dijo saltando un poco a la defensiva - Por mi que se acueste con todo nueva york - dulcificó el rostro dandose cuenta de su actitud injusta - Disculpame Valentina. Y gracias por haberse pasado - puso una mano sobre el antebrazo de su profesora para retenerla un segundo antes de que se fuera

- No diga a nadie lo que le he contado. Nadie sabe lo que tienen. -

Entonces miró de reojo a Juancho y al ver que se estaba manchando mientras terminaba la cena se acercó a él para limpiarle la boca con cuidado.

- Juancho, ¿quieres que hagamos un tik tok antes de ducharte? ¿Quieres cantar o bailar? - 

Valentina simplemente suspiró y asintió. Le dio un beso a Juancho, tal y como había prometido para entonces marchar a su hogar. Por otra parte Juancho parecía muy cansado como para hacer ningún tipo de baile, sería mucho mejor acostarle.

Tras la agitada noche, algo de descanso hizo bastante bien. Abriendo los ojos se pudo ver un nuevo amanecer, algo que José Santomé no podía ver, motivo por lo cual todos los vivos debían estar agradecidos.

Debido a los acontecimientos recientes, las clases habían sido canceladas para acudir al evento organizado en la plaza del ayuntamiento, aunque no era obligatorio acudir, por lo que se podía ir a cualquier otro destino, si es que se deseaba salir.

¡Mira hermanita! - decía aún en pijama con el móvil en la mano. - La gente se equivocaba, José sigue saliendo por aquí. Mañana seguro que sube algún video nuevo o un reto. - parecía muy emocionado con aquellas vanas ilusiones.

Acarició la carita de Juan sin llegar a decir nada más antes de llevarlo al baño para ayudarle a lavarse y vestirse. Mientras hacían aquello le fue diciendo que iban a subir a ver a su vecino. 

Cuando estuvieron ambos ya desayunados, Renata comprobó que sus padres dormían (ambos llegaron tarde del trabajo) y tras eso subió con Juancho las escaleras para llamar a la puerta 

Al llegar al apartamento, Renata vio lo desolado que estaba su amigo tras descubrir la auténtica relación entre Scott y Nichole. Primero Jack, luego Nichole... Sentía que no conocía a nadie de verdad.

Dejarle solo, era mala idea, no solo por su estado anímico, si no porque no tenía donde ir a dormir, ya que conociendo su orgullo, no iba a ir a pasar la noche a casa de los Bloomer, por lo que finalmente se quedó a dormir en el sofá.

Renata comprobó que Juancho estaba perfectamente bien y tranquilo en su habitación, por lo que solo restaba dormir, aunque antes tenía tiempo para hacer algún post si así lo deseaba*.

Tras prepararse para ir a dormir, escuchó la puerta de la calle abrirse. Por desgracia, aquellas casuchas no es que fueran muy seguras, por lo que tras ir corriendo, encontró un Ghostface justo en la puerta, le seguía un montón de humo que también se adentraba en la habitación.

Steve estaba completamente dormido en el sofá y aunque Renata intentó despertarle, no lo lograba, de hecho, ella misma empezó a sentirse cansada y somnolienta. Sin más opción, decidió huir hacia su habitación y esconderse en el armario para llamar a la policía, pero cuando estaba tecleando, la puerta se abrió de par en par.

El humo se adentraba cada vez más y más, hasta que finalmente, Renata cayó rendida al suelo.