Shyam tomó aire y tras retenerlo unos segundos lo soltó por la nariz desinflándose en el gesto.
-Está bien, lo entiendo. Pero me gustaría verte otro día cuando estés mejor. -Tamborileó con la zurda sobre el marco de la puerta agachando la cabeza. Aquello ya resultaba incómodo de por sí sin Van Doren de por medio-. Por favor -añadió. Después miró a la pooka y de nuevo a su hija-. Os dejo descansar. Estaré en casa o en el hospital con Eddie.
Van Doren miró a su hija con los ojos entrecerrados y la ceja alzada.
-¿Estás segura de que no estás muy segura?
-Sí, eh, te llamaré.
Ante la pregunta de Van Doren, Rose bostezó sonoramente.
-Oaaaaah... Tengo sueño y me gustaría dormir un poco. Me he despertado demasiado pronto. ¿Puedes darme unas mantas para irme al sofá?
Van Doren suspiró.
-Hay mantas en el armario de Eddie, ¿por qué no las vas buscando tú mientras acompaño al caballero a la puerta?
La pooka no esperó a que aceptase y se llevó a Shyam al recibidor.
-Lo siento, pensé que estaría parlanchina después del atracón, pero se ve que solo le ha dado más sueño. No se que decir...
Se dejó guiar agradecido por el gesto.
-No te preocupes, no es culpa tuya. Gracias por intentarlo de todos modos. Solo... Si puedes lograr que me llame de verdad algún día te lo agradecería -Le dio un suave apretón en el brazo y se despidió con la mano-. Estaré con Eddie.
-No te preocupes. Yo voy a ver la tele un rato, que necesito descansar -le sonrió la pooka con rostro cansado-. Cuando me canse iré al hospital. Si ves a Calandra y a Damara diles que quedamos allí para desayunar, que tenemos que hablar de muchas cosas.
Cuando Shyam se marchó, Van Doren cerró la puerta y volvió sobre sus pasos en la casa en la que había vivido durante un lustro.
Rose cerró la puerta de la habitación con el pie cargando con varias mantas y sábanas. Las dejó sobre el sofá y empezó a hacerse la cama con aire tristón. Cuando puso la bajera, levantó la mirada buscando el consuelo de la pooka.
-No está mal que le haya pedido un poco de tiempo, ¿no? No sé, es que igual prefiero pensármelo un poco. No pasa nada, ¿verdad?
Van Doren la abrazó sin darle tiempo a rechistar y la besó en la sien.
-No -si decía algo más tendría que mentir y no le apetecía buscar las palabras adecuadas para no hacerlo-. Me voy a leer un rato a la habitación. No vengas bajo ningún concepto. Aprovecha y descansa.
Rose asintió y se dejó abrazar hasta que la pooka se despidió.
-Hasta mañana, Anne.
La Kinain apagó la luz y se quedó con la de la lampara de pie mientras acababa de acomodar el sofá para dormir en él.