- Enviad cuatro soldados más, por lo menos -
Se sorprendió del giro de los acontecimientos. Se le había educado a ser leal a la casa Targaryen, y en ese momento estaba fomentando el arresto de uno de sus miembros. Pensaría en ello cuando John estuviera a salvo y Rhys tuviera la espada. Ahora solo importaba detenerlo.
- De acuerdo mi señora. - Abrió la puerta del cuartel y se adentró, - se escuchaban un ruido de voces que gritaban y reían mientras apostaban, pero fue breve ya que la figura del soldado apareció seguida de otros cuatro guardias. - Vayamos - les dijo a los demás mientras uno de ellos quedaba de vigía en la puerta cumpliendo las órdenes para que siempre fuesen dos los centinelas.
Cuatro soldados se desplazan desde "El Exterior > El patio de armas" hasta "Torre de las Vistas > Primera Planta > Dormitorio de Viserys Targaryen"
Observó el lugar, que ya había visitado antes y que hace mucho que no le impresionaba. De hecho la primera vez tampoco, acostumbrado a lugares como Meereen o Lanza del Sol, por no hablar de Desembarco del Rey.
Siguió a los soldados hacia el interior del castillo seguido por sus propios hombres. Con la mano lánguidamente posada en la daga que portaba en su cinturón, normalmente algo puramente decorativo pero que en sus manos no sería ningún juguete. Muchos caballeros habían comprobado que no era una buena idea atacar al caballero más letal de Dorne, aún sin armadura y solo portando ese "adorno".
Es trabajo vuestro acompañar a Oberyn y el de avisar a los señores de que ya ha llegado el primer invitado. Además, de que las normas de la casa, impuestas por Lord Rhys no dejaban pasar a nadie armado. Así que creo que sería conveniente leeros las normas de la casa, y después ver hacia donde le debéis llevar.
Como era de esperar los guardias les dejaron pasar sin demora así que avanzaron a través del patio de armas.
Era amplio como cabía esperar en un castillo de esas dimensiones. Galbart se apeó del caballo y llamó a su escudero.
-Querido amigo, llevad las monturas a refrescarlas y dadles algo de comer necesitan un buen descanso de tan largo viaje-dijo dándole una fuerte palmada en su hombro indicándole con el mentón la zona de caballerizas.
No había estado en ese castillo previamente, así que se dirigió a un soldado próximo-¡Soldado acercaos por favor! Soy Ser Galbart Glover, Señor de Bosquespeso ¿dónde puedo encontrar a los señores de la casa? Venimos a la celebración-dijo con su potente voz, refiriéndose al resto de caballeros.
Miró con cierta furia a los soldados que tan incompetentemente eran incapaces de seguirle.
Si está es la clase de hombres con los que cuenta vuestro señor para mantenerse con vida empiezo a entender el problema que con tanta urgencia necesita solucionar. Llevadme al interior del castillo.
"Sí, sí, acompañadme, señores", dijo uno de los guardias. Y les acompañó directamente hacia el Salón Comedor a presentarles a Lord Rhys.
Un soldado acompaña a los recién llegados al Gran Comedor.
Alester cruzó también las puertas con Ser Glover. Una vez dentro, encontraron al dorniense, quien aun llevándoles ventaja durante el camino, aún seguía en el patio de armas. Por lo que pudo comprobar Marbrand, Martell se quejaba por el servicio que estaba recibiendo de los soldados, a pesar de que estos solo tenían la obligación de obedecer a la familia Vaelys y no a un príncipe de otra tierra.
Tanto Oberyn como Ser Glover tenían prisa por presentarse ante Lord Vaelys, pero Alestar, quien una vez dentro ya no tenía tanta prisa e impaciencia, pensó que ese encuentro podía posponerse un poco sin problemas. Además, él no había traído a su séquito con él para que le hicieran todo el trabajo. Así que se apeó del caballo, se acercó a uno de los soldados que habían quedado en el patio y le comentó-. Si pudierais indicarme dónde se encuentran los establos, os estaría eternamente agradecido. A diferencia de mis acompañantes, yo no tengo a mi escudero, así que me tendré que ocupar personalmente de que el animal se encuentra bien -Acarició a su montura con cariño, esperando a que le indicaran el camino, al tiempo que comentaba, casi más para sí mismo que para el soldado-. Imagino que a Lord Vaelys no le importará que un simple caballero como yo tarde cinco minutos más en pasar a saludarle.
Aunque, teniendo en cuenta que la fiesta la había organizado Lady Vaelys, no estaba seguro de si dentro de la Fortaleza se encontraría con el hombre o con su esposa.
Con la mano apoyada en el pomo de su espada, Edric bajó con mirada despreocupada observando el castillo al que había llegado recientemente, y como no, quería ver de que pasta estaban hecha los hombres que la protegían, además de volver a practicar un poco dado que había semanas que no usaba su arma debido al largo viaje.
Cuando vio que ninguno de los extranjeros y habitantes de la casa se encontraba allí, se decepcionó un poco, así que acercándose a uno de los soldados con una sonrisa en la cara, le dijo:
- Buenos días soldado. Venía al patio de armas a practicar un poco con la espada ya que me empiezo a sentir un poco oxidado después de tanto viaje, alguno de vosotros podría ayudarme?- miró a los soldados que se encontraban, si alguno estaba entrenando.
El soldado al que se dirigió Ser Edric Colina permaneció callado y sin moverse. Su misión no era la de dar entretenimiento a los invitados, si no la de vigilar que nadie atacase la fortaleza y que todo se mantuviera en orden dentro de ella.
Ser Edric hizo un gesto de resignación cuando el hombre no le contestó, marchándose del patio de armas. Había hecho el idiota mucho rato, así que fue directamente a la sala de recepción del Lord a ver si podía hablar con su tío, preguntando a algún criado en el proceso.
joder no encuentro a la gente xD