Partida Rol por web

18 de noviembre de 1984 - 19:15

El primero en llegar al parque fue Shyam. Era una noche fría, que hacía el abrigo bien calado necesario. Sólo ellos tenían ganas de salir a pasearse a aquellas horas y con esa helada, por lo que contarían con una soledad más que oportuna.

El sidhe, envuelto en una chaqueta de cuero y con la bufanda enrollada al cuello, se apostó debajo de una farola algo resguardada por la arboleda con intención de evitar el viento cortante. El manto oscuro e inhóspito que se había apoderado de la noche no resultaba nada agradable, y pronto empezó a quejarse por la tardanza de sus compañeros, consultando el reloj cada poco tiempo y caminando de forma nerviosa por los alrededores. Habría preferido quedarse en casa con Rose, pero la situación del feudo era realmente inestable. No podía faltar a aquella cita, y esperaba que el resto no lo hicieran tampoco.

Calandra agarrado del brazo de Damara. Se había puesto un vestido negro y llevaba un sombrero con un velo que le llegaba casi hasta la cintura. Hasta se había cubierto las alas con gasa negra. Al ver a Shyam se separó de la sluagh y entró en el círculo iluminado por la farola como una negra aparición de ultratumba.

-¿No ha llegado nadie más? Ah, vaya.

No había podido descansar ni comer desde que habían vuelto, y dado que las Nieblas habían hecho su trabajo no se acordaba de la última vez que se había llevado algo de comer a la boca.

Damara negó suavemente con la cabeza, quedándose justo en el límite del haz de luz y la oscuridad que les rodeaba:

-Nos ladra que nos reunamos donde a él le place y ahora deja que los demás lleguen antes que él... -murmuró con desaprobación. Llevaba la misma ropa con la que había llegado del Ensueño y estaba deseando llegar a casa y deshacerse de ella. Cada vez que apretaba el borde de las mangas entre los dedos le inquietaba pensar las cosas que habría hecho y visto durante el viaje y que no podía recordar.

Un taxi dejó a Van Doren cerca de donde habían quedado, y ella hizo el resto del camino andando, disfrutando de la helada brisa nocturna. A falta de nicotina aquello era lo único que podía utilizar para intentar calmar un poco sus nervios. La pooka se arrebujó en su abrigo largo y negro y se quedó en la sombra.

-Veo que por fin has decidido transicionar hacia algo decente -dijo al ver a Calandra vestida de viuda, siempre en el foco de atención... Van doren no se molestó lo más mínimo por la ausencia de Nadim y de Silveth, no necesitaba esperarles para decir lo que tenía que decir-. La hija de puta de Pandora ha muerto, pero aún tiene fuerza suficiente para agarrarse a mi tobillo mientras desciende al hades. Hierro frio, para más información. Tiempos oscuros se aproximan... No puedo saber si está relacionado con el timo de Lord Stevron, pero no tardaré en averiguarlo.

La pooka se acercó a Shyam y le miró interrogante esperando que hiciera algún gesto que le indicase que Rose estaba bien.

Shyam no hizo referencia alguna a la vestimenta de Calandra, su rostro lo hizo por él sin que pudiera hacer nada por evitarlo. Carraspeó y se irguió encogiendo los hombros para esconder el rostro entre la tela de la bufanda.

-Está durmiendo -le dijo a Van Doren para calmar su preocupación. Miró alrededor y se cruzó de brazos-. Pues qué gracia le va a Silveth cuando se entere de que su amiga del alma ha muerto -dijo en un tono mordaz bastante impropio de él-. Nadim no ha pasado por casa, no sé dónde está tampoco ni si va a venir. Creo que, ya que estamos aquí pasando frío, podríamos determinar qué vamos a hacer con el nuevo Soberano. Yo no creo que Jure, las cosas están demasiado turbias.

-Yo creo que voy a pedirme unas vacaciones... Lo siento mucho -Van Doren se quedó en silencio un instante, pero finalmente añadió algo con la voz temblorosa-. Van a condenar a muerte a Eddie por el asesinato de Pamela y no voy a poder atender ambas cosas a la vez, lo dejo en vuestras manos por ahora.

Le congratuló saber que Van Doren también admiraba a Jackie O. También ella había escuchado lo de Pandora y Ed el Rojo, al parecer, pero Calandra se sintió obligado a compartir la otra noticia.

-Pandora no ha sido la única parada que ha hecho ese tal Ed durante su viaje en el Puñalada Express-interrumpió, ignorando las palabras de despedida de Van Doren-. Garin también ha estirado la pata.

Van Doren se tomó con tranquilidad aquella acusación de Calandra hacia Eddie y respondió con templanza.

-A Palmera si que la ha matado Eddie, pero a Garin te aseguro que no. Supongo que el piojo por fin ha encontrado donde caerse muerto... Tenía varios enemigos, yo empezaría por echarle las culpas a la quimera gigante que invocó bostezando una mañana. Creo que no os lo llegué a decir, pero una de las causas de que San Francisco esté lleno de espumarajos fue Garin y su infame estupidez.

-Eso son noticias de ayer, querida. Claro que fue Garin, esto está hablado y más que hablado. Pero lo hizo por Stevron, y nena, alguien tan imbécil como para liarla así por amor se merece todo el respeto. -Hubo un pequeño silencio en el momento en el que, normalmente, habría sonado un chasquido de dedos. No se sentía con ganas de chasquear los dedos-. De todos modos podemos preguntárselo mañana. Creo que sería lo más rápido.

-Bueno, ya vale -intervino Shyam perdiendo la paciencia. Con las manos alzadas se interpuso entre los dos pookas-. Da igual por qué lo hiciera. Hay dos muertos, un lord farsante, y un sidhe imbécil que no aparece. Tenemos que probar que el bastón eligió a Calandra. No sé cómo, pero hay que hacerlo, y... -miró a Van Doren preguntándose todavía qué demonios había hecho Eddie mientras habían estado fuera-. ¿Tú puedes manejar lo de Eddie?

-Si, por supuesto -contestó Van Doren-. Tampoco hay mucho que hacer, hoy me dormiré profundamente y mañana intentaré averiguar como convencerles de que le den al nuevo Lord como última cena, no te preocupes. Iré al feudo a dormir, así que estaré por ahí esta noche y por la mañana si alguien necesita que le arregle un roto.

Calandra bufó.

-Pf, ¿por qué os creéis que andaba buscando a Garin? ¿Sabéis quien estaba delante cuando se me encendió el dildo real? Garin, queridos. Y Silveth, pero me imagino que queréis a alguien que tenga algún valor como testigo.

Damara cerró los ojos un momento cuando Calandra llamó al cetro el dildo real, como queriendo borrarlo automáticamente de su memoria. Después hizo un gesto con la mano para hacerse oir:

-Independientemente de nuestras lealtades y de los métodos con los que se haya hecho con el poder, no podemos permitir que Lord Schazzenan se quede en el feudo -dijo suavemente-. Es un Oba, lo que significa que sólo puede puede reclamar el poder en las tierras natales de su linaje. Los que han intentado hacerlo fuera no han acabado bien, ni ellos ni la tierra que pretendían gobernar. Me temo que esa es la razón de que el feudo se encuentre tan débil. No hay manera de saber cómo acabará si dejamos que se quede.

-Tengo que consultar todo esto con la almohada -interrumpió Van Doren-. No debería haber venido siquiera.

La pooka caminó hacia el sidhe y apoyó una mano en su antebrazo.

-Cuida de Rose. Avísame cuando tenga menos lobos.

-Mañana intentaré que entre en razón. Para lo que necesites, llámame -dijo el sidhe a falta de algo más que aportar. Miró a los otros dos con la esperanza de que tuviesen una idea mejor que seguir allí cogiendo frío-. Yo no sé muy bien cómo abordar esto, la verdad. Si se os ocurre algo, ayudaré encantado, pero la verdad es que ahora sólo tengo frío, cansancio, y nada útil que aportar.

Presentía que lo que había dicho Damara era importante, con eso de que el feudo peligraba. Pero, igual que los demás, no sabía qué hacer al respecto. Esperaba que cuando Garin despertara todo se aclarase. Sí, volvería al hospital al día siguiente, porque aquella noche ya estaba rendido y recordaba con nostalgia la botella de Wylard.

-Bueno, pues ha servido para mucho la reunioncita. Aunque viendo quien la ha montado, normal. Yo tengo una vida y tal. Si queréis, mañana voy a ir al hospital. A las diez. Ahora me marcho no sea que al final venga Silveth.

Shyam asintió.

-De acuerdo. Te veré entonces allí.

Más tarde, en la seguridad de su habitación, Calandra tuvo la oportunidad de prestar atención a la oreja que había dejado en el feudo. En aquel momento no ocurría nada importante: Van Doren había ido allí a dormir y Bernardette había intentado ponérselo difícil, recordándole que no podría volver una segunda vez si no juraba lealtad a Lord Schazzenan.