Partida Rol por web

Al llegar a su apartamento, Scott pudo ver a Klaudia apoyada contra su puerta. - Pero si es el chico más peligroso del barrio. - bromeó sin separarse de la puerta. - ¿Me invitas a pasar a tu guarida del mal para hacer un montón de cosas malas?

- ¿Pero qué ven mis ojos?- Dije al llegar a mi apartamento y ver a Claudia apoyada allí.- ¡Ha venido el repartidor de Amazon y me ha dejado la muñeca hinchable sin el envoltorio! ¡Voy a reclamar!

La cogí de la cintura y simulé dar un pequeño paso de baile hasta la puerta.

- Al menos espero que no esté usada...- bromeé haciendo un intento de morderla el cuello.

Tras eso saqué la llave y abrí la puerta, haciendo ademán con la mano para que entrara.

- Uuuu... cosas malas... ¿Incluye eso cosas guarras?- Alcé una ceja de forma inquisitiva.- Hagamos guarradas, como... como... un bocadillo de sardinas con Nocilla. Yummmm

Cerré la puerta y tiré la mochila a un lado.

- Fuera de bromas- Me dirigí a la nevera a ver si al menos tenía alguna cerveza.- ¿Estás bien? Con todo este jaleo del asesino... Joder, estuve acojonado.

Me sonó el móvil y al mirarlo supiré profundamente. Miré de reojo a Claudia antes de responder.

- Es Nichole. Necesita verme. Creo que está preocupada y viene para casa.

Guardé el móvil y cuando estaba sacando una cerveza del frigorífico me asaltó una duda. Me quedé congelado, igual que la cerveza mientras me daba la vuelta despacio.

- ¿Cómo sabías que fui yo el que salvó a Nichole? Yo no te lo dije y nadie lo sabía hasta que no hable con la poli.

Klaudia se dejaba hacer lo que Scott quería mientras se mordía los labios y profería un leve gemido, hasta que nombró lo del bocadillo, lo cual hizo que lo separara un poco, con una risa. - No me seas corta rollos Lessard, que para eso ya tengo a Sydney. - resopló, cortando un poco su risa.

Sí, tranquilo, estoy bien. - admitió Klaudia mientras ponía una pose provocadora. - Aunque quizá quieras examinarme de arriba a abajo para comprobarlo. - volvió a reír, esta vez de forma leve, guiñándole un ojo.

Aunque la actitud de la chica cambió al escuchar el nombre de Nichole. - Vaya ¿y a ella no le van los trios? - comentó en broma, pero con cierta pena de no poder saciar sus instintos aquella noche. - Está bien, está bien, sé cuando me tengo que ir, después de todo lo nuestro solo es una pícara amistad.

La pregunta de Scott le sorprendió. - ¿Sospechas de mí? - frunció el ceño. - Te vi mientras huía con Sydney. Ella estaba demasiado atenta en lo que había enfrente, Danno y las Wong demasiados centrados en los gritos de Aaron, pero realmente, todos estábamos más cerca de lo que pensábamos, solo que con tanta gente era difícil verse. - se echó una mano al mentón. - También vi a Larson por la zona. - cerró los ojos, intentando recordar algo más. - Pero no recuerdo ver a nadie más.

Le agarró del paquete con cierta fuerza. - Pero mis manos no son para asesinar, me interesan más otras partes del cuerpo humano. - le soltó. - A ver si tienes suerte y tus partes hoy acaban tan alegres como lo habrían hecho conmigo. ¡Ya me vas contando!

Decir que me había puesto más caliente que el palo de un churrero era poco.

Klaudia tenía esa facilidad y desde luego yo era carne de cañón. Sobre todo cuando estaba entre dos tierras con Nichole. La quería, sí. Puede que la amara también, es posible. Pero no iba a estar siempre así, como si fuera un pagafantas. 

- Hey.- La cogí de la mano y la atraje hasta que quedara pegada a mí.- No dudo de ti, pero esta noche ha sido muy confusa. Incluso el pardillo ese de Larson ha hecho que dude de él. ¿Sabes?- Con una mano la cogí de la barbilla para mirarla a los ojos.- Y tú nunca sobras, así que si quieres quedarte... Por mucho que venga Nichole, quizá sea una manera de que se decida de una puta vez, si te ve.

Quizá sonaba mejor en mi cabeza que cuando lo dije en voz alta.

- Y si no se decide pronto, puede que sea yo el que te bese delante de todos, y la diga adiós definitivamente.- Oh, espera, creo que eso ya lo hice en el local ese. Bueno, en realidad yo no lo hice...- Por cierto, con respecto a lo del beso de esta tarde, siento si...

Un pinchazo volvió mi mente del revés. Tenía que tomarme las pastillas que me había quitado la poli, pero en ese momento...

-[Lo que siento es no haberte follado delante de todos. Pero supongo que sexo violento sobre una mesa de restaurante no es lo tuyo.]

Un golpe de mi mano a mi cabeza acabó que siguiera diciendo más burradas. ¡Maldita sea! No puedo...

- Joder... Lo que quiero decir es que... No solo eres mi amiga. Solo necesito aclarar mi cabeza antes de que explote. - La solté de ese acercamiento y la besé en la mejilla.- Igual que Sidney. ¿Me... cuentas mañana?

Klaudia simplemente sonrió y asintió. Sabía que no iba nunca a ser tanta prioridad para Scott como lo era Nichole. Tampoco lo quería, pues aquella relación era de todo menos algo basado en el amor... - No queremos que se líe más, quedarme aquí no es bueno para nadie. Ya te contaré mañana. - dijo antes de marcharse.

No me gusta un pelo este barrio... - admitió mientras aparcaba el coche. - Preferiría que no te quedaras aquí a dormir, tanto por tu bien como por la cordura de tu madre, pero si es lo que necesitas hazlo. - miró el reloj de su vehículo. - Esperaré un cuarto de hora, si no has bajado para entonces lo tomaré como que te vas a quedar aquí. - bostezó y sacó el móvil. - Necesito dormir, que mañana me espera un día movidito después del incidente de Central Park...

Finalmente, Nichole llegó al apartamento de Scott, había tardado realmente poco desde que envió el mensaje hasta que llegó. La noche cada vez estaba más cerrada, por lo que debían aprovechar el tiempo que les quedaba antes del amanecer.

A Nichole no le hacía gracia que su tito se quedara allí fuera, esperando. No era muy buen barrio y su coche llamaba muchísimo la atención. Además, estaba agotado y necesitaba descansar. Pero Scott no había respondido a su mensaje y no sabía si lo encontraría en casa o no... Se mordió el labio, indecisa. ¿Hacía bien presentándose así, de improvisto...? Por un instante dudó, pero necesitaba hablar con él, después de lo que había ocurrido aquella noche lo necesitaba más que nunca...

— Tito, si Scott está te mando un mensaje y no me esperes, ¿vale? No te preocupes que estaré bien. — Le dijo y se abrazó a él, dándole un beso en la mejilla. — Te quiero... — Le susurró al oído y se bajó del coche.

Nichole bajó del coche de su tío y tragó saliva, mirando a uno y otro lado de la calle. A esas horas de la noche, el barrio le daba miedo, así que empezó a caminar a toda prisa hacia el apartamento de Scott. Llevaba el bolso bien sujeto bajo el brazo y su corazón empezó a latir a toda velocidad mientras aceleraba el paso, para llegar cuanto antes. 

Cuando llegó ante la puerta, sacó el teléfono del bolso y escribió un mensaje antes de tocar el timbre. En cuanto ésta se abrió, la joven soltó un suspiro de alivio y miró a los ojos de Scott.

— Pensarás que estoy loca pero... Necesitaba verte... — Le dijo nada más verle, con la voz rasgada por el cúmulo de emociones que la estaban azotando y una sonrisa trémula asomó a sus labios. En la mano seguía sosteniendo el teléfono y, sin pensarlo, le dio a enviar al mensaje que había escrito, a pesar de que se arriesgaba de que Scott la mandara a paseo...

Abrí la puerta con una mano y la cerveza en la otra.

Al hacerlo, Nichole estaba allí, realmente acojonada. Si hubiera estado lloviendo y empapada, habría sido el típico caso de película en el que alguien dice "Tienes la ropa mojada y necesitas entrar en calor, cielo. Ven con Papito". Con ciertos tintes eróticos, desde luego. Pero no era el caso.

- Hey.- La cogí de la mano para hacerle entrar en casa.- Estás temblando, Nikki. - Cerré la puerta de casa y dejé la cerveza en una de las mesitas de la entrada.

No es que fuera la primera vez que ella estaba en mi casa, pero si la primera que venía tan angustiada. Y ahí, de frente, parecí como una muñeca de porcelana china que se iba a romper de un momento a otro. Ni que decir tiene que me gustaba que me dijera eso. Esas palabras significaban mucho para mí. 

- Yo siempre necesito verte, ¿sabes?- Admití en un susurro, rozando con mi mano su mejilla. - Es solo que se me da muy bien disimularlo.- Sonreí dándola un beso en la frente y recogiéndola sobre mi pecho, después. Quizá necesitaba un abrazo para darla confianza de llegar allí, a esas horas y... sola. 

-¿Estás bien?

Nichole sintió los brazos de Scott rodeándola y, al escucharle decir que siempre la necesitaba, todo el aplomo y toda la fuerza que había estado manteniendo se derrumbaron. La joven se abrazó a él y empezó a llorar, dejando ir todo lo que había estado guardando durante tanto tiempo.

Cuando se hubo calmado un poco le miró a los ojos y sus labios temblaron. A simple vista se notaba que estaba asustada, pero llevaba demasiado tiempo guardando secretos y no podía más. Aquella noche había terminado de romperla.

— Siento mi comportamiento de este último mes, mereces que te lo cuente todo, pero por favor… Necesito que me prometas que guardarás el secreto. — Le pidió y esperó un asentimiento por su parte para continuar hablando.

Suspiró y sus labios formaron una pequeña mueca.

— Tengo mucho que contarte… Empezando por el motivo por el que estoy con Jack Anderson. Cuando dejé a Steve y te pedí un poco de tiempo para que no pareciera que le había dejado por ti, te lo pedí de corazón, no era mi intención acabar con ese imbécil. Pero… Hoy has conocido a mi tito. Él es ayudante del fiscal y tenemos mucha confianza el uno en el otro. Me contó que en el caso de la familia de Jack había algo que no cuadraba. No podían acercarse a él, su abogado estaba intercediendo en la investigación y era imposible que descubrieran algo, pero él sospecha que Jack estaba involucrado en esas muertes… Aproveché que tras el entierro él estaba mostrando interés en mi para acercarme e intentar averiguar algo. — Sus labios formaron una nueva mueca. – Perdona por no habértelo dicho antes, el único que sabe algo es mi tito… He estado todo este tiempo aguantándole para poder tener acceso a él, pero hasta ahora no he averiguado nada… — Guardó unos segundos de silencio, dejando que Scott procesara toda la información que acababa de darle. – Te lo cuento ahora porque siento que me ahogo, no puedo más… Esta noche, cuando apareciste, Ghostface estaba proponiéndome un trato. Me ha pedido que en una semana lleve a Jack y a Steve a un punto, que quiere que paguen por no sé qué cosas. Me ha dicho que si no aceptaba mataría a toda mi familia y a mi de formas horribles… — Al explicar aquello sus ojos volvieron a humedecerse y sus labios temblaron. – Le he dicho que sí para ganar tiempo… Yo… No soy una asesina, pero si le decía que no, entonces… — Se mordió el labio inferior y nuevas lágrimas corrieron por sus mejillas. Se las secó con el dorso de la mano y bajó la mirada, clavándola en las manos de Scott. – Tengo miedo, Scott, mucho miedo… Creo que me voy a volver loca… Además, empiezo a creer que Jack tiene que ser uno de los Ghostface… Sé que es una locura, pero creo que quiere tenderme una trampa… — No sabía cómo explicarlo, pero tenía esa sensación desde que le había visto aparecer vestido con aquel horrible disfraz.

Aquello me parecía que iba en serio. Las lágrimas de Nichole hicieron que por dentro me enfadara. No por ella, sino por el motivo que hacían que ella llorase. Era como querer matar a algún cabrón que la hubiera robado el bolso. Solo que, en este caso, a ella no la habían robado nada. Aún.

La guié hasta el saloncito e hice que se sentara, para que estuviera más cómoda. Por mi parte me puse en cuclillas frente a ella, poniendo mis manos en sus rodillas mientras ella hablaba e intentaba entender lo que ella me contaba.

Pero qué poyas...

- Hey. - me acerqué un poco más a ella, arrodillándome en el propio suelo y tomando sus manos con las mías.- Vale, tranquila. Ya lo has soltado. Ahora... - Qué cojones la iba a decir.

¿Qué comprendía en lo que se había metido? La verdad es que para nada. Se había metido en la boca del lobo solo para ayudar a su tío. Y encima no podía acudir a la policía y contarles todo, por qué de ser así, su puto tío, "el ayudante del fiscal", perdería un caso contra el novio de palo. Por no hablar de que la vida de Nichole estaría en peligro.

- Tenía que haberle dado más fuerte a ese gilipollas.- Musité negando con la cabeza.

Normalmente, las cosas se les deja a la policía, pero ahora, las cosas estaban tan en la puerta de mi casa, que no podía simplemente pasar por encima de la mierda sin olerla.

-No sé qué pinta Steve todo esto. Y aunque me parezca una masa muscular sin cerebro, tampoco es que me apetezca que muera. Imagino que quieren hacerle algo para joder a su padre. Pero... ¿A Jack? Si ese rubio oxigenado ha matado a su familia, seguro que es por la herencia. Viendo el ritmo al que va desperdiciando la pasta, seguro que en algún momento se iba a quedar sin ella.-

Me senté a su lado abrazándola y haciendo que se recostase sobre mí.

- Nikki, esto debe acabar. Tienes que cortar con Jack. Ya no puedes sacarle más información si encima él sospecha de ti. Habla con tu tío y dile que tienes que dejarlo. Que has recibido una amenaza de... alguien anónimo y que tienes que estar fuera de esto. ¿Le dijiste a la poli lo que te dijo el Ghostface? 

La miré a los ojos y suspiré lentamente.

- No voy a dejar que te pase nada, ¿vale? Por cierto... Y cuando dijiste al Ghostface que yo era de tu familia... ¿No pensaste en que si la cosa salía mal también me irían a matar a mí?- Quise bromear un poco- Oh, vaya. Lo siento, solo quería decir que... Me gustó que lo dijeras. 

Nichole se recostó sobre Scott, apoyando la cabeza sobre su pecho y cerró un momento los ojos. Podía sentir los latidos de su corazón, ligeramente acelerado. Quería quedarse allí, entre sus brazos, congelar ese momento eternamente y no tener que enfrentarse a todo lo que le daba miedo.

Aguantó la respiración un par de segundos cuando él le dijo que dejara a Jack. Deseaba hacerlo con todo su corazón y no tener que fingir más. Deseaba poder mandarlo a la mierda y después de lo que le había hecho aquella noche, dejándola sola en el parque, tenía la excusa perfecta para hacerlo, pero... 

Se estremeció entre los brazos de Scott y levantó la mirada para entrelazarla con la suya mientras negaba a su pregunta de si había hablado con la policía. 

— No se lo he dicho a nadie, sólo a ti. Ghostface me ha dicho que si se lo contaba a alguien me mataría y... — Sus labios temblaron. — ...Y estoy segura de que lo hará... Por eso te he pedido que no se lo cuentes a nadie. Eres la única persona en la que confío... — 

Su rostro palideció un poco más ante la broma de Scott. La verdad era que no se había planteado que podía ponerle en peligro, su intención había sido todo lo contrario. Aunque una fugaz sonrisa asomó a sus labios al escuchar que le había gustado que dijera que era de su familia. — Va a seguir matando y... Como me aseguró que no tocaría a mi familia en una semana, mi intención fue... Protegerte... — Confesó, alargando la mano para acariciar con suavidad su rostro. — No puedo dejar a Jack todavía. — Detuvo sus dedos, dejando que su mano reposara en el costado de su cara. — O sí... No sé... Le diré que estoy enfadada con él por dejarme en el parque... Pero... Si le dejo ahora Ghostface pensará que no voy a cumplir el trato... — Su corazón empezó a acelerarse de nuevo. — Jack es muy listo, Scott. Aunque siempre se esté haciendo el idiota, es muy inteligente. Mi tito me ha contado que esta mañana se presentó en el tanatorio tomándose un helado. Curiosamente se le cayó sobre el cuerpo de su anciana tía y fue a recogerlo con las manos. Ya sabes cómo se comporta, que parece que tenga esa capacidad de que no le importe nada, pero... Ahora, si encontraran huellas de él en el cuerpo, justificarían que están por el accidente del helado... — Guardó un instante de silencio, sin apartar su mirada de los ojos de Scott. — Creo que me dejó convenientemente sola en medio del parque, para acercarse después disfrazado de Ghostface y hablar conmigo. Después no entiendo por qué regresó con el disfraz... — De repente sus ojos se abrieron como platos. — ¡Claro! Es como con el helado... Estaba llegando la policía y no podía deshacerse del disfraz. ¿Cómo justificaba llevarlo en una mochila? Tampoco podía dejarlo en cualquier sitio, así que decidió dejárselo puesto y hacerse el tonto, como siempre... — Se estremeció e instintivamente se pegó más a Scott. — Se está ganando el cariño y el respeto del padre de Steve. Bueno, a veces parece que ese hombre le quiera más a él que a su propio hijo, pero no quita que su hijo es Steve y no Jack. ¿Y si quiera quitarse a Steve de en medio? Con la aparición de Ghostface lo tiene muy fácil, pero quizás sería sospechoso que sólo muriera él. Si tiene algún socio, con lo que me ha pedido se garantiza una coartada. Si cumpliera con mi parte del trato y los llevara a ambos al lugar acordado, podrían matar a Steve y a él dejarle como un pobre superviviente y... A mi... Culparme de cómplice de Ghostface... — Sentaba tan bien poder confiar en Scott y contarle todo lo que bullía en su mente. Poder compartir sus miedos y preocupaciones y dejar de sentir que estaba sola... — Tengo que seguir disimulando un poco más, Scott. Si tengo razón y en verdad es Jack y le dejo ahora, irán a por mi y... a por ti... — Y si tenía razón, le había dicho a la cara que estaba con Scott... — ¡Mierda...! —

Entendía esas palabras, aunque pareciera que todo estaba sacado de CSI Miami, o algún canal sobre "Crímenes imperfectos".

Al parecer no había mucha vuelta atrás. Y desde luego no podía quedarme de brazos cruzados, viéndola asustada y con media vida pendiente de una decisión que, si bien que se la mirara, no parecía buena por ningún lado. Hiciera lo que hiciera.

- Hay muchos problemas entre medias, Nikki.- dije juntando mi frente con la suya y suspirando.- Uno es Jack. Pero también hay otro ghostface.- Me quedé pensativo un momento. -Incluso puede que haya alguno más. Incluso puede que Jack no sea más que un ghostface oportunista, con eso de que ahora, el mensaje del asesino tiene como trasfondo las diferencias en las clases sociales. Pase lo que pase, él ya ha ganado, Nikki. Nos va a hacer dudar unos de otros porque ahora "Ghostface puede ser cualquiera"- 

Dije esas palabras como si las hubiera oído de propio asesino.

- Tenemos que descansar. Quédate en mi casa esta noche. Yo te protegeré, ¿vale?- Necesitábamos ayuda, porque solos no íbamos a poder. - Mañana pensaremos en que hacer.

La miré, perdiéndome levemente en sus ojos y la besé terminando con una tenue y leve sonrisa al final, pera intentar tranquilizarla.

- Siempre podemos rezar a los Loa que nos echen una mano. Y además, me deben una.

La idea de que había más de un Ghostface, Nichole ya se la había planteado. O al menos tenía "cómplices" que le habían ayudado a manejar los drones mientras él mataba a José Santomé. ¿Pero cuántos podían ser...? Mientras miraban el espectáculo de luces, Jack había estado todo el tiempo atento al móvil. ¿Podía ser que tuviera instalada una aplicación y hubiera estado manejando los drones, mientras ella, ignorante, contemplaba el espectáculo?

— Puede ser cualquiera... — Repitió la frase que acababa de decir Scott, recordando que era el mensaje que había dejado Ghostface. Scott tenía razón, había ganado... ¿Podía ser que el miedo que había cogido hacia Jack estuviera inducido por ese mensaje? Era consciente de que sin pruebas ni nada se había montado una película, pero el problema era que se la creía y cuanto más pensaba en ella más plausible la veía. Pero ¿Y si...?

Suspiró, aliviada, cuando Scott le pidió que se quedara a pasar la noche. En el fondo había temido que se enfadara con ella después de todo lo que le había contado. Había tenido miedo de que no lo comprendiera y se hubiera sentido engañado por no habérselo contado antes... Ancló sus ojos en sus pupilas y una suave sonrisa asomó a sus labios. Se sentía segura a su lado, él hacía que las pesadillas huyeran y los monstruos no se atrevieran a salir de debajo de la cama. 

— Sí, me quedo contigo... — Le dijo, cortando la frase cuando él atrapó sus labios en un dulce y cálido beso. Cuando sus labios se separaron, ella le miró a los ojos. Ya volvía a  estar hablando de esa religión tan rara que ella no entendía, pero le gustaba tal y como era, con todas sus rarezas. — Vamos a la cama.. Es tarde... — Le dijo y una sonrisa pícara asomó a sus labios. Su mano buscó el contacto de la piel debajo de la camiseta. Hacía tiempo que no estaban juntos y en ese momento, Nichole desterró todos sus miedos, quedándose sólo Scott y ella...

Tras la agitada noche, algo de descanso hizo bastante bien. Abriendo los ojos se pudo ver un nuevo amanecer, algo que José Santomé no podía ver, motivo por lo cual todos los vivos debían estar agradecidos.

Debido a los acontecimientos recientes, las clases habían sido canceladas para acudir al evento organizado en la plaza del ayuntamiento, aunque no era obligatorio acudir, por lo que se podía ir a cualquier otro destino, si es que se deseaba salir.

Tras vestirse y vestir a Juancho, se dirigió al apartamento de Scott con rapidez, tal y como este le había pedido. Allí Renata pudo reunirse con Nichole y Scott, los cuales recibieron un veloz y apretujante abrazo por parte del pequeño Santos.

Renata apareció en la puerta con su hermano y su cara no era de muchos amigos. Al entrar observó que estaba allí Nichole y suspiró. Por un momento, al mirar a la pelirroja se pudo atisbar un brillo extraño ¿compasión?¿pena? Pero fue un segundo, así que a saber.

- ¿Qué ha pasao? - preguntó sin tapujos, sin saber muy bien a que podía deberse aquella extraña reunión. Al ver a Juancho intentó detener su abrazo pues no estaba segura de que a la chica le hiciera mucha gracia, pero no le dió tiempo. Cuando la soltó le tomó de la mano y se inclinó ligeramente hacia él

- Cariño, busca el videojuego de Scott. Seguro sabes donde está - le guiñó un ojo antes de incorporarse de nuevo.

Juan tras escuchar a su hermana y sin esperar a la confirmación de Scott, corrió hacia la habitación de este para sustraer de dicho lugar la tan afamada consola. En su casa no le dejaban jugar a menudo porque se distraía incluso más que con los streams de José Santomé.

Por suerte o por desgracia, aquellos streams ya nunca más le iban a distraer... Pero lo importante de verdad es que ahora podía disfrutar de una buena partida. La encendió y una sonora melodía, perteneciente al juego de aquella videoconsola, invadió el lugar, aunque no hacía el suficiente ruido como para tener que gritar, si que debían hablar con un tono levemente más alto de lo normal.