6 de noviembre de 1984 - 11:45
Silveth había solicitado audiencia con el Duque en su palacio en "Snob" Hill, como la llamaban algunos en la ciudad, y había tenido que esperar una hora antes de formular sus preguntas o hacer sus anuncios. El Duque era un hombre muy ocupado y la lista de peticionarios era larguísima. Antes de su turno, Silveth vio selkies, nunnehi, humanos encantados y hasta quimeras. Todo el mundo quería la justicia o la piedad de Lord Aeon, pero no todos la consiguieron.
Custodiado por Sir Cumulus, un caballero Gwydion que había perdido un ojo en la Guerra del Tratado, el Duque tenía un aspecto majestuoso. Sentado en su trono de oro, con una cascada de cabello que parecía del mismo material cayéndole sobre los hombros, el Fiona resultaba una visión enormemente hermosa. Sus ropajes medievales habían sido tejidos por el mejor sastre quimérico de la ciudad y el tejido fluía como las aguas de la Bahía. La tiara que se ceñía a la frente tenía un rubí de gran tamaño, por lo que casi podía pensarse que tenía tres ojos, uno de ellos carmesí. A su espalda ondeaban los pendones del Ducado de Goldengate, que exhibía un puente rojo metálico sobre un fondo azur, y otro con el escudo Fiona, el león rampante plateado sobre fondo de gules.
Se dieron golpes en el suelo y se le anunció a viva voz.
-Ante Su Señoría el Duque: Silveth de la Casa Fiona, Heraldo de Lord Stevron de la Baronía del Polvo.
-Adelantaos, Silveth de la Casa Fiona. Me alegra veros en mi corte después de tanto tiempo. ¿Qué os trae aquí? Hablad sin temor, pues comparto con mis consejeros toda información que llegue a mis oídos y no hay motivos para no hacerlo hoy.
El Duque hizo un gesto con la mano para que diese un paso hacia delante.
-Su excelencia, he solicitado ésta audiencia por tres motivos y sabiendo lo ocupado que está en su posición trataré de ser breve. Lo primero es presentarle mis respetos, puesto que nunca antes nos habíamos visto, traigo un pequeño regalo que espero que le satisfaga.- De debajo del chaleco saco uno de los bocetos de las primeras colecciones de Amanda, me dolía desprenderme de ello, pero no podía acudir a Corte con las manos vacías.
Me acerco y tras mostrarlo le hago entrega del mismo al chambelán que se encontraba al pie de la escalera.
-Por otro lado, quería exponerle dos tipos de preocupaciones, las de mi feudo y otras personales, que aún expresadas en mi baronía han tenido poca repercusión o nula.
>>La Canciller Meredith, que continúa con la regencia del la baronía en sustitución de Lord Stevron, desea transmitirle que su bienamado pupilo se está recuperando de su última recaída de su enfermedad. Asimismo le informo en nombre de la Dama, que ante la plaga de quimeras nocivas que está surgiendo, especialmente en el Haight, hemos movilizado a nuestro Thane y otro de los soldados del Barón. Si bien no es necesario que se preocupen por la situación que creemos controlada, es necesario que estén alerta, por si el número siguiera creciendo de forma descontrolada.
Me tomo un respiro, para recuperar el aliento o por si quiere mencionar algo al respecto.
El criado tomó la Barcia que ofrecía Silveth y se retiró a un lado. El Duque asintió agradecido a su muestra de respeto. Al escuchar sobre el estado de Lord Stevron torció el gesto, triste.
-Enviaré al feudo un sanador para que haga lo que pueda por vuestro señor. Sobre la plaga de Plagas, ha llegado a mis oídos la preocupación por el tema. Voy a exhortar a mis vasallos y cortesanos a que se lancen a la caza de dichas quimeras ofreciendo una recompensa por sus cabezas. Estudiaré tomar otra decisión al respecto para reducir la posibilidad de contagio.
-Mi Lord su voluntad y deseo de sanar al Barón alegran a mi desdichada alma, pero lamentablemente he de comunicaros que Lady Meredith se niega a dar cuenta del paradero de mi señor Stevron. Tan solo responde ocasionalmente sobre el estado de su salud, aunque el informe siempre es el mismo, cada vez que éste necesita ausentarse. Supongo que ante Su Excelencia la Sátiro revelaría la posición del miembro Fiona. Espero que no lo tome como algo personal, sabiendo que fue usted quien le concedió la baronía a Lord Stevron, pero exhorte a la Canciller a que hiciera lo posible para que el Barón nombre un sucesor, materia ante la que igual usted tiene algo que decir si lo considera oportuno.
Intento ponerme firme y mantener la compostura, solo iba a hablar de conjeturas basadas en mis observaciones. Pero mis limitados conocimientos de medicina, no podía dar nada por rotundo.
-Por otro lado, por lo que he observado personalmente, estas quimeras o bien son resultado de la enfermedad que se está extendiendo en la ciudad, o como resultado de las que acompañan al SIDA. Estas criaturas, que probablemente encarnan los sueños y pesadillas generadas por los síntomas perceptibles de dicha plaga, tienen la propiedad de infectar a aquellas faes con las que se encuentran, con una versión quimérica de las enfermedades que encarnan. No se si eso incluye un SIDA quimérico, o solo son las enfermedades oportunistas asociadas a esta afección. Tengo intención de llevarle este mismo mensaje e información a Lady Onix ni Gwydion, para que actúe como crea conveniente.
Dirijo la mirada al suelo y con una ligera reverencia a medio camino entre la solicitud y la deferencia continuo
-¿Cuento con su aprobación en lo acontecido y los pasos que daré en estas materias, Su Excelencia? ¿Hay algún mensaje que quiera que comunique a mi retorno o a Lady Onix?
-Hum -dijo Aeon, preocupado ante lo que Silveth le decía-. No parece un comportamiento digno de la Dama Meredith. Veré lo que puedo hacer por el Barón. Sobre lo que decís, la información es muy interesante y estamos tomando nota. Haré correr la voz sobre estas dolencias. Podéis iros ya si tenéis prisa por alcanzar la corte de Lady Onix.
-Soy un pensador, Su excelencia, si mis observaciones ayudan a la Estirpe y en particular al bienestar de estos terrenos me doy por satisfecho. No le robo más de su tiempo ni acaparo su presencia, aunque quisiera. Con su permiso.
hago una pronunciada reverencia, y sin ergirme totalmente camino hacia atrás sin darle la espada hasta que la atención del Duque se dirige a otros menesteres.
Cuando Silveth salía de la sala de audiencias, una sidhe lo interceptó. Su melena cobriza parecía desordenada, pero era ese desorden lo que aumentaba su atractivo. Tenía los ojos de un azul tan claro que parecían espectrales. Debía de rondar los veinticinco, pero aún no se le detectaba la ranciedad de los Gruñones.
-Disculpad, Silveth, no he podido dejar de acercarme para preguntar sobre el Barón Stevron.
El Fiona la conocía de oídas. Era Lady Dahlia ni Eiluned, una de los muchos nobles sin tierras que poblaban la corte de San Francisco. Había llegado a la ciudad después de años sirviendo al Rey Sean.
-¿Está tan mal como parece?
-Mi lady, sus palabras son una cálida brisa, su presencia ilumina la estancia y su belleza la llena de color, pero mis palabras son grises, tal vez negras. Las ausencias por motivos de salud del Barón son cada vez más frecuentes y prolongadas, eso es un hecho que la Canciller no puede esconder. - Aunque yo me fuera a callar sobre mis conjeturas sobre el Glamour del feudo no podía negarle la palabra a la dama sin incurrir en una falta de etiqueta y tacto. Los Eiluned no son de fiar, son lobos con piel de cordero, hasta que obtienen lo que quieren.- Asimismo la huella del Barón es cada vez mas sutil en la mansión, como un perfume que se difumina en el aire. En resumen, si, su situación es grave. Si no lo fuera estaría realizando sus deberes con la debida diligencia, sin depender de la Dama Meredith ¿No cree?
No le iba a mostrar más puntos de la debilidad del feudo en estos momentos. Ella había servido al Rey, tiene título y carece de tierras. Aventuro en mi fuero interno, que tiene interés en hacerse con la titularidad de la mansión, algo que no pienso permitir.
-No lo dudo, pero quería asegurarme antes de creer a mis oídos. La noticia me llena de inquietud. ¿Es cierto que no se sabe dónde está? Me gustaría acercarme para darle mi apoyo. Lord Stevron y yo fuimos antiguos camaradas en la Guerra. Le tengo cierto afecto y quisiera transmitírselo -dijo Lady Dahlia.
-Como su Heraldo, haré lo posible por tansmitirle su deseo de verle, pero como bien ha oído la Canciller no permite que su paradero sea de ámbito público. -Tenía que comprobar su historia, pero si fuera cierta, tal vez podría convertirse en una gran aliada para la causa.-Si me disculpa mi Lady, no quiero ser descortés, pero la plaga..-recordando las palabras de Shyam.- ...es un problema de mayor magnitud y de acuciante urgencia que afecta a toda la comunidad. Debo tratar con Lady Onix.
Tomo su mano y la beso en un gesto de despedida, camino hasta girar la esquina, momento en el que realizo el Cantrip. Ahora podría comprobar su historia. Vuelvo por donde he venido, y la sigo para escuchar de lo que habla y ver con quien.
Motivo: Ojos Velados
Dificultad: 1
Tirada (8 dados, se repiten 10s): 8, 4, 9, 8, 7, 3, 10, 9, 2
Éxitos: 5, Éxito
Cantrip: Ojos Velados. Quimérico.
Objetivo: Yo (Reino Hada 1)
Reserva: Reino Hada 5 + Manipulación 3 = 8
Dificultad Base: Banalidad 3 +4= 7
Disparate: Salir de su rango de visión tras la despedida
Coste en Glamour: 1 punto para duplicar la duración, coste extra específico del nivel del Cantrip.
Exitos: 6
Glamour temporal tras el lanzamiento: 6
Dificultad para superar la ilusión: 10
-Lo comprendo -dijo Lady Dahlia con un rictus de molestia-. Esperemos que la Estirpe salga bien parada de esta.
La Eiluned se retiró para continuar escuchando en la corte, pero al cabo de un tiempo subió las escaleras de caracol hasta una habitación que debía de ser la suya. Una lechuza de tono azulado dormitaba en una jaula abierta alejada de la ventana. Lady Dahlia le acarició la cabeza al pasar cerca. La quimera soltó un cariñoso ulular y despertó para revolotear por la habitación.
-Tengo un encargo para ti -murmuró la sidhe. Se sentó brevemente en el escritorio y escribió en un pergamino una corta misiva que procedió a engancharle a la lechuza en la pata-. Lleva esto a la Mansión Whittier y tráeme la respuesta.
De un cajón sacó un ratoncito vivo sujetándolo de la cola y se lo tendió a la lechuza, que procedió a tragárselo entero.
-Hay más para ti cuando regreses. Ten cuidado.
Tras abrirle la ventana, la lechuza salió volando.
Motivo: Sneaking Sneaking
Dificultad: 1
Tirada (5 dados, se repiten 10s): 7, 9, 8, 9, 8
Éxitos: 4, Éxito
Si puedo haberlo intentado he tratado de leer la nota por encima de su hombro. (tirada de Destreza + Sigilo, supongo)
Cuando Silveth intentó leer la nota, descubrió que estaba en código. Necesitaría echarle un vistazo durante un buen rato para intentar descifrarlo. De lo que estuvo seguro es que aquel no era un pergamino corriente: era papel de trasgo. En cuanto fuese leído por su objetivo, se desharía en cenizas.
Tirada oculta
Motivo: int+gremayre-1
Dificultad: 1
Tirada (4 dados, se repiten 10s): 10, 10, 10, 2, 2, 6, 10, 3
Éxitos: 4, Éxito
Por suerte para mi Lady Dahlia no era una mujer que cerrase las puertas, supongo que por que sabe que todos están en la sala de audiencias. A paso ligero salgo de allí, preguntándome con quien tendría tanto cuidado en sus misivas. Podría haberla confrontado, pero no me parecía ni el momento ni el lugar...ni que tuviera el poder necesario para enfrentarme a un miembro de la casa de los hechiceros. Pero me encargaría de saberlo, vaya que sí, nadie jugaba conmigo ni con mi hogar.
"Tengo que hacer algo con esa vena Boggan" pienso mientras abandono el ducado.