- ¡Jor jor jor jor! -rió guturalmente el gigante al levantar al dorniense y anclárselo al hombro- Demasiado os preocupáis, príncipe, dejadnos estas cosas a nosotros y preocupáos por resolver este misterio. Mis manos ansían estrangular a los culpables y mi corazón me dice que...
En aquel momentó guardó silencio y se dedicó a llevar al herido de vuelta hacia la capilla.
Cuando por fin llegaron hasta donde se encontraba el príncipe dorniense, Edric les agradeció a los siete.
-Principe Oberyn, me alegró de ver que la caída no ha sido más grave, con lo empinado de estas escaleras es una verdadera suerte que sigas vivo. Aun así, debo decir que te he visto en mejores condiciones. Será preciso llevarte a que se ocupen de tus heridas urgentemente.
El dorniense dejó que Lord Grizzly lo levantase, echándoselo en el hombro. Oberyn reprimió un gesto de dolor, intentando de mantenerse sereno mientras que Swann cargaba con él.
-Yo también me he visto en mejores condiciones, creedme, Ser Edric -le dijo a Colina, forzando una sonrisa mientras el gigantón le llevaba en sus hombros por la escalera-. Espero que el maestre tenga mejor mano conmigo que la que tuvo con la pobre Fiona. La última vez que atendió a alguien que se había hecho daño en un pie, esa persona no tardó mucho en sufrir un desgraciado accidente.
El caballero pudo ver que Swann cogía a Oberyn. Le extrañó el comentario acerca del maestre pero cada vez parecía más cierto que algo pasó con Fiona. Quizá la asesinaron, quizá el maestre era un conspirador, mas prefirió no dar vueltas a aquello.
- Si desconfía del maestre no se quede a solas con él. Alguno de nosotros le puede acompañar.
Por su parte lo que quería era retornar a la capilla y determinar entonces qué hacer, una vez contaran con mejor equipo. Al menos ahora tenía una pequeña arma, el puñal de Alyra, solo que portarla iba a causar recelos salvo que fuera dedicada en exclusiva a explorar las escaleras, tras lo cual tendría que ser devuelta o guardada.
Por ahora se dedicó a subir escalones, allí arriba trataría de charlar con Ser Edric mientras atendían al príncipe.
Vamos a la capilla.
Viserys arrastró a Tabitha hasta aquel pasadizo. Había muy poca luz y no les había dado tiempo a hacerse con una antorcha, pero había oído un ruido en la puerta y lo más probable es que alguien hubiese ido hasta allí alertado por los ruidos de los escombros.
La pérdida de Edric Colina había sido un duro impacto para él, pero ahora solo podía pensar en su amada, su hija y la espada. Muy serio se paró a pocos escalones de la puerta del pasadizo y entre susurros habló con Tabitha:
¿Alguna vez habías visto estos pasadizos? Le preguntó a Tabitha. Solo sé que los conocían Sloth, Ginevra y vuestro padre. Los aprovechaban para esconder cosas y para moverse a mayor velocidad entre los lugares del castillo. Yo los descubrí la primera vez que estuve aquí, así que ten cuidado porque, en ese momento vio que el suelo estaba lleno de manchas de sangre, uno de estos escalones tiene una trampa de pinchos y podría dejaros coja, yo te avisaré cuál es el escalón que debemos saltar, pero lo que tenemos que hacer ahora es o bien huir hacia las puertas del castillo... o.... ¿de verdad no sabes dónde puede estar La Espada?
Tabitha no se resistió al tirón del brazo de su amado y se dejó llevar, lamentándose de no haber podido recuperar la espada, pero más aún de la muerte de Ser Edric, su última esperanza para lograr hacerse con el control de la Casa. En cuanto se detuvo, en el interior de aquel oscuro pasadizo, Tabitha hizo lo mismo, permaneciendo a su lado y mirándole a los ojos en medio de aquellas tinieblas.
- Jamás los visité, pero me imaginaba que existían, aunque nunca supe el alcance que llegarían a tener... - Le respondió entre susurros, descubriendo a continuación con el príncipe se hirió el pie. - Confio en ti mi amor. Saltaré cuando me lo digais. - Fue su respuesta a su explicación de la trampa.
- ¿La Espada? - Le sonrió. - Por supuesto que se donde está. Nadie más la ha mencionado y la han mostrado, así pues, debe estar donde la escondí... en mis aposentos. Mi amor, dije que La Espada regresaría a la mano de su legítimo dueño y ese está ante mí. Jamás se la daría a un vil traidor. Podemos recuperarla, coger algunas joyas de mis aposentos y marcharnos de aquí ahora que mi plan se ha hundido bajo el techo de la Capilla. - Acarició su rostro con su mano. - Pero debemos movernos deprisa, no quiero que nos sigan y nos intenten dar caza como a animales...
Sigo a Viserys a donde me lleve.