7 de noviembre de 1984 - 18:35
Silveth llegó al feudo a la vuelta de la exposición de pintura para encontrarse un clima bastante enrarecido. Enseguida descubrió de qué se trataba: Van Doren tenía a Garin en arresto domiciliario a la espera de que Meredith regresara. La pooka vigilaba al sluagh en la habitación de éste y leía un libro con desgana. Al fin y al cabo, no es como si no tuviese mil cosas mejores que hacer. Garin, por su parte, parecía entre aburrido y sumamente nervioso. Tenía una pierna vendada y no dejaba de manosear lo que parecía un cañón pequeño en el que podía meterse la mano.
-No me esperaba encontrarla con tan buena compañía, señorita.-Saludo con una mezcla de formalidad y descaro.- Veo que ha estado bastante más ajetreada que yo.
Me quedo en el marco de la puerta a la espera de que se me permita entrar.
-¿Donde lo ha encontrado?.-comento informal señalando al amante del Barón con un gesto de cabeza.-Tengo una apuesta con Nadim al respecto.
No tenía muy claro que se me permitiese hablar directamente con Garim, pero no iba a arriesgarme. Si el Sluagh había aparecido no tardaría en hacerlo Meredith, ya fuera por interés propio o el del Lord.
Van Doren levantó una ceja ante el descaro de Silveth.
-Madame, no señorita, y el donde lo haya encontrado no es de tu incumbencia -Van Doren cerró el libro y lo dejó un lado. Su idea había sido que nadie viera a Garin hasta que fuese conveniente, pero al parecer el sidhe tenía la secreta costumbre ir revisando las habitaciones...-. ¿Querías algo?
-A ti.- Respondo en un tono quedo, sugerente y directo. Dejo que el silencio se extienda por el salón.-Es difícil que piense en vos como una Madame, más allá de un título dispuesto a enmascarar su verdadera naturaleza, y hasta donde yo sé no ha contraído matrimonio ¿No? Pero dejemos eso de lado, es irrelevante.-Apresuro a decir.-No le voy a engañar diciendo que por usted no pasan los años, pero como con los buenos vinos, el tiempo le sienta mejor que los diamantes.-La sonrío a medias, divertido.- Madura mejorando en cuerpo, apariencia, lo seductora de su fragancia y estoy seguro que sabor, aunque aún no lo haya comprobado.
Cambio de posición en el marco de la puerta, estirándome para agarrarme a la parte de arriba, y me arqueo hacia adelante. Desperezado vuelvo a apoyarme contra uno de los lados.
-El caso es que lleva muchos años siendo la Adivina del Feudo, ¿No es cierto? Así que me preguntaba si podría contarme algo de sus miembros, especialmente la generación anterior, los que llegaron hace más de cuatro años.
La ceja izquierda de Van Doren acompañó a la derecha en un gesto de incredulidad.
-¿Y cual es mi verdadera naturaleza, si se puede saber? -preguntó levantándose y acercándose a él-. ¿No soy una madame? ¿Entonces que soy? Pensaba que era la adivina, pero la verdad es que estoy completamente desconcertada.
La pooka le abotonó la chaqueta con aire distraído. Su presencia era intimidante e intoxicante al mismo tiempo. Por encima del perfume.
-He estado a punto de caer en tus adulaciones sin fundamento, ¿así que por qué no eres directo y me preguntas exactamente lo que quieres saber, cariño?
-No sé lo que realmente es, pero me veo atraído irremediablemente por lo que no conozco.-Sonrío con picardía.- Sé que es digna de su linaje, pues los misterios que le rodean, me inspiran en más de un sentido.- Aprovecho que se acerca a mi, para recorrer la figura que su corpiño marca con mis manos, sin por ello retenerla.- La pasión que caracteriza a mi Linaje siempre ha sido una forma de sellar alianzas y forjar lazos, más flexibles y resistentes que cualquier juramento.-Me relamo ante su cercanía con una ansiedad animal.- Quiero saber muchas cosas, quiero saber todo lo que no sé. Quiero saber donde y por qué se había escondido tu prisionero, mi Lady. Quiero saber que opina usted del feudo. Quiero saber si es de fiar, o si el peligro que hace que la sangre de mi casa se encienda es real.
-A Garin lo he encontrado en su casa durmiendo como un angelito. Si alguien me hubiera pedido ayuda mucho antes en vez de estarse de brazos cruzados nos habríamos ahorrado muchos quebraderos de cabeza... y yo no tendría que llevar medio armario a la tintorería. ¿El feudo? ¿Qué feudo? Aquí no hay ni auxilio, ni servicio militar, ni consejo. Todos mandan, ninguno ordena, pero sobretodo, nadie hace nada -la pooka llevaba bastante tiempo esperando a Meredith y se le empezaba a acabar la paciencia. Además no sabía nada de Nadim, que prácticamente la había dejado tirada en su misión. Más le valía que se hubiera ido por patas a contar los horrores de San Francisco a otro reino como buen Eshu, porque no le iba a resultar nada placentero el volverse a ver las caras con Van Doren.
La Madame cogió las solapas de la chaqueta de Silveth y tiró de ellas para acercarse a su oído.
-Eres demasiado joven para hacer promesas que no puedes cumplir con esas manos -susurró y soltó la tela. La pooka le dio la espalda y caminó hacia la silla-. Se lo que pretendes Silveth, pero no se si voy a poder ayudarte.
-¿Qué pretendo, Vidente? Nuestras almas son inmortales, no debería usar términos de juventud y vejez, menos alguien que esquiva el flujo del tiempo con tanta facilidad como usted. Además, para mi, la palabra, implícita y explícita, tiene un valor, que no todo el mundo aprecia.
Con tres pasos largos y rápidos, pero elegantes, me adelanto a que llegue a la silla. Como un buen caballero, la retiro, permitiéndola que se siente.
-No todos tenemos la misma carga de trabajo, pero bueno, yo hice mis deberes. E incluso alguno de más.-Sonrío, esta vez con suficiencia, consciente de que sabía algo que ella no.- Pero supongo que está demasiado ajetreada para hacer alguna cosa más, ¿O me equivoco? Ya que no parece dispuesta ni a disfrutar de mi compañía.
-La mía es inmortal, la tuya... Está por ver -apuntó la Madame con una sonrisa sardónica-. Pero es cierto, me olvidaba de que los changelings de hoy en día aprenden todos los secretos del universo al sufrir la crisálida, incluso los que se susurran bajo las sábanas.
Van Doren se cruzó de brazos y observó al chico preguntándose que le llevaría a tener una personalidad tan petulante. Y después le miró un instante antes de sentarse en la silla.
-Se que esta situación te gusta más que a mi, y también se que adoras al Lord sobre todas las cosas y que Meredith es santo de tu devoción. ¿Tú que crees? No hace falta ser un adivino para saber cuando llega el tren. Solo hace falta escuchar un poco y ver como empiezan a temblar las vías -hizo una pequeña pausa para cruzarse de piernas y movió la cabeza para mirar a Garin-. Y como lo se yo lo saben todos.
Camino para acercar dos copas a la mesa
-¿Agua o vino? -pregunto servicial.- Respecto a las sabanas, la cama es mi lugar favorito para aprender cosas nuevas y como ya le he dicho, me atraen sus misterios.- Sonrío mientras la guiño un ojo, haciéndole constar que ese tema solo estaba aparcado hasta que terminásemos con aquellos que parecían tener más seriedad.
-Cierto es que no aguanto a Meredith, nunca ha sido parte del feudo como los demás. Ha sido solo un perro y un sirviente fiel, del Lord, pero no uno de nosotros. Al igual que éste,...-le dedico un cabeceo a Garim.-... no ha sido nunca parte de la familia. Pero te equivocas si sugieres que deseo la caída de Stevron.-El juego había terminado, al menos por un rato.Eso no hace que la conversación pierda interés para mi- Aunque también es cierto, que creo que merece una muerte digna.-El asco se refleja en mi voz a medida que hablo sin poderlo remediar.- No quedar consumido y convertido en un saco de enfermedades pululento mientras todo lo que una vez fue suyo se deshace porque Meredith no es capaz de hacer el último servicio que como caballero del señor debe hacer, darle un fin digno y permitirle separarse del feudo.
-¡Eres...! -susurró Garin-. ¡Stevron no va a morir! ¡Estoy ocupándome de eso! ¿Por qué debería abandonar el feudo? Esto es su hogar y su propiedad. No necesita ningún intrigante que se lo quite.
-¡Garin, cállate si no quieres que vaya y te amordace! -exclamó como si de repente le hubiera entrado un fuerte dolor de cabeza. Más le valía no hablar de más. La Madame se volvió hacia Silveth de nuevo-. Y aún así el troll tiene razón. Deberías dedicarte a pensar en posibles soluciones en vez de hacer de juez, jurado y ejecutor. ¿Es que ahora los sidhe sacrificáis a vuestros iguales como perros viejos? Hablas de honor, orgullo y dignidad sin darte cuenta de que no lo es todo. El amor es la realidad, es lo único que queda. Has venido al sitio equivocado si crees que voy a ayudarte a escribir tus memorias, encanto, me gusta quedarme en mi telaraña.
"¡Que gran interrogador soy!" Sonrío satisfecho ante el giro inesperado y la resolución de Garim.
-¿Acaso has encontrado una cura que no sea insuflarle cantidades ingentes de Glamour?.-Pregunto interesado
Me giro hacia Van Doren, sorprendido.
- Es curioso, pero sigue pensando que ansío el feudo ¿Verdad? Nada me alegraría más que una recuperación de Lord Stevron, sinceramente. Pero si eso no es posible, y no creo que factible a estas alturas de la enfermedad y que conste que lo digo por su lado mortal, hay que hacer las cosas bien hechas. Los feudos están para poder edificar y construir lugares seguros, hogares y telarañas, pero un Noble y su tierra son la misma cosa. En la medida en la que él perece lo hace este lugar. No nos sacrificamos los unos a los otros, pero el sentido del deber, nos lleva a la autodestrucción. Cierto es que el amor es lo único que tenemos, en vida, es la mayor de las fuerzas. Pero cuando nos vamos, solo dejamos un legado y un recuerdo. A este paso, solo quedará polvo.
-No voy a decir ni una palabra más -susurró Garin.
-Más te vale -le susurró Van Doren a su vez antes de volver a mirar a Silveth-. Creo que nunca he dicho que quieras tomar el feudo. ¿Lo he dicho? No, creo que no. Me acordaría... ¿O no? -se sonrió-. Lo que digo es que tu no eres quien decide cuando es hora de apagar las luces e irse a dormir. Eres joven, lo vuelvo a repetir, tu impaciencia te delata. Deja que las cosas sigan su curso y céntrate en los vivos. ¿Crees que las cosas pueden cambiar con la muerte del Lord? Si quieres cambiar algo vete a darle apoyo a Meredith, vete a matar quimeras, trae glamour, pero no metas más ranas en el pantano.
-Por ahora me encargo de que los que Garim ha llamado intrigantes se queden fuera. De todas formas tal vez mi suposición se haya debido a que mi capacidad para interpretar a los pooka, se encuentra parca en su uso. Lamento haberla ofendido, mi dama, si es que he incurrido en tal falta. De todas formas supongo que sí, quiero que las cosas cosas cambien, para que todo permanezca igual. Lo que no quiero es que llegue un extraño aquí y pretenda esgrimir ningún tipo de poder o control sobre nosotros.
Tener que ver entre las mentiras de su Linaje era un esfuerzo demasiado alto para no siempre sacar algo en claro.
-Supongo que una vez cerrados los temas trascendentales, puedo permitirme el descaro de invitarla a cenar cuando le saquen algo en claro al ¿Preso? Si descubren algo de la enfermedad, y de verdad hay una cura, transmítamelo, hay muchos de los nuestros que necesitan la salvación. Toda la información es poca.
Me levanto, cogiendo el chaleco del respaldo.
-O al menos tomar juntos la copa que no hemos podido beber. Si me necesita, estaré por aquí un rato más.
Con una ligera reverencia y dedicándole una sonrisa a la mujer, salgo del cuarto. No podía negar el oscuro encanto que envolvía a la Madame.