Partida Rol por web

-No, yo tampoco quiero perder el contacto -admitió la Kinain con la mirada baja.

Hubo otro instante de silencio. Rose barrió el salón con una mirada nerviosa y esbozó una sonrisa.

-Supongo que si estás aquí es que vuelves a... llevarte bien con Castle. Eddie, ¿verdad? Se ve que tiene dinero. Me pareció simpático. ¿Es bueno contigo?

Van Doren sonrió al ver que la estaba recuperando.

-Eddie, es un amor. No tengo queja, así que no te preocupes. Y si, está podrido de pasta, pero no hemos vuelto juntos. No. Es menos complicado de lo que parece...

La pooka suspiró.

-¿Tienes dónde quedarte?

-¿Ah, no? Pensaba que si estabas aquí era por... Como la gente del Terciopelo comentaba que... -Rose parecía algo confusa, pero se le pasó rápido-. No te preocupes, estoy en casa de Shyam. Tendré que conseguir una nueva habitación; como me fui sin avisar ni nada, mi casera habrá llevado mis cosas a un trastero. Ya las recuperaré. Volveré a trabajar en el Terciopelo. Quizá me piense lo de estudiar algo. Siempre he querido dedicarme a la moda. Conocí a una chica que se dedicaba a ello y me dio unos consejos para empezar. Quizá el año que viene pueda entrar en un instituto de diseño. Todavía soy muy joven; no quiero pasarme el resto de mis días limpiando mazmorras...

Sonrió.

-Sabes, es muy raro. Por un momento he estado a punto de llamarte mamá. ¿Cómo... cómo debería llamarte? ¿Cómo no sería demasiado raro? ¿Jefa? ¿Van Doren? ¿Anne? O... ¿cómo?

A Van Doren se le hizo un nudo en el estómago debido a una mezcla entre emoción y tristeza al sentirse tan vieja. Oír aquella palabra en boca de Rose se le hacía extraño, pero era una buena señal.

-Anne está bien -asintió-. Mi vecina Korah es una artista de la moda, deberías ir a hablar con ella, seguro que te puede ir enseñando lo básico, y además apreciará la compañía. A mi tampoco se me da muy mal, pero yo soy más de hacer gabanes y patucos. La ropa que llevo puesta la hemos hecho entre Korah y yo.

La pooka hablaba mucho más animada, ya que era un tema que le entusiasmaba.

-Si necesitas dinero ahora para pagar las semanas que has estado fuera del piso o lo que sea dímelo. 

Rose meneó la cabeza.

-Eddie me dio dinero. No era mucho, pero me puse al día con ello, al menos para que no tirase mis cosas a la calle. Lo único que necesito es un sueldo. Y si, eso, más adelante, ayuda para estudiar. No quiero ser una carga ni nada parecido -aseguró.

La kinain parecía mucho más animada. Dio un trago largo a la Coca-cola y la dejó en una mesa.

-Deberíamos ponernos al día. Me gustaría saber más cosas de ti, de mis abuelos y de mi padre y de tu vida. Y seguro que tú quieres saber algo de mí. Pero Shyam está esperando abajo. Me ha dicho que tenía que ir a alguna parte, a un feudo o algo así. O a hablar con un tal Silveth.

Van Doren carraspeó. Lo que menos debía hacer si no quería traumarla era hablarle de su vida, y de hecho tampoco le apetecía mucho. Podría contarle la misma milonga que al resto, eso si... Quizá con eso bastase.

-Bueno, mis padres... ¿Qué Shyam qué? No. No, no, no -Van Doren se levantó y se ajustó la bata-. Dile que me espere quiero como una estatua, que voy a ducharme. No tardo nada.

Van Doren se dio una ducha rápida y se reunió con su hija, que la aguardaba husmeando por la casa. Bajaron al portal, donde no muy lejos esperaba Shyam.

Martes, 20 de noviembre de 1984 - 11:50

Shyam había esperado abajo mientras Rose hablaba con Van Doren en el piso de Eddie. Se suponía que no iba a tardar demasiado. Contra todo pronóstico, no se equivocaba. Pero no bajaba sola. La pooka araña venía con ella, toda ojos enrojecidos y nariz hinchada. Demasiado había padecido como para no percatarse de que tenía un catarro tremendo.

Shyam esperaba sentado en el portal de enfrente con un café ya frío a punto de acabarse. Jugaba con un perro que alguien había dejado atado a una farola, tocándole el morro y haciéndole rabiar. Cuando divisó a Van Doren y a Rose se levantó, acarició al animal entre las orejas y cruzó la calle hasta ella.

-Uh. Menudo constipado. Deberías pasarte por urgencias –sugirió manteniendo las distancias. Había cogido la costumbre de rehuir a los enfermos, y parecía un buen hábito después de todo, así que solo alzó la mano como saludo y le dedicó una sonrisa fugaz a la kinain-. Me preguntaba si podía echarte una mano en el Terciopelo. Sino, iré a ver a Silveth, que lleva unos días desaparecido y nos debe una explicación.

Sonaba especialmente animado y enérgico, todo lo que no parecía estar la pooka.

-Eso es lo que intentaba decirle a tu hermana, que no puedes ir a ver a Silveth. Se ha convertido oficialmente en el enemigo número uno después de venir al terciopelo, torturar a una de mis empleadas y amenazarnos de muerte con un revolver a ella y a mi. Lo se -añadió levantando la mano, interrumpiéndole antes de que fuera a decir algo-. Se que vas a decir que puedes con él igualmente, pero las balas son muy peligrosas.

Van Doren tosió en un pañuelo y carraspeó antes de seguir hablando.

-Además ahora mismo tengo una misión mucho más importante para ti. Necesito quitarme este bicho de encima, y para ello tengo que entrar en un feudo, ¿alguna idea?

El rostro de Rose se tornó muy disgustado.

-¿Ha pasado eso de verdad?

Shyam arrugó el ceño disconforme al ver que lo tenía todo pensado, y no supo si es que ella era muy lista o él muy predecible. Igualmente, no iba a rendirse en eso de ir a ver a Silveth. Tampoco necesitaba el permiso de nadie para hacerlo, y menos cuando lo que quería era hablar.

-Algo parecido -le dijo a Rose-. Pues, Lady No-se-qué fue considerablemente amable ayer y nos dejó entrar en el feudo para buscar un libro. Insistió un poco en eso de que recapacitásemos y jurásemos lealtad al 'verdadero' barón. Pero supongo que si evitamos todos esos temas y somos una pizca más diplomáticos que Silveth te dejará entrar un rato.

-¿Eh? -Van Doren se volvió hacia Rose-. No, solo estoy exagerando, cielo. Es una forma de hablar.

La pooka se agarró al brazo de Shyam y le susurró al oído:

-Con que me dejes en la puerta me sirve de sobra. Luego haz algo con Rose, pero no la lleves al terciopelo, es muy peligroso. Llévala a tu cueva o avisa a Eddie, y... no hagas ninguna locura -dijo por último dándole un par de palmadas en el antebrazo-. ¡Bueno! -exclamó para todos-. En marcha.

-Aye, ma'm -dijo con aire militar, volviéndose hacia Rose para que les siguiera.

Shyam la dejó a una calle del feudo, al que tendría que entrar por su cuenta y riesgo.

Van Doren caminó agachada por la calle ocultándose tras los setos y los muros, hasta llegar a la pared de la casa. Allí, detrás de un seto con forma de pino, se transformó en una viuda negra. La ropa la cubrió por completo, pero se las arregló para encontrar una salida a la luz entre las capas de algodón y seda. Esperaba que el seto y la hierba alta fueran lo suficiente altas para ocultar lo que dejaba atrás.

La pooka escaló la pared e intentó colarse por una de las ventanas. Estaba cerrada, pero en esas casas viejas el encolado de la madera nunca era demasiado bueno y siempre había un pequeño recodo por el que colarse dentro.

La araña completó la subida hasta la ventana más rápido de lo que podría esperarse. Una vez allí vio con sus ocho ojos que el pasillo estaba vacío y oscuro. El polvo del alféizar se había asentado sobre una telaraña vieja donde yacía el cuerpo momificado de una apetitosa mosca. Pudo sobreponerse al deseo de cazar y continuó su camino hasta su cuarto. Nadie lo había tocado aún y todo seguía como la última vez que había estado allí.

Allí volvió a transformarse en humana y se apresuró a cerrar la puerta con el pestillo con todo el sigilo que pudo. Después fue al armario para cubrirse con una bata gruesa de lana y cogió uno de los pañuelos de seda del cajón de la mesita para taparse la boca con él y así ahogar las toses.

La pooka se quedó en silencio en medio de la habitación, alerta, esperando oír algo extraño que la advirtiera de que la habían descubierto. Pero al no escuchar nada se dejó caer sobre la cama y se cubrió con las mantas. Tras una siesta de una hora, y sintiéndose mucho mejor, recordó para que estaba haciendo todo aquello a parte de para curase, así que se incorporó un poco y cogió el cenicero un un mechero de la mesita. Van Doren se arrancó un pelo de la cabeza y prendió la punta con el mechero para observar como se desintegraba poco a poco e iba cayendo al cenicero.

Concentrándose en las cenizas, Van Doren vio el talón de Aquiles de Silveth. Era un mortal con aquel atractivo de los rebeldes, el mismo que ella había apreciado en Eddie cuando se conocieron. Lo veía tatuando a alguien con extraordinario talento. ¿Su soñador? Pero luego lo vio besándolo. Su amante. Si era su amante... Bueno, estaba claro por qué era su debilidad.

Cerrando los ojos vislumbró el lugar donde podía encontrar al mortal y trazó el camino hasta allí con la mente. Ya sabía dónde ir a verlo.

Van Doren supo entonces que hacer. Iba a utilizar a aquel chico para destruir la vida pública de Sivleth, la mortal. conocía lo suficiente al sidhe para saber que el daño físico no le iba a ahcer daño, y el psicológico le resbalaba porque tenía una personalidad muy extraña... Pero La pooka sabía que el Fiona no iba a quedarse indiferente ante la traición de su ex-novio y la pérdida de su identidad pública.