Partida Rol por web

6 de noviembre de 1984 - 14:37

El grupo llegó a casa de Calandra entre toses y estornudos. El pooka estaba bastante afectado de lo suyo, mientras que Damara había recuperado sus toses virulentas. En el sofá, Larry miraba la tele distraído. Estaba en pijama y bebía un cóctel que se apresuró a esconder cuando vio que llegaban visitas.

-Cal -saludó Larry con voz rasposa-. Ah. traes visita. Hola.

Taboo Bies tenía los ojos enrojecidos y bastante mal color. Parecía que su mono iba de mal en peor.

Calandra se tapó la boca para toser y se apoyó en el brazo del sofá. Estaba bastante seguro de que tenía fiebre, y no sólo porque Shyam había venido cogiéndole por la cintura. Miró a Larry con los ojos llorosos y enrojecidos.

-Sí -dijo. Hablar dolía, y odiaba cómo sonaba su voz cuando estaba cogido de la garganta-. Venga, vístete. Nos vamos. Mis amigos van a prepararte algo de comer para el camino, ¿verdad?

-¿Qué? ¿A dónde? ¿Qué te pasa, Cal? Estás fatal... Estás peor que yo -dijo Larry.

Shyam desconocía las intenciones de Calandra, pero no había querido presionarle debido al mal aspecto que presentaba. Además, Damara también había empezado a toser de nuevo de modo que sólo quería llevarles a ambos cuanto antes al feudo, aunque no entendía qué pintaba en todo aquello el compañero de piso del pooka.

El sidhe saludó con cierto reparo e intercambió una mirada de desconcierto con la sluagh, evitando curiosear demasiado el lugar.

-Un mal día -comentó, tratando de quitarle hierro al asunto mientras seguía los movimientos del pooka temiendo que se desplomara en cualquier momento. Echó un vistazo alrededor-. ¿La cocina, por favor?

-En el ala oeste, por el pasillo a la izquierda. La segunda puerta. Dale tu toque mágico, ¿quieres, encanto?

No estaba seguro, en su estado febril, si le estaba mandando a la cocina o a su habitación. Pero estaban al lado, así que esperaba que no hubiera mucho problema. Se despidió de Shyam con la mano y se volvió hacia Larry.

-Y tú vete a vestirte -dijo. Se dejó caer en el sofá desde el reposabrazos y le pinchó en el costado-. Ponte bien guapa que te voy a presentar a unos amigos.

-Bueno, no voy a decir que no a algo de comer -dijo Larry tocándose el estómago orondo-. Wy no hace más que darme sopas y porquerías de esas. Estoy perdiendo la línea.

El humano se levantó, comprobó su equilibrio y se dirigió a su habitación meneándose como un sultán con turbante y todo.

El Fiona regresó poco después con un sandwich que, en apariencia, no tenía nada de especial. También llevaba un vaso de agua para Calandra, cuyo aspecto daba lástima. Se lo ofreció con una sonrisa y, cerciorándose de que su compañero de piso no estaba en la habitación, aprovechó para preguntar.

-¿Por qué lo llevamos al Feudo? -quiso saber, dejando el sandwich sobre una servilleta en la mesa y toqueteando después la empuñadura de la espada. No podía evitar mirar de vez en cuando a Damara, todavía asombrado por el espectáculo de fuego que había acabado con la quimera.

Damara caminó lentamente alrededor de la habitación, cubriéndose la boca para toser de vez en cuando. Ya que pensaba que se había librado de la tos... Afortunadamente había acabado con la quimera, y un poco de tos no parecía el peor de los precios que podía haber pagado para conseguirlo. Sus ojos, acostumbrados a buscar detalles que otros no considerarían relevantes, pasearon por cada esquina de la habitación; había visto el vaso de cóctel escondido y cuando alguien parecía esconder algo, aunque fuera algo tan trivial, la mente de Damara burbujeaba con las posibilidades.

-Deberíamos irnos cuanto antes -dijo sin prisas, volviéndose hacia Calandra preocupada-. Necesitas descansar.

-¿Le has visto la cara? No es que se haya pintado los ojos como si tuviera muñones en vez de manos, aunque en realidad ese es su modus operandi. Anoche sufrió un fuerte caso de cara conoce puño, y dado que no vi uñas postizas por ninguna parte es casi seguro que la parte que puso la pobre Taboo Bies fue la de la cara. Total que de poco se deja los sesos allí en la acera.

Mientras hablaba, Calandra gesticulaba con desgana, como si le aburriera lo que estaba contando o no se estuviera enterando muy bien de lo que decía. La verdad es que tenía ganas de echarse un rato. Le dio un trago al vaso de agua y se lo devolvió a Shyam. Se tumbó en el sofá, despacito, como si por el hecho de moverse lentamente no fueran a darse cuenta de lo que estaba haciendo.

Shyam hizo una mueca pero no dijo nada al respecto. Recogió el vaso, dejándolo aparte, y se sentó en el reposabrazos esperando a que el compañero de Calandra regresara algo más presentable y, a ser posible, con los labios de color natural. Apoyó las manos sobre las rodillas y suspiró.

Larry salió de la habitación más presentable: aunque seguía llevando el vendaje alrededor de la cabeza, la camisa y los vaqueros setenteros mejoraban su aspecto. Claro que cuando uno se fijaba en sus ojos enrojecidos y el ligero temblor de sus hombros, el efecto se rompía un poco.

El drag queen dio un mordisco de su sandwich y lo masticó escasamente antes de tragárselo como un ganso. Al hacerlo, Larry fue encantado y pudo ver los semblantes feéricos de sus compañeros. Soltó un gañido al ver a Damara, pero cuando sus ojos se posaron sobre Shyam le costó mucho observar a Calandra.

-¡¡Cal!! ¿Otra vez el hombre mariposa o este sandwich tenía LSD? -exclamó mirando el emparedado con sospecha.

-Cagarrutas de mariposa, llevaba. Hola, Taboo.

Calandra se levantó del sofá tambaleándose y le puso la mano en el hombro a Larry. Le dio un beso en la mejilla que dejó una huella morada y le señaló a Damara y a Shyam.

-Ésta es mi amiga Damara. Sonríe, Damara. Y éste es Shyam, y si sigues mirándole así le vas a hacer un agujero. Si necesitas cambiarte de bragas hazlo ahora porque no pienso dar la vuelta.

Shyam se frotó la nuca con una sonrisa comprometida.

-Hola -saludó sin mucho entusiasme, levantando la mano. Cruzó los brazos sobre el pecho y miró a Calandra-. ¿Nos vamos, entonces?

-Sí, vale, vamos -dijo Larry encogiéndose de hombros-. Irme al país de las hadas otra vez o quedarme viendo Los hombres de Harrelson. Supongo que está claro.

El mortal encantado le pasó un brazo por el hombro a Calandra para tocarle las antenas con la otra mano.

-Echaba de menos esto. Son muy suaves y flexibles.

Damara frunció el ceño ligeramente cuando Larry empezó a tocarle las antenas a Calandra. Afortunadamente su semblante como sluagh era considerado lo bastante horrible como para que nadie intetara tocarla con tanta alegría. Tristemente, no podía decir lo mismo de su aspecto humano. Cruzó una mirada con Shyam, preguntándose si él también se sentía un poco incómodo.