Algo que seguramente sorprendiera a Nichole, era el hecho de que Scott ya contaba con un teléfono similar al que mencionaba, pues este se lo enseñó al salir del lugar donde residía Benjamin. Conseguir uno para Nichole seguía siendo buena idea, sin embargo, por desrgacia aunque quizá no demasiada sorpresa, la empresa de Conectad@s estaba cerrada de puertas para adentro, bajo orden del propio Michael Bloomer, quien se encontraba en la radiotelevisión de la ciudad, intentando subsanar, con gran parte de la plantilla que tenían, encontrar el problema de los hackeos de Ghostface.
Con los ánimos por los suelos y sin esperanzas de recuperar a KristIAn el día de hoy, se tuvieron que resignar a no poder conseguir aquellos objetivos... Aunque quizá Scott quisiera mostrarle a su pareja dónde consiguió ese viejo teléfono, siempre y cuando no lo viera demasiado peligroso.
Esta noche actualizaré ya para que el viernes a primera hora podáis ya leer e interactuar con el acto final, así que he intentado cerrar todo un poco.
Cuando llegaron a la sede de Conectad@s y encontraron sus puertas cerradas, Nichole maldijo por lo bajo y golpeó la puerta con la mano, frustrada. Rosita le había dicho que su papi estaba liado con no sé qué de la tele, pero no se había imaginado que se habría llevado a toda la empresa y habría cerrado las puertas. Se quedó unos segundos en silencio, mirando a través del cristal, mientras intentaba pensar qué podían hacer. El tiempo se les estaba acabando, la tarde avanzaba y no tardarían en tener que ir al Museo.
Tras varios segundos, soltó un pequeño suspiro y se volvió a mirar a Scott.
— Te invito a cenar al Eleven Madison Park. — Le propuso de repente y cogió su mano. El Eleven Madison Park era uno de los restaurantes más caros y prestigiosos de New York y era uno de los favoritos de Nichole. — Pero antes vamos a conseguir un teléfono de prepago. — Empezó a tirar de él, mientras seguía hablando. — Conseguimos el teléfono y vamos a cenar. Ghostface no nos va a quitar eso... —
Danno miró apurado a Stanley, aunque bien sabía que con él las prisas no servían de mucho. Le quitó el porro y le dio una buena calada, la necesitaba - ¿No has oído las noticias? Soy una celebridad ahora mismo, aunque no en el buen sentido - dijo pegándole otra larga calada y devolviéndole el porro - me han jodido el negocio y encima tengo que soportar las críticas de mi familia, después de todo lo que he hecho por ayudar.
Estaba claro que Worm no había mirado ni las noticias, pero tampoco le importaba mucho - necesito una pipa - soltó sin más - pero no una de esas de fogueo, sino una de verdad. ¿Puedes conseguirme una?
¿Eh? - preguntó realmente confuso. - ¿Por qué iba a tener yo eso o saber de donde sacarlo? Tío yo siempre he sido del rollo Hakuna Matata, ya me conoces. Drogas, las que quieras, pero estoy completamente en contra de las armas. - se levantó del suelo y sonrió, de forma bastante honesta con sus desgastados dientes. - ¡De hecho la que se presenta a alcalde tiene muy buena pinta, seguramente prohíba las armas!
Empezó a reír de forma sonora. - Ya ves tío, el viejo Worm después de tantos años va a votar. Que le den por culo al enmascarado, yo quiero que salga ella ¡y seguro que mucha gente también! - aunque viendo la agresividad de su amigo, sospechaba que él no. - Bueno tronco, es muy tarde, me voy a ir ya.
Danno vio como se alejaba poco a poco, por lo que decidió cerrar la persiana y marcharse al lugar donde Ghostface les había reclamado estar.
Para cuando llegaron a la tienda donde Scott sacó su teléfono, pudieron ver que esta había sido cerrada y de hecho, bastante recientemente, pues aún habían restos calientes de colillas por el suelo. Aún así este hecho no evitó que Nichole y Scott tuvieran una muy agradable y romántica cena en aquél lujoso restaurante... Pero los nervios hicieron que no les acabara de sentar bien aquella comida, después de todo no podían evitar sentirse como los prisiones condenados a muerte, tomando su última cena.
Finalmente, tras pagar la señorita Bloomer la cuenta, se marcharon de allí hacia el museo.