Partida Rol por web

Miré los mensajes de Nichole y no podía sentirme ciertamente algo culpable.

Algo inconsciente, por parte de todos, pero inequívocamente más seguro. Si todo hubiera seguido adelante, siendo lo que era Jack, ¿dónde podría haber acabado Nikki de ser descubierta? Quizá eso valiera más que una reputación. Aun así, entendía lo que podía ser trabajar mucho para conseguir, al final... nada.

- ¿Hay micros?- Pregunté sin mirar a Danno.- ¿Quizá entonces es algo que no deba saberse?- Refiriéndome a su conversación.- Vaya, ahora resulta que me ha entrado curiosidad.- Mire a Syd y a Danno intrigado, aunque falsamente exagerando el gesto.

Peor en ese momento salía Klaudia como quien salía del confesionario de Gran Hermano y me tocaba mi entrar. Miré ciertamente intrigado ante la respuesta que le daría Syd a Klaudia. Esperaba que así fuera. Klaudia solo quería que su chica no estuviera mal. 

- Ya voy, jefe.- Dije acompañando mis palabras con un gesto de la cabeza.- Todo estará bien, Nikki. Sonreí mirándola a los ojos. Esperaba que no fuera la última, así que acompañe ese gesto con un beso en la frente. - Espero no tardar.

Con poco más, entré al despacho donde me daba la sensación que iban a emitir "Disección de un alien Negro en Tve2, por Mercedes Milá".

Arggg... nunca me cayó bien.

Una vez dentro, me senté donde me dijera Jayden y con las manos aún esposadas, empecé a juguetear con el ruido al golpear la mesa. Algo rítmico y molesto, a la vez. ¿Quizá quería poner nervioso al policía?

-Me estoy meando, jefe Jay.- Dije esperando sus preguntas.- Y soy de picha tímida. Espero no tardar demasiado.

De un golpetazo en la mesa, Lucas se impuso a aquél chico. - Tardaremos lo que tengamos que tardas. Como si te meas aquí chaval. Sabes de lo que se te acusa ¿verdad? De cargarte a dos personas, ni más ni menos, así que el mearte encima debería ser la menor de tus preocupaciones.

Le puso una mano en el pecho a su superior. - Calma jefe calma, no le presiones más, que bastante tiene con todo lo que ha pasado. - hablaba con un tono apacible y tranquilo. Se sentó en la silla, justo enfrente de Danno. - El que salgas de aquí antes o después, depende totalmente de ti, así que responde con sinceridad y todo irá bien.

Vale según el testimonio de Klaudia, te cambiaron las pastillas y perdiste la cabeza ¿esto es cierto? - le miraba fijamente, mientras Lucas andaba de brazos cruzados, mirándole por encima del hombro.

- Hey, hey, hey...- Levanté las manos levemente, y con ellas las esposas.- Y yo que creía que el poli malo iba a ser el blanquito, hermano.

Negué con la cabeza. Desde luego uno no podía mear tranquilo. Quizá tuve que decir que me estaba cagando, ¿y si me tiraba un pedo me harían más caso? Lástima de mis calzoncillos de Ice Cube.

- ¿Qu-e, qué?.- Pregunté negando con la cabeza.- ¿Qué dos personas? ¡Yo no he matado a nadie! ¡Allí solo murió Jack y fue la pirada esa de Gabrielle!

Desde luego, mira que no saber contar... gente tan mayor y algo tan fácil... Pero luego creí entender por donde iban los tiros, con la pregunta de Jayden.

- No. No es cierto.- rectifiqué el comentario de Klaudia- Me cambiaron las pastillas y tuve una crisis, que no es lo mismo. Cuando tengo una crisis me entra... como... ansiedad. A veces pierdo la consciencia durante un rato, pero... como explicarlo para que me entiendan. Es como ir sonámbulo. Como ir en piloto automático. 

Suspiré. No esperaba que lo entendieran.

- Tengo diagnosticado esquizofrenia paranoide, aunque yo le doy un significado más religioso, ¿saben? Mi abuela era de Nueva Orleans y allí, los negros... bueno... Mi abuela era curandera, para que me entiendan. Yo he vivido eso desde pequeño. Para mí, lo que tengo, es como si se me metiera un espíritu dentro del cuerpo y me hablara. - Hice rodar los ojos.- Sí. Oigo voces. Pero no me dicen que queme cosas ni mate a nadie, como a Ralph Wiggum.

- Mucha gente lo llama doble personalidad. - Suspiré cansado.- Para mí es algo constante tener en mi cabeza a "alguien más". Lo controlo con antipsicóticos. Y en este caso, a falta de ellos, solo recuerdo que caí inconsciente y cuando volví en mí, estaba, precisamente, pillando algo para recuperarme. 

- Sí, lo reconozco. Era hierba. No es lo mismo, pero ayuda bastante a recuperarme. ¿contentos?

Nichole observó como Scott se iba a declarar y se quedó en silencio, con la mirada fija en la puerta que él acababa de cruzar. Tras unos minutos, volvió de nuevo su atención al teléfono y vio la notificación de que había una nueva noticia. Arqueó una ceja, extrañada y tocó con la yema del dedo la aplicación. 

Al ver a Ghostface en la pantalla un escalofrío recorrió su cuerpo y se irguió en el asiento, sin poder apartar la mirada del teléfono. Ahogó una exclamación al ver como mostraba la cabeza de Robert Evans y su corazón empezó a acelerarse al escuchar la voz de Steve. 

— ¡Nooooo! — «Mierda, Steve...» Su ex estaba allí y Ghostface salió del encuadre para ir a por él. Mientras escuchaba los gritos de Steve, Nichole empezó a temblar y las lágrimas emborronaron su visión. Cuando volvió a aparecer ante las cámaras, demostrando que le había matado, un sollozo salió de los labios de la pelirroja. 

Siguió escuchando la retransmisión y, cuando ésta acabó, soltó el teléfono en el asiento que había ocupado hasta hacía unos minutos Scott y se cubrió el rostro con ambas manos, mientras pequeños y entrecortados sollozos sacudían su cuerpo. 

No esperaba que Danno respondiera así a su petición de un cigarrillo, no con todo lo que había pasado entre ellos. Se quedó mirándolo perpleja. Esperaba que en cualquier momento revelara que era una broma, pero iba en serio. Menudo tío. Decidió que no iba a perder la oportunidad, y sacó la caja de su bolsillo.

-¿Quieres uno tú también?-le ofreció antes de devolvérselo y ponerse a buscar un mechero en sus muchos bolsillos. 

Mientras, Scott quería hablar. Sydney había decidido dejar pasar la broma sobre la silla eléctrica ("demasiado pronto", había pensado Sydney intentando alejar el recuerdo a olor a quemado), al igual que había decidido pasar las monerías entre él y la pelirroja. Se puso de parte de Danno.

-¿Y hablar de qué? Te recuerdo que de todas las personas aquí, yo no he tenido ningún contacto con Ghostface, no como vosotros. Ya he contado antes todo lo que sabía, y mirad adonde me ha traído eso.

"Y adónde ha traído eso a los demás", pensó para sí misma, mirando de reojo con culpa las esposas de Danno.

Pero cuando continuó con el tema de Klaudia, Sydney tensó las manos sobre el café y el calor se le hizo un nudo en la garganta. Algo que hasta entonces había mantenido a raya dentro de ella aprovechó a escapar en forma de una carcajada ahogada.

-¿Wonder Woman? ¿De dónde has sacado esa idea?

En cualquier otro momento, se habría quedado allí la cosa. Sydney no era de airear sus problemas, pero el cansancio actuó como desinhibidor.

-Créeme, no era ni de las mejores cadetes, y ya ves para qué me ha servido. Si al menos pudiera usar mis "super-poderes" para atrapar a los malos, pero no, sólo aterrorizo a civiles inocentes, destrozo todas mis relaciones y me muero del pánico cada noche y cada día.-rió irónica. Si la taza de café hubiera sido un vaso de plástico, ahora estaría hecha una bola y derramando su ardiente contenido entre las manos de Sydney. Por suerte para la joven y para la taza, no era así.-¡Claro que sé que Klaudia está preocupada por mí, y que yo no la dejo de cagar, en todo! ¿Pero por qué Klaudia no me había hablado de ti, por qué huye de mí cada vez que tengo pesadillas, por qué me besó justo después de lo de Cen--?

El sonido de la puerta abriéndose interrumpió su crisis. En cuanto vio a Klaudia, Sydney se limpió las lágrimas que asomaban a sus ojos y se recompuso en el asiento. No quería que la viera así. Sin embargo, en cuanto su amiga le habló, Sydney tuvo que volver a luchar contra las lágrimas.

Klaudia quería que volviera a casa, podían solucionarlo todo. Sydney sentía que debería estar saltando de alegría. Pero le supo amargo. Primero debía aceptar no volver a ponerse en peligro, no volver a preocuparla. Algo que en realidad ya le había prometido en la Estatua de la Libertad. Pero no había conseguido detener a Ghostface y como Scott había dicho, no sabían cuando atacaría la próxima vez. ¿Quién sería el siguiente en morir? ¿Y si era alguien cercano a ella, o alguien a quién pudiera salvar? ¿O si al contrario, no conseguía cumplir su promesa a Klaudia? Estaba cansada de perder a gente.

La tomó de la mano y la miró a los ojos.

-Klaudia, te lo---la interrumpió una llamada de Drea, y Sydney tardó 0 en imaginar todas las razones por las cuales podía estar llamándola justo en ese momento, cada una peor que la anterior. Suspiró.-Dame un segundo.-y lo cogió.

Ajá, ajá. - parecía muy poco convencido con lo que le estaba contando Scott. - Y dime ¿ese amigo imaginario tuyo también fue el que quemó el traje? - estaba cruzado de brazos, pero noto la vibración de su móvil y decidió sacarlo.

Yo le vi. - admitió el cadete. - En el parking de caravanas, si que es verdad que llevaba un poco de hierba de la risa. ¿Podrías facilitarnos el contacto de la persona que te lo vendió? Vender droga es ilegal, pero si es tu testigo, es tu mejor baza para salir de aquí.

Aunque también me gustaría que nos contaras por qué dijiste que quemaste el traje y apareció en la escena del crimen... - fue entonces cuando el superior le dio un codazo y ambos policías empezaron a ver el móvil con una cara de horror.

- ¿Quemó el traje?- pregunté ladeando la cabeza- Tengo la sensación de que se deshizo de él, pero no sé si lo quemó. Eso no puedo recordarlo. Aunque lo más lógico sería haberlo quemado en los cubos del barrio. Ya saben, los que usan los indigentes en Brownville. - Les miré apoyándome en el respaldo de la silla.- ¡Además, ese traje podría haberlo usado cualquiera! Ya han visto las noticias: cualquiera. ¿Por qué los restos del traje que encontraron medio quemados o lo que sea tenían que ser precisamente los de "mi traje"? Oh, Oh, claro. Es decir... soy un asesino y mejor voy a lavar el traje, no sea que mañana lo vuelva a usar.- ironicé- ¿No será mejor quemarlo? Vamos, digo yo. Podría haber sido cualquiera. Además... no solo hay un Ghostface. ¿No pudo ser Jack?- Agregué convencido.- Dijo que estuvo en la garita de la casa de Nichole o algo así. Pero no tenía testigos. Estoy convencido de que fue él. Seguro que me quería echar el muerto a mí o algo así. Ya vieron como me odiaba. ¡Además, estuvo en mi casa! Pudo haber cogido cualquier cosa de mi casa y tirarla con ese traje a donde fuera que lo quemara, para que pareciera que era mío.

Empezaba a tener mis dudas con respecto al otro Scott. Esperaba que no hubiera hecho nada que lamentar.

Lo bueno que el fuego borra todas las pruebas. Incluso las de ADN. Por mucho que encontraran algo no podrían, sino tener un galimatías científico. Si hubiera huesos, podrían analizarlos, pero las fibras, sobre todo las de esos trajes que la mitad eran de plástico, se fundirían con las primeras temperaturas de las llamas.

Ser estudiante de veterinaria me proporcionaba acceso a algunas de esas investigaciones, sobre todo sobre los restos de animales. Cuando había fuego, el ADN era irrecuperable en muchos casos.

- Se llamaba... Worm o algo así. Stanley Worm, creo. Era un Jippi. Pero... el tío era legal. Me dio su porro, en realidad, no le pillé nada como para comprar. Si no hubiera sido por ese porro, quizá el que estuviera jodido, hubiera sido yo, de verdad. - Ablandé mi rostro levemente.- Hey, ese tío me salvó, de verdad. Y el mismo me acercó al parking de caravanas. 

Los policías estaban alterados y yo pasé la mirada de uno a otro inquisitivamente.

- ¿Qué coño ha pasado? ¿Regalan Donuts o algo así?

Jayden le enseñó el móvil a Scott y pudo ver todo lo que sucedió en las noticias*, viendo la muerte de Scott y el anuncio de Ghostface. - Worm, sí, está bien. Tendremos que dejar esto para más adelante. - ni Jayden ni su superior parecían convencidos del todo, pero ahora tenían asuntos más serios entre manos.

Agarraron a Scott y tras quitarle las esposas, lo escoltaron fuera de la sala de interrogatorios.

Jayden salió de allí escoltando a Scott, con las manos ya liberadas. También quitó las esposas de Danno. - Esto no ha terminado para ninguno de los dos. - les inquirió, con un tono muy serio. - Pero ahora tenemos asuntos más serios entre manos, como ya habréis visto en las noticias.

No abandonéis la ciudad ninguno de los dos y no os metáis en más líos. - dicho eso, le hizo un gesto al cadete y ambos se marcharon del lugar. Quedaban pocos policías en la comisaría, era evidente a donde estaban acudiendo después de lo visto en las noticias.

Al abrirse de nuevo la puerta por donde se había ido Scott, Nichole ahogó los sollozos  que sacudían su cuerpo y apartó las manos con las que se cubría el rostro, dirigiendo hacia esa dirección su mirada. Al verle salir sin las esposas, en su expresión dolida se pudo percibir un pequeño atisbo de alivio.

Se levantó, soltando la manta con la que se había estado cubriendo y corrió a refugiarse entre los brazos de Scott. Había visto todo lo que había ocurrido en el Ayuntamiento y se sentía completamente desolada. Había sido horrible. A pesar de que ya hacía unos meses que Steve y ella no estaban juntos y durante ese tiempo se habían distanciado, él siempre había estado cuando le había necesitado. Era su amigo y ahora estaba... Muerto.

— Scott... Ha sido horrible... Le-le ha matado... — Al decir aquellas palabras, nuevas lágrimas se desbordaron de sus ojos. Respiró, intentando tranquilizarse, pero no podía dejar de temblar. — Salgamos de aquí... Acompáñame a casa, porfi, mi mami está preocupada y-y tengo que contarte algo — Le dijo, con la voz entrecortada por el llanto que intentaba controlar.

-Sí, estoy aquí.-sonó la voz apagada de Sydney.-¿Todo bien?

La gente empezaba a mirar su móvil o las teles y a ponerse nerviosa. Hasta Nichole había empezado a llorar. Sydney lo entendió todo cuando vio otro de los asesinatos del propio Ghostface. ¿Es que no descansaba nunca? Sydney no podía apartar la mirada de la pantalla, o eso creía, pues en cuanto oyó a Drea, su atención volvió a la llamada.

-¿Qué...? ¡No! ¿Estás loca?-el desconcierto le subió a la voz.-Drea, estás tú sola contra Ghostface. En un callejón. ¿Tienes armas, o sabes siquiera como usarlas?

Sydney miró a Klaudia. No, aunque quisiera, no llegaría a tiempo para ayudarla. Apretó con fuerza el móvil y soltó una carcajada nerviosa. Bajó la voz y se acercó al micrófono.

-Por favor, vete de ahí.-le pidió.

Sydney alzó la voz enfadada.

-¡Drea, no, escúchame!-pero a juzgar por el gruñido que soltó, le había colgado a mitad de frase. Marcó a toda prisa el número otra vez, mientras se exprimía la cabeza para pensar qué hacer si no le cogía el teléfono. Lo cual, siendo Drea, era lo que más se esperaba.

Echó a correr hacía el primer policía que vio.

-¡Drea ha seguido a uno de los Ghostface hasta un callejón cerca del ayuntamiento! ¡Está sola contra él!

Acababa de hablar con el policía cuando el móvil de Sydney volvió a sonar. Y no era Drea. Sydney miró desconcertada a Scott, mostrándole que la persona que llamaba era Renata. No entendía por qué la llamaba a ella y no a él, pero lo cogió igualmente. Al otro lado del teléfono, sonó una voz masculina. Sydney se quedó callada, intentando localizar la voz.

-¿Quién es?-preguntó confusa, temiéndose lo peor. ¿Cuántos más sustos podían llevarse esta noche? 

Su desconcierto duró todavía unos segundos más, mientras procesaba quien era. Suspiró cansada. Un peso se le quitó de los hombros, pero otro vino a sustituirlo. 

-No me jodas, Denver. ¿Qué haces aquí, cómo que ayudarme? ¿Sabe madre que estás aquí?-se apretó el puente de la nariz. Si que iba a ser otro susto más, aunque no tan malo como el que se esperaba inicialmente. La voz de Renata apareció al otro lado del teléfono, así que se apresuró a decir todo lo que tenía que decirle.-Vale, no te muevas de ahí. Ahora voy a buscarte. Gracias, Renata.

Y colgó.

-Maldito enano...-murmuró, tomándose un momento para cagarse en sus muertos, tanto los suyos como los de ella misma, porque imaginaba que sería por su culpa que se había presentado allí de repente. Se giró hacía Klaudia y Danno, quienes mejor la entenderían.-Denver está en Nueva York, no sé desde hace cuanto, él solo y sin móvil. Por suerte se ha encontrado con Renata en The Time Club, pero tengo que ir a recogerle. 

Le iba a petar la cabeza. Todavía estaba preocupada por Drea y ahora tenía uno más del que cuidar. Se apresuró a escribir un mensaje a toda prisa.

-Tú vete a casa si quieres. Me puedo llevar a Denver a un hotel si lo prefieres.-le ofreció a Klaudia, suavizando su tono cuando se dirigió a ella, para a continuación gruñir por lo bajo-...aunque igual primero me lo llevo de una patada en el culo al cementerio.

Y viendo que Scott y Nichole igual no tendrían ni idea de quien estaba hablando, decidió aclararlo.

-Denver es mi hermano pequeño.-ladeó ligeramente la cabeza, recordando los nosecuantos kilometros que se había recorrido por su cuenta.-Ya no tan pequeño.

Esos polis me habían apretado las tuercas.

Y la verdad no les culpaba. Yo mismo tenía ciertas preguntas sin resolver. Y las pocas respuestas que tenía generaban más preguntas. Pero lo que había pasado hace un rato, que me enseñaron desde sus móviles, me dejó, realmente helado. Por ello, cuando salí y vi la cara al resto, no pude, sino suspirar profundamente, esperando que fuera una broma.

- Siento lo de Steve.- Dije a Nicole abrazándola. Sentía su calor en mi cuerpo, pero también como temblaba y esta vez no era por el frío.- No era mi mejor amigo, desde luego, pero... no quería que muriera.- Eso estaba claro.

Pero la llamada en el móvil de Sydney me hizo, pararme un momento en el sitio, aun teniendo a Nikki enredado entre mis brazos.

- Maldita sea esa Drea... ¿Qué coño hace allí?- Pregunté sin esperar respuesta- Parece que allí donde va las desgracias la persiguen... Anthony, el Cine, Steve... ¡Joder!

Lo dije al aire, pero eso me hacía dudar de muchas otras cosas. Incluso de Drea.

- Buen momento para que haya venido tu hermano.- Contesté a Syd.- En otro momento le invitaría a una cerveza, pero...- Negué con la cabeza. No me separaría de Nichole.- Si ves a Renata, dile que lo siento por lo de Steve. - Luego mirando a Klaudia la inste a seguir con algo.- Hacedme un favor. Id con Sydney y vigilad a Renata. No me gustaría que se quedara sola. 

Luego me separé un poco de mi chica y la miré a los ojos. Estaba preciosa con manta térmica de la policía y sin ella. Mejor sin ella. Mejor, sin nada, claro.

- Vámonos. Pero deberíamos buscar a Drea. Me da que esta va a buscar aliens donde no debe. ¿Qué me dices?

Sydney asintió a la petición de Scott de darle el pésame a Renata, aunque no tenía del todo claro como haría para vigilar a Renata. La lista de gente de la que cuidar parecía crecer exponencialmente a cada segundo.

-Lo siento mucho.-se dirigió brevemente hacía Nichole, dándole a ella también el suyo. Ya había empezado a caminar hacía la puerta, sin tener del todo claro quien iría con ella al final, cuando oyó a Scott comentar algo de Drea.

-Estamos en contacto. ¿Vale?-les dijo a Scott y Nichole a modo de despedida. Saber que alguien iba a ir a comprobar que Drea estuviera bien la consolaba un poco, ya que ella no iba a poder.

No. - negó con la cabeza, seguido de una sonrisa. - Me alegra que hayas decidido escuchar mis sentimientos y mi petición y hayas elegido mi seguridad y la tuya antes que volver a hacerte la heroína corriendo a buscar a Drea. - la cogió de la mano, una lágrima caía lentamente por su rostro, pero su sonrisa indicaba que era de pura alegría. - No sabes lo vacía que me sentía viendo como huías de mí.

Te acompaño y de paso, me presentas a tu hermano. - asintió, mientras con una mano, se despedía del resto. Parecía lo suficientemente feliz como para ignorar las muecas de Nichole.

- Dale recuerdos a tu hermano de mi parte, Sydy - le dijo Danno a Sydney mientras se frotaba las muñecas.

No le había dado tiempo para reaccionar ni enterarse de lo que estaba pasando, pero por lo visto Drea estaba en un serio aprieto. ¿No deberían ir a buscarla?

- Bueno, agente, nos vemos - sacó un cigarro y se lo encendió.

Decidí ir a casa a por algo con lo que defenderme y salir a dar un paseito por las calles de Nueva York.