Partida Rol por web

Danno llegó a su casa, la cual estaba tan tranquila como de costumbre.

Tras la agitada noche, algo de descanso hizo bastante bien. Abriendo los ojos se pudo ver un nuevo amanecer, algo que José Santomé no podía ver, motivo por lo cual todos los vivos debían estar agradecidos.

Debido a los acontecimientos recientes, las clases habían sido canceladas para acudir al evento organizado en la plaza del ayuntamiento, aunque no era obligatorio acudir, por lo que se podía ir a cualquier otro destino, si es que se deseaba salir.

- Menuda mierda - Danno se levantó temprano y encendió un cigarro sentado todavía en la cama. Echó el humo y se levantó con pereza levantando los calzoncillos que había usado para dormir - y al final no pude conseguir mi mercancía...

Miró mi móvil y se encontró con un mensaje del fumao.

- Hablando del rey de roma... - rápidamente escribió una respuesta y se vistió con lo primero que pilló. Mientras bajaba para coger algo para comer por el camino contestó también el mensaje de Sydney.

Danno llegó a su casa, estaba tan tranquila como de costumbre. Allí podía meditar un poco la conversación en la que había sido oyente, pero no partícipe, además de cual sería su próximo paso.

Danno tiró lentamente el humo mientras leía aquel mensaje. No le olía nada bien, ¿justo ahora su padre quería que fuera a por un encargo? Sospechoso.

Parecía que Sydney tenía problemas con su teléfono, por lo que no iba a recibir una pronta respuesta por su parte.

Esto no le gustaba, bien podía ser que Sydney hubiera apagado el móvil para que no la siguieran como podría haberle pasado algo.

Dejó el móvil en su habitación y se encaminó había el lugar que con más probabilidad podría encontrarla, el club. Por el camino cogí una pistola de fogueo de entre mis falsificaciones.

Danno tras leer el mensaje de su padre, decidió dejar el teléfono allí y marchar hacia su club favorito.

Tanto Danno como Sydney llegaron a la casa de este sin demasiadas complicaciones, aunque al llegar a la puerta, un señor mayor empezó a arrear a Danno. - ¡Sinvergüenza! ¡Cara dura! ¡Maleducado! - decía a cada golpe. - ¡Ya tengo a un inútil y vago por hijo, no voy a dejar que mi nieto se vuelva otro! ¡Llevo todo el día llamándote pensando que el asesino te había hecho algo después de que tu padre me dijera que no puede comunicarse contigo!

Le arreó una más, bastante sonora. - ¡Abre y explícame que estabas haciendo que fuera más importante que ayudar a tu familia a que el negocio que te da de comer siga funcionando!

Y lo que faltaba para terminar el día, el recibimiento del abuelo. 

- ¡Ay ay! ¡Para ya, abuelo! Guarda el periódico, viejo fósil, estaba en la universidad con un... trabajo, y me olvidé el móvil en casa - se intentó justificar Danno esquivando por poco algunos golpes y otros comiéndoselos con patatas. Para los años que tenía el abuelo estaba ágil de narices - ya hablaré con papá para lo del trabajo. Vamos, corre - esto último se lo susurró a Sydney y la cogió de la mano corriendo hacia su habitación.

-Es verdad. Uno del grupo no ha hecho su parte y nos ha tocado al resto hacerla hasta tarde.-Sydney intercedió a favor de Danno, usando automáticamente una excusa que de adolescente siempre le había funcionado para hacer lo que le diera la gana. Luego si las notas no estaban a la altura, era culpa del poco tiempo que habían tenido, o de la persona que les había dejado colgados.

Sydney se dejó guiar por Danno hasta su cuarto. Lo cual también le traía recuerdos de adolescente, nostálgicos pero dolorosos después del mensaje de la persona con la que había compartido tanto.

Después de todo, el pobre abuelo Benton, lo que tenía de mala leche, lo tenía también de edad, por lo que no era capaz de seguir aquél ritmo azotante, menos aún perseguir a los dos jóvenes que huyeron a la habitación de Danno.

Allí Danno pudo recuperar su teléfono, pudo ver que su padre le había mandado más llamadas y aún más fotos cabreado. Quizá ignorarle no es que hubiera sido la mejor idea.

Sydney mandó un mensaje rápidamente y apagó su móvil. Entonces vio el móvil de Danno. Frunció el ceño, pensando en lo mucho que quería ya sacarse de encima lo que quería hablar con él, pero tendría que esperar. Se sentó en la cama.

-Si de verdad nos están escuchando, prefiero que nadie nos oiga. Avísame cuando estés.-le indicó, dándole tiempo para que se ocupara de lo que necesitara antes.

Danno miró su teléfono y mandó un mensaje rápido. La conversación con su padre tendría que esperar, hablar con Sydney tenía prioridad.

- Bien - apagó el móvil enseñándole a Sydney como se iba apagando - ya estamos desconectados. Seguro que luego voy a tener una bronca del trece de mi padre. No puedo demorarme mucho, no vaya a ser que haga alguna locura.

-Será rápido.-contestó Sydney, mientras vigilaba la animación de apagado del móvil. Estaba con las palmas de las manos juntas, justo debajo de sus labios y barbilla. No tardó nada en volverse a Danno, una vez vio que ya no había peligro.

-¿Sabes que tu pistola es de fogueo?

Danno se echó a reír, no podía esperar menos de una chica inteligente como Sydney.

- Claro que lo sé, yo mismo la construí - dijo ofreciéndole la silla del escritorio para sentarse y luego sentándose en la cama - y se lo hubiera dicho a los demás si la pava de Nichole hubiera apagado el móvil. Tenía la intención de usar esta información para limitar un poco quien podía ser Ghostface, pero la llegada de Nichole fastidió mis planes.

Bueno, tampoco es que importe mucho.

Que Danno se echara a reír la ofuscó un poco, pero después de su explicación, Sydney se sentía como si le hubieran quitado un peso de los hombros. Uno pequeño, en comparación con todos los demás, pero suspiró de alivio igualmente.

-Tío, estaba flipando.-se movió a un extremo de la cama para hacerle sitio, rechazando la silla del escritorio.-Pensaba que no tenías ni idea, o que quien me dijiste que había comprado una pistola de fogueo te había hecho un cambiazo con la real, o yo que sé. Aunque sigue pareciéndome muy temerario fardar de pistola cuando no te puedes defender con ella, aunque sea para investigar a Ghostface. No te hagas el héroe, el cementerio está lleno de ellos.

Endureció el gesto cuando cayó en la cuenta de que era lo mismo que le decía Klaudia.

-De todas formas, más te vale no disparar esa cosa conmigo cerca. Ni en broma.-le avisó con su mejor cara de "y como no me hagas caso, te la meto por el culo". Ahora que le había dicho lo más urgente, se quedó pensativa, desinflada, mientras echaba un vistazo al resto de la habitación. No era un mal sitio, pero seguía sin ser dónde quería estar. 

-¿Tienes tabaco?

Jajaja - sacó una cajetilla de cigarros y le ofreció uno - no te preocupes, es más para asustar que para fardar. Si piensan que estoy armado se lo pensaran dos veces antes de atacarme. Voy a encender el móvil para llamar a mi padre.

Encendió su móvil y se encontró con una retransmisión que heló su sangre - ¿Qué cojones...? ¿El verdadero Ghostface? ¿Que no eran un equipo? Oh mierda - Danno comenzó a maldecir cuando vio que mataban en directo a la parejita y que el encapuchado invitaba s todo el mundo a salir a matar como Ghostface.

Mandó un mensaje y luego marcó el número de su padre.

-O puede que vayan a por ti en un momento en el que no te puedas defender con tu pistola. Durmiendo, por ejemplo. Quizás no te viene tan mal que me quede esta noche contigo.-respondió Sydney, a la cual la transmisión, con todo el tema de los multiples Ghostface y la noche de los Ghostface, la había horrorizado. 

-Sobre todo porque quieren salir esta noche a saldar cuentas. Espero que solo sean cuatro gatos, pero cuatro gatos pueden dejar a cuatro muertes o más. Y tú como mínimo tienes conexión a uno o dos de ellos, ¿no?-preguntó, recordando de repente lo que le había dicho de una compra de dos trajes de Ghostface.

Claro que pensándolo así, veía más capaz a Danno de defenderse él solo. Incluso el hecho de vivir con su abuelo y su padre dificultaría a cualquier Ghostface atacarle. Ahora bien, todas aquellas personas que vivieran solas... Menos mal que le había pedido un cigarrillo.

-Yo también tengo que hacer unas llamadas.

Con el cigarrillo en la boca y una mano en el móvil, empezó a rebuscar el mechero en su mochila. Se detuvo cuando sus dedos rozaron algo que no recordaba haber metido ahí, y sin embargo, le resultaba extrañamente familiar. Lentamente, sacó un cuchillo. Arqueó la ceja, y lo investigó más de cerca.

Eh... no, ¿por? Estoy en la de Danno.-contestó Sydney, mientras inspeccionaba con detalle el cuchillo. Le sonaba de algo, lo tenía en la punta de la lengua.-¿En peligro? ¿Por qué?

-Me preocupa más lo de que esta noche van a salir varios Ghostface. Espero que no sea nada al final, pero por si acaso ten mucho cuidado, cierra todo y refugiate con gente de confianza.-entonces recordó algo.-Espera, ¿estás sola en casa?

Drea le contestó, pero Sydney tardó un segundo en responder, concentrada como estaba en el cuchillo. 

-Con Anthony... No, la verdad. Solo estuvimos bebiendo, estaba preocupado por Lara. Después, solo me mandó el mensaje de que iba a tu casa y ya.

Creía ya saber de qué le sonaba. Miró a Danno alarmada.

-Pensaba que estabas bien bien, ¿estas herida?-la alarma también apareció en la voz de Sydney, que empezó a estrujarse los sesos con lo que debería hacer.

-Vale, tú también cuídate, y si necesitas cualquier cosa...-dudó.-...llámame.

Colgó la llamada. Ahora solo quedaba esperar a que Danno terminara, así que puso a mirar a su alrededor para hacer tiempo.