Partida Rol por web

-Mira, que se joda. Hiciste lo que hiciste, ¿y qué? Peores cosas he visto. Tú por lo menos se la entregaste a alguien que quería tener un hijo. A saber si te querría más o menos ahora si la hubieras criado tú misma a los catorce años. Probablemente seríais un par de basuras blancas en lugar de lo que sois ahora y yo dudo que te hubiese conocido o que me hubieras interesado -contestó él, tajante-. Que espabile. Cuando se le pase, lo entenderá. Y si no lo entiende, harás que lo entienda. Si después de este tiempo aún te quiero es porque eres jodidamente persuasiva. Por eso y por estas -dijo tomándole un pecho-, que no me caben en la mano.

-Ya veremos... Y a ti voy a acabar cobrándote.

Anne salió de debajo de las sábanas y le miró seriamente. No se podía negar que acababa de empezar algo, pero la pooka estaba asustada y confusa, y lo último que quería era meterse en una camisa de once varas con los problemas que había en San Francisco. Además Eddie no se merecía que le mintiera.

-Eddie, lo último que quiero que pienses es que esto no ha sido un error. Somos dos adolescentes con cabeza y no voy a negar que no ha estado mal. Pero esto no significa que quiera empezar desde el día en el que lo dejamos. Tengo demasiadas líneas abiertas y no puedo empezar algo, y menos plantearme el empezar algo serio... Espero que lo entiendas mejor que los demás. Todo el mundo espera algo de mi, pero no puedo hacer mil cosas a la vez. Al menos hoy no, no hasta que ponga en orden mi vida.

El rostro del redcap se ensombreció.

-Espera un momento. ¿Me estás dando ese discurso? -Eddie se incorporó y la miró apoyado en el cabecero-. O sea, que me obligas a abrirme contigo y a decirte lo que siento, me utilizas para hacerte sentir mejor ¿y ahora me vienes con esas? Me cago en la puta, si tenía razón al decirte que sólo me habías sacado de la cárcel para esto.

Eddie salió de la cama y se puso los calzoncillos de mala leche.

-Hay que joderse. No has tardado ni cinco minutos. En cuanto te ha dejado de picar el coño me has dejado de necesitar, ya veo. Y todas esas cosas que me has pedido que te dijera eran para ponerte cachonda, ¿no? Genial.

-No seas imbécil. Te estoy diciendo que ha sido un error, ¿es que hablo en chino? No te estoy dando puerta. Lo que intento decirte es que no me voy a mudar a tu casa ni te voy a hacer el desayuno por las mañanas, y tampoco te voy a ir a recoger al colegio. No voy a empezar la casa por el tejado y menos como están las cosas. Primero tengo que rescatar a mi hija, redecorar el Terciopelo y salvar a las arañas de la Baronía del puto Polvo.

Van Doren también se levantó.

-Pero si prefieres pensar que he hecho lo que he hecho porque me pica el pene pues mejor para ti. La próxima vez compras café instantáneo -dijo antes de salir al pasillo e ir a la secadora a buscar su ropa. Estando ya en la cocina recogió el albornoz del suelo y se lo puso.

-¿Cómo coño pretendes que entienda todo lo que dices? ¡La adivina eres tú, yo soy un puto machaca! -gritó desde la habitación.

Apareció en la cocina cuando Van Doren se había puesto el albornoz. El redcap la cogió de los hombros.

-Intenta no ser tan críptica, cojones. Recién follado tengo menos entendederas. Claro que no quiero que vengas a vivir aquí, ¿estás tonta? Pero me gustaría saber que esto ha significado algo, algo bueno. Que follamos bien ya lo sé, lo que quiero es... Ya sabes qué es lo que quiero. -La tomó de la barbilla-. No te cierres en banda y dame la oportunidad de demostrártelo. Ahora tú y yo vamos a partirle la cara a quien tengamos que partírsela, ¿te vale?

-Me vale. Pero tu ya te estás empezando a leer el diccionario otra vez si quieres que nos llevemos bien.

Van Doren sacó la ropa de la secadora, la dejó sobre la máquina y se quitó el albornoz de nuevo. La pooka se fue vistiendo poco a poco, pero cuando llegó al corsé le pidió ayuda al redcap. Eddie tenía experiencia de sobra y ella lo sabía.

-Tengo que irme. Silveth está haciendo ronda con un fusil y el feudo se está desmoronando. Los chicos dependen de mi. Podemos... -dijo dándose la vuelta-. Vernos luego si los astros lo permiten.

-Pensé que me querrías como guardaespaldas, pero supongo que he pasado demasiado tiempo fuera del mundo real -dijo el redcap, algo apenado-. Además, seguro que quien sea me recibe con un tiro. Si las cosas se ponen duras, llámame, ¿vale? Estaré toda la tarde en mi oficina.

Eddie le sonrió genuinamente y le puso un mechón de pelo tras la oreja.

-Por suerte tendré algo en qué pensar. -Le dio un beso en los labios-. Te invito a cenar.

-Lo de la cena no se yo, los restaurantes no sirven Cenas a la "hora en la que la pooka vuelve a casa". Esto me va a llevar por lo menos una semana. Pero no te diría que no a encontrarme un helado de bistec en la encimera cuando vuelva a la noche, después de todo me toca dormir en el suelo de tu casa.

Van Doren se enrolló el látigo al antebrazo y se puso el abrigo.

-Saluda a tu secretaria de mi parte.

La pooka se puso de puntillas para besar durante un largo instante al redcap y se dirigió a la puerta.

-Lo de dormir en el suelo lo podemos negociar.

La acompañó a la puerta.

-Le diré a mi secretaria que haga la compra de tu parte. -Esperó hasta que salió y tiró de su muñeca para abrazarla otra vez-. Ten cuidado. -Rodeando su cintura con los brazos, la besó con fuerza. Cuando se separó y se dirigió hacia el ascensor, se despidió con un azote en el culo.