Una excepción… Por supuesto que haría una excepción con Evan. Ese hombre había conseguido lo que hacía tiempo nadie conseguía: alterarlo hasta tal punto que hablara y decidiera sin pensar. ¿Por qué echarlo a la calle, darle su libertad, cuando podía mantenerlo en la Fortaleza entre rejas hasta conseguir su ejecución?
Alester no era un hombre sangriento. Aunque recordaba su pasado en la guerra con melancolía, eso no significaba que disfrutara matando; todo lo contrario. Pero aquel simple jefe de caballos venido a más lo había amenazado como pocos. No solo lo insultaba bajo el que ahora era su techo, sino que era un peligro mantenerlo con vida y que pudiera regresar a los brazos de Alyra en cualquier momento, humillándolo a él.
Además, le vendría bien ese chivo expiatorio. No sabía quién estaba detrás de las muertes de aquel día, pero si realmente había sido Caelus el autor, desviar la atención hacia otro gran sospechoso sería lo más conveniente. Y con Evan muerto y declarado culpable, se acabarían los problemas.
Aunque estaba deseando ver marchar a todas las hermanas de su esposa por la puerta, no pudo evitar sentir una punzada de frustración cuando Galbar y Lenia partieron. Eran los dos únicos de la familia que habían aceptado su nombramiento y que no tenían ningún interés en tomar el mandato de la Fortaleza, así que podría haberle venido bien su apoyo cuando volvieran a aparecer Astrid o Tabitha.
La noticia sobre Ser Mordred y Ser Edric fue una tremenda contrariedad. Si el destino de ambos hubiera sido el opuesto: Que Ser Mordred hubiese muerto y Ser Edric hubiese vivido. Todo habría sido mucho más sencillo, pues se habría quitado a un enemigo en lugar de a un posible aliado. Alester estaba convencido de que, a pesar de las últimas palabras de Colina, él podría conseguir llevarlo de vuelta a su lado.
Lo único bueno de aquello es que ya no tendría que convencer a su tío de que casara a una de sus hijas con un antiguo bastardo. Seguro que Lord Damon Marbrand habría acabado aceptando, pues tenían una excelente relación. Pero, aunque hubiera sido una de las pequeñas que no optaban a grandes matrimonios, seguía siendo un trámite por el que ninguna mujer deseaba pasar.
La locura había terminado y Sloth suspiró aliviado. La sangre no había corrido, la paz se mantenía a pesar de la provocación de Evan. Entre varios hombres calmaron la situación y la tensión de Sloth se esfumó.
El jorobado se acercó al Septón, quien pedía al príncipe Oberyn y al maestre su colaboración para dilucidar las causas de la muerte de sus señores. Sloth confiaba en el dorniense. Había sido un gran amigo de Lord Rhys y Sloth estaba seguro de que haría lo posible por llegar hasta el final. Pero no entendía, sin embargo, por qué querían investigar el cuerpo de Lady Myriah. Muchos de los presentes la habían visto lanzarse al vacío. ¿No era aquello suficiente? A no ser…
La mente de Sloth trabajó tanto como le era posible, llegando a sus propias conclusiones, que no compartió con el resto, pero que le preocuparon sobremanera.
Y más se preocupó viendo a la hija mediana de sus señores despedirse de ellos. ¿Cuándo volverían a verla? ¿Tendría una vida segura allá donde Lord Galbart se la llevaba? La mirada de Sloth emanaba tristeza y alegría al mismo tiempo. Tristeza por ver a Lady Lenia marchar para siempre. Pero alegría, porque saber que una de sus pequeñas ya estaba desposada, hecha toda una dama y dispuesta a comenzar la vida que siempre deseó. Así que el Septón ya la había casado. Eso era una buena noticia para Sloth, pues así partían en condiciones, como marido y mujer. Hubiera deseado Sloth que el nuevo esposo de la joven viviera más cerca de la Fortaleza, pero uno no puede tener todo.
Sloth sonrió a Lady Lenia, mientras recibía el cariñoso apretón-. Por supuesto, mi señora. Sloth cuidará de la familia, igual que siempre ha hecho. Escribid a menudo. Sloth no quiere perderse nada de vuestra nueva vida.
Tras una catástrofe como aquella, demasiado bonito era que nadie hubiera resultado herido. Así que Sloth no se sorprendió por la noticia que trajo Ser Bernard de que había habido una muerte. A Sloth no le gustaba que los cadáveres siguieran acumulándose, pero al mismo tiempo su corazón se relajó al sentir que, al menos, no había sido ninguna de sus damitas. Y, aunque aún quedaban Lady Astrid y Lady Tabitha por encontrar, Sloth mantenía la esperanza de que siguieran sanas y salvas hasta que le dijeran lo contrario.
Sloth esperó de pie junto al Septón, pues quizá recibiera órdenes de los nuevos señores. Y, aprovechando que estaba con Tiziano, volvió a susurrarle unas palabras.
El anciano había llegado junto a Oberyn hasta situarse en medio de los cuerpos de los antiguos señores, ambos caminaban en torno al báculo que servía de apoyo al Príncipe. Ese lugar, sin embargo, distaba de ser un espacio de reposo, cada momento que pasaba se decía algo que cambiaba la situación anterior, no tendré descanso ésta noche.
- Lenia...- dijo en voz baja cuando sus miradas se cruzaron. Hubiese querido que participase del responso, le hubiese gustado que Ser Galbart oficiara una ceremonia por Fiona de acuerdo a las costumbres del norte, sin embargo demasiadas cosas habían pasado esa noche como para pedirles una mas. Al menos ellos tenían un motivo de alegría que la muerte no tenía derecho a opacar. Asintió hacia ambos con una sonrisa - Que seas feliz, niña, una nueva etapa llena de felicidad te espera. Me alegra saber que un corazón noble y bien intencionado estará a tu lado por siempre. Que los Siete los bendigan! - ya habían hablado antes, se habían dicho palabras hermosas, pero ahora la alegría se mezclaba con la amargura de la muerte y la despedida. Mientras ambos se despedían, un pensamiento se vino a su mente, tal vez no viva para verlos otra vez.
Evan y Kyle estaban a punto de salir del recibidor cuando Oberyn expresó su apoyo al nuevo Lord Vaelys. Pero luego llegó Bernard con noticias alarmantes. Otra muerte, esta vez la de un joven que había llegado a ser un Vaelys apenas por unos instantes. Desconocido, te ruego que calmes tu ira o no quedará nadie en éste lugar. Lord Alester propuso hacer una ceremonia conjunta pero ése no era el momento adecuado, esperaba que Alyra supiese reconocer la diferencia entre los señores de la casa y un bastardo que había ganado su apellido una menos de una hora atrás. Él le daría su responso en el momento oportuno, pero no en ese. Se dirigió a Alyra en voz alta - Con la partida de Lenia, ya no tiene sentido demorar el oficio, mi ilusión de ver a las cinco juntas ya no será posible. Cuando lo dispongas, comenzaré con la breve ceremonia- dijo a la mujer que estaría al mando de esa Fortaleza.
Tras ello miró a Bernard con preocupación - No sabemos nada de Astrid ni de vuestro hermano, Ser Bernard. Dónde pueden encontrarse? Su presencia aquí es importante... espero que estén bien - los jóvenes señores Risefeller merecían estar presentes, y el anciano no estaba preparado para escuchar que les había sucedido algo también a ellos.
Sloth se acercó e intercambiaron unas palabras, y luego se volvió hacia el Maestre - Caelus, Oberyn, concededme unos instantes para que el oficio pueda realizarse sin la sombra de falsos rumores y habladurías. Que Lord Rhys y Lady Myriah puedan descansar sabiendo que conocemos la verdad - les dijo a los dos mientras se acercaba a ellos.
El rito no había empezado todavía lo que les estaba permitiendo charlar. Bernard era consciente desde el principio de que su hermano no estaba allí y eso le hacía sentirse incómodo, por el hecho de que como indicaba Tiziano podía haberles sucedido algo tanto a él como a Lady Astrid. No quería pensar que algún muro hubiera caído sobre ellos, sería terrible tener que sumar a tantas muertes las de más personas.
- No sé dónde están, Lady Astrid echó a correr llevándose a Tyler consigo, a solas. No tengo ninguna pista, de ser así estaría deseando ir a buscarla. Pero al no saber nada, lo único que puedo hacer es esperar o dedicarme a vagar por el castillo a ver si los dioses me ayudan a encontrarlos. Y dado que debemos de honrar a los antiguos señores, creo que es necesario que me quede aquí.
Seguía carcomiéndole el rencor hacia Lady Myriah, mas ya era necesario ir apartando esa sensación. Habría que dejar atrás aquellos desencuentros. Habiéndose dado cuenta de que Alester habría preguntado por Mordred, el caballero le miró.
- No le quité el arma. En realidad no la vi, pero al empezar a bajar las escaleras escuché cómo la arrastraba por el suelo. El sonido del metal arañando la piedra es fácil de reconocer*.
Por respeto no había querido interrumpir la ceremonia apareciendo con otro muerto, pues creía que el funeral ya habría empezado. Ahora sabedor de que no era así volvía a existir esa posibilidad de incluir a Edric, pero dependía de la decisión de Lady Alyra. Él tan sólo quedó esperando, meditando sobre las grandes tragedias que habían sufrido y el modo en que tendrían que esforzarse todos ellos para mejorar la situación, al menos los que estaban decididos a permanecer allí.
* Me enteré que había una espada cuando ya había pedido el cambio de localización.
Se refugió en los brazos de su hermana Alyra que tan amorosa era siempre con ella. Cerró los ojos y de ellos brotaron lágrimas que en lento descenso redibujaron en su rostro los trazos que poco antes se habían secado.
¡Qué día tan horrible! ¿Y cuál había sido la razón? ¿Riquezas? ¿Un hogar? Incluso ella, una niña, sabía que no son las paredes sino quienes habitan entre ellas lo que importa. Que no es el lugar sino con quién lo compartes. Y que las riquezas se van tan pronto como las sueltas pero el amor te acompaña siempre a cualquier lugar al que vas.
Pensó por un momento que Lenia se iría sin despedirse, pero afortunadamente no fue así. Se levantó y le brindó un abrazo y un cálido beso a su hermana. -Deseo que seas muy feliz -declaró con una triste pero sincera sonrisa. Miró tímidamente de reojo a Ser Alester cuando Lenia le encargó vigilarle y asintió a su hermana, aunque entendió el tono cómplice con el que lo decía-. Cuídate mucho, te echaré de menos -se despidió con dulzura. Se alegraba por ella, creía que había encontrado el amor verdadero y eso era toda una hazaña, más en un día como éste.
El hermano de Tyler llegó entonces anunciando otra muerte y Mira temió escuchar a continuación el nombre de alguna de sus hermanas. Al no ser así suspiró aliviada, pero la angustia seguía anclada en sus huesos.
-Temo por Astrid y Tabitha -apretó un poco la mano de Alyra compartiendo con ella su inquietud- ¿crees que estarán bien? -preguntó buscando una respuesta anticipada en sus ojos.
Iba a recriminarle a Evan el que no le hubiera informado antes sobre el paradero del cuerpo de su madre, eso había aumentado solo la angustia de todos, revelando como el mayordomo podía actuar de manera mezquina, y aunque podría perdonarlo por lo que había hecho, eso no significaba que fuera así de cruel con el resto de su familia, así que cuando se vieron a los ojos, él pudo percibir su molestia, sin embargo, esa fue aplacada al al fin volverse a mirar a los ojos. Había tanto por decir, tanto por conversar, tanto... que seguramente no iba a pasar, Alyra bajó la mirada y besó el cabello de su hermana menor.
se sumió en sus pensamientos cuando Lenia fue con ella para abrazarla y despedirse tras haber dado el último adiós a los padres de ambas, Alyra suelta a Mira y abraza a su hermana, sujetándola por la espalda, esperando que no se fuera porque se sentía sola, sin embargo ella deseaba empezar lo antes posible su nueva vida. Le pregunta si se quiere quedar por lo menos a que termine la tormenta, así no correrían peligro, sin embargo la pareja estaba decidida a partir cuanto antes y estaba preocupada, sin embargo besó a la mejilla de Lenia y la dejó partir.
En medio de esta despedida, hubo un rayo de esperanza, el príncipe Oberyn no solo volvió a reconocer a Alester como el señor de la fortaleza sino que ofreció su amistad para la casa, lo que alivió a Alyra, pues para poder reconstruir ese lugar se necesitarían muchos recursos, más de los que la misma casa Vaelys puede cubrir sin correr riesgo de la banca rota, sin embargo eso habría la incertidumbre de que los Martes pusieran a la casa Vaelys en contra de los Lannister, pero ese sería un problema que analizarían en su momento, en ese instante, Alyra solo agradeció las buenas palabras del hombre, inclinando su cabeza y repitiendo el lema de su casa, volviéndose a tomar del brazo de Alester e iba a agregar algo más a las palabras de Alester, sin embargo Bernard trajo noticias que sólo acrecentaban la oscuridad de ese día.
Edric había muerto, lo que le hizo temer por la vida de Tabitha y de Tyler, también temió por la suerte de Astrid, sin embargo, ahora sabían que su primo ya no estaba en este mundo y eso significaba que Alester no tendría a alguien que pretendiera el titulo de Lord, y aunque era triste la perdida de cualquier vida, no podía negar que se sentía un poco más segura ahora, lo que le hacía sentir mal por esa contradicción, lo que hizo que se encogiera de hombros un segundo, hasta escuchar la voz de Alester, haciendo patente la amenaza de Mordred, no podían determinar qué es lo que haría ese hombre ahora.
— Ser Edric será sepultado como un Vaelys, y reconocido por todos como tal, es lo que habíamos prometido y su muerte no impedirá que cumplamos nuestra palabra — le habla a Alester, mirándolo hacia arriba — pero no ahora, Alester, despidamos a mis padres, han esperado mucho por un debido descanso... luego nos haremos cargo de todos nuestros muertos, los que recibirán una ceremonia como corresponde, sobre todo Ser Edric Vaelys — decide eso, habían perdido a muchas personas queridas, y reunirlos a todos era demasiado duro para cualquiera, por lo menos, deseaba poder sopesar el dolor que le significaba el haber perdido a su padre antes de seguir con el resto de las personas que amaba. Mira pregunta por sus hermanas mayores, Alyra siente su mano y sus ojos más gentiles fueron hacia ella.
— confiemos en la Madre de que estarán bien, apenas despidamos a nuestros padres, iremos en su búsqueda, pero los soldados ya están moviéndose... en poco estaremos todos reunidos y todo habrá acabado, Mira — intenta reconfortar a su hermana pequeña, no sabía si podría cumplir esas palabras, pero esperaba poder hacerlo, de corazón.
Volvió su mirada hacia sus padres y se soltó de Alester para ponerse ante la cabeza de su padre, aún no lograba llorar como se debía o mencionar palabra alguna ante su cuerpo.
— Masse Tiziano, por favor.... necesitamos despedir a los señores de esta casa, luego... nos ocuparemos de los muertos, de los heridos, de Ser Mordred...— se mordió el labio inferior, su mano comenzó a acariciar el cabello de su padre, quería ver a ese hombre una vez más, no sabía que pretendía hacer y debería averiguarlo antes — y de encontrar a mis hermanas y a ser Tyler... — ellos también, no mencionó al Targaryen , la raíz de muchos de sus problemas.
-Una gran amistad me unía al anterior señor de la Casa Vaelys -explicó, posando la mirada alternativamente entre Alyra y Alester-. Como representante de la Casa Martell de Dorne, espero que nuestras casas puedan seguir estando vinculadas como aliadas por largo tiempo. Si alguna vez necesitáis ayuda, Dorne os la concederá. Como indica el lema de vuestra Casa, Lady Alyra: Unidos ante la adversidad.
Lord Swann asintió ante esto, entendiendo que era lo correcto pues mentes y corazones mejores habían llegado a la misma conclusión. Mientras el resto de muros parecían cobrarse nuevas víctimas la vida de los nuevos señores de Vaelis parecía bendecida y libre de peligros.
- Ruego... -balbuceó torpemente- Ruego me permitáis arrodillarme y ser también de las primeras casas en recibiros con los brazos abiertos -tragó saliva por el nudo que se le hacía en la garganta- y estos son brazos grandes, los de los Grizzly, ¡Jor jor jor! -rió para apartar la pena opresora sobre el pecho- De manera que espero la sangre Vaelis sea celebrada y dé cuantioso fruto, como vuestros predecesores.
Críos y familia, ese pensamiento le iluminó el rostro, el que fuesen a cuidar de Mira y que quizás pronto festejasen la llegada de nuevos miembros a la familia.