-¿Tú la has visto? -preguntó, haciéndose el ofendido-. ¿Cómo no la voy a conocer? ¿No has visto como viste? En cuanto me enteré de que existía la busqué y me postré a sus pies para suplicarle que me dejara adorarles, a ella y a su armario. Una vez me dejó unas botas. Me quedaban grandes -comentó, y levantó una pierna para enseñarle su pie descalzo, supuestamente más pequeño que el de Van Doren.
El chico volvió a reír. La verdad es que cuando se despreocupaba y dejaba de apartar la mirada como un idiota era bastante guapo.
-Sí, la verdad es que es toda una mujer. Muy imponente. Mi madre solía odiarla antes de conocerla. Decía que una mujer así traería la desgracia al vecindario. Eso fue antes de que mi padre se fuera de casa. Después se hicieron amigas. -La mención a su madre le hizo bajar la mirada-. Oye, siento haber ocupado tu casa en tu ausencia.
A Calandra no se le escapó el cambio de tema, pero no dijo nada al respecto. Le quitó importancia a su visita sacudiendo la mano.
-Oh, por favor. ¿Un chico guapo paseándose por casa? Nos haces un favor. Nada, no te preocupes. Somos tus hadas madrinas, ¿no? Para eso estamos.
Pensó que era mejor dejarlo así, porque decirle que los sandwiches de Wylard sabían a marica cachonda y desesperada sólo hubiera servido para asustarle, aunque estaba bastante seguro de que se había interpuesto entre Wy y aquel pobre chico.
-Gracias -respondió Craig sonriendo una vez más.
Calandra dio un largo trago de vino. Terminó la botella, y como aún tenía sed, cogió la copa que había servido para Craig y que él no había tocado. Su estómago protestaba por la velocidad a la que estaba bebiendo, y le dio un aviso cuando se acercó la copa a los labios, así que a regañadientes se conformó con darle vueltas en las manos hasta que se le asentase el que ya había bebido.
-Bueno, ¿y qué piensas hacer ahora? ¿Tienes trabajo? Supongo que yo podría ayudarte, pero no tienes pinta de que te interese el mundo del espectáculo. Ni hacer mamadas en callejones. Y fuera de eso, me temo, no tengo consejos que darte.
-La verdad es que no estaba buscando trabajo. Quiero decir... Espero que a mi madre se le pase pronto. Aún estoy estudiando, ¿sabes? Y el año que viene iré a la universidad -respondió Craig-. Si a mi madre se le pasa... Si la señora Van Doren estuviera aquí, ella me ayudaría. ¿Sabes a dónde ha ido?
-No tengo ni idea, pero una cosa sí sé: ya ha vuelto. Pero chico, estamos todos ocupadísimos. No creo que tenga tiempo. Así que te quedas con nosotros de momento, y mira, así a tu madre le da tiempo a echarte de menos. Si vas a ser un marica decente tienes que aprender a hacerte de rogar, o no te va a respetar nadie: mira a Wylard.
-Pobre Wylard... Ha sido muy amable conmigo. ¿De verdad estáis peleados o es sólo una broma? -preguntó Craig.
Le sentó mal que Craig dudase del cariño que le tenía a Wylard, pero el pobre era un pánfilo, así que tenía que perdonarle.
-Todos los gays estamos peleados entre nosotros. Hay mucha hambre y poco de comer. De todos modos, Craig, querido, aquí lo preocupante es que te fíes de cualquier desconocido que te habla por la calle. Has tenido mucha suerte que has acabado aquí conmigo, pero a saber lo que te podía haber pasado.
-Ya, ya lo sé. Al principio no estaba seguro de si había hecho bien dejando mi casa y aceptando la ayuda de Wylard y de Larry, pero se han portado muy bien conmigo -admitió Craig-. Es como... Necesito un poco de práctica a la hora de estar solo. Mi madre es muy protectora y eso no ayuda mucho...
Tanteó el vaso de vino, pero su estómago volvió a rechazarlo.
-Pues siento decírtelo, pero has saltado de la sartén para caer en las brasas. No encontrarás mejores brasas, eso sí. Toma, anda, que tienes carita de necesitarlo -dijo, y le cogió la mano para ponerle la copa entre los dedos.
Craig bebió, sorprendiéndose de lo bien que entraba a pesar de su reticencia inicial. Habló un poco más con el pooka bebiendo a intervalos cortos para acabar algo grogui dos copas después, capaz de reírse con el vuelo de una mosca y empezando a arrastrar las palabras. Lo que se dice un novato total.
Trajo otra botella y dio cuenta del sandwich que había empezado, lo que le permitió seguir bebiendo. Cuando el alcohol por fin se hizo notar, lo hizo de golpe y le quitó las fuerzas para no pensar en Stevron y en Meredith. Se hundió en el sillón y se rió forzadamente y asintió y dio medias respuestas a Craig mientras trataba de curar la tristeza con más vino.
Al final se dio cuenta de que si seguía fingiendo que escuchaba lo que le estaban diciendo se iba a poner a llorar, así que le interrumpió poniéndole la mano en la muñeca.
-Venga, vámonos a la cama.
-¿Qué? -preguntó el humano con una sorpresa atenuada por el alcohol-. ¿A la cama? Vale, pero... Hum... ¿Llevas protec... protección? En no sé dónde me dijeron que era lo mejor. Los condones, quiero decir. Que se minima... minimi... se reduce la posibilidad de contagio... Pero yo estoy sano, ¿eh? Si no te importa que sea virgen... Al menos...
Calandra soltó una risita cargada de cinismo.
-Eres un poeta del amor. No te preocupes, amor, hoy no voy a contagiarte nada. Si cuando puedas andar en línea recta todavía tienes ganas dímelo y te doy tal repaso que tus hijos van a nacer ya desvirgados. Bueno, si los maricas y los coños no se llevaran a matar, claro. -Se levantó con cuidado, y aún así derribó una botella vacía que había en el suelo. Decidió que no merecía la pena agacharse para recogerla y le tendió la mano a Craig para que se levantara-. Ahora vas a dormir.