Partida Rol por web

Konrad no respondió a los comentarios de Dillinger y el anticuario. Cuanto menos supieran, mejor para ellos. Se limitó a sonreir cínicamente mientras entregaban el dinero a aquel tipo. Bueno, al menos no tendría que cobrarle a Harper el sobrecargo por subvencionar aquella "aventura".

A los cinco minutos, ya se estaba arrepintiendo de no haber impedido aquello. Pero bueno, podían terminar ricos, o con una muerte horrible. Ambas cosas parecían interesantes.

Me despedí del dinero entregándoselo a Colin y confiando en que todo fuera rápido y sobre ruedas. Estoy convencido de que ese diario y ese barco ocultan algo confuso y oscuro que enlaza con el tema que nos ocupa en la actualidad... a través de los siglos.

Almorzásteis y anduvísteis por la ciudad, empapándoos bien de ese ambiente tan differente del Norte, de esa esencia colonial que impregnaba cada esquina, cada calle, cada casa... cenásteis sentados en una terraza junto al puerto. Hacía una noche estupenda, la humedad del día había dejado paso a una brisa fresca que lamía vuestras carnes y  aliviaba el cargado ambiente. Desde la terraza pudísteis ver el gran movimiento que había en el puerto alrededor de una reliquia que supusísteis que era el Palencia, vísteis a varios negros correr de un lado para otro cargando cajas y bidones.

A la hora convenida, os acercáisteis al pantalán en el que véis al Palencia, un barco anticuado, oxidado y al que le faltan un par de manos de pintura. Hay un par de grúas pequeñas en cubierta montadas que sirven para cargar el barco de materiales, sobre cubierta véis bastante gente, tienen bombas de achique y otros materiales. El barco es movido por dos calderas de vapor muy poco de fiar.

Reparásteis en que había un pequeó bote salvavidas y a popa tres trajes de buzo con escafandra que parecían nuevos, sin estrenar de hecho.

En estos precisos momentos, una docena de hombres: negros y cubanos, meten los materiales apilados en cubierta en el interior de la bodega.
 

- ¡Puntuales como un reloj! ¡ Excelente! bien, como pueden ver aún nos falta un rato. ¿Han traído sus cosas? - en efecto, habíais recogido vuestras cosas y cada uno iba con su equipaje al completo -excelente, tenemos espacio de sobra. La idea es que como no nos da tiempo a salir esta noche ya, durmamos un rato mientras éstos terminan el trabajo y salgamos de madrugada. Tenemos catorce marineros, ustedes y yo. El viaje nos llevará un día aproximadamente. ¿Tienen alguna pregunta?

Bueno. Parece que Colin no ha huido. Eso es buena señal, aunque el barco no parece en las mejores condiciones. Espero que al menos pueda navegar, ya que he invertido un dineral en esto y no me haría mucha gracia que el cacharro zozobre. Cuento hasta tres trajes de buzo, miro a mis compañeros, a mí y luego al propio Colin. Somos cinco. Aunque uno está demasiado mayor para andar jugando a bucear. De nuevo espero que Colin no esté intentando jugárnosla.

Me mantengo en silencio, no tengo preguntas. Sólo quiero ir al punto donde su hundió el barco, recoger mi dinero y regresar a la civilización. Casi me estoy arrepintiendo antes de haber comenzado.

¿Esta cosa aguantará a flote?- preguntó el anticuario a Colín.- No me gustaría haber sobrevivido a una guerra y dos hambrunas para acabar ahogado en ese cascarón.

- Vamos señores, Colin es un consumado marinero y experto en estas aguas, hay que confiar.

Dicho esto pongo mis pies en el buque de la forma más segura posible y pregunto a Colin:

- ¿Cómo va el tema de los camarotes? Lo cierto es que hace tiempo que no duermo en un barco.

- Tu mismo Harper; eres tu el que ha puesto la mayor parte del dinero... -respondió Konrad sin demasiada convicción. A todas luces, aquel cascarón parecía que podía irse a pique en cualquier momento, pero la verdad es que había otras cosas que le preocupaban, como que iba a encontrarse ahí abajo, y que tenía que ver aquello con su caso.

Da un pisotón sobre cubierta y se agacha para dar un manotazo a la cubierta de madera -ya sé que no parece ahora mismo el barco más bonito del mundo, pero se sorprenderían de lo que aguanta y de lo que es capaz de hacer mi Palencia. Recuerdo cuando lo compré... la ilusión con la que lo compré antes de que... bueno ya saben. Tiene un armazón metálico recubierto de madera, última generación en su momento. Las dos máquinas le dan una buena potencia. Hemos rescatado unos trajes de buzo y hemos comprado otro. Ya verán lo bien que están.  Bueno camarotes, tenemos diez con literales y el del capitán así que hay sitio de sobra. Háganse con uno y traten de descansar, partimos en cuanto terminemos.
 

Sonriendo avanzo decidido hacia el camarote más cercano y tras cerrar la puerta me acomodo como buenamente puedo, me acuesto en la cama e intento relajarme y dormir un poco mientras pienso donde demonios me he metido, si esto tiene algo que ver con lo que nos traemos entre manos me resulta bien difícil hallar la conexión.

- Bueno, dése prisa con los preparativos Colin. - digo con mucho mejor humor. Pensar en el tesoro y los posibles beneficios siempre es algo que me anima. Más dinero igual a más felicidad.

- Si necesita que le eche una mano con algo no tiene más que decirlo. - ofrezco amablemente. Algo extraño en mí pero ahora que parece que estamos en el mismo barco - literalmente - debo considerar a esto tipos como parte de mi banda. Somos un grupo y tendremos que colaborar si queremos conseguir resultados.

Nunca he trabajado con gente en la que no confíe... bueno, no siempre, y en esos casos tomaba mis precauciones. Durante este viaje en barco veré si puedo confiar en estos caballeros. En Colin de seguro que no.

Una vez he realizado mi oferta, si Colin o alguno del resto no me piden nada me dirijo al primer camarote libre para dejar mis escasas pertenencias y echarme a dormir un rato. El descanso me hará bien.

- Que descansen caballeros. Les avisaré en cuanto todo esté listo -dijo tras dar un par de órdenes a varios miembros de la tripulación.

Os metísteis todos en el mismo camarote, un cubículo recubierto de madera a medio carcomer con seis literas metálicas, una puerta también metálica y apenas un par de soportes para colocar el equipaje. Las maletas estaban una encima de la otra y hacía tanto calor que os acostásteis todos en ropa interior. Pese al bullicio que se escuchaba arriba, en cubierta, estábais tan cansados que no tardásteis en quedaros dormidos.

Algunas horas después, ya entrada la madrugada, os tocaron a la puerta y os dijo un marinero desde el otro lado que íbais a partir inmediatamente pero que no hacía falta que estuviéseis despiertos. Algunos se vistieron y salieron a dar un vistazo, pero al no ver nada de interés cuando el barco salía ya del puerto, os volvísteis a dormir.