-Maldita sea-musitó el norteño, había comenzado a llover y aunque en realidad no era de su total desagrado, suspiró melancólico, si estuviese en su hogar poco le habría importado caminar unos minutos bajo la lluvia, pero no quería parecer una manta mojada, se puso en pié y siguió el camino de todos los caballeros ya que Kyle Ironsmith los convidó a volver al interior de la fortaleza, algo a lo que nadie pudo pegas.
-Será lo mejor, me temo que la fiesta se realizará al fin en el interior del castillo, solo espero que ese hedor pestilente consiga eliminarse para esta noche-dijo con preocupación mirando a Ironsmith.
Salgo del jardín hacia el Gran Comedor.
Mientras Tyler paseaba hablando tranquilamente con su hermano comenzaron a caer gotas que pronto se convirtieron en una fina lluvia. Alzó la mirada al cielo para descubrirlo cubierto por unas nubes oscuras que no traían muchas esperanzas de buen tiempo para la noche.
Espero que no sea una tormenta como la de anoche.
Pensó recordando la virulencia de los truenos, rayos y la cortina de agua.
-Será mejor ponerse a cubierto- Dijo a Bernard mientras sonreía levemente. Pues al final parecía que regresarían al interior de la Fortaleza de Sangre. Siguió a los demás invitados, ¿mejor ir al recibidor? sin duda lo mejor era terminar todos en el mismo espacio.
Tyler sale de los jardines.
Tras el paseo con su hermano y con multitud de cosas rondándole la cabeza, Bernard vuelve a reencontrarse con el grupo, justo en el momento en el que una fina lluvia comienza a caer.
Bernard es un tipo curtido en los múltiples campos de batalla de Poniente, por lo que una simple lluvia no le supone el más mínimo inconveniente. Aun así, cuando su hermano propone que entren a la Fortaleza, Bernard coloca fraternalmente su mano en el hombro de su hermano y caminan hacia el interior de la misma.
Bernard sale de los jardines hacia el Gran Comedor
Tras todos los acontecimientos sucedidos en La Fortaleza de Sangre, el cielo se había ido nublando poco a poco, hasta que llegó el momento en que empezaron a caer las primeras gotas. El día anterior había caído una terrible tormenta cuyos rayos habían roto hasta algunos de los árboles del camino.
Había amanecido despejado, pero a lo largo de la tarde las nubes se habían vuelto a reagrupar y había vuelto a empezar la lluvia. Al principio, tan solo era una lluvia fina y ligera. Pero las nubes negras que había en el cielo amenazaban con una tormenta tan terrible como la de ayer. Y así era, ya podían apreciarse rayos y un aguacero similar al de ayer.
Pese a la lluvia, parecía que la mente de Gwen se encontraba en otro lugar por lo que se dirigió de una manera autómata a una de las bancas del jardín se sentó empapada por la lluvia, voltio al cielo por unos instantes para agachar la cabeza y llevarse sus finas manos al rostro comenzando a llorar, no se percató de quienes estaban en el jardín y parecía no importarle el agua fría que estaba cayendo.
La oscuridad parecia avanzar, solo estaba ella ys us pensamientos, la lluvia golpeando de manera ritmica el pavimente, el pasto y las hojas de las plantas, la mente de Gwen estaban al mil por hora, despues de un rato de estar asimilando lo sucedido la criada decide emprender camino hacia su habitacion para cambiar los ropajes empapados y no pescar alguna enfermedad.
Ser Edric se estaba calando hasta los huesos.
- ¡Señores, os espero dentro!
A medio camino se volvió y miró a los otros dos caballeros aún ensimismados bajo la lluvia. No parecía que fueran a acompañarlo así que se encogió de hombros y siguió al interior del castillo a guarecerse.
Ser Edric sale de los jardines