Shyam hizo cuanto pudo, aunque no estaba seguro de si sería suficiente. Se levantó manteniendo las manos alejadas de su ropa y se volvió hacia el kinain haciéndole un gesto a Damara para que esperase antes de liberar al otro.
-Les he salvado la vida, así que decidme cuántos quedan y dónde están y os dejaremos en paz -exigió de forma autoritaria.
-Sí hombre, y de propina te hacemos todos una mamada -respondió-. Si ya habéis llamado a la ambulancia, os falta tiempo para echar a correr. No te andes con exigencias, sidhe, y vete a la mierda.
Shyam no insistió. Desenvainó la espada y enfiló al que estaba ayudando al kinain presionando la herida.
-Tu amigo se va a venir de paseo. A ver si eres capaz de mantener la presión suficiente para no desangrarte como un cerdo antes de que llegue la ambulancia. Levanta.
La conversación con emergencias había sido interesante. Entre Damara, que no se hacía oír, y Calandra, que no podía darle la dirección de la emergencia, habían estado a punto de colgarles. Pero lo habían conseguido, y la ayuda estaba en camino. Para encontrarse a Calandra con una espada ensangrentada en la mano, junto a una chica armada con una pistola.
Su padre tenía una pistola, y estaba relativamente seguro de que había podido recordar cómo poner el seguro, pero no se atrevería a jurarlo. De modo que la prioridad número uno era salir de allí para asegurarse de que nadie iba a recibir un tiro accidentalmente. Levantó la espada con las dos manos y la descargó sobre la base de las raíces.
-Da igual, Shyam. Vámonos -le dijo al sidhe. Estaba casi tan pálido como el kinain herido. Tiró de la manga del sidhe para intentar que se moviera y miró al mortal caído. ¿Habría sido él uno de los que había entrado en su casa y matado a sus amigos? Se le encendió la cara y se inclinó para escupirle en la herida-. Y tú disfruta del sida, capullo.
Retrocedió para coger a Damara de la mano y salir de allí cagando leches.
-No le hagas ni caso, Joey. Va de farol. ¿Para qué iba a intentar curarnos y luego matarnos a sangre fría? -El Kinain redcap se apretaba el brazo con fuerza, no obstante-. Piérdete, coño. Perdeos los tres.
Shyam apretó fuertemente el mango de la espada con todo el cuerpo en tensión. Realmente parecía estar planteándose atravesar al que quedaba y dejarlos a todos allí. Se lo merecían. Habían destruido el feudo y matado a sus amigos, pero eso sería darle todavía más la razón a Rose. Y aunque le hervía la sangre de ganas, no podía hacerlo. Sencillamente no podía, no estaba hecho de la pasta de Eddie. Con apretar el gatillo una vez era suficiente.
Tardó unos valiosos segundos en recobrar el control y lograr enfundar la espada antes de echar a correr lejos de allí.