Amanda se encontraba en el recibidor de la casa, observando con detalle los cuadros que habían colgados por las paredes. Siempre le habían gustado aquellos cuadros, por lo que no dudó en pararse delante de cada uno durante un instante para dejarse llevar por la inspiración que le provocaban, tocando con delicadeza el marco de aquellas obras.
Se dio una vuelta rápida por la casa para comprobar que no hubiera nada fuera de su lugar, costumbre que muchos ciudadanos de Nueva York habían tomado después del incidente con el asesino enmascarado. Finalmente comprobó que todo estaba bien y acabó por ir a la cocina, abrir la nevera y tras sorprenderse gratamente, agarrar un batido de chocolate que no dudó en llevarse al salón.
Se reclinó sobre el cómodo salón, apoyando los pies sobre la mesa y encendió la televisión que colgaba de la pared, una muy grande y de alta definición. Allí, sentada cómodamente, pudo ver como la estrella en alza de la ciudad salida del barrio más precario, Renata Santos, había marcado todo un Hit con su canción y de hecho mostraba paso a paso en un programa de televisión como realizar paso a paso la coreografía para dicha canción. Amanda no pudo evitar sonreír de oreja a oreja.
Amanda pudo notar una mano detrás de ella. - Baila bien ¿eh? - aquella modulada voz, asustó a la mujer, quien se giró rápidamente y con las pupilas bien dilatadas pudo observar que detrás de ella se encontraba ni más ni menos que Ghostface. Aquél traje no parecía uno de broma, tampoco de mala calidad, sin duda alguna era auténtico, como los que habían usado Erick y Elsie.
Ghostface también le dirigió la mirada hasta que se cruzaron las de ambos. - Es una bonita casa, no quiero manchar ni estropear nada. ¿Qué te parece si te portas bien y me acompañas fuera? - hablaba con un tono calmado y continuo, como si tuviera la situación completamente bajo control.
La chica apartó la mano de Ghostface con brusquedad y de hecho le lanzó aquél batido encima. - ¡Aparta de mí bicho raro! ¡El reinado del terror de Ghostface ya ha terminado! ¡Erick ya no tiene seguidores en ninguna parte, hasta él mismo admitió que se había equivocado! - le dio una patada al sofá, lo cual hizo que este saliera disparado hacia Ghostface e hiciera que el encapuchado cayera hacia delante.
De su bolsillo sacó una navaja, bastante grande. - ¡Venga cabrón, que te vas a enterar de lo que sé hacer!
Completamente tirado en el sofá, solo pudo suspirar con pesadez. - Siempre es por las malas... - se levantó con agilidad, sacando durante el movimiento, una porra extensible. Aquella mujer no dudó en correr hacia él y el enmascarado consiguió agacharse con tal gracia que estando en el suelo pudo hacer un barrido en el suelo y hacer que cayera sobre la mesa, rompiéndola.
Uy... Parecía cara. - el comentario solo hizo enfadar aún más a aquella mujer, quien le profirió un tajo en el brazo a su adversario, aunque la sangre no brotó, pues parecía que llevaba cierto refuerzo en la muñequera. - ¡Suficiente, a dormir! - la porra entonces realizó un destello azul, acompañado de un eléctrico ruido que, tras golpear a la chica, la dejó completamente noqueada en el suelo. Ghostface se colocó encima de ella y se hizo una foto.
Se puso a escribir algo en su móvil, cuando escuchó un ruido en un armario de una de las habitación. Guardó su porra y ató a la mujer para después caminar hacia dicho armario, el cual abrió de par en par y descubrió dentro a una niña pequeña, parecía muy asustada y tenía los ojos igual de dilatados que la mujer que ahora estaba inconsciente en el salón la primera vez que vio en persona a Ghostface.
Se agachó con un movimiento lento y le puso la mano en la cabeza, para proceder a acariciársela. - No te preocupes pequeña, ya me he encargado de la mala... Aunque me he cargado una mesa en el proceso, lo siento. - bromeó. - Has hecho muy bien en esconderte aquí cuando oíste que forzaban la puerta, llevo tiempo siguiéndole la pista a esta chica, es adicta a bastantes cosas y se dedica a entrar en casas y robar objetos de valor... - y más cosas terribles que le hacía a los habitantes, pero no lo iba a decir para no asustar aún más a la pequeña.
La pequeña estaba temblando, realmente asustada. Ghostface dio un paso para atrás. - Hazme un favor, a partir de ahora, quiero que nunca tengas miedo ¿sabes por qué? - negó con la cabeza sin apartar la vista del enmascarado. - Porque en este mundo siempre triunfará.
¡La paz y el amor!
La niña no pudo evitar poner una cara rara, era algo extraño que decir en aquella situación, pero finalmente hizo un amago de sonrisa, bien porque se sentía aliviada o porque le había parecido excesivamente tonto el comentario. Las sirenas de la policía empezaron a inundar la estancia. - ¡Es mi alarma para irme! Desde que les mando las fotos no tardan nada en venir... - se levantó y empezó a correr hacia la ventana. - ¡Cuídate! - comentó antes de desaparecer.
Se había alejado ya bastante de la escena del crimen y tras asegurarse de que nadie le había seguido ni nadie le estaba viendo, se adentró en su piso franco por la escalera de incendios. Se tiró de espaldas en la cama y suspiró, venía de hacer un montón de ejercicio además de atrapar a un criminal.
Jamás pensé que sería capaz de hacer todo esto, pero puedo. A lo largo de estos últimos meses he escuchado muchas veces que cualquiera puede llevar la máscara ¡y es cierto! Pero lo importante no es ponerse la máscara, si no el mensaje que des con ella. - se estiró un poco y se levantó de la cama. - Llevo poco tiempo metiendo criminales entre rejas, pero quiero transformar esta máscara en un símbolo de esperanza, lograr así que la gente deje de tenerle miedo a Ghostface ¡y en especial que salgan fanáticos que quieran hacer una nueva película de terror! Si quieren hacer una, al menos que Ghostface sea como un Batman... - alzó un brazo y encendió el estéreo de aquél piso.
Empezó a moverse al ritmo de la canción, mientras poco a poco se quitaba aquél traje. Empezó por la máscara, siguió con su capa, luego las protecciones de las extremidades, una de las cuales ahora tenía una nueva marca, el chaleco antibalas, las armas no letales que llevaba atadas por algunas partes de su cuerpo...
Se sentía bien consigo misma, con energía a pesar del cansancio, se puso frente al espejo canturreando la canción. - ♫ Con el futuro mi mente, dejo el pasado atrás ♫ - preparó el móvil y se sacó una foto frente al espejo.
♪ ¡Nadie me puede parar ahora! ♪