Oberyn estaba esperando a que el árbol dejara el espacio suficiente para poder espolear a su caballo y marcharse de allí a toda velocidad. Tenía mucha prisa y ganas por llegar a la Fortaleza de Sangre, así que ignoró a todo el personal y se marchó.
Darla se giró hacia Alester, que parecía de los pocos interesados en mantener una conversación con ella. Me alegro de que así sea, dijo al escuchar las palabras de Marbrand, la niña que tenía cogida por un brazo hizo ademán de querer acariciar a la montura del joven, pero su abuela tironeó para que no lo hiciera. Estate quieta, le dijo en un susurro mientras continuaba con la conversación, he oído cosas horribles sobre Ser Mordred, parece que tiene intención de atentar contra la cassa Vaelys, contra nuestro señor y contra sus hijas y es algo que no deberíamos permitir. Casi sería mejor impedirle el paso a la fortaleza o incluso encerrarle en caso de que llegase. No quiero ver como la familia Vaelys es presa de un nuevo infortunio, no se lo merecen. Han tratado a mi hijo muy bien, y siempre le han apreciado. Por eso es mejor vigilar a ese caballero, no es trigo limpio.
- Sabeis mucho.- dijo Ulrich a la anciana, con tono desafiante y desconfiado.-¿Le habeis hecho llegar tales inquietudes el señor de la casa o son solo elucubraciones de una anciana?.- pregunto.
Si tenía pruebas de algo que no fueran chismes habria que pensar como las consiguio. Si solo estaba mal metiendo debia tener algun proposito. De ser sus tierras pasaria un tiempo interrogandola hasta que soltara cuanto sabia, pero no lo eran.
Tomo nota mental del asunto y decidio continuar en dirección a su destino.
Swann no pudo reparar en la conversación entre aquella anciana y Ser Ulrich. Lo cierto es que era un diálogo bastante prometedor. El señor de la casa Grizzli sonrió divertido mientras se giraba sobre si mismo y emitía una sonora carcajada.
-No creo que se atreva a realizar tal fechoría con tantos caballeros en la fortaleza -dijo "Oso Erguido" con una sonrisa dibujada en su rostro mientras agarraba con fuerzas las riendas de su caballo percherón. - Y si de todas formas así fuera, siempre es buen momento para blandir las espadas y alzar los escudos en defensa de una justa causa.
Mientras hablaba, intercambiaba miradas con Ser Ulrich y la anciana.
-La desconfianza siempre mantiene separado al ser humano. Deberíamos de dejarla de lado.
De nuevo, otra carcajada.
Conseguimos retirar el árbol con facilidad, tanto con la fuerza de las monturas unidad a las nuestras propias, ya no fué obstáculo alguno.
Galbart, tras ayudar a recoger las cuerdas, se dirigió a la anciana, después de que los demás hablasen con ella, las oscuras nuevas que nos confió no eran buenas.
-Os agradecemos vuestra confianza señora, estaremos en guardia-respondí educado, había aprendido a desconfiar de todo y las palabras de la desconocida anciana, podían ser tan ciertas o falsas como uno quisiera creer.
Intentar tal fechoría en la celebración, se le antojaba más que improbable. Pero Galbart estaría alerta.
Sin más demora, se despidió amablemente de la anciana y siguiendo el ejemplo de los demás caballeros, continúo el camino hacia el castillo.
De nuevo hacia el castillo.
Alester deseaba partir, pero la mujer tenía ganas de conversar y contar sus preocupaciones. Aun así pensó que bien podía esperar un poco, si eso le iba a resultar beneficioso a largo plazo. Calmó a su montura, quien estaba listo para galopar en cuando su jinete le diera la orden, para que se quedara estático y habló primero a la niña.
- Es un caballo de lo más tranquilo, y le gusta que le acaricien entre los ojos –le dijo, guiñándole el ojo a la pequeña. Luego se volvió hacia Darla-. No os preocupéis, señora, que no le hará daño. Escasas veces lo he visto enfadado y nunca cuando estoy yo sobre él. Y cualquier muestra de afecto le es bienvenida –Escuchó los temores de la anciana, con ceño fruncido y cierta incredulidad-. Respecto a lo que me contáis, Lord Grizzli tiene razón: En la fiesta habrá muchos caballeros, aparte de la guardia personal de Vaelys. Sería totalmente estúpido siquiera pensar en hacerlo. Si alguien quisiera atentar contra la familia, no hay fecha peor.
No le extrañaba, por otra parte, el objetivo de Mordred. Ya la noche anterior había dejado bien claros sus sentimientos hacia Rhys Vaelys. Alester no dudaba que el caballero odiaba al señor de Fortaleza de Sangre, pero ¿aventurarse a cometer asesinato justo en esa ocasión? Mucha más cerveza de la que tomó la noche anterior tendría que correr por sus venas para idear ese plan.
- Así que no os preocupéis. De todas formas, si os sentís más segura, mantendré un ojo atento a Ser Mordred, por si intenta hacer algo –De ser cierta la información, sin duda ese hombre estaba mal de la cabeza. Arriesgarse a acabar decapitado cuando las posibilidades de éxito son nulas-. De hecho, hablaré con alguien de confianza en cuanto llegue al castillo. Seguro que nadie allí quiere que se les toque un pelo a las muchachas y harán lo posible para protegerlas. Así que, con vuestro permiso, galoparé de inmediato lo más rápido que pueda para ir dando el aviso. Pero ya os aseguro, mi buena señora, que, de ser ciertos sus temores, es casi imposible que puedan hacerse realidad.
Al final, voy a estar más ocupado en vigilar a la gente que en buscar esposa, pensó, mientras venía a su memoria la promesa que le hicieron todos los caballeros a Anna Arryn. Con una sonrisa amable a la niña y una educada despedida a Darla, azuzó a su montura y salió al galope en dirección a la Fortaleza.
Sigo hacia el castillo
¡Oh, mi señor! Dijo mirando a Ser Ulrich. Claro que lo sé. Ha sido mi hijo quien me ha avisado de ello, y a él fue el propio Lord Rhys quien se lo contó. Y ahora que os he visto y conocido, quería avisaros de él de antemano. Me preocupa que pueda hacer alguna locura en la fiesta. Luego miró al imponente Swann y sonrió ante sus palabras. Ojalá los dioses te oigan y no haya nada que lamentar, y en caso de que pudiera haberla, agradecería que un hombre como usted sea capaz de defender a la Casa Vaelys.
La niña se quedó observando el caballo de Marbrand, pero la anciana seguía sin dejarle acariciarlo. No quedaba muy claro, pero seguramente era a la anciana a la que no le gustaba el equino y por eso no dejaba a la criatura acercarse. Ojalá así sea. Concluyó ante el consuelo de Alester.
Cedric llegó cuando ya estaba el tronco retirado, Vaya, parece que llego tarde para tirar, de buen seguro nos encontraremos con algún impedimento más y podré ayudar. No pudo evitar oír a lo lejos la conversación sobre Mordred. Como bien dicen estos caballeros, es una locura pensar que alguien atentaría contra la vida de un señor en su propio castillo con tanta cantidad de caballeros invitados, de todos modos estaré alerta para pararle los pies a cualquiera que se pase de la raya. Dijo poniendo cara seria mientras miraba a Darla. Prosiguió su paso sin ni siquiera llegar a parar el caballo.
Sigo hacia el castillo
Había sido una suerte coincidir con aquellos caballeros camino del castillo. Algo tan tonto como un tronco atravesado en el camino, podía convertirse en un serio problema si uno viajaba en solitario. O el aviso inequívoco de una celada en medio del bosque.
Escuchó a la anciana y le prometió que cuidaría a su familiar aunque en su fuero interno, le importaba muy poco como acabaría aquel muchacho.
Tras apartar el tronco, seguimos camino tranquilamente por aquella vereda.
Esta escena parece un poco antigua (el último mensaje era del 25 del mes pasado) No sé si mi personaje sigue en esta escena o ha cambiado (por ejemplo si ya han llegado los viajeros al castillo.
Tampoco sé en que momento de "los cinco días" del master estamos, pero espero que si estoy en la escena equivocada, me lo digáis y de lo demás, pues ya me iré enterando. De momento voy a las otras escenas, a ver si descubro que igual he metido un poco la pata. Disculpad si así ha sido.
Nos vemos por aquí.
Ser Edric enarcó una ceja viendo el incidente del camino, y pasó delante de la vieja dándole los buenos días sin mirarla.
- Lord Dayne, Lord Grizzli, queréis acompañarme al castillo? Creo que nos estarán esperando.- dijo girando un poco sobre la silla de montar mirando a ambos hombres, espoleando a su caballo en cuanto le contestaran.
Hacia la recepción del castillo! Vamos chicos a partir de aquí nos enganchamos!
Lance se había despertado apurado esa mañana, ojeroso y cansado, el caballero se vistió con presteza cuando la mayoría de su menudo séquito estaba listo. Había sido un viaje que había alimentado la faceta más taciturna de Lance, por su cabeza recorrían muchos pensamientos y, por desgracia, la mayoría de ellos no eran en absoluto halagüeños. No quería llegar tarde, faltar al respeto a sus anfitriones, por lo que espoleó a su semental tordo Manchado para recuperar el tiempo perdido.
De esa guisa se encontró ya con el árbol tumbado a un lado, la mayoría de los caballeros habían seguido el camino hacia la fortaleza, pero pudo alcanzar a ser Edric.
Salve. saludó al bastardo al trote de su animal, posteriormente se percató de la presencia del Señor de Grizzli al que también saludó, pero con una inclinación más pronunciada. Contempló la escena, y luego volvió su atención hacia Edric.
Uníos a mi comitiva, ser Edric. propuso el Dayne. Guardemos el camino juntos, demasiado nos hemos retrasado ya.
Dicho esto, y esperando que Swann también se uniera, marchó en dirección a la fortaleza en compañía del resto de caballeros.
Hacia la Fortaleza.
Esta fue la última escena donde se quedó tu personaje. De aquí deberías ir al castillo.
Oso Erguido posó con sumo cuidado una de sus masivas manos en la espalda de la intranquila señora Fallen y había pensado en dar uno de sus ruidosos discursos cargados de motivación sobre lo dura que puede ponerse la vida, pero por respeto prefirió guardárselo esta vez.
Notó que la abuela no respondía a palabras huecas así que optó por soltar una carcajada que salió más estridente de lo que pretendía en un principio.
-¡Abuela Fallen no permita que todos los inviernos vividos le hielen el corazón! Este es un tiempo de alegría y celebración, los dioses antiguos y los nuevos nos sonríen.
Retiró lentamente su mano de la proximidad de la anciana para cerrarla firmemente en un puño más grande que muchas mazas y haciendo gala de la potencia de su brazo tan ancho como un roble sacudió la pesada manaza en el aire.
- Y que todos los dioses se apiaden del malnacido que quiera estropear la velada.
Desvió su mirada de bobalicón a un lado y una amplia sonrisa se dibujó tras la espesa mata de barba que recubría el rostro del Oso al escuchar la invitación de Ser Edric, a la que asintió enérgicamente.
No podía esperar a llegar, el entusiasmo le provocaba mariposas en su amplio estómago y se sentía muy seguro de sí mismo luciendo sus ropajes más elegantes.
Una vez cerca de la entrada del Castillo debería de encontrarse con el puñado de guardias y sirvientes que transportaron la sorpresa. Hasta entonces viajaría con el pintoresco grupo que había conocido y trataría de hacer algún amigo en el camino.
Sigue caminando a la Fortaleza